lunes, 28 de julio de 2014

El astur que subio una colina pero bajo una montaña

Me viene a la cabeza ahora el título de esa simpática película británica que tenía como protagonista a un irresistible Hugh Grant, entonces en la cumbre de la fama. Y me viene a propósito del desenlace que el pasado fin de semana ha tenido el congreso extraordinario de los socialistas espeñoles. En él, aunque supongo que sin proponérselo inicialmente, ha tenido un protagonismo destacado la delegación asturiana, con el presidente del Principado al frente.

Y lo ha tenido porque, según cuentan las crónicas de los distintos medios informativos, Javier Fernández ha enseñado por vez primera las garras ante el atropello de la indiscutible lideresa del nuevo PSOE (lo de Pedro Sánchez ya no se lo cree nadie) que le arrebató en la línea de llegada la Presidencia del órgano territorial al mandatario asturiano. Parece que era ese el único cargo que ambicionaba, y no parece -porque eso es seguro- que le habían prometido que le mantendría. Pero la 'picara andaluza', en cuyo proceder se acumulan más trampas que en un tiro al blanco de feria, encontró precisamente en esa responsabilidad el lugar que estaba buscando para no mostrar a las claras sus verdaderas ambiciones totalitarias. Poco le importa desde su posición esa pequeña federación asturiana que, para más inri, apoyó de frente al perdedor Eduardo Madina.

Parece -decía- que la delegación asturiana se plantó en la madrugada del domingo, dispuestos sus miembros a romper la baraja y autoexcluirse de todo, incluida la amenaza de Javier Fernández de no repetir en la lista autonómica de mayo próximo (¿acaso no tiene ya esa idea en la cabeza sin necesidad de que le empujen sus correligionarios federales?). Pero no está el nuevo secretario general para empezar su mandato con heridas abiertas y, para ello, trató de llevar al huerto al dirigente asturiano ofreciéndole oro, incienso y mirra, pero no la Presidencia del Consejo Federal, que era el presente que él deseaba. "Dime que quieres pero no me la armes", podría haberle manifestado.

No es Fernández un kamikaze ni le van los conflictos. Quizá por eso decidió no dar la nota y aceptar dos secretarías de área (mucho más de lo que la Federación Socialista Asturiana ha tenido hasta ahora en la ejecutiva) y tres plazas más en el comité federal. Toda una conquista. Aunque eso no fue todo. Para calmar al 'airado' presidente asturiano, Pedro Sánchez se sacó de la chistera un nuevo órgano, el Consejo para la Transición Industrial y Energética, un ente -dicen- creado a la medida de Javier Fernández y con una denominación relacionada con su conocida inclinación por los temas que incluye en su enunciado. Nadie sabe para que sirve pero encaja como un guante de seda en la biografía del asturiano. Todo sea por evitar un enfrentamiento.

Al final, Asturias se sumo a la tómbola de los regalos seguros y contribuyó de forma destacada a cubrir los 38 puestos de una comisión ejecutiva que, antes del fin de semana, iba a estar formada por entre quince y veinte personas. En eso, como en tantas otras cosas, nada ha cambiado en el todavía primer partido de la oposición. Hay plazas para contentar a todos lo que pintan algo, sobre todo a los 'barones' territoriales.

Y así ha vuelto para casa la delegación asturiana, con el rabo entre las piernas, pero exhibiendo esa notable representación (las secretarías de María Luisa Carcedo y Adriana Lastra no son precisamente de las de relleno) con plaza segura para Fernández como miembro nato de la nueva ejecutiva.

Al final, el líder de los socialistas asturianos, emulando al antedicho Grant, fue ese astur (no inglés, aunque por su proverbial flema podría serlo) que acudió a certificar la colina de su situación en el 'nuevo' PSOE, para descender de las dificultades de la montaña en la que se convirtió su paso por el reciente congreso federal.

sábado, 26 de julio de 2014

¿Quién manda en el 'nuevo' PSOE?

No pasa un día sin que el proceso de renovación que inició tras las elecciones europeas el Partido Socialista Obrero Español nos traiga muestras sobre quién manda ahora en la organización. De palabra, es el secretario general 'in pectore', que será ratificado mañana en un congreso extraordinario; pero 'de facto', lo hace la cada día más crecida presidenta andaluza. Hechos y decisiones adoptadas en estas dos últimas semanas indican a las claras quién tiene la sarten por el mango.

