domingo, 29 de diciembre de 2013

Discursos presidenciales

A la espera de lo que pueda decirnos el presidente del Principado en su inminente discurso de fin de año, las grandes cifras siguen mostrándose esquivas con cualquier atisbo de recuperación de nuestro territorio. La más reciente es la que el Instituto Nacional de Estadística ofreció ayer y que indica que el PIB asturiano retrocedió en 2012 un 2,1%, una de las mayores caídas del conjunto de las comunidades autónomas. Podría decirse que se trata de un guarismo de alcance relativo y que no merece más atención que un titular en el faldón de cualquier página interior de los diarios de la región. El problema real es que la gran mayoría de los números oficiales se empecinan en pintarnos muy negra cualquier salida a la larga recesión que dio comienzo allá por 2007 y que solamente fue reconocida por nuestros gobernantes muchos meses después.

Mientras los dirigentes políticos de diferentes signos siguen dando muestras diarias de su incapacidad para encontrar el camino de la recuperación, ni en solitario ni en compañía de otros, y se pierden en constantes acusaciones sobre las responsabilidades que hay que hacer recaer sobre cada cual, mientras tanto -digo- el paso del tiempo hace que el desánimo se instale cada día en capas más amplias de la sociedad y que la desconfianza se haga dueña de nuestro futuro.

Para quienes tenemos memoria, todavía suenan en nuestro oídos las soflamas de Vicente Álvarez Areces, presidente de la comunidad cuando las cosas empezaron a torcerse, que aseguraba allá por donde iba que Asturias saldría primero de la crisis que ninguna otra autonomía porque su economía no se había visto mayormente influenciada por la llamada 'burbuja inmobiliaria'. Los plazos fueron pasando y, lejos de avistar la luz al final del túnel, la más negra oscuridad se adueño de nuestros destinos.

Tras el inútil paréntesis forista, la vuelta de los socialistas al poder devolvieron el optimismo presidencial a las primeras páginas informativas. Tampoco algunos conseguimos olvidarnos todavía de un pletórico Javier Fernández, quien, envalentonado por los acuerdos que le facilitaban su investidura, en el correspondiente discurso llegó a empeñar su gestión en el logro del pomposo título para Asturias de convertirla en "la Alemania de España". Visto con los ojos actuales (sólo ha pasado año y medio), y con las cifras oficiales mes a mes, tal aseveración suena más a broma de mal gusto que a un verdadero compromiso político serio.

Con este bagaje, las expectativas en torno al discurso de fin de año de Javier Fernández no pueden ser otras que aquellas que presida el escepticismo. Esperamos que las alegrías típicas del discurso político no se adueñen en esta ocasión de las cuartillas del mandatario autonómico y sea capaz de ofrecer un panorama realista y sincero tendente a apaciguar la desconfianza de sus paisanos. Al menos, sería deseable que no sienta la tentación de repetir la jugada de Mariano Rajoy hace algunas horas, tratando de enmascarar con visos de un ingenuo cuento infantil la angustia de millares de conciudadanos.

viernes, 27 de diciembre de 2013

Lo que vale para unos, no vale para todos

Tantos años siguiendo la actualidad política asturiana y en lugar de hacerme más tolerante con sus protagonistas a lo único que me lleva es a la incomprensión, cuando no a la ira. Digo esto a propósito del sorprendente acuerdo alcanzado por el alcalde de Oviedo, Agustín Iglesias Caunedo, del Partido Popular, para asegurarse una abstención de los concejales de Izquierda Unida en ese Consistorio que le permitirán aprobar un proyecto de presupuestos para 2014, un objetivo que se muestra inaccesible en otros grandes ayuntamientos del Principado y lo ha sido en lo que se refiere a las Cuentas regionales para idéntico ejercicio.

Este "pacto contra natura" ha desbordado la indignación de todos aquellos que no están en la pomada, es decir Partido Socialista Obrero Español y Foro Asturias Ciudadanos, curiosamente dos fuerzas políticas que han tenido prioridad de interlocución sobre la coalición de izquierda y que, por razones diferentes, han rechazado cualquier tipo de acuerdo.

Presupuestos "parchados", "intercambio de cromos", "venta de votos" a cambio de cualquier cosa. Todas las diatribas valen a la hora de crucificar a ediles de la experiencia de Roberto Sánchez Ramos, "Rivi", o Emilio Huerta Rodríguez, "Triqui", por vender su alma al diablo a cambio de unos millones de euros para planes de empleo. Incluso sus propios compañeros en otros municipios, como el gijonés Jorge Espina, se han apresurado a desmarcarse de tales prácticas y desestimar cualquier hipótesis sobre una repetición de la jugada en sus respectivos ámbitos institucionales.

Del partido de Francisco Álvarez-Cascos prefiero más no hablar, toda vez que después de haber hecho una arriesgada propuesta de entendimiento al grupo municipal del PP y éste aceptarla, se descolgaron a última hora con vagos argumentos de disconformidad con el conjunto del proyecto presupuestario. La realidad ha acabado por convencer incluso a los más acérrimos defensores de FAC de que el partido de Cascos huye de cualquier tipo de acuerdo allá donde se les plantea.
  
Pero lo verdaderamente irritante es que se rasguen las vestiduras y pongan el grito en el cielo los mismos dirigentes, socialistas por más señas, que hace solamente unos días se envolvían en la bandera de la responsabilidad para pedir (¿exigir?) a otras fuerzas políticas sus apoyos incondicionales a un proyecto de presupuestos autonómicos definidos por su condición de cerrados y sin margen de maniobra. A su entender, todos los demás se mostraron contrarios "a los intereses de los asturianos" por no firmar un papel en blanco en el que, como dogma de fe, había que creer aun sin ver.

Ahora el escenario cambia de bando y lo que entonces era una obligación de responsabilidad para con sus paisanos se transforma en el ámbito municipal ovetense en un mercadeo de sufragios merecedor de todos los anatemas.

No conozco, como es obvio, los pormenores del pacto alcanzado en el Consistorio de la capital por el grupo gobernante y la coalición de izquierdas. Lo único que es evidente es que ese municipio va a contar con un presupuesto para el año próximo, un concepto que de defendió a ultranza como una necesidad inherente a la estabilidad de las instituciones a la hora de debatir las fallidas Cuentas del Principado para el ejercicio que viene. Y si es bueno contar con presupuestos, doy por sentado que tal criterio vale para unos y para otros.

Lo único claro que nos deja este nuevo episodio de las rencillas entre las fuerzas políticas asturianas es que jamás nos vamos a quitar de encima el sambenitos de los azules y los rojos, lo negro y lo blanco, los buenos y los malos, y en función del color del cristal correspondiente una y otra vez, con machacona reiteración, la misma cosa se ofrecerá diferente según quien la escriba.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Los mimbres y el cesto

Con un argumento previamente cerrado, el pleno de la Junta General del Principado ha dedicado esta mañana a salpimentar la prórroga presupuestaria con la escritura de un guión plagado de frases y justificaciones en las que el reparto de la responsabilidad se distribuyó, como era previsible, por barrios. Podría hablarse incluso de un ajuste de cuentas entre las tres fuerzas políticas que han sustentado al Ejecutivo durante el último año y medio, las mismas que hace doce meses encontraron un punto de encuentro para aprobar las vigentes Cuentas. Los que fueron socios preferentes del Gobierno de Javier Fernández, al pasar factura del rechazo de éste a aprobar una reforma de la normativa electoral que sí contaba con los 23 votos incapaces de alcanzar hoy. IU y UPyD no hicieron alusión a este antecedente, pero sí lo hizo el ayer portavoz del grupo socialista, José María Pérez, quien cerró el turno de intervenciones con acusaciones directas a ecocomunistas y magentas, a los que achacó recurrir a la mentira para enmascarar sus verdaderas intenciones de ejecutar en sede parlamentaria su particular "vendetta". Dio la sensación de que el grupo mayoritario había decidido reservar sus diatribas para el momento en el que los tiempos se agotaban y cualquier esperanza de cambio de orientación del voto se confirmaba imposible. Surgió entonces el debate subterráneo, donde se combinaron la abortada reforma electoral con la intervención de líderes nacionales, para finalizar culpando a los dos ex socios de gobierno de "abofetear" en la práctica a los asturianos en la cara del Ejecutivo autonómico.

El principal argumento del partido gobernante, el de la similitud del proyecto presupuestario presentado hace días con el vigente, fue desactivado por IU y UPyD, que rechazaron tal comparación para reafirmar, aunque por vías diferentes, la clara condición de mejorables de las Cuentas planteadas por Javier Fernández. Si el portavoz magenta aludió a las condiciones especiales que concurrían en el debate de hace un año, el de la coalición de izquierda apeló a la falta de voluntad política para eludir las doctrinas liberales en la configuración del proyecto. Coincidieron, eso sí, Ignacio Prendes y Ángel González en la importancia para fijar sus posiciones del incumplimiento de los compromisos plasmados en el vigente Presupuesto, base para la desconfianza en su continuidad.

De nada valieron las intervenciones de una nerviosa consejera de Hacienda. Dolores Carcedo trató de apelar al realismo de las cifras para desmontar las acusaciones de sus antiguos socios, a la vez que defendió la idoneidad del proyecto elaborado por su departamento según el marco económico en que habrá que gestionarlo. Vino a decir, aunque no con esas palabras, que el escenario actual hace inviable cualquier otro presupuesto, lo que refrendaría el rechazo de su grupo político a cualquiera de las ofertas recibidas desde la oposición en el corto trámite parlamentario.

"Con estos mimbres no se pueda hacer un cesto", aseguró la representante del Gobierno en alusión a los contrapuestos planteamientos recibidos, especialmente, en materia de política fiscal. Lo que no mencionó Carcedo es que un año antes esos mismos mimbres lograron combinarse para elaborar el 'paxu' de los Presupuestos autonómicos del presente ejercicio.

Y si el principal argumento desde la bancada socialista para responsabilizar a UPyD e IU del fracaso de las negociaciones de este invierno fue el de la voluntad inconfesa de imponer el criterio de minorías al conjunto de la Cámara (reforma electoral), fueron otros los que se encargaron de poner al equipo de Javier Fernández ante el espejo de una minoría (17 votos) pretendiendo, sin concesiones,  sacar adelante un proyecto como el presupuestario frente al rechazo de una mayoría del Parlamento (28 sufragios).

Rotos los puentes con sus antiguos socios, el grupo que sustenta al Ejecutivo tampoco aceptó la vía extraordinaria que se vislumbró en las últimas semanas. La oferta de la portavoz del Partido Popular, Mercedes Fernández, para reconducir el debate y apostar por una prórroga de mes y medio, "en lugar de una de doce meses", mereció el rechazo inmediato de los socialistas. Las exigencias de bajada de impuestos y reducción drástica del sector público son elementos insalvables al entender del grupo mayoritario.

Así las cosas, el Principado se instala en la prórroga presupuestaria, ese escenario maldito al que sus portavoces se encargaron de dar forma en el último mes. De desdramatizar esa situación se encargaron los representantes de todos y cada uno de los grupos de la oposición. Incluso, abandonada toda esperanza de encuentro, la propia Dolores Carcedo anunció que el PSOE perseverará en sus principios de gestión y como un McArthur autóctono "volverá" a la Cámara con el recurso, cuantas veces haga falta, al crédito extraordinario, para el que reclamará el apoyo de los mimbres que sean precisos en cada momento para completar el cesto.

domingo, 15 de diciembre de 2013

Escenarios presupuestarios

Comienza mañana una semana crucial para el futuro del proyecto presupuestario, y lo hace con un halo de fatalismo derivado del posicionamiento público de los portavoces de los distintos partidos de la oposición. Los anuncios de la presentación de enmiendas de totalidad de UPyD y del PP, así como la más que previsible de Foro (a priori de Izquierda Unida no se espera), han llevado al presidente del Principado y a diversos dirigentes de su partido a multiplicar sus lamentos por las esquinas a propósito de la falta de "responsabilidad" de sus interlocutores. Los votos de tres solicitudes de devolución al Ejecutivo de su propuesta de Cuentas, que sumadas arrojan 23 sufragios (el número mágico de esta legislatura), han conseguido que el partido mayoritario transmita la sensación de que ha tirado la toalla, independientemente de sus últimas llamadas de socorro a los diferentes grupos parlamentarios o de su recurso de seguir intentándolo "hasta el último minuto".

