jueves, 30 de abril de 2015

A quién no quiero en mi equipo

En el actual escenario de la política española se han presentado nuevos actores, y lo han hecho reclamando un protagonismo, lo que está obligando a quienes hasta ahora lo escribían a alterar el guión. Hasta las elecciones europeas del pasado año, la redacción del libreto parecía reservada a una de esas parejas acostumbradas, como algunos pianistas en la interpretación, a escribir a cuatro manos una obra en la que modificaban ligeramente los roles cada cuatro u ocho años, aunque siempre los intérpretes eran los mismos, intercambiándose las vestimentas, como en aquellas viejas compañías ambulantes de los cómicos de la legua.

Eso ha cambiado. Ahora se han incorporado nuevos figurantes con aspiraciones de asumir protagonismo y los veteranos actores de siempre precisan atildar sus papeles para acomodarlos al nuevo marco sin excesivo riesgo de perder su rancio prestigio.

Saco esto a colación después de haber leído la primera página del diario "El País", la de ayer y la de hoy, en las que figuran como titular principal los descartes que Ciudadanos -ayer- y el Partido Socialista -hoy- establecen para posibles pactos de gobierno o de legislatura tras los comicios del 24 de mayo próximo.

Hasta la fecha, lo anquilosado del guión hacía que todo el mundo supiera, sin necesidad de especificarlo, cuál o cuáles podrían ser los aliados de los dos partidos mayoritarios a la hora de completar mayorías suficientes para gobernar. Pero ahora el tablero es mucho más complejo y las posibilidades de movimientos hacen crecer exponencialmente las combinaciones.

Quizá por eso los máximos responsables de buena parte de las fuerzas políticas en liza han preferido apostar por los descartes, en vez de aventurar quienes podrían ser los compañeros de viaje en los hipotéticos grupos encargados de la gestión de autonomías y ayuntamientos.

Sin pretenderlo, me han venido a la memoria aquellos "cuadrinos" de fútbol que montábamos en los recreos de los tiempos escolares, aquéllos en los que los encargados de hacer los equipos siempre se encargaban de dejar claro quién era aquel que no querían en su equipo.

Ahora los 'preparadores' de Ciudadanos y del Partido Socialista han dejado claro ya qué jugadores no van a estar en sus 'team'. Los de Rivera sólo quieren a los titulares y amigos con los que compiten desde que han configurado su equipo; los de Pedro Sánchez son más flexibles y permitirían acompañar a sus 'galácticos' a algunos peones de brega capaces de oxigenar a los primeros, pero no a todos.

Pienso que todos estos posicionamientos tienen mucho más que ver -como casi todo lo que venimos oyendo últimamente- con las legislativas de finales de año que con las municipales y autonómicas del mes que viene. Y lo pienso porque resulta especialmente complicado establecer normas fijas capaces de ser aplicadas en la Comunidad Valenciana y en La Rioja, en el Ayuntamiento de Madrid o en el de Mijas, por decir algo. Me cuesta creer en una regla aritmética común y me atrevo a aventurar que su rígida aplicación sería una fuente de conflictos internos que llevaría a dolorosas secesiones en distintos puntos de España. La cruda realidad ya ha puesto frente al espejo a los emergentes Podemos y a los citados Ciudadanos a la hora de fijar las normas internas para la elaboración de listas.

Por otra parte, se me ocurre preguntarme si, en el caso de los socialistas, esas directrices son para aplicar desde este mismo momento o podrían trasladarse a una comunidad como la andaluza donde, a pesar de haber celebrado elecciones hace ya bastantes semanas, siguen sin tener una salida mínima para formar gobierno. ¿Quieren decirme los chicos de Ferraz que si el Partido Popular decidiera apostar por la abstención en la investidura de la líder andaluza le prohibirían acceder a la Presidencia de la comunidad con ese 'apoyo' de la derecha? Yo creo que no. Es más, estoy seguro de que Susana Díaz invocará todas las noches a Felipe González, esa especie de Cristo del Gran Poder sureño, para que le conceda el milagro de la gobernabilidad aunque sea en compañía del mismísimo diablo.

lunes, 20 de abril de 2015

Aleación o mezcla

Me refería no hace mucho a la condición de laboratorio en que la política asturiana se había transformado para experimentar enlaces o uniones de todo tipo. Pues bien, el alquimista de turno ha logrado tras ímprobos esfuerzos -que nadie se engañe y piense que es labor de unas pocas semanas- sacar de su probeta un material nuevo fruto de la combinación de dos elementos extraños.

Me refiero, naturalmente, a la coalición electoral que, bajo la marca Ciudadanos, ha incorporado al material primigenio ese otro elemento de metal duro que es el grupo disidente de Unión, Progreso y Democracia.