Se coordinan muy bien Pedro Sánchez y Susana Díaz para mostrar públicamente que el madrileño es un 'líder' con plenos poderes para hacer y deshacer a su antojo, lo que deriva de la amplia mayoría que obtuvo en la elección abierta a la militancia. El flamante dirigente saca pecho allá donde puede para alardear de que la nueva comisión ejecutiva es "su" comisión ejecutiva, y que ha huido de cualquier posible presión de los poderes territoriales, incluida su mentora del Sur. Ello no empece para que se reúna con ella a todas horas y le consulte todas sus decisiones, aunque el carácter privado de esos encuentros no facilita el saber en qué dirección fluyen las órdenes. Pero no hace falta. A estas alturas ya todo el mundo sabe que en el 'nuevo' PSOE no se mueve un papel sin que la 'lideresa' sureña haya dado su aprobación.

Pero, a pesar de que este reparto de papeles es ya un secreto a voces, los dos protagonistas tratan como pueden de guardar las apariencias potenciando en las declaraciones públicas la figura del nuevo secretario general. Fruto de esa entente es la designación de César Luena para ocupar la Secretaría de Organización, el teórico 'número dos' del partido, que, según parece, es 'amiguete' de Sánchez. Es la concesión a la galería, aunque luego sí sea una andaluza, Mikaela Navarro, la elegida para ese cargo honorífico de la Presidencia del partido que Susana Díaz tan "desinteresadamente" declinó.

Pero mucho más importante que ese reparto 'virtual' me parece el hecho de que la citada mandataria andaluza haya "aceptado" presidir el Consejo Político, órgano más que relevante por reunir a los dirigentes territoriales de esa fuerza política y ser, por tanto, reflejo del poder territorial, auténtico caballo de batalla para controlar la dirección del partido.

Por cierto que Susana Díez va a ocupar esa plaza que hasta la fecha ostentaba el presidente del Principado, cuyo nombre sonó para otros menesteres aunque todos sabíamos ya que en este debate llevaba la vitola de perdedor tras su apoyo incondicional a Eduardo Madina. Sus reticencia a la posibilidad de ser presidente del partido siempre me han parecido una excusa para una opción que, probablemente, nunca tuvo viabilidad en el nuevo marco socialista. Curiosamente, mantener la dirección del Consejo Político parecía ser la única responsabilidad que Javier Fernández hubiera querido mantener. Pero esa tampoco se le va a conceder.

A expensas de lo que suceda en las próximas horas, la realidad es que Asturias se va a quedar fuera de la nueva dirección del renovado PSOE. Entre los nombres que en los últimos días han ido sonando con insistencia no figura siquiera ese otro compañero del secretario general, el edil gijonés Francisco Blanco. De 'Pachi' se habló bastante como uno de los fijos del nuevo equipo de Sánchez. Lo que parece evidente es que él u otro que pudieran incoporarse lo harán probablemente en una secretaría sin competencias o, lo que es lo mismo, en un número más de relleno. Sería la constatación de que el socialismo asturiano apostó erróneamente en esta suerte de monopoly político.

jueves, 24 de julio de 2014

El regreso del hijo pródigo

A estas alturas de la película a nadie puede caberle duda de que la política, entendida como una práctica profesional, crea adicción. Como la mayor parte de las drogas, quien la ha probado, el que ha saboreado su textura, queda colgado de ella hasta el extremo de manifestar a la luz del día el 'mono' de su ausencia cuando las circunstancias le obligan a dejarla.

El último caso registrado en Asturias es el de Juan Morales, ex portavoz en la Junta General del Principado del Partido Popular en los tiempos de la 'oprobiosa' etapa de Ovidio Sánchez, contra quien llegó a presentarse sin el éxito por él esperado. Poco tiempo después, quien exhibía la vítola de ser uno de los más brillantes parlamentarios de este territorio decidió hacer la guerra por su cuenta a través de una nueva formación, Ideas, que no logró representación institucional y que se disolvió rápidamente como azucarillo en una taza de café caliente. Aquí parecía finalizar la carrera política de Morales, que retornó a la vida civil recuperando su plaza de funcionario público.