He aprovechado las últimas horas para revisar el vigente reglamento de la Junta General del Principado con la intención de comprobrar ciertos detalles que o bien no se están teniendo en cuenta o intencionadamente se ocultan para no dar pistas a los contrarios.

Creía yo, y el reglamento así lo corrobora, que en la sesión plenaria que el Parlamento asturiano va a celebrar el próximo viernes lo que se somete a la consideración de la Cámara son las enmiendas a la totalidad que hayan podido plantear los grupos parlamentarios; no el propio proyecto presupuestario.
Dicho lo cual, tras la defensa y debate de dichas enmiendas, éstas serán votadas una a una y solamente si alguna de ellas merece el apoyo de al menos la mitad más uno de los parlamentarios autonómicos prosperará, lo que haría decaer el proyecto de ley y, consiguientemente, éste sería devuelto al Gobierno.

Pero, y a este punto quería llegar, ¿qué sucedería si cada una de dichas enmiendas de totalidad presentadas por partidos claramente antagonistas no fuera apoyada por el resto? No es una temeridad pensar que PP o Foro rechacen unirse su sufragio al del otro. ¿Y qué decir de la iniciativa de UPyD? ¿Respaldarían los dos partidos de la derecha antes citados la propuesta de Ignacio Prendes? En ese hipotético escenario de inseguridad hasta IU podría arriesgarse a plantear la suya propia y salvar la cara como fuerza política crítica con el Ejecutivo socialista. Me parece que esa es una opción que la coalición de izquierda ha sopesado en función de los movimientos del resto de los grupos parlamentarios.

En definitiva, que aunque el objetivo final de cada uno de ellos fuera el mismo, impedir que siga adelante la norma de ley del equipo de Javier Fernández, podría resultar que los odios y rencillas entre ellos fueran el salvoconducto para que esas Cuentas superaran el obstáculo principal y continuarán su debate parlamentario.

Sería ese un escenario a tener en cuenta, aunque sin perder de vista el que se conjuga en ese objetivo común al que antes me refería, tumbar el presupuesto.

Puestos a apostar voy a hacerlo siguiendo las sabias reflexiones de un buen amigo que sabe muy bien de qué va esto. Habrá tres enmiendas de totalidad (UPyD, Foro y PP) y serán registradas en la Junta General probablemente por ese mismo orden. No es baladí la cuestión temporal dado que, según el reglamento, se debatirán y votarán siguiendo el número de registro. La votación de la propuesta del partido magenta será, así, una especie de banco de pruebas antes de pasar a mayores. El rechazo o la abstención de PP y Foro harán que el Gobierno supere el primer obstáculo. Más complicada puede ser la toma en consideración de la propuesta de Foro, aunque también en este caso apostaría por que no prosperará. Finalmente, en la última intentona, la de los populares, podría llegar el momento de unir fuerzas y apostar por la meta común de echar abajo el proyecto del Gobierno. En este caso, el debate habría terminado. El desarrollo del guión sería perfectamente intercambiable en lo que a los papeles de Foro y PP se refiere. Este libreto, tal y como lo expongo, invitaría a pensar en una estrategia conjunta de los tres partidos, algo impensable en los tiempos que corren. UPyD podría apoyar las iniciativas de foristas y populares aunque ambos no prestaran su apoyo a la propia. Más complicada es la coincidencia entre los dos partidos de la derecha, aunque el fin podría unirles en esta ocasión. Muy complicado, en fin.

¿Y qué decir de IU? Pues que si este escenario apunta a convertirse en una realidad la coalición podría permitirse una postura abstencionista sobre las enmiendas de totalidad de los otros grupos. Sin mayores riesgos de situaciones indeseables, la imagen de su papel de oposición a las Cuentas socialistas  quedaría salvada.

Son éstas las piezas con las que el presidente del Principado y sus principales colaboradores deben estar jugando ahora en el tablero con el que trabajan en el palacio de la calle de Fruela. Saben, o deberían saber, que, al igual que se suele decir en algunos ámbitos deportivos, dependen de terceros.

viernes, 13 de diciembre de 2013

Presupuestos de "máximos"

A medida que avanzan los días y se muestra en un horizonte más próximo el debate de las presumibles enmiendas de totalidad al proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Principado para 2014 los caminos para hallar un punto de encuentro entre los distintos grupos parlamentarios en ese deseado horizonte de 23 votos favorables se muestran menos factibles o transitables.

Desde el inicio de las conversaciones planteadas por el Gobierno de Javier Fernández con sus hasta entonces llamados "socios preferentes", unas conversaciones que nacieron tocadas del ala por el enfado originado en Izquierda Unida y Unión, Progreso y Democracia tras el rechazo socialista a la reforma de la normativa electoral, las posturas no han hecho sino enconarse y quienes podrían facilitar el milagro de la matemática parlamentaria se fueron distanciando , unos más y otros menos, hasta hacer difícil de imaginar un punto de encuentro.

Ante el crecimiento de las dificultades, los socialistas no han hecho sino enrrocarse en su propuesta presupuestaria amparándose en la escasez de recursos derivada de los ya demasiados años de recesión. Las condiciones establecidas por otros grupos parlamentarios para buscar una vía de entendimiento que facilitara la aprobación de la disposición legal fueron desechadas por "inviables", algo que, al margen de la voluntad real de aceptarlas, imposibilitaba el registro del proyecto en la Junta General del Principado. La modificación de los criterios de presión fiscal al alza (de Izquierda Unida) o a la baja (del Partido Popular), más allá de su viabilidad en un escenario de 'reparto de pobreza', se vieron prácticamente imposibilitadas por la aparejada modificación del capítulo de ingresos, lo que las convertía, como algún portavoz advirtió, en auténticas enmiendas a la totalidad.

Y así estamos, con un anunciado rechazo global de UPyD a las Cuentas elaboradas por el Ejecutivo socialista; una posición similar que nadie pone en duda de Foro Asturias Ciudadanos, y desde hoy una apuesta decidida de la 'lideresa' del PP por idéntica iniciativa, diga lo que diga Gabino de Lorenzo. Parecía ésta la última tabla a la que podría llegar a aferrarse el Ejecutivo de Javier Fernández, pero también ahora se presenta frágil y perecedera. Los únicos que aún no han decidido su postura, aunque no hace mucho su diputado nacional Gaspar Llamazares formulase verbalmente tal opción, son los diputados de IU, aunque en sus declaraciones amaguen de cuando en cuando con completar el puzzle de la "irresponsabilidad".

¿Y qué ha hecho en todo este tiempo el Gobierno y el grupo que lo sustenta? Podría decirse que nada. A estas alturas de la película ya todo el mundo sabe que una negociación implica que todas las partes cedan. Pero no. Los dirigentes socialistas pintan con tonos más que sombríos el futuro escenario de prórroga y reparten culpas entre los diferentes grupos. O mi proyecto o el caos. No hay posibilidad de salida alternativa alguna.

El partido magenta fue el primero en perder su condición de "responsable", bien reseñada hasta entonces, al levantarse de la mesa en los primeros compases de la fase negociadora. Por si acaso, se atribuyeron todas las culpas a la líder nacional, Rosa Díez, sin darse cuenta de que a su diputado regional le dejaban en un incómodo papel de títere poco acorde con la pretensión de que pudiera volver en algún momento al redil. Haciendo amigos.

De Foro ni se habló porque se da por hecho que es el partido del acoso y derribo como única estrategia y en ningún momento se imaginó siquiera un acercamiento mínimo. Además sus dirigentes tenían línea de transporte asignada con frecuencias continuadas entre Oviedo y el Tribunal Constitucional y resulta difícil pillarles en la capital del Principado.

Con respecto a los dos grupos parlamentarios que han presentado propuestas para buscar un acuerdo (las ya aludidas de modificación de la política fiscal), una vez visto el resultado, se ha recurrido a la condición de "máximos" de ambas para tratar de descalificarlas y justificar su rechazo.

Repasada esta reciente historia de la política regional quizá cabría preguntarse si los socialistas están legitimados para hablar de "propuestas de máximos" de otros grupos. No es descabellado calificar como tal un proyecto elaborado en solitario y presentado tarde y con prisas a quienes podrían autorizarlo en el Parlamento, ni dejar apenas resquicios para una posible modificación de esas Cuentas o registrarlas en la Junta General en algo parecido a un blindaje que impide su modificación en aspectos sustanciales como resultado de una negociación. Una propuesta cerrada y sin voluntad de modificarla son elementos más que suficientes para hablar de posiciones de "máximos".

Con estos mimbres, Javier Fernández se ve imposibilitado de ejercitar la aritmética combinatoria en su intento de que cinco elementos tomados de dos en dos o de tres en tres puedan facilitar la solución mágica al problema de lograr 23 votos de apoyo. Él mismo se ha ido cerrando caminos y ahora sólo le queda afrontar su soledad repartiendo culpas a uno y otros por su "irresponsabilidad" para con Asturias, algo a lo que solamente él parece estar ajeno.

viernes, 6 de diciembre de 2013

Abocados a la prórroga

Con el transcurso de las horas el escenario sobre el que está desarrollando la negociación del proyecto de presupuestos generales del Principado de Asturias para 2014 se vuelve cada vez más enmarañado. Si hace un mes alguien hubiera tratado de describir tal paisaje probablemente una gran mayoría le habría tildado de loco.

El primero en cambiar el libreto al hacer oficial su rechazo en firme a apoyar el proyecto fue el el único diputado de Unión, Progreso y Democracia. Incluso antes de que se hiciera público el detalle de la propuesta socialista, Ignacio Prendes dejó claro que el Ejecutivo tenía que hacer sus cuentas sin contar con quien había sido hasta hace bien poco socio preferente. De nada sirvieron las críticas que le llovieron tanto desde la Federación Socialista Asturiana como de patronal y sindicatos. El parlamentario magenta se ha mostrado hasta la fecha inflexible. La herida provocada por el chasco sufrido en la consecución de una reforma electoral, principal estandarte de su respaldo a Javier Fernández y su equipo, seguía y sigue sangrando copiosamente. El grado de ejecución de los presupuestos vigentes también prestó su ayuda argumental al partido de Rosa Díez.

Conscientes de las dificultades de no poder sumar el voto de Prendes, los socialistas lo intentaron con el otro basamento de su gestión hasta fecha reciente. Con Izquierda Unida se plantearon negociaciones formales, aunque -todo hay que decirlo- no empezaron bien. Los dirigentes de la coalición no recibieron de buen grado un proyecto más o menos cerrado y respondieron con una propuesta fiscal agresiva que no precisó nada más que de horas para merecer la negativa socialista. La contrarréplica fue retirarse de la mesa de negociación, lo que a priori cerraba la única puerta hábil para el Gobierno del Principado. La prórroga estaba servida.

Pero como en ésto de la política nunca hay que dar nada por supuesto, apareció en el horizonte una posibilidad impensable en los años precedentes, incluso en aquellos en los que unas presuntas relaciones inconfesables de los dos grandes partidos nacionales "estabilizaban" la política asturiana.
Se empezaba a hablar en voz baja de la fórmula salvadora de una entente cordial entre PSOE y PP orientada a dotar a la 'res publica' de "responsabilidad", término que ha servido de munición a negros y blancos, rojos y azules, patronos y obreros para disparar desde sus respectivas trincheras sobre los partidarios de no llegar a acuerdos en las condiciones establecidas.

