sábado, 30 de noviembre de 2013

Presupuestos, ¿a qué precio?

Las escasas posibilidades que dejaba abiertas la ruptura de la entente entre el Gobierno socialista de Javier Fernández, por un lado, e Izquierda Unida y Unión, Progreso y Democracia, por otro, se han ido diluyendo con cada comparecencia pública, con cada sesión parlamentaria, con cada declaración. Cuando los citados dos socios del Ejecutivo autonómico mostraron su intención de no echar en saco roto la negativa socialista de proceder a una reforma de la normativa electoral pactada a tres bandas, entonces -digo-, muy pocos creyeron que el distanciamiento fuera a traducirse inmediatamente en la dinamitación de todos los puentes capaces de unir los intereses de las tres fuerzas políticas en un objetivo común.

Ahora, el debate de los contenidos del proyecto presupuestario para el año próximo, el punto álgido de toda actividad política, se ha convertido en una complicada partida de ajedrez en la que solamente queda esperar a ver los movimientos que pueda hacer cada cual.

En la parte de Javier Fernández y su equipo, la única alternativa que parece quedarles es el enrocamiento, lo que se traduciría en poner su firma al proyecto de Cuentas del Principado y remitirlo a la Junta General. Las fechas ya empiezan a apurar y la capacidad de negociación con el resto de las fuerzas políticas es prácticamente nula. En la Cámara puede jugar con dos circunstancias relativamente importantes. La primera, el convencimiento de que ni la coalición de la izquierda ni el partido magenta vayan a apoyar las hipotéticas enmiendas a la totalidad de Foro Asturias y Partido Popular. Podría jugar incluso con la sospecha de que cada una de esas dos presuntas iniciativas de rechazo no merecieran tan siquiera los votos de la otra fuerza política. Las declaraciones de los dirigentes de UPyD y, sobre todo, de IU dan pie a pensar en tal escenario.

Salvar la devolución del proyecto presupuestario sería en principio un balón de oxígeno para el Ejecutivo socialista y la apertura de un camino, difícil es cierto, para poder alcanzar la meta de contar el 1 de enero próximo con un marco económico 'estable' para Asturias.

Ya en esa tesitura al parecer, el presidente autonómico lleva durante las últimas horas haciendo encaje de bolillos para tratar de conjugar ciertas concesiones impositivas requeridas por la coalición que lidera Manuel González Orviz con la negativa de Ignacio Prendes a aceptar cualquier subida de la presión fiscal, algo contra lo que también se han manifestado los dos partidos de la derecha en el Parlamento asturiano. La ecuación se presenta inicialmente irresoluble, pero ya se sabe que en esto de la política siempre se inventan vías inimaginables cuando menos te lo esperas.

Decía antes que el primer gran obstáculo que tendrá que salvar el Gobierno asturiano, asumida la imposibilidad de lograr un acuerdo previo al trámite parlamentario, será sortear los posibles vetos a su propuesta de Cuentas para el próximo ejercicio económico. Pero, de lograrlo, se enfrentaría luego a una segunda prueba si cabe mucho más difícil y desde luego infinitamente más compleja. Acudir al Parlamento a debatir un proyecto presupuestario sin nada previamente consensuado sería similar a adentrarse en la jungla sin tipo alguno de arma. En la Cámara hay cinco grupos y es de suponer que cada uno registrará infinidad de enmiendas parciales cuya ordenación, más allá de lo formal, ofrece amplias posibilidades de trastocar cualquier concepto aglutinador capaz de guiar los objetivos de un verdadero presupuesto. El posible juego de votos en un sinfín de votaciones podría dar lugar a la aparición de cifras distorsianas que desencajarían la estructura del proyecto. Dicha más llanamente, que el resultado final podría convertirse en un verdaero puzzle capaz de albergar incluso cifras y orientaciones contradictorias. Y no estoy poniendo en cuestión la capacidad de los servicios jurídicos del Parlamento, ni tan siquiera de buena parte de sus señorías. Me limito a recordar casos precedentes de un escenario similar en el que incluso se movían menos protagonistas.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Responsabilidades

Supongo que la maquinaria socialista en el Principado ya se habrá puesto en marcha para descargar sobre Unión, Progreso y Democracia toda la responsabilidad de la falta de un acuerdo para sacar adelante los presupuestos generales autonómicos para el año próximo. Se trata del segundo desencuentro seguido entre ambos socios de legislatura tras la ruptura declarada a raíz de la negativa de la Federación Socialista Asturiana a aprobar la reforma de la ley electoral acordada por dicha fuerza política con Izquierda Unida y con el propio partido magenta.