Pero, como decía al principio, los 'chutes' dejan huella y el periodo de 'rehabilitación' no siempre evita la recaída en el vicio. Por eso, ahora, este político de casta ha decidido retornar a la que fuera su casa durante muchos años, el PP, y lo ha hecho de la mano de la actual 'lideresa', que tiene en el frontispicio de su discurso la palabra "recuperación" aplicada a todos aquellos que fueron destacados militantes y acabaron por marcharse de aquella tirana 'troika' que formaban Gabino de Lorenzo, Joaquín Aréstegui y el propio Ovidio Sánchez (la mayoría, como es generalmente sabido, al Foro Asturias de Francisco Álvarez-Cascos).

Morales ha regresado y lo ha hecho con palabras humildes, con la promesa de trabajar como uno más por la recuperación del partido en el que tuvo sus momentos más relumbrantes. Pero, para quienes conocemos ese sector, resultan difíciles de creer palabras como las que afirman que llega dispuesto "como si es a pegar sellos" o con la "ilusión de un principiante". Podría creerse de otra persona, pero no de un auténtico "animal político", categoría que le han reconocido sus propios adversarios.

La escenificación de su vuelta indica a las claras que el ex portavoz parlamentario no viene a "pegar sellos" ni a militar en la base. Mercedes Fernández es consciente de que necesita figuras destacadas para afrontar esa difícil empresa de recuperar el terreno que le arrebataron los casquistas. Y el 'hijo pródigo' que ahora retorna "a su casa" es un ejemplo relevante de lo antedicho. A nadie se le ocurre pensar que Morales va a ser un número más en la lista de afiliados del PP asturiano. Muy pronto habrá que elaborar listas municipales y autonómicas y me atrevo a apostar que ocupará un lugar de especial relevancia en cualquiera de ellas. No está este hombre allí para hacer bulto. Eso seguro.

Queda por saber si el retornado conoce realmente la situación actual de la organización en la que reingresa. No ha escatimado adjetivos a la hora de alabar el nuevo estilo de 'Cherines', lo cual es lógico si no pretendes iniciar un camino con el pie cambiado. Este PP no es el mismo de sus tiempos de gloria, pero ¿será el campo que Morales precisa para ejercitar sus facultades sin sentirse subestimado?

martes, 22 de julio de 2014

Josechu

Con los vientos de renovación que soplan últimamente en el PSOE a nadie puede extrañar que sus coletazos lleguen a todos los rincones de España; y, por supuesto, a Gijón.

Informan mis compañeros de 'El Comercio' de que, en esa espiral de cambio, los socialistas asturianos están pensando en una iniciativa que, aunque siempre extraoficialmente, se conoce desde  tiempo atrás: el relevo en el cartel electoral local. Santiago Martínez Argüelles fue una apuesta de futuro que falló a las primeras de cambio -no pudo mantener para su partido la alcaldía que sus compañeros habían ocupado desde la transición democrática-, aunque tampoco lo que vino detrás fue mucho mejor. La sensación, tanto interna como externa, es que no supo en ningún momento hacer oposición a los 'pardillos' de Foro Asturias Ciudadanos.

Ante los sucesivos mohines de Paz Fernández Felgueroso, desde la sede regional de los socialistas se preparó con tiempo el desembarco del doctor Argüelles. Cuatro años en la concejalía hacendística y responsable de los asuntos económicos sirvieron de trampolín para ponerle al frente de la última candidatura local. Pero nadie en la organización pensó en momento alguno que ésta iba destinada a ser la de la bancada de enfrente. Solamente se había elaborado para ganar y continuar gestionando los destinos de los gijoneses.

Podría decirse que Martínez Argüelles no dio los resultados exigidos y, por eso, desde Santa Susana se ha iniciado la operación relevo, una operación que no estoy muy seguro que tenga sucursal en Gijón, aunque eso el tiempo lo dirá. Lo que sí está meridianamente claro es que desde la dirección regional se ha pensado en buscar una alternativa que pueda, con la ayuda de la derecha, devolverles el que fue su principal feudo durante décadas.