A esta nueva vía le puso voz esta misma semana el actual delegado del Gobierno,  quien, en una inesperada entrada en escena, expresó su deseo de que su partido prestase su colaboración para que el Principado pudiera tener sus Cuentas el año próximo. De nada valió la irritación manifiesta de sus compañeros, con la presidenta regional, Mercedes Fernández, al frente, por tan inapropiado protagonismo. Ayer mismo, pocas horas después de sus primeras manifestaciones, Gabino de Lorenzo era todavía más directo y apelaba "a la sensatez y la responsabilidad" de 'Cherines' para alcanzar un "entendimiento" con los socialistas asturianos. La destinataria de estas palabras había expresado poco antes su sorpresa por tal ingerencia y, tras recordar que es a ella a quien corresponde pronunciarse al respecto, calificó como actitud de "gente poco seria" decantarse por un acuerdo sobre algo cuyo contenido se desconocía.

Se ha especulado bastante en las últimas horas sobre el verdadero origen del pronunciamiento de Gabino de Lorenzo; sobre si el delegado del Gobierno estaría simplemente haciendo de transmisor de los deseos de Mariano Rajoy y su equipo. No hace muchos años, todavía en la oposición, el líder del PP cambió el sentir del voto de sus representantes asturianos para facilitar la integración de los 'restos' de Caja Castilla-La Mancha en Cajastur. La reacción de Mercedes Fernández da a entender que tal opción no se corresponde con la realidad. Máxime si tenemos en cuenta que la 'lideresa' asturiana cuenta con el apoyo incondicional de su jefe de filas. Y en ese caso tendríamos que hablar de una nueva salida de tono del representante del Ejecutivo estatal, muy acostumbrado de siempre a hacer y decir lo que le viene en gana, aunque últimamente se le intente mantener recluido en el sobrio edificio de la plaza de España donde ejerce. El hecho de que 'Cherines' haya facilitado la tramitación de urgencia del proyecto presupuestario no empece para mantener como resultado de cosecha propia la actitud de Gabino de Lorenzo.

Y mientras la derecha dilucida su papel, otro protagonista inesperado que ha salido de bambalinas ha sido el diputado de IU por Asturias y ex coordinadior general de la coalición a nivel estatal, otro de los que se niegan a mantenerse en un segundo plano (hay muchos; Areces es uno más). Gaspar Llamazares se ha manifestado a favor de una enmienda de totalidad al proyecto presupuestario, iniciativa sobre la que, el menos públicamente, no se había manifestado hasta la fecha la dirección regional de Izquierda Unida. También aquí habría que analizar la posición del parlamentario nacional frente al equipo que capitanean Manuel González Orviz y Ángel González.

En tanto que las fuerzas políticas hacen sus números, el producto final, el proyecto de presupuestos, cada vez se antoja más difícil de encajar. IU condiciona radicalmente su apoyo a una subida de impuestos que el PP rechaza para situarse en la parte contraria y exigir una reducción de la presión fiscal. Y ya no se trata de que el 'rey salomón' que ocupa el palacio de la calle de Fruela trate de partir a la criatura por la mitad. Como se ha encargado de aclarar su compañero Fernando Lastra, la norma de ley registrada en la Junta General días atrás no admite la modificación de impuestos, toda vez que implicaría una modificación del capítulo de ingresos y, como bien recalca el portavoz parlamentario socialista, conllevaría el mismo efecto que una enmienda a la totalidad.

¡Ah! Y no hablamos de Foro Asturias. Será porque, como suele ocurrir, están en el Constitucional.

En definitiva que o alguien renuncia a sus principios básicos o estamos abocados a la prórroga. Y ello por mucho que los protagonistas principales de este embrollado guión echen la lengua a pacer.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Éramos pocos....

Como teníamos pocos conflictos institucionales en este comunidad ahora viene el oscurecido señor delegado del Gobierno y los amplifica con una declaraciones que apuntan a un hipotético apoyo del Partido Popular al proyecto presupuestario que acaba de presentar el Gobierno socialista de Javvier Fernández.

Somos legión los que hemos comentado en uno u otro momento que el hecho de haber sido relegado al despacho de la plaza de España no podía confundirnos y hacernos creer que Gabino de Lorenzo era un político amortizado. Desde la 'cueva' empezó sus primeros compases en el actual cargo con alguna intervención pública ajena a sus competencias (aunque mejor sería decir que contradictoria y desconocedora de éstas). Posiblemente llamado a capítulo, su figura pareció eclipsarse en el objetivo de su partido de no restar ni un ápice el foco a su entonces estrella emergente, la actual presidenta Mercedes Fernández.

Pero De Lorenzo ha sido terrateniente y capataz con mando sobre los destinos del PP en Asturias durante mucho tiempo. Y eso no se olvida. Pasar a la sombra no entra dentro de la 'hoja de ruta' de este tipo de personajes públicos.

Ahora, unas declaraciones aparentemente inocentes han revolucionado, y de qué manera, el panorama político del Principado. Que cuando el presidente autonómico se encuentra contra la pared en su primordial objetivo de sacar adelante las Cuentas para el año próximo salga a la palestra un personaje como el ex alcalde de Oviedo y le lance un salvavidas inesperado para afrontar su incómoda situación no deja de ser una gran sorpresa.

Se había hablado bastante de la posibilidad de que el triunfo que Javier Fernández se guardaba en la manga para tener su presupuesto para 2014 pudiera ser un acuerdo con el Partido Popular, remedando aquel viejo mito del "pacto del duernu", cuyo muñidor, todo sea dicho, habría sido precisamente De Lorenzo, en su condición, entonces, de auténtico y único hombre fuerte de los populares.

Pero, ante todo, habría que hablar de los efectos devastadores que esta nueva salida a escena del delegado del Gobierno ha tenido de puertas adentro. Los dirigentes y cargos de esta fuerza política han recibido las palabras de su compañero cual si de una bomba incendiaria se tratara. Las elusiones públicas sobre la carga del explosivo nada tienen que ver con las manifestaciones en privado.

En primer lugar, De Lorenzo ha dejado 'con el culo al aire' a la 'lideresa' del PP en Asturias. Sus argumentaciones sobre el sustrato de contención del déficit, en la línea marcada por el Ejecutivo de Mariano Rajoy, que alberga la propuesta presupuestaria socialista apenas se sostiene desde el punto de vista de las relaciones partidistas y partidarias. Dar un voto de confianza al proyecto antes de que haya habido tiempo siquiera para analizar sus cifras es cuando menos temerario.

Pero también desde el punto de vista interno la representación del ex regidor ovetense ha tenido la falta de delicadeza de restar cualquier posible protagonismo a un consenso a quien ahora es su jefa de filas indiscutible en la comunidad. Claro que a estas alturas del partido ya todo el mundo sabe que la operación de Rajoy para acabar con el deteriorado triunvirato entreguista que configuraban el propio Gabino de Lorenzo, Ovidio Sánchez y Joaquín Aréstegui, apoyados en el fiel escudero Fernando Goñi, nunca fue del agrado del primero, que aceptó a regañadientes trasladarse a un discreto segundo plano a la espera de mejores tiempos para medrar.

Con una UPyD obligada a instalarse en una actitud ultramontana y una IU dispuesta a "frayar" a todo aquel que se le ponga por delante, la opciones del Ejecutivo socialista de alcanzar la meta de tener unas nuevas Cuentas el año próximo parecían evaporarse. A priori, el contenido de las observaciones de Gabino de Lorenzo podría antojarse institucionalmente, en otras circunstancias y en otro país (ahí está el ejemplo de Alemania), lógicas y adecuadas, pero todo hace indicar que podrían traducirse en un nuevo bidón de gasolina arrojado al incendio institucional en el que parece estar instalado nuestro territorio.

Lo dicho. Que éramos pocos....

sábado, 30 de noviembre de 2013

Presupuestos, ¿a qué precio?

Las escasas posibilidades que dejaba abiertas la ruptura de la entente entre el Gobierno socialista de Javier Fernández, por un lado, e Izquierda Unida y Unión, Progreso y Democracia, por otro, se han ido diluyendo con cada comparecencia pública, con cada sesión parlamentaria, con cada declaración. Cuando los citados dos socios del Ejecutivo autonómico mostraron su intención de no echar en saco roto la negativa socialista de proceder a una reforma de la normativa electoral pactada a tres bandas, entonces -digo-, muy pocos creyeron que el distanciamiento fuera a traducirse inmediatamente en la dinamitación de todos los puentes capaces de unir los intereses de las tres fuerzas políticas en un objetivo común.

Ahora, el debate de los contenidos del proyecto presupuestario para el año próximo, el punto álgido de toda actividad política, se ha convertido en una complicada partida de ajedrez en la que solamente queda esperar a ver los movimientos que pueda hacer cada cual.

En la parte de Javier Fernández y su equipo, la única alternativa que parece quedarles es el enrocamiento, lo que se traduciría en poner su firma al proyecto de Cuentas del Principado y remitirlo a la Junta General. Las fechas ya empiezan a apurar y la capacidad de negociación con el resto de las fuerzas políticas es prácticamente nula. En la Cámara puede jugar con dos circunstancias relativamente importantes. La primera, el convencimiento de que ni la coalición de la izquierda ni el partido magenta vayan a apoyar las hipotéticas enmiendas a la totalidad de Foro Asturias y Partido Popular. Podría jugar incluso con la sospecha de que cada una de esas dos presuntas iniciativas de rechazo no merecieran tan siquiera los votos de la otra fuerza política. Las declaraciones de los dirigentes de UPyD y, sobre todo, de IU dan pie a pensar en tal escenario.

Salvar la devolución del proyecto presupuestario sería en principio un balón de oxígeno para el Ejecutivo socialista y la apertura de un camino, difícil es cierto, para poder alcanzar la meta de contar el 1 de enero próximo con un marco económico 'estable' para Asturias.

Ya en esa tesitura al parecer, el presidente autonómico lleva durante las últimas horas haciendo encaje de bolillos para tratar de conjugar ciertas concesiones impositivas requeridas por la coalición que lidera Manuel González Orviz con la negativa de Ignacio Prendes a aceptar cualquier subida de la presión fiscal, algo contra lo que también se han manifestado los dos partidos de la derecha en el Parlamento asturiano. La ecuación se presenta inicialmente irresoluble, pero ya se sabe que en esto de la política siempre se inventan vías inimaginables cuando menos te lo esperas.

Decía antes que el primer gran obstáculo que tendrá que salvar el Gobierno asturiano, asumida la imposibilidad de lograr un acuerdo previo al trámite parlamentario, será sortear los posibles vetos a su propuesta de Cuentas para el próximo ejercicio económico. Pero, de lograrlo, se enfrentaría luego a una segunda prueba si cabe mucho más difícil y desde luego infinitamente más compleja. Acudir al Parlamento a debatir un proyecto presupuestario sin nada previamente consensuado sería similar a adentrarse en la jungla sin tipo alguno de arma. En la Cámara hay cinco grupos y es de suponer que cada uno registrará infinidad de enmiendas parciales cuya ordenación, más allá de lo formal, ofrece amplias posibilidades de trastocar cualquier concepto aglutinador capaz de guiar los objetivos de un verdadero presupuesto. El posible juego de votos en un sinfín de votaciones podría dar lugar a la aparición de cifras distorsianas que desencajarían la estructura del proyecto. Dicha más llanamente, que el resultado final podría convertirse en un verdaero puzzle capaz de albergar incluso cifras y orientaciones contradictorias. Y no estoy poniendo en cuestión la capacidad de los servicios jurídicos del Parlamento, ni tan siquiera de buena parte de sus señorías. Me limito a recordar casos precedentes de un escenario similar en el que incluso se movían menos protagonistas.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Responsabilidades

Supongo que la maquinaria socialista en el Principado ya se habrá puesto en marcha para descargar sobre Unión, Progreso y Democracia toda la responsabilidad de la falta de un acuerdo para sacar adelante los presupuestos generales autonómicos para el año próximo. Se trata del segundo desencuentro seguido entre ambos socios de legislatura tras la ruptura declarada a raíz de la negativa de la Federación Socialista Asturiana a aprobar la reforma de la ley electoral acordada por dicha fuerza política con Izquierda Unida y con el propio partido magenta.