Por el momento, el hombre fuerte del partido mayoritario, su secretario de Organización, ha salido a la palestra afeando a UPyD su "falta de voluntad política". Como ya hiciera su compañero Fernando Lastra tras el anuncio del partido de Rosa Díez de dar por concluido el pacto de legislatura, Jesús Gutiérrez se ha mostrado sorprendido por la postura de sus hasta hace pocos días socios, que considera "forzada" por la falta de entendimiento final en lo que a la normativa electoral se refiere. Es de suponer que, dada la rotundidad con la que Ignacio Prendes y su equipo se han pronunciado sobre la imposibilidad de un encuentro presupuestario, las baterías de la calle de Santa Teresa apuntarán desde este mismo momento hacia la línea de flotación de sus anteriores socios prioritarios.

Para la mayoría socialista, no tiene explicación que UPyD haya comunicado su intención de romper las conversaciones sobre las futuras Cuentas autonómicas desde "el minuto uno" de una reunión en la que ofrecieron por vez primera a sus interlocutores un borrador con las cifras más relevantes de un proyecto "cerrado". Raro comienzo para cualquier tipo de negociación.

Se veía venir desde que el Ejecutivo de Javier Fernández puso sobre el tapete su estrategia negociadora que a sus interlocutores no iba a convencerles. Un primer encuentro sin una sola información sobre el proyecto presupuestario para 2014 y basado exclusivamente en el grado de ejecución del correspondiente al ejercicio en curso fue un primer indicio de que las cosas no iban por el buen camino. Así se lo hicieron saber los representantes del partido magenta, y también los de Izquierda Unida, con los que siguen el mismo libreto. Ya metidos en harina, la sensación que los socialistas han trasladado a los destinatarios de un hipotético acuerdo ha sido la de precipitación y oscurantismo, planteamientos orientados a alcanzar su objetivo sin dejar apenas plumas en la batalla.

Ignacio Prendes y los suyos se han manifestado escarmentados por la actitud de los socialistas, comparable con la de aquellos grandes conquistadores que recaudaban el oro y las piedras preciosas de los indígenas americanos a cambio de cristales y baratijas. Cuentan con amplia experiencia y con la soberbia que les da la seguridad de que el método les ha funcionado en otras muchas ocasiones. Pero esta vez no ha sido así. Y nada hace prever que, de seguir ese mismo guión, vaya a funcionar con IU, aunque tal entendimiento solamente les serviría para arroparse con el estandarte de un frente de la izquierda.

Si algo caracteriza los últimos compases de la actualidad política en el Principado es la falta de cintura del PSOE para navegar con su exigua mayoría. Podrá achacar a sus hasta hace poco socios prioritarios la pérdida de la estabilidad institucional de la que ha alardeado desde que recuperara el Gobierno autonómico, pero ya nadie se va a creer en esta región que el rechazo a sus métodos de UPyD e IU responda a una estrategia electoral, toda vez que la cita con las urnas está demasiado lejos aún. Jugar a ser más listos que sus compañeros y hacer trampas con las cartas es una responsabilidad de la que no pueden desmarcarse.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Gobierno cameral

No resulta sorprendente que el presidente del Principado haya retado hoy, en sede parlamentaria, al Partido Popular a presentar una moción de censura. Y no lo es porque ya ha dejado meridianamente claro en más de una ocasión que no tiene intención alguna de convocar elecciones anticipadas -lo que sería un auténtico"desatino", en sus propias palabras, y por esta vez estamos plenamente de acuerdo-; en el caso, todavía algo más que improbable, de que sus hasta hace poco aliados de gobierno, Izquierda Unida y Unión, Progreso y Democracia, decidieran no apoyar el proyecto presupuestario para el año próximo. Yo sigo; ustedes actúen en consecuencia con las herramientos que las leyes les conceden, parece estar diciendo a los grupos de la derecha. Hasta aquí, nada que no se inscriba dentro del normal funcionamiento democrático de las instituciones autonómicas.

Lo que ya resulta más controvertido es el argumento esgrimido por Javier Fernández para exponer su defensa ante la presunta debilidad del Ejecutivo que preside, derivada de la ruptura de los acuerdos -escritos o no- que le han permitido gobernar durante el año y medio que lleva al frente del Principado.

