Acabo de leer un adelanto informativo de esta misma mañana con el anuncio de la renuncia a sus actas como diputados regionales de dos de los tres representantes que Foro Asturias Ciudadanos tiene en la Junta General. Esther Landa y Argimiro Rodríguez dejan el escaño unas pocas semanas después de haber tomado posesión y contribuyen a alimentar la sensación cada vez más intensa de que el partido de Francisco Álvarez-Cascos va languideciendo mes a mes y haciendo olvidar todo el fuelle de su electrizante aparición en el panorama político asturiano.
Los dos cesantes han argumentado "motivos personales" y laborales para dejar el Parlamento autonómico, algo que denotaría una absoluta normalidad si la actividad política no estuviera plagada de ocultaciones y engaños. !Qué sería más normal que los relevos y alternancias si la cosa pública no se hubiera convertido en el refugio de una auténtica casta -aparte de la selectiva asignación que al término da Podemos- donde los amiguismos y la endogamia ocupacional no camparan por sus respetos!
Admitamos que Landa y Rodríguez han decidido dar este paso realmente porque consideran que sus responsabilidades institucionales han cubierto un capítulo y es mejor dejar paso a otros. Pero, ?por qué entonces ahora? ?Por qué a escasos meses de haber recogido su acta de diputado? ?No hubiera sido más lógico haber renunciado a figurar en las listas electorales y dejar su plaza a los que ahora les van a sustituir para que iniciasen la legislatura desde el minuto cero? El paso dado en este momento por los dos ex diputados regionales de Foro -no hay que olvidar que el partido casquista tiene en la actualidad sólo tres- no contribuye precisamente a abonar la "normalidad" con que se ha tratado de adornar. Tampoco la cercanía de la convención recientemente celebrada por esta fuerza política coadyuva a deshacer las sospechas de que pudiera haber otro trasfondo de marcado carácter político.
Un tercer factor para avivar las suspicacias es que uno de los que toman el relevo es Isidro Martínez Oblanca, un "profesional" de la política al que el desplome de Foro ha dejado sin su escaño en el Senado de los cuatro últimos años.
En fin, que va a ser muy difícil para los actuales responsables del partido, con Cristina Coto a la cabeza, convencer a propios y extraños de que aquí no pasa nada. La realidad es que la alternativa edificada por Cascos hace casi cinco años se ha ido evaporando con la misma intensidad con la que eclosionó. La retirada del propio líder antes de las elecciones autonómicas de mayo y los ulteriores resultados en el conjunto del territorio y en muchos de sus ayuntamientos evidencian que no se equivocaban quienes vaticinaron que el proyecto tenía visos de pasajero.
No me quiero imaginar tan siquiera lo que podría ser hoy Foro Asturias si no contase con el bastón de mando y el gobierno del Ayuntamiento de Gijón. Yo, como tantos otros, soy de los que pienso que el futuro de esta fuerza política está fuertemente ligado a este mandato de Carmen Moriyón en la villa de Jovellanos y que su reiterada intención de retirarse al final del mismo será el punto de inflexión para que FAC acabe por diluirse más allá de alguna que otra presencia testimonial. Otros proyectos anteriores ligados a un dirigente "expulsado" de su anterior partido deberían servirnos de referencia.
martes, 29 de septiembre de 2015
viernes, 25 de septiembre de 2015
Para este viaje....
Para este viaje no hacían falta alforjas. Me viene a la memoria esta conocida expresión después de haber leído las informaciones sobre la primera ronda de negociaciones entre las actuales fuerzas políticas que configuran el Parlamento asturiano para abordar la reforma de la ley que regula las elecciones autonómicas en el Principado. Las dificultades que se manifestaron a propósito de los sucesivos encuentros en la pasada legislatura se han puesto de manifiesto en ésta a las primeras de cambio. No hace falta recordar que la reducción a una de las tres circunscripciones electorales actuales fue el caballo de batalla de unos larguísimos encuentros que acabaron, finalmente, en un fracaso absoluto.
Cierto que la composición actual de la Junta General del Principado complica aún más el logro de acuerdos en asuntos como el citado que, por unas razones o por otras, enfrentan a los partidos políticos. Sin embargo, sorprende que a las primeras de cambio Izquierda Unida y Ciudadanos -que ha tomado el testigo y el ponente de Unión, Progreso y Democracia del mandato anterior- hayan claudicado tan rápido en pro del "entendimiento".
Porque, si es así, ¿qué razón tuvieron unos y otros -prescindo de las nuevas siglas- para romper en 2013 un acuerdo de legislatura y poner en riesgo real la estabilidad del Gobierno autónomo presidido por Javier Fernández? ¿No estaba claro entonces, como ahora, que el mandatario socialista no estaba dispuesto a seguir adelante si sus "socios" insistían en mantener una iniciativa que en todo momento se manifestó bajo la sospecha de los intereses en las urnas de cada cual?
La cruda realidad indica que los grupos políticos muestran cualquier cosa en sus actuaciones y posicionamientos menos coherencia. Desde luego que don Gaspar Llamazares ha hecho honor a su fama "posibilista", muy especialmente desde que recuperó el estatus de 'socio preferente' de los socialistas, algo que nos devuelve a aquellos tiempos no tan lejanos en los que la coalición ponía 'el dinero y la cama'. "Aquí estamos para lo que haga falta", parecen decir los de la coalición cada vez que la Federación Socialista Asturiana no encuentra apoyos en otro 'dormitorio'.