Por el momento, el hombre fuerte del partido mayoritario, su secretario de Organización, ha salido a la palestra afeando a UPyD su "falta de voluntad política". Como ya hiciera su compañero Fernando Lastra tras el anuncio del partido de Rosa Díez de dar por concluido el pacto de legislatura, Jesús Gutiérrez se ha mostrado sorprendido por la postura de sus hasta hace pocos días socios, que considera "forzada" por la falta de entendimiento final en lo que a la normativa electoral se refiere. Es de suponer que, dada la rotundidad con la que Ignacio Prendes y su equipo se han pronunciado sobre la imposibilidad de un encuentro presupuestario, las baterías de la calle de Santa Teresa apuntarán desde este mismo momento hacia la línea de flotación de sus anteriores socios prioritarios.

Para la mayoría socialista, no tiene explicación que UPyD haya comunicado su intención de romper las conversaciones sobre las futuras Cuentas autonómicas desde "el minuto uno" de una reunión en la que ofrecieron por vez primera a sus interlocutores un borrador con las cifras más relevantes de un proyecto "cerrado". Raro comienzo para cualquier tipo de negociación.

Se veía venir desde que el Ejecutivo de Javier Fernández puso sobre el tapete su estrategia negociadora que a sus interlocutores no iba a convencerles. Un primer encuentro sin una sola información sobre el proyecto presupuestario para 2014 y basado exclusivamente en el grado de ejecución del correspondiente al ejercicio en curso fue un primer indicio de que las cosas no iban por el buen camino. Así se lo hicieron saber los representantes del partido magenta, y también los de Izquierda Unida, con los que siguen el mismo libreto. Ya metidos en harina, la sensación que los socialistas han trasladado a los destinatarios de un hipotético acuerdo ha sido la de precipitación y oscurantismo, planteamientos orientados a alcanzar su objetivo sin dejar apenas plumas en la batalla.

Ignacio Prendes y los suyos se han manifestado escarmentados por la actitud de los socialistas, comparable con la de aquellos grandes conquistadores que recaudaban el oro y las piedras preciosas de los indígenas americanos a cambio de cristales y baratijas. Cuentan con amplia experiencia y con la soberbia que les da la seguridad de que el método les ha funcionado en otras muchas ocasiones. Pero esta vez no ha sido así. Y nada hace prever que, de seguir ese mismo guión, vaya a funcionar con IU, aunque tal entendimiento solamente les serviría para arroparse con el estandarte de un frente de la izquierda.

Si algo caracteriza los últimos compases de la actualidad política en el Principado es la falta de cintura del PSOE para navegar con su exigua mayoría. Podrá achacar a sus hasta hace poco socios prioritarios la pérdida de la estabilidad institucional de la que ha alardeado desde que recuperara el Gobierno autonómico, pero ya nadie se va a creer en esta región que el rechazo a sus métodos de UPyD e IU responda a una estrategia electoral, toda vez que la cita con las urnas está demasiado lejos aún. Jugar a ser más listos que sus compañeros y hacer trampas con las cartas es una responsabilidad de la que no pueden desmarcarse.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Gobierno cameral

No resulta sorprendente que el presidente del Principado haya retado hoy, en sede parlamentaria, al Partido Popular a presentar una moción de censura. Y no lo es porque ya ha dejado meridianamente claro en más de una ocasión que no tiene intención alguna de convocar elecciones anticipadas -lo que sería un auténtico"desatino", en sus propias palabras, y por esta vez estamos plenamente de acuerdo-; en el caso, todavía algo más que improbable, de que sus hasta hace poco aliados de gobierno, Izquierda Unida y Unión, Progreso y Democracia, decidieran no apoyar el proyecto presupuestario para el año próximo. Yo sigo; ustedes actúen en consecuencia con las herramientos que las leyes les conceden, parece estar diciendo a los grupos de la derecha. Hasta aquí, nada que no se inscriba dentro del normal funcionamiento democrático de las instituciones autonómicas.

Lo que ya resulta más controvertido es el argumento esgrimido por Javier Fernández para exponer su defensa ante la presunta debilidad del Ejecutivo que preside, derivada de la ruptura de los acuerdos -escritos o no- que le han permitido gobernar durante el año y medio que lleva al frente del Principado.

"Si su intención es convertir el Parlamento en Gobierno, que haya un gobierno cameral, entonces lo que se está haciendo es vulnerando la democracia parlamentaria". Tales han sido sus palabras textuales, hoy, en la Junta General. Se antoja sorprendente que sea precisamente el líder socialista el que haya recurrido a esa terminología, "gobierno cameral", y lo haya hecho en respuesta a una interpelación del Partido Popular. Decía días atrás que, si una característica preside el discurso de la mayor parte de los dirigentes políticos, ésta no es otra que el convencimiento de que el ciudadano no tiene memoria. Decía también que sus llamadas a la responsabilidad del resto de los partidos a la hora de reclamar apoyos a su proyecto de presupuestos para 2014 son una muestra explícita de la anterior afirmación, toda vez que fue, precisamente, la postura del grupo parlamentario que representa y del de los populares la que llevó a la inestabilidad, primero, y al despeñamiento, después, al efímero gobierno de Foro Asturias.

Ahora, el presidente asturiano echa en cara a Mercedes Fernández su presunta intención de convertir la Junta General en un "gobierno cameral" y tacha tal pretensión de intento de "vulnerar la democracia parlamentaria".

El único ejemplo que mis años de seguidor fiel de la vida político-institucional del Principado me ha deparado sobre el intento de establecer un "gobierno cameral" en el Parlamento autonómico y su puesta en práctica hasta el límite de convertir al mismo en un sustituto del Ejecutivo, en un insólito caso de confusión de los poderes que consagra la democracia; el único ejemplo -digo- lo protagonizaron el propio Javier Fernández y el partido de 'Cherines' -aunque ella no estaba entonces como líder de la formación-. Fue exactamente en los últimos compases del Gobierno de Francisco Álvarez-Cascos y constituyó la fase final del ahogamiento programado que finalizó con el rechazo a los primeros presupuestos del mismo y la posterior convocatoria de elecciones anticipadas.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Todos es según el color del cristal con que se mira

"En este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira", reza un dicho popular recurrido con frecuencia por la ciudadanía de a pie. Y esto es, precisamente, lo que está ocurriendo en esta comunidad a propósito de la inmediata negociación de un proyecto presupuestario para el año que viene.

Desde que institucionalmente se confirmara, semanas atrás, la ruptura del acuerdo que, por escrito o de palabra, ligaba a Izquierda Unida y Unión, Progreso y Democracia con la acción de gobierno del Ejecutivo de Javier Fernández, desde entonces, los principales representantes del socialismo asturiano han sacado en procesión toda una corte de fantasmas representativos del terrible escenario económico-financiero que amenaza a nuestro territorio si sus citados hasta ahora dos socios decidieran cumplir sus amenazas y pagar la negativa del grupo mayoritario a aprobar una reforma de la ley electoral con un rechazo a las Cuentas para 2014 que, en el mayor de los secretos, ha venido elaborando el equipo del presidente del Principado.

Más allá de los legítimos cabreos de los dirigentes de ambas formaciones, nada hace pensar que, llegado el momento, vayan a actuar en ese debate simplemente a modo de 'vendetta'. Meter algo de presión es una cosa y 'desnudar' al Gobierno autonómico, otra bastante diferente. Y si no al tiempo. Si de fastidiar se tratara empezarían por negarse al debate, algo que no aparece en la hoja de ruta de ninguno de ellos.

Pero, por si acaso, los dirigentes del socialismo asturiano han emprendido una intensa campaña orientada exclusivamente a repetir dos o tres ideas-madre en las que el hilo conductor es, en todos los casos, las desastrosas consecuencias que tal rechazo podrían tener para los intereses generales de los asturianos. La prórroga presupuestaria derivada de un rechazo al proyecto del Gobierno de Fernández sería "un golpe social y económico" para la región y sus esperanzas de futuro, en palabras del propio mandatario asturiano. Unía así sus advertencias a las que anteriormente habían formulado sus primeros espadas en el partido y en el Parlamento. Y tras todas estas manifestaciones sobresalía siempre una sola palabra: la responsabilidad, a la que apelan reiteradamente a la hora de reclamar un nuevo voto de confianza de IU y UPyD.

La memoria (o la falta de ella, sería mejor decir) es una poderosa aliada a la hora de argumentar ante situaciones complicadas para tal o cual partido político. Lo digo porque resulta cuando menos curioso que los socialistas asturianos reclamen del resto de las fuerzas políticas con representación parlamentaria un esfuerzo de responsabilidad que -aseguran- no tendría como destinatario al actual Gobierno o al partido que lo sustenta, sino al conjunto de los asturianos, en lo que se plantea como un compromiso con sus intereses, con los de todos.

¿Se olvidan (claro que no, adelantemos) los dirigentes de la FSA de que hace casi dos años fueron ellos, con la necesaria colaboración del Partido Popular, quienes forzaron al Principado a enfrentarse a una prórroga presupuestaria que, a la corta, provocó un adelanto electoral? Entonces ni a unos ni a otros parecieron importarles en demasía las consecuencias de su "falta de responsabilidad", ni ciscarse en los intereses de sus conciudadanos obligando a alargar unas Cuentas Generales lastradas -como ahora mismo- por una crisis galopante de recursos. Son los argumentos manoseados por cada cual en función del color del cristal que les brinda una posición de gobierno o de oposición.

domingo, 3 de noviembre de 2013

"Llámailo fíu...."

"Llámailo fíu, llámailo pa que no te lo llame". Así rezaba un viejo dicho que recuerdo haber escuchado con frecuencia de mis mayores cuando era solamente un niño. Y hoy me ha vuelto a la memoria después de revisar el aluvión de informaciones derivadas de la ruptura del pacto de legislatura entre los socialistas asturianos y el partido de Rosa Díez para sostener al Gobierno de los primeros en el Principado.

No han encajado muy bien los socialistas la decisión de Unión, Progreso y Democracia de desvincularse de cualquier acuerdo establecido con sus hasta ahora socios. No resulta sorprendente a pesar de que la decisión estaba cantada. En Asturias, el PSOE -sus dirigentes sería mejor decir- afronta de unos años para acá un problema importante, que no es otro que el derivado de sus muchos años controlando los poderes ejecutivos en algunas de las más importantes instituciones de esta comunidad. Les viene ocurriendo en el Ayuntamiento de Gijón -que nunca hasta los últimos comicios locales habían dejado de gobernar- y, de alguna manera, les ha ocurrido en la autonomía después de la para muchos inesperada victoria relativa de Foro Asturias en aquella misma fecha. Acostumbrados a remendar sus mayorías relativas con los votos seguros de Izquierda Unida, siempre a cambio de un plato de lentejas -bueno, de un par de consejerías y otros muchos cargos y empleos para decenas de militantes-, la Federación Socialista Asturiana se ha acostumbrado a gestionar las administraciones públicas como si de un cortijo propio se tratara y, como tal, sin atenerse a compromiso alguno que no fuera el del interés propio.

Quizá por eso, Javier Fernández pensó que podía asegurarse la Presidencia a cambio de firmar un papel con la coalición magenta en el que se recogían una serie de condiciones con las que reconoció no sentirse identificado. Una de ellas, la ya manoseada reforma de la ley electoral autonómica.
Se ha esgrimido, y mucho, estos días el argumento del escaso o nulo interés que para los asturianos pudiera tener esta medida. De suyo, se ha convertido en en el banderín de enganche para las declaraciones de los partidos mayoritarios. Pero, ¿acaso cuando el presidente del Principado estampó su firma en el acuerdo con UPyD pensaba que sus paisanos hacían figurar entre sus prioridades dicho cambio normativo? Desde luego que no. ¿Se trataba, entonces, de una maniobra para retornar al poder y ganar un tiempo cuyo discurrir les permitiría encontrar excusas, cuanto más tarde mejor, para no afrontar una medida que les perjudicaría con toda seguridad? Tal parece.