"Si su intención es convertir el Parlamento en Gobierno, que haya un gobierno cameral, entonces lo que se está haciendo es vulnerando la democracia parlamentaria". Tales han sido sus palabras textuales, hoy, en la Junta General. Se antoja sorprendente que sea precisamente el líder socialista el que haya recurrido a esa terminología, "gobierno cameral", y lo haya hecho en respuesta a una interpelación del Partido Popular. Decía días atrás que, si una característica preside el discurso de la mayor parte de los dirigentes políticos, ésta no es otra que el convencimiento de que el ciudadano no tiene memoria. Decía también que sus llamadas a la responsabilidad del resto de los partidos a la hora de reclamar apoyos a su proyecto de presupuestos para 2014 son una muestra explícita de la anterior afirmación, toda vez que fue, precisamente, la postura del grupo parlamentario que representa y del de los populares la que llevó a la inestabilidad, primero, y al despeñamiento, después, al efímero gobierno de Foro Asturias.

Ahora, el presidente asturiano echa en cara a Mercedes Fernández su presunta intención de convertir la Junta General en un "gobierno cameral" y tacha tal pretensión de intento de "vulnerar la democracia parlamentaria".

El único ejemplo que mis años de seguidor fiel de la vida político-institucional del Principado me ha deparado sobre el intento de establecer un "gobierno cameral" en el Parlamento autonómico y su puesta en práctica hasta el límite de convertir al mismo en un sustituto del Ejecutivo, en un insólito caso de confusión de los poderes que consagra la democracia; el único ejemplo -digo- lo protagonizaron el propio Javier Fernández y el partido de 'Cherines' -aunque ella no estaba entonces como líder de la formación-. Fue exactamente en los últimos compases del Gobierno de Francisco Álvarez-Cascos y constituyó la fase final del ahogamiento programado que finalizó con el rechazo a los primeros presupuestos del mismo y la posterior convocatoria de elecciones anticipadas.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Todos es según el color del cristal con que se mira

"En este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira", reza un dicho popular recurrido con frecuencia por la ciudadanía de a pie. Y esto es, precisamente, lo que está ocurriendo en esta comunidad a propósito de la inmediata negociación de un proyecto presupuestario para el año que viene.

Desde que institucionalmente se confirmara, semanas atrás, la ruptura del acuerdo que, por escrito o de palabra, ligaba a Izquierda Unida y Unión, Progreso y Democracia con la acción de gobierno del Ejecutivo de Javier Fernández, desde entonces, los principales representantes del socialismo asturiano han sacado en procesión toda una corte de fantasmas representativos del terrible escenario económico-financiero que amenaza a nuestro territorio si sus citados hasta ahora dos socios decidieran cumplir sus amenazas y pagar la negativa del grupo mayoritario a aprobar una reforma de la ley electoral con un rechazo a las Cuentas para 2014 que, en el mayor de los secretos, ha venido elaborando el equipo del presidente del Principado.

Más allá de los legítimos cabreos de los dirigentes de ambas formaciones, nada hace pensar que, llegado el momento, vayan a actuar en ese debate simplemente a modo de 'vendetta'. Meter algo de presión es una cosa y 'desnudar' al Gobierno autonómico, otra bastante diferente. Y si no al tiempo. Si de fastidiar se tratara empezarían por negarse al debate, algo que no aparece en la hoja de ruta de ninguno de ellos.

Pero, por si acaso, los dirigentes del socialismo asturiano han emprendido una intensa campaña orientada exclusivamente a repetir dos o tres ideas-madre en las que el hilo conductor es, en todos los casos, las desastrosas consecuencias que tal rechazo podrían tener para los intereses generales de los asturianos. La prórroga presupuestaria derivada de un rechazo al proyecto del Gobierno de Fernández sería "un golpe social y económico" para la región y sus esperanzas de futuro, en palabras del propio mandatario asturiano. Unía así sus advertencias a las que anteriormente habían formulado sus primeros espadas en el partido y en el Parlamento. Y tras todas estas manifestaciones sobresalía siempre una sola palabra: la responsabilidad, a la que apelan reiteradamente a la hora de reclamar un nuevo voto de confianza de IU y UPyD.

La memoria (o la falta de ella, sería mejor decir) es una poderosa aliada a la hora de argumentar ante situaciones complicadas para tal o cual partido político. Lo digo porque resulta cuando menos curioso que los socialistas asturianos reclamen del resto de las fuerzas políticas con representación parlamentaria un esfuerzo de responsabilidad que -aseguran- no tendría como destinatario al actual Gobierno o al partido que lo sustenta, sino al conjunto de los asturianos, en lo que se plantea como un compromiso con sus intereses, con los de todos.