Revisando los 'press book' de posibles aspirantes, el equipo de Javier Fernández ha puesto sus ojos -dicen- en José María Pérez, ex concejal en el municipio y actual diputado regional. 'Josechu', como todo el mundo le conoce, mostró hechuras durante su largo periodo de integrante de los distintos equipos de Fernández Felgueroso, convirtiéndose en adalid de las nuevas tecnologías y hábil usuario de las redes sociales, a las que -aseguran- logró sacar un notable rendimiento. Su nombre ya había sonado en anteriores ocasiones como alcaldable, aunque siempre se le consideraba un candidato con recursos pero sin el carisma necesario para ser cartel electoral. Decían, en esa línea, que se le había pasado el arroz y que ya no le quedaba tiempo para plasmar sus ambiciones. Pero la dirección regional decidió sacarle del Ayuntamiento e incluirle en la lista autonómica, con la que consiguió escaño en la Junta General. Pronto se vio que los planes para 'Josechu' no eran premiar su anterior dedicación e invitarla a calentar asiento en el palacio de la calle de Fruela. El gijonés se sentó desde un principio a la diestra de 'dios padre' y, cuando éste accedió a la Presidencia del Principado, mantuvo silla entre el eterno Fernando Lastra y el permanente segundón Jesús Gutiérrez. Su condición de portavoz adjunto le permitió curtirse aún más y mostrar las virtudes de su oratoria.

Nadie apuntaba hacia él, pero algunos, tras los titubeos del actual portavoz municipal, quisimos ver que, como antes éste, 'Josechu' estaba siendo 'entrenado' para repetir la operación.

Una vez que, en unos meses, la ejecutiva de Javier Fernández muestre sus cartas y admita que el ex concejal gijonés es su candidato oficial, falta ver cuál será la actitud de Martínez Argüelles: si acepta echarse a un lado y, en un cambio de cromos natural, retornar al Parlamento autonómico, o escoge plantear batalla aprovechando el compromiso de primarias que su partido ha asumido. Yo, al menos, apuesto por la primera.

No me olvido, no, de mencionar la segura presencia en ese duelo del entusiasta José Antonio Garmón, que ya ha ratificado sus aspiraciones formalmente. Claro que a este militante alineado sin tapujos con Izquierda Socialista puede pasarle, fácilmente, lo mismo que a su compañero Pérez Tapias en la reciente elcción del secretario federal de los socialistas españolas. Como él, es un auténtico 'outsider' y como él tiene pocas posibilidades de triunfar en un partido 'conservador'.

lunes, 21 de julio de 2014

Nombres, nombres y nombres

Se inicia hoy una nueva semana relevante para el futuro de los socialistas españoles, una semana que concluirá con la celebración del congreso que ratificará la elección de Pedro Sánchez como el guía encargado de sacar al PSOE del valle de lágrimas en el que se ha ido instalando en los últimos años.

El secretario general 'in pectore' continúa ejerciendo como tal y no pierde ocasión de prodigar su imagen pública allá donde se le reclame, mientras, en paralelo, acumula encuentros y reuniones con sus compañeros de las distintas organizaciones territoriales para configurar el equipo que habrá de acompañarle en la tarea de recuperar la confianza del electorado español.

Y menciono este aspecto porque tal parece que es en estos momentos el objetivo primordial de los socialistas para la cita del próximo fin de semana. Pedro Sánchez no escatima palabras para reafirmar su autonomía a la hora de decidir a los miembros de la comisión ejecutiva que encabezará y, simultáneamente, los hechos se empeñan machaconamente en contradecirle y poner de manifiesto que el poder territorial no está dispuesto a dejar de lado su 'derecho a las cuotas'. Así lo han manifestado sin tapujos varios de los llamados 'barones', que reivindican sin pudor la presencia de "alguno de los suyos" en ese nuevo equipo.

Es verdad que el flamante dirigente ha logrado hasta la fecha que los nombres de su 'libreta azul' no trasciendan a los medios informativos y que los que han ido apareciendo tengan más de referencia que de especifidad.

Mientras tanto, ayer la ejecutiva saliente celebró una última reunión para dar el finiquito a Alfredo Pérez Rubalcaba y unas palmadas en la espalda de agradecimiento por los 'éxitos' alcanzados. Actitud que se repetirá en los próximos días cuando el congreso de los socialistas apruebe la gestión del equipo del mandatario saliente. Porque a eso parece que va a reducirse el cónclave del fin de semana: a despedir a Rubalcaba y a ratificar la lista de su sucesor. Nada de ponencias, nada de proyectos. Eso ya quedó todo establecido en la conferencia política de noviembre del pasado año y se supone (eso dicen) que tal proyecto sigue siendo válido. Y ello a pesar de que de entonces para acá el PSOE no solamente no ha levantado cabeza sino que ha mostrado síntomas más preocupantes de desfallecimiento. ¿Por qué si no está ahora en el proceso en el que está?