Con respecto al otro gran elemento del repetido argumentario socialista frente a sus 'desleales' socios, el del apellido que se le debería dar a la mayoría exigida para aprobar la medida, podría decirse exactamente lo mismo. "Amplia", "suficiente", "absoluta" o "reforzada", todos sabían que la única posibilidad de que los magenta se apearan de la burra es que la reforma se quedase con el apoyo de menos de la mitad del Parlamento regional. Ojalá cualquiera de nosotros hubiera conocido anticipadamente los signos y números de una quiniela o de la lotería con la misma certeza que el resultado de la votación del jueves en la Junta General. Otra razón, por tanto, para dudar de la existencia de la más mínima intención del grupo mayoritario de cumplir su promesa con UPyD.

Y, sin embargo, ahora se escandalizan de que el partido magenta haya decidido romper su pacto de legislatura y se rasgan las vestiduras ante tanta "irresponsabilidad". Por ende, como no están acostumbrados a que los socios les salgan respondones, se han lanzado a cubrir de epitetos a sus hasta ahora socios y, más concretamente, a su presidenta federal, a la que responsabilizan directamente de la decisión. También aquí podríamos remontarnos al origen del acuerdo y recordar que por aquel entonces ni a Javier Fernández ni a sus adlateres les incomodó lo más mínimo que fuera la propia Rosa Díez quien asumiera el papel protoganista. Una dirigente nacional, aunque sea de un partido pequeño, da más relumbrón a la noticia de una comunidad poco apreciada por los titulares de los grandes medios.

Asegura el presidente del Principado y sus compañareos del Ejecutivo que, a pesar de todo lo ocurrido, no renuncian a negociar con UPyD -y con IU, naturalmente- el proyecto de Presupuestos para 2014. Loable empeño. Claro que en la búsqueda de ese objetivo no parece muy buena compañera la práctica del insulto y la descalificación de aquellos a quienes necesitas para lograrlo.

sábado, 2 de noviembre de 2013

A Fernández se le caen los argumentos

Si un elemento destaca en el escudo de armas del actual presidente del Principado no es otro que el recurso al diálogo como vía para la consecución de acuerdos que permitan la gobernabilidad. En segundo lugar, y destacado también, reconocemos la tranquilidad como herramienta para afrontar los problemas de la gestión diaria de una administración como la autonómica. Pues bien, desde ayer podría afirmarse que a Javier Fernández se le ha caído la heráldica y se encuentra en estos momentos políticamente más perdido que un talibán en Wall Street.

El mandatario socialista ha hecho alarde de sus facultades para el entendimiento y el consenso desde el mismo momento en que pronunció su discurso de investidura hace algo más de un año. En todas sus intervenciones posteriores de cierta relevancia ha sacado reiteradamente pecho en clara alternativa al estilo 'broncas' de su predecesor en el cargo, un bagaje que le ha servido para gobernar sin apenas sobresaltos en todos estos meses.

Desde que, anteayer, el Pleno de la Junta General del Principado hiciera decaer la propuesta de reforma de la ley electoral autonómica, firmada por el propio grupo mayoritario y sus hasta ahora socios IU y UPyD, este basamento se ha resquebrajado mostrando un interior endeble. El acuerdo y la confianza, blasones de Fernández, han sido arrumbados a la historia del pasado próximo.

El partido de Rosa Díez ha aprovechado su congreso federal de este fin de semana para oficializar su ruptura del pacto con los socialistas asturianos y no ha escatimado críticas a sus hasta ahora socios. "No podemos fiarnos de quien no cumple un pacto" ha sido lo más suave que ha salido de su boca, hasta llegar a la acusación directa a los socialistas asturianos de cocinar un "pacto de hierro" con el Partido Popular. De por medio, términos como "chanchullos" o "falta de seriedad". En definitiva, decepción ante lo que considera una clara traición a los acuerdos firmados. La presidenta nacional del partido magenta escenificó así la primera gran embestida al pedestal sobre el que se sustentaba el presidente asturiano.

No por carecer de un pacto firmado se han mostrado menos contrariados los dirigentes de Izquierda Unida en el Principado con la actuación del grupo mayoritario a propósito de la reforma electoral. "Los socialistas han dinamitado la entente endeble que existía" con la fuerza política a la que él representa, afirmó el coordinador general de la coalición de izquierdas. Manuel González Orviz ha recurrido al término "desconfianza" para definir la que podría ser su relación con el PSOE a partir de ahora. Si a ello añadimos el recurso al muy asturiano verbo "frayar" utilizado por el portavoz parlamentario de IU, Ángel González, nos encontraremos con que el otro gran sustento del estilo Fernández, la "estabilidad" y la "tranquilidad", se muestran tan débiles como la capacidad de diálogo y de consensos.

Desprovistos de los principales elementos de su armadura, a Javier Fernández y a su equipo se le empiezan a apreciar los costurones interiores y, aunque la postura oficial es de tranquilidad absoluta y de mantenimiento de las posiciones, la realidad arroja una peligrosa debilidad que tiene su horizonte más evidente en la negociación del proyecto de presupuestos para el año próximo pero que podría manifestarse en el devenir de otras normativas o en debates ordinarios que acaben por desnudar al mandatario asturiano (humorísticamente ya habló en cierta ocasión de perder la vestimenta). "No voy a tirar la toalla", ha afirmado categóricamente en las últimas horas. Pues claro, pero la gestión a partir de ahora va a exigir experiencia en el encaje de bolillos.

En este indeseado escenario, ¿se le ocurrirá a su compañero de filas y secretario general en Gijón, Santiago Martínez Argüelles, recomendarle, como hizo a la alcaldesa de Foro, que se someta a una cuestión de confianza? Yo creo que no.

viernes, 1 de noviembre de 2013

Crónica de una ruptura anunciada

Nadie podrá decir que no estaba anunciado. El grupo parlamentario socialista en la Junta General del Principado consiguió hoy con sus votos, unidos a los de Foro Asturias y Partido Popular, que decayera la iniciativa firmada por ellos mismos para propiciar la reforma de la ley electoral autonómica. Para aquellos que no estén familiarizados con el tema puede resultar un tanto contradictorio tal proceder. Para quienes hayan seguido el devenir de esta iniciativa, no tanto.

Desde el propio presidente del Principado hasta los distintos portavoces parlamentarios o del partido habían abrazado el estandarte de que la modificación de la normativa que regula los procesos electorales en la comunidad no prosperaría si no lograba contar con una mayoría superior a la mitad más uno de la Cámara con la que se presentaba respaldada la iniciativa en la Cámara autonómica. De por medio quedaban estériles debates sobre los distintos apellidos que al término mayoría se le habían asignado, desde el original, de "absoluta" hasta el recientemente acuñado por el por el portavoz parlamentario del grupo socialista, Fernando Lastra, de "política", sin olvidar el intermedio de "reforzada". Estos adjetivos han servido en las últimas semanas a unos y a otros para desgastarse en absurdos debates que, en el fondo, han ocultado la intención de cada cual en salirse con la suya por el camino más corto.

Y en este conflicto una vez más han sido los socialistas quienes se han mostrado como avezados maestros en el arte del enmascaramiento. Plantear, como ha hecho hoy el señor Lastra, que la posición de su grupo es concordante con lo firmado con los otros grupos que hasta ahora han apoyado al gobierno de su partido tiene que ser tildado, cuando menos, de provocación.

No es de extrañar, pues, que esos, en este momento, los hipotéticos socios hayan respondido como si un abejorro les hubiera clavado su aguijón, sintiéndose legítimamente traicionados por el partido a cuyo candidato permitieron la investidura y aprobar los únicos presupuesto de la presente legislatura, los del ejercicio en curso.

Y no es que las primeras declaraciones hayan sido precisamente incendiarias. Tanto Ángel González, de Izquierda Unida, como Ignacio Prendes, de Unión, Progreso y Democracia, han respondido con términos como "engaño", "traición" o decisión "muy grave", pero ni el partido magenta ha confirmado su intención de romper el acuerdo de legislatura firmado con los socialistas hace casi un año y medio ni la coalición de la izquierda la retirada de la confianza sin 'cheques en blanco' depositada en aquel mismo momento en la persona de Javier Fernández y su equipo de gobierno.

La gran pregunta ahora es qué van a hacer desde este mismo momento los diputados de una y otra formación. Parece evidente que la gran cita para escenificar su desafección del grupo mayoritario sería el debate presupuestario, aunque a estas alturas somos muchos los que cuestionamos que sean capaces de llevar adelante sus amenazas. Para ello ya se han encargado los socialistas, con ayuda de numerosos voceros, de ubicar a sus hasta ahora socios en el papel de irresponsables buscadores del voto irreflexivo dejando de lado sus responsabilidades para con la interés general. Aquello de que la reforma electoral no es un problema para los asturianos ha corrido como un reguero de pólvora y ha calado en amplios sectores de la sociedad. Opiniones autorizadas en uno u otro sentido las hay.

Sin entrar en esa polémica, lo que se manifiesta obvio es que el grupo socialista, haciendo honor a su historia en este territorio, ha recurrido a la estrategia de ganar todo el tiempo posible y, llegados a un punto de difícil retorno, ha hecho caso omiso de sus compromisos firmados para atender a sus conveniencias particulares envueltos en la más que teórica bandera del interés general. Puede que al único diputado de UPyD, como novato en estas lides, le haya podido coger de sorpresa. No así a IU, que arrostra un conocido rosario de agravios a cambio de sus frecuentes respaldos al grupo mayoritario de la izquierda. Como muestra, baste recordar las fallidas reformas del Estatuto de Autonomía en los últimos tiempos, en los que, con la colaboración de los populares, alargaron indefinidamente el debate por un objetivo en el que siempre reconocieron no estar interesados. Igual que ahora.

miércoles, 30 de octubre de 2013

Orfandad y desubicación

Que el Partido Socialista Obrero Español anda un poco desnortado no es ya que lo certifiquen los sondeos con su machacona insistencia indicadora de que el actual segundo gran partido del Estado no consigue remontar a un deteriorado Partido Popular. Es que de ello dan fe los continuados pronunciamientos de sus dirigentes en el día a día de los tiempos que nos están tocando vivir en este país.

La muestra más reciente la ha puesto el grupo parlamentario socialista en el Congreso de los Diputados al presentar una iniciativa que, entre otras cuestiones, tiene como estandarte la exhumación de los restos de Franco del Valle de los Caídos para ser enterrados en otro lugar menos célebre, ubicación que se deja a la discrecionalidad de sus familiares.

La iniciativa, a priori, no es sino una derivación más de la malhadada Ley de Memoria Histórica impulsada por los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero. De su redacción se derivaba la conversión del recinto monumental en "un lugar de culto y cementerio público sin que pudieran celebrarse actos de naturaleza política, ni exaltadores de la Guerra Civil, de sus protagonistas o del franquismo". Un texto que aludía fundamentalmente a un loable intento de convertir el conjunto arquitectónico en un auténtico símbolo de la reconciliación de los españoles.

Lo primero que a muchos se nos viene a la memoria es que, por mucho que nos haya podido joder (y lo hizo, y a conciencia), el franquismo forma parte de una etapa de la historia de este país (una etapa muy negra) y que nunca se podrá borrar del todo por mucho que se traten de 'dinamitar' sus expresiones en piedra. Personalmente, me parece que unas breves cenizas ahora 'indescifrables' no merecen tanta atención. Y siempre nos quedará la constancia de que los malos recuerdos de nuestra historia reciente se encuentran encerrados en un lugar preciso. Ojalá pudiéramos trasladar allí los residuos de la tiranía que todavía se perciben en ciertos sectores de nuestra sociedad para descansar sabiendo que los tenemos a buen recaudo.

Pero, por encima de esta teoría, supongo que para muchos cuestionable, está el hecho de que sean los socialistas quienes ahora reclaman la ejecución de uno de los objetivos de una normativa aprobada bajo su mandato y que, como tantos otras partes de su texto, fue maltratada por unos gobernantes más pendientes de recolevtar votos que de dar cumplida satisfacción a las víctimas de la contienda española.

Aunque más puntual este caso, podría afirmarse que es un eslabón más de muchas de las iniciativas con las que los socialistas tratan de salir del pozo al que les llevó el anterior Gobierno y sus principales representantes. Verbigracia: el PSOE siempre ha mantenido en su ideario el federalismo, aunque solamente lo ha colocado sobre la mesa de juego a modo de ficha después de perder unas elecciones y comprobar que aún están muy lejos de recuperar la confianza perdida en las urnas.