¿Se olvidan (claro que no, adelantemos) los dirigentes de la FSA de que hace casi dos años fueron ellos, con la necesaria colaboración del Partido Popular, quienes forzaron al Principado a enfrentarse a una prórroga presupuestaria que, a la corta, provocó un adelanto electoral? Entonces ni a unos ni a otros parecieron importarles en demasía las consecuencias de su "falta de responsabilidad", ni ciscarse en los intereses de sus conciudadanos obligando a alargar unas Cuentas Generales lastradas -como ahora mismo- por una crisis galopante de recursos. Son los argumentos manoseados por cada cual en función del color del cristal que les brinda una posición de gobierno o de oposición.

domingo, 3 de noviembre de 2013

"Llámailo fíu...."

"Llámailo fíu, llámailo pa que no te lo llame". Así rezaba un viejo dicho que recuerdo haber escuchado con frecuencia de mis mayores cuando era solamente un niño. Y hoy me ha vuelto a la memoria después de revisar el aluvión de informaciones derivadas de la ruptura del pacto de legislatura entre los socialistas asturianos y el partido de Rosa Díez para sostener al Gobierno de los primeros en el Principado.

No han encajado muy bien los socialistas la decisión de Unión, Progreso y Democracia de desvincularse de cualquier acuerdo establecido con sus hasta ahora socios. No resulta sorprendente a pesar de que la decisión estaba cantada. En Asturias, el PSOE -sus dirigentes sería mejor decir- afronta de unos años para acá un problema importante, que no es otro que el derivado de sus muchos años controlando los poderes ejecutivos en algunas de las más importantes instituciones de esta comunidad. Les viene ocurriendo en el Ayuntamiento de Gijón -que nunca hasta los últimos comicios locales habían dejado de gobernar- y, de alguna manera, les ha ocurrido en la autonomía después de la para muchos inesperada victoria relativa de Foro Asturias en aquella misma fecha. Acostumbrados a remendar sus mayorías relativas con los votos seguros de Izquierda Unida, siempre a cambio de un plato de lentejas -bueno, de un par de consejerías y otros muchos cargos y empleos para decenas de militantes-, la Federación Socialista Asturiana se ha acostumbrado a gestionar las administraciones públicas como si de un cortijo propio se tratara y, como tal, sin atenerse a compromiso alguno que no fuera el del interés propio.

Quizá por eso, Javier Fernández pensó que podía asegurarse la Presidencia a cambio de firmar un papel con la coalición magenta en el que se recogían una serie de condiciones con las que reconoció no sentirse identificado. Una de ellas, la ya manoseada reforma de la ley electoral autonómica.
Se ha esgrimido, y mucho, estos días el argumento del escaso o nulo interés que para los asturianos pudiera tener esta medida. De suyo, se ha convertido en en el banderín de enganche para las declaraciones de los partidos mayoritarios. Pero, ¿acaso cuando el presidente del Principado estampó su firma en el acuerdo con UPyD pensaba que sus paisanos hacían figurar entre sus prioridades dicho cambio normativo? Desde luego que no. ¿Se trataba, entonces, de una maniobra para retornar al poder y ganar un tiempo cuyo discurrir les permitiría encontrar excusas, cuanto más tarde mejor, para no afrontar una medida que les perjudicaría con toda seguridad? Tal parece.

Con respecto al otro gran elemento del repetido argumentario socialista frente a sus 'desleales' socios, el del apellido que se le debería dar a la mayoría exigida para aprobar la medida, podría decirse exactamente lo mismo. "Amplia", "suficiente", "absoluta" o "reforzada", todos sabían que la única posibilidad de que los magenta se apearan de la burra es que la reforma se quedase con el apoyo de menos de la mitad del Parlamento regional. Ojalá cualquiera de nosotros hubiera conocido anticipadamente los signos y números de una quiniela o de la lotería con la misma certeza que el resultado de la votación del jueves en la Junta General. Otra razón, por tanto, para dudar de la existencia de la más mínima intención del grupo mayoritario de cumplir su promesa con UPyD.