"Una pa ti, otra pa mi". Con este principio se ha formado al límite del cronómetro este nuevo elemento al que los pronósticos dan presencia significativa en la Junta General. Parecía lógico que los chicos de Albert Rivera en el Principado, unos perfectos desconocidos para la inmensa mayoría de asturianos -entre los que me incluyo-, se reservasen cierta preferencia a la hora de repartir plazas: el uno, el tres, el cinco.... Lo que ya no estaba tan claro es que, salvado un primer escollo, otorgaran los puestos pares a Ignacio Prendes y sus rebeldes magentas. Se trataba de un experimento más complicado de lo que parece, toda vez que, mientras unos, emergentes, aparecían subidos a la ola, los otros, desahuaciados por la tozudez de Rosa Díez, eran los pretendientes.

Sin embargo, ya comentaba más arriba que nadie debe llamarse a engaño y pensar que la operación ha sido fruto de unos pocos días y de un esfuerzo sobrehumano de sus protagonistas. Las conversaciones, secretas, ya habían dado comienzo mucho antes; incluso antes de que el hasta ahora diputado regional de UPyD se borrara de la dirección nacional de la formación magenta. Casi diría que, aunque no formalmente, podríamos remontarnos al mismo momento en el que entonces eurodiputado de la misma Francisco Sosa Wagner inició el cisma que acabó con su renuncia al acta de Estrasburgo y el abandono del partido. Detrás de todos esos conflictos estaba la decidida apuesta de los mencionados por la confluencia con Ciudadanos, la misma a la que se oponía con idéntico tesón la lideresa de la formación magenta.

Parecía lógico pensar que, ante el desbarajuste interno del partido de Rosa Díez, los responsables de Ciudadanos en Asturias meditasen con mucha calma la opción de incorporar a los rebeldes de UPyD. Sin embargo, al final pesó sobremanera la conciencia del escaso bagaje acumulado hasta la fecha por los de Rivera en este territorio. Al final, el autoconvencimiento de que eran unos auténticos 'pardillos' pesó especialmente, no ya en los novatos dirigentes del Principado, sino en la dirección nacional, como lo prueba la visita 'pastoral' de uno de sus máximos dirigentes para traer la bención de Rivera al pacto asturiano.

Frente a tanto neófito sin nada en la mochila, la presencia de los ex dirigentes de UPyD dota de un cierto peso específico al producto resultante, muy especialmente con ese número dos para un Ignacio Prendes que ha tenido cuatro intensos años para fogearse, y de qué manera, en la política institucional, tras haber accedido a ella en condiciones prácticamente similares a  Ciudadanos ahora.

El caso es que el alquimista ha abandonado el laboratorio para emitir la mágica exclamación del "eureka" después de creer que ha convertido el plomo en oro. Ahora falta la comprobación de que el tal metal precioso es de ley y puede ser mercancía de lujo. Los posibles conflictos internos, ahora y después de conocerse los resultados electorales, y, sobre todo, el dictamen en las urnas de los asturianos se encargarán de testar si el 'neonato' es una auténtica aleación o una simple mezcla.

jueves, 9 de abril de 2015

El laboratorio asturiano

Ya no cabe duda de que, si la política asturiana se caracterizaba, tras el proceso de construcción de la autonomía, por su condición de previsible y aburrida, las cosas han empezado a ser bien diferentes. Nada que ver con aquellos 'contubernios' de raparto del poder entre los dos grandes partidos tradicionales, con uno en el Ejecutivo autónomico y el otro en una placentera oposición; o, al revés, en el caso de la capital del Principado.

A mí, personalmente, se me antoja que nuestro escenario regional se está convirtiendo en un verdadero laboratorio donde la evolución de las relaciones de fuerzas en el ámbito nacional encuentran el tubo de ensayo perfecto para experimentar nuevas fórmulas y combinaciones.
La más evidente, y ya contrastada, de esas pruebas ha sido y es el nuevo marco de relaciones establecidas en el último año y medio entre socialistas y populares, con los acuerdos sobre presupuestos -sobre todo-, las modificaciones en el consejo de administración de la RTPA, o algunas otras normas sacadas adelante cn los votos de ambas fuerzas políticas, algo inimaginable hace tan sólo unos pocos años.

Creo haber comentado anteriormente el carácter 'celular' de esa nueva entente, con signos incontestables de poder convertirse en un referente para otros ámbitos institucionales si, como apuntan los sondeos, el derrumbe de PSOE y PP limitase sus opciones de gobierno a un apoyo mutuo, algo que ya ha salido a relucir, aunque veladamente, en palabras de algunos dirigentes estatales, a raíz de los resultados de las autonómicas andaluzas.

Ahora, Asturias se ha convertido en una nueva 'probeta' en la que poner a prueba el desconcierto que esos mismos comicios en la comunidad del Sur han sembrado en el seno de Unión, Progreso y Democracia, con la rebelión de numerosas direcciones territoriales y el enrocamiento de la líder nacional al negarse en redondo a dar pasos adelante para que algo cambie en la vida interna del partido.