Dicen sus responsables que están poniendo en marcha un proyecto a diez años vista. Largo me lo fían. Si hasta entonces siguiera marcando las pautas el partido consevador no puedo ni imaginarme en que situación nos encontraría la pócima mágica de los hombres de Rubalcaba.

Otra muestra de la orfandad de ideas y de liderazgo del PSOE la dan con frecuencia algunos de sus propios dirigentes. Alfonso Guerra ha sido el más reciente con su llamada a que el partido tenga su propia marca en Cataluña, dada la sospechosa bipolaridad del PSC en el conflicto soberanista. Este tipo de posicionamientos se suele rechazar desde la dirección con veladas alusiones al 'chochismo' de su vieja guardia. Ya se ha practicado esta técnica con ex dirigentes como Juan Carlos Rodríguez Ibarra, Joaquín Leguina o José Bono; incluso, por qué no decirlo, con el propio Felipe González, máxima 'deidad' del socialismo español de los últimos cuarenta años.

El Partido Socialista Obrero Español hace tiempo ya que perdió su identidad, y ello se trasluce en su comportamiento político y social diario. La etapa de Zapatero como líder del partido y presidente de sucesivos gobiernos no hizo más que ahondar en la herida y ratificar la sensación de orfandad de una personalidad perdida por la ausencia de líderes y por la compraventa de la ideología propiciada por un largo y continuado ejercicio de las responsabilidades públicas y el poder. Desde luego, amén de su efecto en titulares y para fieles incombustibles, cambiar de sitio las cenizas del dictador no parece casar con la contribución a resolver los verdaderos grandes problemas que ahora tiene planteados España.

domingo, 27 de octubre de 2013

Cuestión de confianza

Son muchas las ocasiones en las que pienso que en la vida política de este país, sea cual sea en el estrato en el que nos movamos, existe un componente de teatralidad, de guión precocinado, que hace que el argumento sonoro responda más a la plasmación mediática de las diferentes actitudes de sus protagonistas que a una realidad identificable con la credibilidad.

Digo esto a cuenta de los 'acontecimientos' ocurridos estos últimos días en el Ayuntamiento de Gijón. El detonante ha sido una decisión del gobierno local de Foro, o de la alcaldesa, pues para el caso da igual. Concretamente, la destitución fulminante de la secretaria municipal letrada, cargo cuya consideración legal ha merecido un nuevo debate sobre el alcance de las palabras recogidas en la normativa actual vigente. Pérdida de confianza o atentado contra la necesaria independencia de un cargo funcionarial muy relevante en el devenir diario de la corporación son los argumentos de los responsable de la medida, en el primer caso, o de sus detractores, en el segundo. La oposición en pleno, entendiendo por tal a todos los grupos municipales con excepción, naturalmente, del que gobierna, se han apuntado a esa segunda postura. Faltaría más. Es su opción y para ello están, aunque no me creo que a una buena parte de ellos les importe demasiado la situación de Dora Alonso y sí, más bien, el descubrimiento de nueva munición que dirigir contra Carmen Moriyón y su equipo que, dos años y pico después de su sorprendente aparición en la escena local, se mantienen en el poder, si bien con más sobresaltos que alegrías, todo hay que decirlo.

Pero no es ahí adonde quería llegar exactamente, sino al debate posterior que han emprendido unos y otros. Y en este punto quiero detenerme en uno de los últimos capítulos del mismo. Me refiero a la petición del portavoz socialista de exigir a la alcaldesa que se someta a una cuestión de confianza con la que mostrar a los gijoneses que sigue contando con una mayoría, aunque exigua, para mantener el bastón de mando municipal.

Del estilo de un Santiago Martínez Argüelles envalentonado últimamente en su papel de jefe de la oposición ya he comentado algo anteriormente en esta tribuna. Quizá su inusual protagonismo (en los dos primeros años de mandato se le ha visto poco y mal) pueda deberse más bien a la toma de conciencia de que el tiempo corre contra sus intereses y que su objetivo de alcanzar la Alcaldía de Gijón se antoja cada día más improbable. Sin embargo, no parece que esta última iniciativa contribuya a mejorar su imagen, como no sea por conseguir algunos titulares llamativos en los medios de comunicación. La iniciativa socialista sucede a las fallidas amenazas de recurrir a la moción de censura, conscientes sus promotores de las escasas, por no decir nulas, posibilidades de prosperar.

En primer lugar, a nadie se le pasa por la cabeza que la regidora local vaya a poner su destino en manos de un pleno que, evidentemente, no controla. No lo va a hacer ella ni lo haría el proponente de estar en la misma situación. Nadie lo haría salvo aquellos que gustan de hacer brindis al sol amparados en una mayoría absoluta y sólida.

En cualquier caso, de darse el escenario que Martínez Argüelles plantea, todo apunta a que la tramitación tendría el mismo desenlace que la varias veces descartada moción de censura de los grupos de la izquierda municipal.

De lo que tienen que convencerse los socialistas y la coalición de izquierda es de que su verdadero problema no es el partido de Cascos, sino el PP. Sus concejales y no otros son los que viven prisioneros del resultado de las urnas desde 2011, desde que decidieron apoyar con sus votos la investidura de la actual alcaldesa. Por supuesto que los ediles de 'Cherines' en Gijón pagarían por echar a los concejales de Foro. En ello están desde hace tiempo, aunque todavía no han logrado encontrar la llave de una caja de los truenos que tiene una única traca final: entregarles sin condiciones a los socialistas el poder que perdieron hace dos años y pico. Y esto es algo que, sospechan, podría reportarles peores réditos electorales que su "apoyo condicionado" actual al partido de Cascos. Las matemáticas parlamentarias son incontestables (que se lo pregunten si no a Javier Fernández) y por mucho que algunos se empeñen en 'conjugar' los votos, las salidas son las que son y no hay nada más que rascar.

Queda todavía algo más de un año para la próxima cita con las urnas y es de suponer que la izquierda, por un lado, y los populares, por el otro, seguirán investigando en sus respectivos laboratorios de ideas en busca de esa pócima mágica que finalice con Moriyón y su equipo en el 'destierro'. Es tarea harto difícil, pero no imposible, tienen que pensar. Y menos en esto que algunos eufemísticamente llaman el 'noble arte de la política'. Entretanto, perseverarán en sus intentos de asalto al poder mediante cualquier argumento que sus adversarios pudieran darles. Aunque ello les lleve a protagonizar espectáculos tan indecorosos como ese reciente plenario en el que, con la colaboración involuntaria del grupo gobernante, han conseguido un desacuerdo general sobre política impositiva lesiva para todos los gijoneses.

domingo, 20 de octubre de 2013

Señas de identidad

En la resaca del debate sobre la reforma de la normativa electoral y sus posibles repercusiones en el proyecto presupuestario para el año venidero se ha colado esta semana la apertura de juicio oral al actual portavoz de Izquierda Unida en la Junta General del Principado. Ángel González está imputado por un presunto caso de prevaricación administrativa al haber fraccionado, cuando ocupaba el cargo de viceconsejero de Bienestar Social, la contratación de el suministro de monolitos con los que señalar los lugares en los que han sido datadas fosas comunes de víctimas del régimen franquista.

Dejaré a un lado intencionadamente la consideración que me merece la actitud de González negándose a dimitir de su actual cargo y recabando el apoyo cómplice de la dirección de la fuerza política a la que representa. Me excuso apelando al aluvión de comentarios que han reflejado el sentir mayoritario sobre tal actitud. Sobre todo si recordamos que fue precisamente Izquierda Unida la que hace escasos meses solicitaba la renuncia de Francisco González, ex diputado regional del Partido Socialista, cuando éste recibió también la notificación de apertura de juicio oral, también bajo la acusación de presunta prevaricación en el ejercicio éste de sus funciones de alcalde de Cudillero.

Evidentemente, no se trata de valorar la existencia o no de un delito (para esos están los tribunales), ni siquiera la mala intención o el improbable apetito económico desordenado del imputado. Se trata más de una cuestión de higiene democrática, algo de lo que parecen carecer la mayoría de los partidos políticos cuando las malas caen de su lado.

Aparcando la imagen que la coalición de izquierda y su portavoz transmiten a la sociedad asturiana con su actitud de enrocamiento, quisiera centrarme en este comentario en el meollo de la actuación que ha llevado al banquillo al portavoz parlamentario de IU: la adquisición de las losas destinadas al cumplimiento de lo estipulado en el texto de la Ley de Memoria Histórica promovida en su momento por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.

Y habría que empezar por la propia normativa, una iniciativa bienintencionada que, al final, prácticamente no logró satisfacer plenamente a casi nadie y cuyo debate y probación se aceleró intencionadamente en lo que a mi entender podría ser una búsqueda deseperada de una de esas señas de identidad que algunas veces necesita la izquierda española para seguir sintiéndose como tal.

Mi ex compañero en las tareas informativas de 'El Comercio' José Ángel García publica hoy una información que al menos yo no conocía y se me antojaba necesaria para valorar la tramitación que ha terminado con la imputación de Ángel González. Me refiero a la situación actual de esos monolitos o losas: veintiuna instaladas en su lugar de destino, otras diez en proceso de colocación y otras cincuenta de las que se ignora cuando van a empezar a cumplir la función para la que se contrataron.

Con estos datos, alguien podría decir que las buenas intenciones del entonces ex consejero de Bienestar Social se han visto traicionadas por la realidad. Si recurrió a una táctica orientada a sortear la ley de contratos del Estado con el objetivo -el imputado "dixit"- de acelerar la compra e instalación de los monolitos para dar cumplimiento a la Ley de Memoria Histórica, ¿cómo se explican esas cifras? ¿Podrían haberse evitado los atajos y estaríamos en idéntica situación? Seguramente. Claro que la izquierda asturiana siempre ha querido ser más izquierda que el resto de sus correligionarios de otros lugares de España. Para ello se afanaron en ser los primeros en poner en práctica una ley timorata cuyos promotores nunca fueron capaces de transmitir convicción en el fondo del problema y siempre dieron la sensación de poner mucho más interés en reafirmar unas señas de identidad de partido que en rehabilitar la memoria de miles de represaliados por la dictadura.

viernes, 18 de octubre de 2013

La zanahoria y el palo

Son numerosas las ocasiones en las que las respectivas trayectorias vitales nos enfrentan a situaciones en las que un refrán, una fábula o un dicho popular nos sirven para dar forma verbal y gráfica a una situación concreta. Uno de los más generalmente conocidos es el de la zanahoria y el palo, usado en primer término para enfrentar dos formas de respuesta a la evaluación de alguien, el incentivo (con la imagen de la hortaliza) o la sanción (con la de la vara castigadora).

Se me ocurre que hay otra forma de representar esta dicotomía: la de hacer a una persona o un grupo más o menos amplio de personas perseguir con ansiedad la zanahoria que representa el objetivo buscado mientras se le represalía con medidas contrarias a sus intereses.

Me ha venido esta idea a la cabeza con un somero repaso a la actualidad política y económica de España, especialmente al conocer ayer que las temidas nuevas reformas del Gobierno del Partido Popular, negadas hasta la saciedad por sus integrantes hasta ahora, van a imponer otros 17.500 millones de euros de recortes orientados al rebajar el déficit del Estado, entendiendo por tal no sólo la administración central, sino las autonómicas y municipales.

El Ejecutivo de Mariano Rajoy ha venido capeando como ha podido el temporal de las repercusiones generalizadas en la ciudadanía de sus políticas de austeridad con frecuentes apelaciones a la paciencia, "porque lo peor ya ha pasado", y con mensajes optimistas que situaban el inicio de la recuperación en un horizonte más o menos cercano. Estas han sido sus pretendidas zanahorias orientadas a hacer creer a los españoles que, si bien hasta ahora habían tenido que sufrir con sangre, sudor y lágrimas los escenarios de la crisis, ha llegado el momento de sacar la cabeza y ver la luz del sol. Para ello han contado con voces cómplices provenientes de las más altas instancias del poder económico que les alentaban a seguir profundizando con la tijera y dando barra libre a sus nada oscuras intenciones o, como ha ocurrido hoy mismo, con sonoros heraldos que hacen sonar sus trompetas doradas para anunciar el cuerno de la abundancia en forma de millonarias llegadas de inversiones.