Y, sin embargo, ahora se escandalizan de que el partido magenta haya decidido romper su pacto de legislatura y se rasgan las vestiduras ante tanta "irresponsabilidad". Por ende, como no están acostumbrados a que los socios les salgan respondones, se han lanzado a cubrir de epitetos a sus hasta ahora socios y, más concretamente, a su presidenta federal, a la que responsabilizan directamente de la decisión. También aquí podríamos remontarnos al origen del acuerdo y recordar que por aquel entonces ni a Javier Fernández ni a sus adlateres les incomodó lo más mínimo que fuera la propia Rosa Díez quien asumiera el papel protoganista. Una dirigente nacional, aunque sea de un partido pequeño, da más relumbrón a la noticia de una comunidad poco apreciada por los titulares de los grandes medios.

Asegura el presidente del Principado y sus compañareos del Ejecutivo que, a pesar de todo lo ocurrido, no renuncian a negociar con UPyD -y con IU, naturalmente- el proyecto de Presupuestos para 2014. Loable empeño. Claro que en la búsqueda de ese objetivo no parece muy buena compañera la práctica del insulto y la descalificación de aquellos a quienes necesitas para lograrlo.

sábado, 2 de noviembre de 2013

A Fernández se le caen los argumentos

Si un elemento destaca en el escudo de armas del actual presidente del Principado no es otro que el recurso al diálogo como vía para la consecución de acuerdos que permitan la gobernabilidad. En segundo lugar, y destacado también, reconocemos la tranquilidad como herramienta para afrontar los problemas de la gestión diaria de una administración como la autonómica. Pues bien, desde ayer podría afirmarse que a Javier Fernández se le ha caído la heráldica y se encuentra en estos momentos políticamente más perdido que un talibán en Wall Street.

El mandatario socialista ha hecho alarde de sus facultades para el entendimiento y el consenso desde el mismo momento en que pronunció su discurso de investidura hace algo más de un año. En todas sus intervenciones posteriores de cierta relevancia ha sacado reiteradamente pecho en clara alternativa al estilo 'broncas' de su predecesor en el cargo, un bagaje que le ha servido para gobernar sin apenas sobresaltos en todos estos meses.

Desde que, anteayer, el Pleno de la Junta General del Principado hiciera decaer la propuesta de reforma de la ley electoral autonómica, firmada por el propio grupo mayoritario y sus hasta ahora socios IU y UPyD, este basamento se ha resquebrajado mostrando un interior endeble. El acuerdo y la confianza, blasones de Fernández, han sido arrumbados a la historia del pasado próximo.

El partido de Rosa Díez ha aprovechado su congreso federal de este fin de semana para oficializar su ruptura del pacto con los socialistas asturianos y no ha escatimado críticas a sus hasta ahora socios. "No podemos fiarnos de quien no cumple un pacto" ha sido lo más suave que ha salido de su boca, hasta llegar a la acusación directa a los socialistas asturianos de cocinar un "pacto de hierro" con el Partido Popular. De por medio, términos como "chanchullos" o "falta de seriedad". En definitiva, decepción ante lo que considera una clara traición a los acuerdos firmados. La presidenta nacional del partido magenta escenificó así la primera gran embestida al pedestal sobre el que se sustentaba el presidente asturiano.

No por carecer de un pacto firmado se han mostrado menos contrariados los dirigentes de Izquierda Unida en el Principado con la actuación del grupo mayoritario a propósito de la reforma electoral. "Los socialistas han dinamitado la entente endeble que existía" con la fuerza política a la que él representa, afirmó el coordinador general de la coalición de izquierdas. Manuel González Orviz ha recurrido al término "desconfianza" para definir la que podría ser su relación con el PSOE a partir de ahora. Si a ello añadimos el recurso al muy asturiano verbo "frayar" utilizado por el portavoz parlamentario de IU, Ángel González, nos encontraremos con que el otro gran sustento del estilo Fernández, la "estabilidad" y la "tranquilidad", se muestran tan débiles como la capacidad de diálogo y de consensos.

Desprovistos de los principales elementos de su armadura, a Javier Fernández y a su equipo se le empiezan a apreciar los costurones interiores y, aunque la postura oficial es de tranquilidad absoluta y de mantenimiento de las posiciones, la realidad arroja una peligrosa debilidad que tiene su horizonte más evidente en la negociación del proyecto de presupuestos para el año próximo pero que podría manifestarse en el devenir de otras normativas o en debates ordinarios que acaben por desnudar al mandatario asturiano (humorísticamente ya habló en cierta ocasión de perder la vestimenta). "No voy a tirar la toalla", ha afirmado categóricamente en las últimas horas. Pues claro, pero la gestión a partir de ahora va a exigir experiencia en el encaje de bolillos.