El hasta ahora candidato autonómico electo de la formación magenta, Ignacio Prendes, ha decidido dar el paso adelante de iniciar conversaciones con Ciudadanos, algo que -por otra parte- siempre ha defendido públicamente y que se ha mostrado como la vía única para construir una alternativa de centro-derecha en el espacio manifiestamente abandonado por el partido de Mariano Rajoy.

La respuesta de su jefa nacional de filas, Rosa Díez, no se ha hecho esperar y se ha plasmado en la 'carta de despido' para el citado Prendes y buena parte de la dirección regional de UPyD.

Esos movimientos han puesto de relieve algo que ya se sabía: que los hombres y mujeres de Díez y de Albert Rivera en el Principado ya tenían avanzado el proceso para la integración con vistas a los comicios de mayo.

Aplicando la lógica, Ciudadanos sigue, a día de hoy, sin apenas estructura orgánica y sin candidatos, algo que, aunque nada más que sea por sus ocho años de andadura, puede aportar como 'dote' el partido magenta. El camino esta expedito. Y no hay que olvidar que el propio Nacho Prendes, que accedió hace cuatro años a un escaño de la Junta General como auténtico principiante, puede aportar ahora ese periodo de amplia experiencia, especialmente tras haber mantenido durante algo más de un año un pacto de legislatura con los socialistas.

Pero, que nadie se crea que las cosas van a ser tan fáciles. El partido de Rivera va hacia arriba y el de Díez cuesta abajo. Por ello, los hasta ahora representantes de este último deben medir bien sus exigencias a la hora de encontrar un punto de coincidencia. De la misma manera, en Ciudadanos deberían ser generosos a la hora de 'repartir', ya que, al menos en el Principado, precisan de algo más que la imagen sólida de un líder estatal. Porque, unos y otros, no deberían olvidar ese otro componente específico de la política asturiana en el mismo espectro político, una fuerza exclusivamente regional llamada Foro Asturias Ciudadanos.

domingo, 5 de abril de 2015

El circo electoral

Señoras y señores, el circo electoral abre sus puertas desde esta semana que mañana empieza. Han sido solamente diez días de parón (por la vacaciones, que no por cuestiones religiosas) y, desde ya hasta la noche del 22 de mayo, vamos a asistir a un auténtico show en el que la voz del director de pista nos irá anunciando los sucesivos números de los mejores artistas de la fantasía y el entretenimiento. Números arriesgados, malabarismos, de fieras y, sobre todo, de magia y prestidigitación. La puerta se abre para el "¡hale... hop!" de candidatos y candidatas ofreciendo sus regalos de ficción, aquellos que multiplican los recursos más allá de toda lógica, ofreciéndose a facilitarnos la vida futura si tenemos a bien confiarles nuestro voto.

Si lo visto hasta ahora ya nos parecía auténtica filigrana del arte de embaucar, preparémonos a contemplar el clásico "más difícil todavía" capaz de dejar pequeño el milagro evangélico de la multiplicación de los panes y los peces.

Nada nuevo por otra parte; es lo mismo que hace cuatro años, o que ocho antes. Las campañas electorales (y las pre-electorales como aquélla en la que estamos) son terreno abonado para mostrar de qué están hechos nuestros candidatos de toda clase y pelaje.

Muy pronto, los aspirantes a ocupar sillón en los parlamentos regionales o en las casas consistoriales de millares de municipios se multiplicarán en un sinfín de actos minúsculos que tendrán su fin de fiesta en esas tres semanas oficiales de campaña propiamente dicha, ayudados, ya entonces, por líderes y dirigentes nacionales de las respectivas fuerzas políticas que recorren millares de kilómetros de una a otra punta del territorio nacional para llegar apresuradamente a soltar su media hora de parlamento -eso sí, cuidadosamente ajustada a la parrilla del telediario más próximo- antes de irse con la misma celeridad a buscar otro escenario hábil para demostrar sus ejercicios de funambulismo.

Porque muy pronto empezarán los mítines, ese instrumento tradicional ahora desvirtuado por el mal uso de todos estos años y ajeno a los principios originarios de informar y convencer a un electorado ansioso de ver reflejadas en tantas ofertas un atisbo de solución a sus problemas. Recuerdo cuando, tras la recuperación de la democracia, asistíamos a numerosos de esos actos públicos de distinto signo para empaparnos de "ideología" y sacar nuestras propias conclusiones, luego. Nada que ver con las convocatorias actuales, donde importa más el ornato que el argumento, el rostro que los principios; una escenografía exclusivamente para fieles y convencidos que aplauden, o aúllan, ante los estereotipos cuidadosamente calculados que salen de las bocas de las "estrellas" del show.

Preparémonos para todo esto y mucho más. También, como en el espectáculo circense, sus responsables se aplican la máxima de que la función debe seguir contra viento y marea. Y en ello están.