Pero no hay nada de realidad en esta liturgia financiera. Solamente un ramillete de hortalizas anaranjadas sobre la que se trata de fijar la vista de los ciudadanos de a pie para que no sean capaces de apreciar la aplicación del palo que llega, como los maremotos, por trágicas oleadas de medidas depauperadoras.

Tal parece que este estrategia no va a tener nunca fin. El 'éxito' de las mismas, corroborado por el silencio resignado de millones de españoles, anima a sus ejecutores a seguir en el camino emprendido. De nada vale que la excusa de Europa ya no se la trague nadie, que cada día seamos más conscientes de que el poder geopolítico o de las fronteras territoriales se han venido abajo (si es que alguna vez estuvieron en pie) para entregar todo el protagonismo al capitalismo globalizado que no tiene ni patria ni bandera y sí un diós único con formas de patrón monetario único.

El anuncio del nuevo ajuste implica, en términos que todo el mundo puede entender, más subida de impuestos, más recaudación arrebatada del bolsillo de los 'súbditos', por un lado, y por el otro, nuevas restricciones en la inversión, deterioro de los servicios públicos básicos y, más generalmente, un mayor empobrecimiento.

No parecen temer en estos momentos los poderosos, y los gobernantes que hacen de silenciosos ejecutores de sus fechorías, que de tanto tensar la cuerda ésta podría romperse. Por el momento, prefieren aplicarse febrilmente en la despreciable tarea en la que se han embarcado. Y, mientras tanto, los sujetos pacientes de este terrorífico guión seguimos gritando nuestras iras en las barras de los bares o en los corrillos de los parques aliviados someramente con un becerro de oro con forma de zanahoria.

lunes, 14 de octubre de 2013

Ensayo general

Superado el fragor del debate de política general de la recién cconcluida semana, un debate que ha merecido mayor número de comentarios que buena parte de cualquier otro acontecimiento de la política regional, se abre ahora un paréntesis para esbozar la que pueda ser la estrategia de todas y cada una de las fuerzas políticas asturianas con vistas al inminente periodo, marcado por la discusión del proyecto presupuestario para el próximo ejercicio económico. Solventada la parte teórica, ha llegado la hora de enfrentarse a las cifras, que son -a fin de cuentas- aquellas que permiten pasar de la teoría a la praxis.

El meollo de la cuestión estará en el proyecto de ley que actualmente trata de ultimar el Gobierno autónomo. Y, más concretamente, en lo que se suelen denominar sus grandes cifras, es decir los guarismos que permiten establecer las líneas maestras de las Cuentas regionales. Hasta la fecha poco, casi nada, sabemos de las mismas. Javier Fernández, en su primera intervención del martes pasado, apenas si avanzó un par de datos. El más relevante, el establecimiento de 3.500 millones de euros como techo de los gastos para 2014, acompañada del más abstracto de definir en presupuesto como "continuista".

Por ahí, seguramente, empezarán los primeros escarceos del Ejecutivo socialista con sus, hasta ahora al menos, socios preferentes. Es de prever que también en estos prolegómenos puedan surgir las primeras desavenencias, especialmente con Izquierda Unida, cuyos representantes van a pedir al presidente un esfuerzo superior al realizado hasta la fecha, bien sea exigiendo un mayor nivel de inversiones, bien por la defensa numantina del recurso al endeudamiento.

Frente a estos planteamientos, el Gobierno de Javier Fernández va a apelar con reiteración al argumento ya esgrimido en los días precedentes: Si la coalición de izquierda y el partido magenta apoyaron con sus votos las Cuentas de este año, no hay razón alguna para que no aprueben las del próximo, que llevan el sello del "continuismo". Contra esas razones alegan los hasta la fecha apoyos parlamentarios de los socialistas que la ejecución presupuestaria de 2013, más allá de los números -un 55,38% a 31 de agosto-, no está satisfaciendo los planteamientos en cuanto a compromisos adquiridos sobre partidas relevantes correspondientes a servicios sociales, los mismos que les llevaron a apoyar el proyecto, razón por la cual la credibilidad del próximo puede considerarse en entredicho.

Frente a las grandes cifras, principios básicos. He aquí el primer obstáculo para un hipotético acuerdo.

En todo caso, el debate presupuestario parece que va a tener su propia mesa de ensayo con el trámite parlamentario de la ley de endeudamiento elaborada por el Gobierno socialista para la asignación de los 72 millones de euros logrados por el Principado de la 'generosidad' del Ejecutivo central, fruto del reparto del incremento del déficit concedido a España por la Unión Europea. En principio, IU y UPyD se muestran proclives a apoyar la norma en la Junta General. Ambas formaciones no ocultan, sin embargo, sus recelos sobre la posibilidad de que, guiños aparte, Javier Fernández y su equipo intenten "utilizar el dinero sólo para equilibrar las Cuentas y presentarse como los mayores cumplidores de la política de Mariano Rajoy", como apuntó el portavoz de la coalición de izquierda, Ángel González. El estilo y los modos manifestados hasta la fecha por el mandatario asturiano al respecto son motivo de desconfianza hasta el extremo de adelantar posibles modificaciones puntuales orientadas a que esta 'propina' presupuestaria se dirija mayoritariamente a "servicios básicos e inversión productiva", pilares de los dos socios del Consejo de Gobierno hasta la fecha.

Podría decirse, pues, que este inminente trámite parlamentario podría ser un excelente ensayo general para adelantar las pautas del que sería el gran estreno posterior: el debate y aprobación, en su caso, del proyecto de ley de Presupuestos Generales del Principado de Asturias para 2014.

sábado, 12 de octubre de 2013

Vámonos de campaña

El balance pausado del debate de orientación política general del Consejo de Gobierno que ha polarizado la actividad de la Junta General del Principado está semana se podría resumir muy esquemáticamente en la ruptura de la estabilidad parlamentaria lograda por Javier Fernández con los acuerdos, firmados en un papel o verbales, que permitieron hace un año y medio aproximadamente su investidura. La negativa del presidente asturiano a dar su apoyo a la reforma electoral pactada con los hasta ahora socios de Izquierda Unida y Unión, Progreso y Democracia, al menos sin contar con el apoyo de uno de los dos grupos de la derecha, esa negativa -digo- ha marcado, por muchas argumentaciones de todo tipo a las que se quiera recurrir, el devenir de los posibles equilibrios que permitirían a esta comunidad mantener una administración estable.

Al margen de la imagen de un Gobierno que piede 27 votaciones en el debate de las propuestas de resolución -más icónico que realista, pues ya se sabe que esas exigencias mayoritarias luego no se cumplen- nos queda la agresividad verbal del portavoz de la coalición de izquierdas (el asturianísimo término 'frayar ya queda para la galería de frases 'históricas'), el escepticismo derrotista del representante del partido magenta o la arrogancia de un mandatario dispuesto a 'inmolarse' por ser fiel a sus llamémosles fundamentos básicos.

No me voy a extender apenas en la adecuación o no a la realidad de todas estas posturas. Me limitaré a reseñar que, si bien la reforma electoral no entra dentro de ninguna de las prioridades de los asturianos en estos momentos, parece lógico que los apoyos del Ejecutivo reclamen el cumplimiento de los compromisos, especialmente aquellos que los formalizaron por escrito, sobre todo porque se nos antoja que no existe incompatibilidad alguna entre su aplicación y las medidas específicamente orientadas a la recuperación económica o la creación de empleo. Tampoco entiendo muy bien, purismos aparte, que Javier Fernández y su partido hayan convertido la negativa a abordar el cambio de las normas electorales sin esa concepción de mayoría "reforzada" en una cuestión de principios. La argumentación de la posible volatilidad de la nueva ley cuando las urnas provoquen un vuelco matemático de la correlación de fuerzas serviría para justificar el más rancio de los inmovilismos. ¿Acaso no se puede aplicar a cualquier normativa ese mismo fundamento? Por esa razón no habría forma de aprobar legislación alguna.

El caso es que el desenlace del debate sobre el 'estado de la región' ha colocado sobre el tapete un guión nuevo para la todavía larguísima parte pendiente de la presente legislatura, un guión que abandona el gran argumento sobre la gobernación (gobernanza les gusta decir ahora a nuestros políticos) del actual presidente autonómico y que abre las puertas a un periodo donde la refriega y la tensión sustituirán, previsiblemente al "diálogo tranquilo", sello del mandatario.

Desde el punto de vista de los ciudadanos, más allá de las hipotéticas consecuencias sobre el horizonte presupuestario, se plantea -al menos yo lo veo así- otra menos cuantificable en cifras, pero no menos dañina. Aclaro. Me estoy refiriendo a la conversión de una parte importante de una legislatura en una inmensa campaña pre-électoral. Éste, y no otro, ha sido el eslogan de los socialistas a la hora de definir la actitud de sus hasta ahora socios preferentes. Utilizan -afirman- la reforma electoral como señuelo para empezar a desmarcarse del partido mayoritario con tiempo suficiente para llegar 'limpios' a las urnas. Esta teoría se ve reforzada cuando esos socios son precisamente aquellos a los que todos los sondeos dan como beneficiarios del deterioro de los dos grandes partidos mayoritarios.

Sea por el convencimiento de que tal es la actitud de IU y UPyD, sea por la adaptación a los hechos consumados, el caso es que el PSOE asturiano también ha recogido ese guante y ha decidido unirse a la fiesta con ese sorprendente anuncio que promete una "millonada" para hacerle un 'lifting' de clínica para 'celebrities' al gijonés Hospital de Cabueñes. La incredulidad ha sido la respuesta generalizada a la promesa de los socialistas, sobre todo si, como parece, los ya de por sí escasos márgenes presupuestarios podrían verse aminorados por una prórroga en años subsiguientes (si Fernández no logra sacar adelante las Cuentas para 2014, ni el más optimista arriesgaría un chavo por las de 2015).
El anuncio suena más a programa electoral (sí, hombre, de esos que nunca se cumplen) que a una inversión con visos de realidad.

Y, puestos a prometer y no meter, qué mejor que hacerlo poniendo como beneficiario al municipio gijonés. La Federación Socialista Asturiana es muy consciente de que la villa de Jovellanos es su principal espina electoral y, tras el último susto en las urnas, se ha propuesto recuperar su buque insignia, el mismo que ahora sirve a Foro Asturias para navegar por los procelosos mares de la política regional con enseña propia. No es ajeno tampoco a esta actitud el progresivo desánimo de sus correligionarios con los pobres resultados cosechados como jefe de la oposición municipal por Santiago Martínez Argüelles, quien ha despertado recientemente de su condición de 'boxeador sonado' mantenida desde la derrota en las urnas con una inhabitual actividad en las redes sociales e, incluso, organizando fiestas a las que acude el secretario federal de Organización, como la celebrada ayer mismo.

Mientras tanto, los dos partidos de la derecha parlamentaria aplauden con las orejas ante la evidencia de que el río revuelto en el que amenaza con convertirse la política asturiana les va a permitir pescar cómodamente.

La evidencia es que, al final, los partidos políticos se sienten más cómodos y expresan su verdadero ser en las campañas electorales, esas en las que el lema común es "Prométele cualquier cosa", que luego ya hablaremos del Gobierno. Y, entretanto, la ciudadanía asistimos con cara embobada a este lamentable espectáculo.

miércoles, 9 de octubre de 2013

¡Dejadme solo!

El guión previsto para la segunda sesión del debate de orientación política general del Consejo de Gobierno se cumplió según todas las previsiones aventuradas. Bueno, quizá no sea totalmente exacto, y sólo lo fuera en las pautas generales porque el presidente del Principado optó hoy por sacar pecho y reforzarse en sus planteamientos de rechazo a una reforma de la ley electoral que le exigen los hasta ahora socios de gobierno. Por su parte, Izquierda Unida y Unión, Progreso y Democracia aceptaron recoger el guante y endurecieron sus discursos hasta el extremo de mostrarse a ratos más oposición que los dos grupos parlamentarios de la derecha en la Junta General.