En este indeseado escenario, ¿se le ocurrirá a su compañero de filas y secretario general en Gijón, Santiago Martínez Argüelles, recomendarle, como hizo a la alcaldesa de Foro, que se someta a una cuestión de confianza? Yo creo que no.

viernes, 1 de noviembre de 2013

Crónica de una ruptura anunciada

Nadie podrá decir que no estaba anunciado. El grupo parlamentario socialista en la Junta General del Principado consiguió hoy con sus votos, unidos a los de Foro Asturias y Partido Popular, que decayera la iniciativa firmada por ellos mismos para propiciar la reforma de la ley electoral autonómica. Para aquellos que no estén familiarizados con el tema puede resultar un tanto contradictorio tal proceder. Para quienes hayan seguido el devenir de esta iniciativa, no tanto.

Desde el propio presidente del Principado hasta los distintos portavoces parlamentarios o del partido habían abrazado el estandarte de que la modificación de la normativa que regula los procesos electorales en la comunidad no prosperaría si no lograba contar con una mayoría superior a la mitad más uno de la Cámara con la que se presentaba respaldada la iniciativa en la Cámara autonómica. De por medio quedaban estériles debates sobre los distintos apellidos que al término mayoría se le habían asignado, desde el original, de "absoluta" hasta el recientemente acuñado por el por el portavoz parlamentario del grupo socialista, Fernando Lastra, de "política", sin olvidar el intermedio de "reforzada". Estos adjetivos han servido en las últimas semanas a unos y a otros para desgastarse en absurdos debates que, en el fondo, han ocultado la intención de cada cual en salirse con la suya por el camino más corto.

Y en este conflicto una vez más han sido los socialistas quienes se han mostrado como avezados maestros en el arte del enmascaramiento. Plantear, como ha hecho hoy el señor Lastra, que la posición de su grupo es concordante con lo firmado con los otros grupos que hasta ahora han apoyado al gobierno de su partido tiene que ser tildado, cuando menos, de provocación.

No es de extrañar, pues, que esos, en este momento, los hipotéticos socios hayan respondido como si un abejorro les hubiera clavado su aguijón, sintiéndose legítimamente traicionados por el partido a cuyo candidato permitieron la investidura y aprobar los únicos presupuesto de la presente legislatura, los del ejercicio en curso.

Y no es que las primeras declaraciones hayan sido precisamente incendiarias. Tanto Ángel González, de Izquierda Unida, como Ignacio Prendes, de Unión, Progreso y Democracia, han respondido con términos como "engaño", "traición" o decisión "muy grave", pero ni el partido magenta ha confirmado su intención de romper el acuerdo de legislatura firmado con los socialistas hace casi un año y medio ni la coalición de la izquierda la retirada de la confianza sin 'cheques en blanco' depositada en aquel mismo momento en la persona de Javier Fernández y su equipo de gobierno.

La gran pregunta ahora es qué van a hacer desde este mismo momento los diputados de una y otra formación. Parece evidente que la gran cita para escenificar su desafección del grupo mayoritario sería el debate presupuestario, aunque a estas alturas somos muchos los que cuestionamos que sean capaces de llevar adelante sus amenazas. Para ello ya se han encargado los socialistas, con ayuda de numerosos voceros, de ubicar a sus hasta ahora socios en el papel de irresponsables buscadores del voto irreflexivo dejando de lado sus responsabilidades para con la interés general. Aquello de que la reforma electoral no es un problema para los asturianos ha corrido como un reguero de pólvora y ha calado en amplios sectores de la sociedad. Opiniones autorizadas en uno u otro sentido las hay.

Sin entrar en esa polémica, lo que se manifiesta obvio es que el grupo socialista, haciendo honor a su historia en este territorio, ha recurrido a la estrategia de ganar todo el tiempo posible y, llegados a un punto de difícil retorno, ha hecho caso omiso de sus compromisos firmados para atender a sus conveniencias particulares envueltos en la más que teórica bandera del interés general. Puede que al único diputado de UPyD, como novato en estas lides, le haya podido coger de sorpresa. No así a IU, que arrostra un conocido rosario de agravios a cambio de sus frecuentes respaldos al grupo mayoritario de la izquierda. Como muestra, baste recordar las fallidas reformas del Estatuto de Autonomía en los últimos tiempos, en los que, con la colaboración de los populares, alargaron indefinidamente el debate por un objetivo en el que siempre reconocieron no estar interesados. Igual que ahora.