Una vez más la obligada catarsis tiene mucho de formas y más bien poco de fondo. Si acaso, el afán de recuperar verbalmente señas de organización de izquierdas, mas que por un convencimiento personal, forzados por el crecimiento anterior de Izquierda Unida y, sobre todo, por la sorprendente aparición en el panorama nacional de Podemos, auténtico revulsivo que ha servido para mostrar las desnudeces de sus rivales 'ideológicos'. Quizá el Partido Socialista no acaba de entender que en esa parcela empieza a haber muchos ocupantes y que tal rivalidad podría haberle servido más bien para resituarse en un desaparecido centro político, en la línea de sus compañeros socialdemócratas de Europa. Pero esa es otra historia.

En lo que a Asturias se refiere, tras el "equivocado" posicionamiento como organización con un perdedor Eduardo Madina, las previsiones apuntan a que su presencia en el equipo de Pedro Sánchez, de darse, pueda verse reducida a ese compañero de fatigas del nuevo secretario general que es el gijonés Francisco Blanco. Al menos es el nombre que, dentro del mencionado secretismo interno, ha trascendido con más fuerza. El inesperado interés de Antonio Trevín por fotografiarse con el vencedor pocas horas después de la votación no parece que vaya a servirle para gran cosa. Al menos en este momento.

No me resisto a finalizar este comentario sin hacer referencia a ese otro rumor que apunta a la elección de Javier Fernández para ocupar la Presidencia del PSOE. En política no se puede decir nunca de este agua no beberé, pero me cuesta trabajo imaginar al actual presidente del Principado en ese papel de 'Reina Madre' que otorga tal cargo honorífico. Por mucho que se apele a su veteranía en el partido y a su condición de ser uno de los dos mandatarios autonómicos con los que la organización cuenta actualmente, se antoja poco creible que quien ha asumido, motu propio o de rebote, porque eso da igual, la condición de estandarte de 'otras soluciones' distintas a las que representa Pedro Sánchez, si sitúe en un sillón destacado de la corte que representará los 'nuevos tiempos' del socialismo español.

jueves, 17 de julio de 2014

La circunscripción

Acaparan estos días las primeras páginas de los periódicos las informaciones relativas a los primeros compases de la nueva etapa iniciada por el Partido Socialista Obrero Español con la elección directa entre sus militantes del nuevo secretario general. Para algunos, el momento actual ofrece motivos para la esperanza de empezar a remontar el profundo hoyo al que han abocado los españoles al que fuera partido más fuerte del país en tiempos mejores; para otros muchos, las dudas tienen peso suficiente para recelar de este dirigente surgido de no se sabe dónde, del que millares de militantes socialistas reconocen no haber sabido de su existencia hasta hace pocos meses.

No invitan precisamente al optimismo los primeros pasos de Pedro Sánchez como mandatario in pectore del PSOE, con las sospechas de seguidismo de lo que diga la que se presenta como auténtica 'lideresa' en la sombra y, en línea con las mismas, la previsión de que no va a aceptar el "compromiso" de celebrar en noviembre elecciones primarias para elegir al candidato de la fuerza política a la que representa a la Presidencia del Gobierno de España. Tampoco ha sido precisamente un acto de asentamiento la 'orden' dada a los eurodiputados socialistas españoles para que no apoyaran la elección de Jean-Claude Juncker para presidir la Comisión Europea, rompiendo así otro "compromiso" de la socialdemocracia europea previo a su elección. la decisión de Elena Valenciano de poner su cargo a disposición de Sánchez pocas semanas después de su incorporación al Parlamento Europeo no invita tampoco a pensar en una mera cortesía o trámite. Sobre todo si se tienen en cuenta algunas opiniones 'soto vocee' de destacados dirigentes socialistas que han criticado directamente esa actitud en Europa.
Y como este nuevo dirigente del PSOE resulta que acumula un día sí y otro también incertidumbres sobre su intención de amalgamar y unificar a su organización política como paso previo a su recrecimiento, resulta -digo- que hoy la ha tocado escuchar de boca de su principal adversario en el proceso que finalizó el pasado domingo una negativa a integrarse en la comisión ejecutiva que está configurando. Eduardo Madina ha declinada la invitación y ha sido especialmente diáfano cuando ha dicho que todo lo que dijera en el seno de la futura dirección iba a ser malinterpretado y como una crítica. No se puede manifestar más claramente su desacuerdo global con el estilo y el proyecto de Pedro Sánchez.