¿Y qué decir de Ciudadanos? Su diputado agitador de la pasada legislatura -aunque con otra 'chaqueta'- se ha visto diluido en la nueva formación a la que pertenece, y aún más con la presencia de otros grupos más relevantes en la Cámara. Los órdagos de su único voto de entonces se han difuminado en los tres sufragios actuales.
Se dirá que no hay nada que hacer cuando socialistas y populares -además de Foro- tienen apoyos suficientes para impedir que se de la vuelta a un aspecto tan relevante de una ley como aquel que les facilita una mayor representación institucional -las tres circunscripciones-. La reserva de diez escaños para repartir entre los restos de las dos alas y el centro territorial no deja de ser un parche que, con toda seguridad, los 'mayoritarios' ya habrán estudiado que no les va a perjudicar esencialmente.
Pues nada. Renunciemos a las banderas y a los objetivos y pasemos a otra cosa, argumentan entre dientes los adalides de la reforma electoral. Pero, ¿qué les hace pensar que la abdicación de este momento en favor del "entendimiento" va a facilitar que los defensores de la actual redacción se muestren proclives al desbloqueo de listas, a las primarias obligatorias o tantas otras cosas que en la mayor parte de los casos no interesan a unos u a otros? Al final, todo invita a pensar en que las 'negociaciones' van a ser largas, más que el proyecto de la variante de Pajares. Más que eso, me atrevería a decir que acabarán languideciendo hasta terminar en un nuevo fracaso. El lema grabado a fuego por los socialistas a la entrada de la sala de reuniones sobre la irrenunciabilidad de unas mayorías amplias para el resultado final es la mejor garantía para Javier Fernández y los suyos de que estarán mejor si nada cambia. Ya funcionó hace más de dos años y nada hace pensar que no vuelva a hacerlo.
Cierto que la composición actual de la Junta General del Principado complica aún más el logro de acuerdos en asuntos como el citado que, por unas razones o por otras, enfrentan a los partidos políticos. Sin embargo, sorprende que a las primeras de cambio Izquierda Unida y Ciudadanos -que ha tomado el testigo y el ponente de Unión, Progreso y Democracia del mandato anterior- hayan claudicado tan rápido en pro del "entendimiento".
Porque, si es así, ¿qué razón tuvieron unos y otros -prescindo de las nuevas siglas- para romper en 2013 un acuerdo de legislatura y poner en riesgo real la estabilidad del Gobierno autónomo presidido por Javier Fernández? ¿No estaba claro entonces, como ahora, que el mandatario socialista no estaba dispuesto a seguir adelante si sus "socios" insistían en mantener una iniciativa que en todo momento se manifestó bajo la sospecha de los intereses en las urnas de cada cual?
La cruda realidad indica que los grupos políticos muestran cualquier cosa en sus actuaciones y posicionamientos menos coherencia. Desde luego que don Gaspar Llamazares ha hecho honor a su fama "posibilista", muy especialmente desde que recuperó el estatus de 'socio preferente' de los socialistas, algo que nos devuelve a aquellos tiempos no tan lejanos en los que la coalición ponía 'el dinero y la cama'. "Aquí estamos para lo que haga falta", parecen decir los de la coalición cada vez que la Federación Socialista Asturiana no encuentra apoyos en otro 'dormitorio'.
¿Y qué decir de Ciudadanos? Su diputado agitador de la pasada legislatura -aunque con otra 'chaqueta'- se ha visto diluido en la nueva formación a la que pertenece, y aún más con la presencia de otros grupos más relevantes en la Cámara. Los órdagos de su único voto de entonces se han difuminado en los tres sufragios actuales.
Se dirá que no hay nada que hacer cuando socialistas y populares -además de Foro- tienen apoyos suficientes para impedir que se de la vuelta a un aspecto tan relevante de una ley como aquel que les facilita una mayor representación institucional -las tres circunscripciones-. La reserva de diez escaños para repartir entre los restos de las dos alas y el centro territorial no deja de ser un parche que, con toda seguridad, los 'mayoritarios' ya habrán estudiado que no les va a perjudicar esencialmente.
Pues nada. Renunciemos a las banderas y a los objetivos y pasemos a otra cosa, argumentan entre dientes los adalides de la reforma electoral. Pero, ¿qué les hace pensar que la abdicación de este momento en favor del "entendimiento" va a facilitar que los defensores de la actual redacción se muestren proclives al desbloqueo de listas, a las primarias obligatorias o tantas otras cosas que en la mayor parte de los casos no interesan a unos u a otros? Al final, todo invita a pensar en que las 'negociaciones' van a ser largas, más que el proyecto de la variante de Pajares. Más que eso, me atrevería a decir que acabarán languideciendo hasta terminar en un nuevo fracaso. El lema grabado a fuego por los socialistas a la entrada de la sala de reuniones sobre la irrenunciabilidad de unas mayorías amplias para el resultado final es la mejor garantía para Javier Fernández y los suyos de que estarán mejor si nada cambia. Ya funcionó hace más de dos años y nada hace pensar que no vuelva a hacerlo.
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