Había expectación por ver como lidiaba Javier Fernández el victorino que ayer decidió mandar a chiqueros. Los pronósticos aventuraban una faena de aliño tendente a salvar los trastos sin apenas destrozos a la espera de una mejor oportunidad. Pero no fue así. El mandatario autonómico irguió el cuerpo, compuso la figura y se lanzó al ruedo con gesto y empaque para no eludir las embestidas; al contrario, entró directo a las distintas suertes con aquella especie de grito mítico del "dejadme solo". Al representante de UPyD le dijo sin reservas que aceptó negociar el cambio de las normas electorales porque lo necesitaba para ser investido. Así de directo, lisa y llanamente. Y al portavoz de Izquierda Unida le espetó que no se considere "pareja de hecho" de los socialistas porque aquí no hay nada firmado. Así de 'chulo' se mostró ayer el líder de la FSA. Y para rematar la faena a ambos les dijo que ellos sabrán lo que tienen que hacer, dando por hecho que la "responsabilidad" con Asturias debería reblandecer sus exigencias.

Rotos los puentes desde la Presidencia, Ignacio Prendes y Ángel González consideraron que ya no había razón alguna para poner paños calientes en unas relaciones muy deterioradas en los últimos meses y que amenazan con emponzoñarse aún más. Desde el suave "anclado en el pasado" a las acusaciones de "engaño" o la constatación de la "desconfianza" que les genera Javier Fernández y su equipo, los venablos silbaron la bancada del Ejecutivo en un escenario de manifiesta ruptura.
El cierre del debate de hoy, inicialmente intrascendente en anteriores ocasiones, solamente podría constatar el enfriamiento, si no la separación, de las relaciones entre Fernández y sus dos apoyos parlamentarios hasta la fecha.

La razón argumental principal para eludir la 'urgencia' de la reforma electoral, el escaso o nulo interés que la iniciativa pudiera tener para los asturianos, acuciados por problemas más relevantes, rebotó manifiestamente en los muros de la coalición de izquierda y el partido magenta. Curiosamente, manifestó compartirla la portavoz del Partido Popular, y lo cito no tanto por los planteamientos racionales del grupo conservador como por el hecho de subrayarlo Mercedes Fernández en un debate como éste del 'estado de la región'.

Líbreme dios de hacer futurología o entrar en vaticinios quirománticos pero, a medida que el tiempo pasa, cobra fuerza, y se envuelve con hechos y palabras concretos, la hipótesis de un presunto pacto de final de legislatura entre socialistas y populares para librar al Ejecutivo de Javier Fernández de los cepos que le suponen actualmente los hasta ahora socios. Claro que ni Fernández ni Fernández (el apellido es el mismo) pueden permitirse el lujo de 'encamarse' públicamente, no siquiera en una reedición del famoso 'pacto del duernu', pero los guiones de la política a veces se escriben con renglones torcidos y un acuerdo combinado de no agresión y 'salvación nacional' es un libreto que está pidiendo a gritos que alguien lo escriba.

El lenguaje más conciliador de Mercedes Fernández de esta mañana o la reiteración del mandatario asturiano en no romper puentes de diálogo con el Ejecutivo de Mariano Rajoy, ni aún cuando te las esté dando todas en el mismo carrillo, son elementos a considerar en el actual paisaje institucional del Principado. Quizá algo de esto pudiera intuir el portavoz de IU cuando acusó al presidente regional de "escudarse detrás de la derecha". Si así fuera, a nadie le sorprendería que Javier Fernández haya entrado con valor y cercanía al toro de trapío que hoy fueron sus apoyos parlamentarios.

martes, 8 de octubre de 2013

Elogio de la tibieza

El presidente del Principado abrió hoy el debate de orientación política general del Consejo de Gobierno y lo hizo en su línea habitual. Fue algo más de hora y media en la que repasó la gestión de este último año y planteó cuál es 'el estado de la región' (como popularmente se conoce esta cita parlamntaria). Estabilidad, diálogo o cooperación han sido algunos de los terminos más utiliazados en su intervención por Javier Fernández. Otra vez el mismo bagaje de su gestión, institucionalmente impecable pero manifiestamente insuficiente para la situación que atraviesa Asturias.

No acaba de acertar el líder socialista en su intento de conciliar el planteamiento de sus políticas con los obstáculos 'naturales' con los que se encuentra para desarrollarlas. Renunció -dijo- a apelar como es habitual a "la herencia recibida", si bien destinó una  parte de su argumentación a fundamentar la necesidad de priorizar el clima logrado en su año largo de gobierno como contrapunto a los desastres (uso la imagen del tren descarrilado) del Ejecutivo anterior, eso sí sin citar siglas ni nombres.

Más preocupante resultaron sus planteamientos en lo referente a las relaciones con el Gobierno nacional. El talante, la templanza, la comprensión son en los momentos actuales material inflamable para quien los maneja. A estas alturas nadie pone en duda que Asturias no cuenta para Madrid (reparto del déficit, retrasos en las infraestructuras, rebaja brutal en la inversión presupuestaria y, muy pronto, nuevo modelo autonómico) y que, si bien es allí donde se toman muchas de las decisiones relevantes, una cierta beligerancia es obligada condición para evitar que nos empujen al vacío. Pues bien, el presidente asturiano hizo este mediodía una encendida defensa de la tibieza, del continuismo obediente en sus relaciones con Mariano Rajoy y su equipo. Es cierto que punteó sus críticas a determinadas decisiones surgidas de Moncloa en todo este tiempo, pero siempre para rubricar sus palabras con la intención de mantener el diálogo, incluso cuando considera que a este territorio se le margina o discrimina. Es la actitud de Javier Fernández la del jugador que se sienta a la mesa con los peores tahures y se niega a hacer trampa alguna, aunque ve cómo a sus rivales les salen los ases por la manga.

Apeló también el mandatario asturiano en más de una ocasión a la responsabilidad, aunque siempre dirigida a los otros: al Ejecutivo nacional, al Partido Popular, y a sus socios de gobierno en Asturias, olvidándose casi siempre de la suya propia e ignorando deliberadamente que el marco de acción que le corresponde en la resolución de los grandes problemas es limitado, aunque sea el que ya sabía que se iba a encontrar cuando accedió a la Presidencia. Se refugió así en una especie de autocomplacencia que le llevó a alargar en demasía su discurso repasando todos y cada uno de los departamentos de su equipo de gobierno.

Evitó, en cambio, referencia alguna a uno de los temas candentes del momento actual en el panorama institucional de la región: la proyectada reforma de la normativa electoral. Supongo que esta patata caliente ha preferido dejarla para mañana, cuando los grupos más implicados en esa operación le obliguen con sus intervenciones a mojarse parlamentariamente. Olvido intencionado o estrategia, es un marrón que le va a resultar difícil esquivar. Máxime cuando se trata de la piedra de toque que podría condicionar a finales de año el resultado del debate presupuestario.

Javier Fernández se movió mejor cuando accedió a esos terrenos en los que él se maneja tan bien. La reforma constitucional, la solidaridad interregional o los modelos de Estado. El basamento principal de su balance positivo resultó ser la defensa del pisoteado estado del bienestar, esforzándose en cuantificar las prioridades de su gobierno comparativamente con España y con otras comunidades. Tenemos que recortar pero menos que los otros, parecía vocear el presidente. Aquí sí se desenvuelve muy bien. Como lo hace también cuando se trata de atacar a los nacionalismos secesionistas. Para ellos se olvida de su templanza y se muestra casi radical. Ya lo sabíamos antes.

Cumplido el trámite de la parte expositiva, Javier Fernández deberá bajar hoy a la arena para afrontar las previsibles críticas de todos los grupos parlamentarios, los de las bancadas de la derecha y también los de sus socios prioritarios, como gusta llamar. Son muchos los que creen que el mandatario autonómico se ha reservado para esta segunda sesión las principales bazas; otros, que ya ha puesto sobre el tapete todo lo que hay. En cualquier caso, la hora de la verdad empieza en la mañana del miércoles. Entonces, la prosa parlamentaria ya no será libre y reposada y requerirá un lenguaje acorde con el tono callejero o tabernario de los ataques que le puedan llover desde todos los lados. El posibilismo no le va a servir para responder ni a los enemigos ni a los 'afines'.

domingo, 6 de octubre de 2013

Una actitud indecente y obscena

Todavía caliente el debate sobre la 'reforma' de las asignaciones salariales de los miembros de la Junta General del Principado de Asturias, con un desenlace que estadísticamente ha enfadado a una mayoría de asturianos, la semana que concluye ha estado marcada por el conocimiento de algunas de las principales cifras del proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado para 2014. Este documento ha venido presidido por la palabra 'recorte', medida argumentada sobre la base de la interminable recesión económica que está viviendo el país. Servicios sociales, educación, sanidad, ciencia,... son sectores que han visto como se les aplica la tijera, en algunos casos en porcentajes escandalosos.

Pero las Cuentas del Estado son infinitamente más voluminosas que El Quijote o el mismo Diccionario de la RAE y su extensión permite que día a día vayamos conociendo aspectos dignos de remarcar. Como, por ejemplo, que la partida que destinan a los partidos políticos experimenta un crecimiento del 27,9%, una cifra absolutamente indecente si se la compara con las mencionadas "aminoraciones"  en los dineros destinados a servicios básicos. Se argumenta que este notable incremento en las asignaciones a las fuerzas políticas viene derivado de la convocatoria de elecciones europeas prevista para el año próximo. Pero, ¿quién dijo que tuviéramos que premiarles con tantos millones para que ellos concursen en unos comicios que, convocatoria tras convocatoria, sirven para mostrar el absoluto desinterés de la ciudadanía por participar en la configuración de ese llamado Parlamento Europeo? Los españoles, y supongo que otros muchos ciudadanos de la Unión, percibimos la Cámara de Estrasburgo como un hotel de lujo al que se retiran una parte de la semana cientos de políticos que participan (cuando lo hacen) en debates filosóficos en cuyos hipotéticos resultados se cisca la Comisión Europea, en cuyas decisiones se ciscan, a su vez, los gobiernos de los países más fuertes de la UE. Aunque simplista, podría decirse que nada de provecho surge de la Cámara de Estrasburgo por mucho que las direcciones de los partidos se esfuercen en garantizar los sueldos millonarios de aquellos a quienes premian por sus servicios del pasado o exilian para evitar que sean molestos en sus filas.

España y los españoles no pueden permitirse esos dispendios cuando el desempleo se mantiene como una enfermedad rebelde contra la que nadie parece encontrar vacuna; cuando los científicos ven como se desmantelan sus laboratorios por falta de presupuesto; cuando un modelo sanitario envidiado en todo el mundo se hace saltar por los aires entregándolo a manos privadas u obligando a los pacientes a pagar una parte de servicios básicos o medicamentos imprescindibles. Dedicar millones de euros a financiar a la fuerzas políticas en estas condiciones solamente puede merecer el calificativo de obsceno. Queda el trámite del debate parlamentario del proyecto presupuestario, pero a nadie se le escapa que, entre la mayoría del Partido Popular y los intereses particulares del resto de las fuerzas políticas, ese incremento impresentable de la partida destinada a los partidos no va a sufrir modificación alguna.

Y como empecé por Asturias voy a terminar también aquí. El diario regional 'La Nueva España' publica hoy que un cálculo de la cantidad que corresponderá a cada diputado de la Junta General el año próximo, cálculo derivado de la división de los 6,98 millones de euros que el presupuesto del Parlamento autonómico dedica a sus señorías. La cifra es de 155.000 euros por cada uno de los 45 ocupantes de la Cámara considerando los salarios, el pago a asesores y las asignaciones a los grupos parlamentarios.

Creo que todos estos números no precisan de más comentarios. Realmente estamos ante una actitud indecente y obscena.