Todo lo antedicho constituye un bagaje que no invita a apostar por un camino de rosas para el nuevo secretario general de los socialistas españoles.

En todo caso, hay un detalle de las declaraciones de Madina que no ha sido especialmente resaltado en las informaciones que he podido leer y escuchar en las últimas horas y que ha despertado mi atención. Me refiero a su intención confesa de dedicarse íntegramente a partir de ahora a sus responsabilidades como diputado por Vizcaya y para ello ha utilizado la palabra "circunscripción", algo que en el ámbito español no pasa de ser un mero vocablo sin sentido dado que los parlamentarios sí que son elegidos por su provincia, pero es evidente de que jamás han ejercido como representantes de la misma cuando se ha sometido a debate y votación un asunto que afectara directamente a esa circunscripción. La disciplina de partido anula cualquier atención a los deberes para con los ciudadanos que le han elegido. escuchar esa palabra, "circunscripción", nos hace sentir nostalgia de esos otros países donde los congresistas o senadores son realmente la voz de los intereses de su base territorial.

martes, 15 de julio de 2014

Donde dije digo, digo Susana

Le ha faltado tiempo al flamante secretario general de los socialistas españoles para apelar a los números que le han situado en el cargo el pasado domingo como basamento para su "autonomía" a la hora de tomar decisiones. Solamente ha necesitado unas pocas horas para decir que "donde dije digo, digo Diego" y que el compromiso de convocar primarias en noviembre próximo para decidir quién será el candidato del PSOE a la Presidencia del Gobierno de España ya no es tal compromiso y que ya se verá.

A estas alturas, ya sabemos que Pedro Sánchez huye como de la peste de todo aquello que le asocia al 'aparato' o 'aparatos' del partido y, muy especialmente de su ya consolidada fama de ser el delfín de la nueva lideresa en la sombra de los socialistas, la presidente andaluza, Susana Díaz. Sin embargo, los hechos son machacones y ya no es solamente que el aspirante a líder de la izquierda haya forjado su éxito preferentemente en Andalucía. Ahora, muchos le recuerdan que aquello en lo que tanto él como el otro gran aspirante, Eduardo Madina, parecieron estar de acuerdo en el proceso que finalizó el domingo pasado, es lo contrario de lo que defiende su 'mentora' andaluza.

Ésta se ha mostrado partidaria de aplazar la elección del futuro apirante a presidente del Estado español a una fecha posterior a las cita con las urnas para las municipales y autonómicas de mayo de 2015. Nada que objetar como argumento, si no fuera que implica romper, como les ha recordado el presidente del Principado, Javier Fernández, un "compromiso" a las primeras de cambio.

Como en el caso de las sospechas que apuntan a que los hilos de Pedro Sánchez los mueve desde el inicio la mandataria andaluza, otras apuntan directamente a las ambiciones de ésta de retrasar la mencionada elección en lo posible para darse tiempo a encontrar un trampolín que la situaría a ella como la opción más viable. Se dirá que Susana Díaz podría haber empezado su carrera hacia lo más alto desde ya, cuando la mayoría de las organizaciones territoriales de su partido la aclamaron para que fuera la sucesora de Alfredo Pérez Rubalcaba. No fue así porque sabe que en estos momentos la organización política a la que pertenece precisa, entre otras cosas, de un periodo para recuperar algo de la credibilidad perdida; también es consciente de la vitola que la sigue allá donde vaya y que señala que se trata de un alto cargo con una supuesta gran proyección pero que hasta la fecha no ha ganado elección alguna. Tener paciencia para esperar el momento adecuado sí que parece una característica definitoria de la personalidad de esta política amergente. Y en esa línea, las autonómicas del año próximo en su comunidad pueden ser el banco de pruebas para, si recupera la mayoría absoluta o, al menos, la condición de partido más votado para el PSOE, aprovechar ese aval y la ola de seguidismo cuasi fanático que ha logrado entre sus compañeros y aparecer en el escenario nacional como la nueva Juana de Arco capaz de arrebatar a la derecha los destinos de España.

Pero, entretanto, el papel de bautista le ha tocado a Pedro Sánchez, y va a tener que hacer uso de todos sus recursos personales para deshacerse de ese papelón que le sitúa como un simple 'intermediario' temporal en la fulgurante carrera de otra persona. Los gestos no son baladíes y sus primeras palabras como nuevo secretario general y la escenificación particular de su 'entronamiento' acompañado precisamente de la presidenta andaluza contribuyen más a aumentar las sombras que a depejar los nubarrones sobre su persona.

lunes, 14 de julio de 2014

¿Secretario general o líder?

El Partido Socialista Obrero Español tiene desde anoche un nuevo secretario general. Y lo tiene después de un proceso formalmente inatacable en el que ha tenido opción de votar entre los tres candidatos presentados el conjunto de la militancia censada. Se llama Pedro Sánchez Pérez-Castejon, un nombre al que todavía tendremos que acostumbrarnos hasta que los media, en la necesaria obligación de encajar títulos, concrete el previsible Castejón, siguiendo la costumbre de los Zapatero, Pons, Areces o Rozada, por poner algunos ejemplos que se me vienen ahora a la cabeza.

Pedro Sánchez (de momento vamos a llamarle así) ha recogido casi el cincuenta por ciento de los votos emitidos por los afiliados con una participación más que estimable (65%), lo que demuestra el interés que este procedimiento había despertado entre sus correligionarios. Nada menos que trece puntos le ha sacado a su principal rival, Eduardo Madina, que había prometido "quitarse de en medio" en caso de no resultar ganador. Y muy por encima de ese representante de la 'vieja izquierda' que ha sido José Antonio Pérez Tapias, el único defensor de las "esencias" del viejo socialismo.

Ha cubierto así el PSOE la primera etapa de un proceso que no ha hecho más que empezar y que tiene su más inminente correlato en el congreso que, amén de ratificar a su nuevo secretario general, deberá establecer equipos y programas para acometer esa ardua tarea de recuperar el terreno perdido desde los tiempos de José Luis Rodíguez Zapatero. Este es el meollo de la cuestión, y no disponer de un rostro que situar en el cartel electoral, lo único logrado hasta la fecha.

Porque se ha hablado mucho en las últimas horas de liderazgo y se ha atribuido tal en titulares a Pedro Sánchez. Pero una cosa es ponerse al frente de algo y otra, bien diferente, ser un líder. El sustituto de Alfredo Pérez Rubalcaba cuenta con el apoyo democrático de una mayoría del partido, pero eso no le aporta carácter ni carisma para guiar la nave de la organización, ni mucho menos encandilar a un electorado desencantado con las siglas tradicionales.

Se ha hablado mucho también en las últimas horas de la desvinculación entre el proceso de elección abordado por los socialistas y el llamado 'aparato' del partido. De suyo, todos los aspirantes han huido como del fuego de su asociación a ese mismo 'aparato'. Item, alguien podrá decir que el mismo no ha funcionado como imán de los votos, toda vez que parecía que si alguno de los candidatos estaba más próximo a Ferraz ese era el claro perdedor, el diputado vasco.

Claro que yo distinguiría entre el concepto tradicional de 'aparato', asociado a la dirección federal, y los 'aparatos' territoriales, dado que, muy especialmente en el PSOE, estos se han mostrado prioritarios en cualquier proceso importante como el ahora emprendido y así se ha manifestado desde que empezó. Más específicamente, en el caso que nos ocupa, habría que hacer referencia muy especial a Andalucía, que con su cuarta parte del censo ha tenido preponderancia en la historia del partido en los últimos años. Nadie va a convencernos de que la presidenta de esa comunidad sólo representa un voto más de los algo más de 129.000 emitidos ayer. Y cito a Susana Díaz por tratarse del territorio decisorio en todos los casos relevantes de la moderna historia del partido . También podría mencionar a otros 'aparatos' territoriales que se muestran más que preponderantes y que, unidos, empañan, si no la legitimidad, si la realidad del voto directo.

En este escenario, no puedo dejar de resaltar la actuación de los socialistas asturianos, desde hace ya tiempo a contracorriente de lo que sucede en su partido a nivel estatal. El apoyo a Madina en el Principado superó en trece puntos a los de Pedro Sánchez, exactamente la misma diferencia, pero a la inversa, que se produjo en el conjunto federal.

Y, como nota curiosa, también del ámbito regional, no me resisto a dejar de resaltar que, frente a esa corriente mayoritaria, se ha situado uno de esos personajes que siempre están dispuestos a subirse al carro del ganador. Me refiero al diputado Antonio Trevín, que no dudó un momento en trasladarse ayer a la sede central para fotografiarse, junto a otros compañeros, con el flamante secretario general. Él, que siempre ha sido el escudero incansable del depauperado Pérez Rubalcaba....

sábado, 12 de julio de 2014

De pareja de hecho a matrimonio católico

No sé si la permanente fijación que ha mostrado Francisco Álvarez-Cascos por lo que denominó "el pacto del duernu" (los acuerdos no confesos entre socialistas y populares) ha tenido siempre suficiente base o ha respondido más bien a los recursos de la lucha dialéctica consustancial a los partidos políticos. Siempre me pareció que había más de fantasía que de auténtico entendimiento para repartirse cargos y prebendas dejando a otras fuerzas políticas de convidados de piedra, aunque siempre cerca lo mismo para remediar un roto que un descosido.

El acuerdo alcanzado a primeros de año entre el presidente del Principado y la lideresa del Partido Popular fue el trampolín que impulsó de nuevo las sospechas de que, tras los argumentos de responsabilidad ante una situación delicada, podría esconderse una entente 'contra natura' orientada a repartirse el poco pastel que ha sobrado de los años de derroche del arecismo. Y así se encargaron de vocearlo no solamente Foro Asturias, sino también los antiguos socios de Javier Fernández, Izquierda Unida y Unión, Progreso y Democracia.

Podía entenderse que el 'ruido' dialéctico era eso, ruido, y que la razón última de los que han sido los dos grandes partidos en el Principado durante los últimos años se sustentaba en la necesidad de que Asturias dispusiera de unas Cuentas públicas capaces de sortear los presuntos obstáculos de la prórroga presupuestaria.

Pero los escenarios van cambiando y el puntual entendimiento entre Gobierno autonómico y Partido Popular ha dado paso a una cohabitación cada día más evidente y que ha tenido su reflejo último y más revelador en el acuerdo alcanzado ayer por ambas fuerzas políticas para repartirse los puestos que aseguran el control en el futuro consejo de administración de la RTPA y, de paso, el nombramiento entre ambos de su director general, por mucho que puedan revolverse las otras fuerzas políticas en disputa.

Por un lado, se hace evidente que la Federación Socialista Asturiana, como partido en el gobierno, precisa de apoyos para no someterse un día tras otro a la posibilidad de que las distintas 'oposiciones' les 'frayen', en afortunado término del anterior portavoz parlamentario de Izquierda Unida. Es evidente que no son los populares los compañeros de cama que habrían elegido Javier Fernández y los suyos; que hubieran preferido otras parejas más 'liberales' y 'desinhibidas' para compartir el lecho del poder; pero esas otras compañías le exigen mucho en 'la cama' y ha optado por la seguridad de la boda religiosa y convencional para asegurarse 'el sexo'.

El Ejecutivo autonómico ha comprobado que con los populares puede alcanzar los objetivos que se ha propuesto; y sus 'partenaires', que pueden tocar el poder y decidir sin necesidad de 'mancharse' con la acción de gobierno. Tras un periodo de tanteo, ambos han descubierto que la cosa puede funcionar y que mantienen concomitancias que la entente puede resolver en beneficio mutuo.

En el caso de este último pacto, las intenciones se muestran más transparentes que nunca. Los medios públicos de comunicación son siempre una herramienta precisa para asegurarse la preponderancia en los mensajes partidistas a la ciudadanía. Máxime cuando en el horizonte ya se atisban las elecciones municipales y autonómicas, una cita que promete ser un banco de pruebas en la declinante trayectoria de PSOE y PP. Ambos han aprovechado que el Pisuerga pasa por Valladolid para arrimar la llamada "racionalización del sector público regional" al ascua de su sardina. Mejor comer con un enemigo que repartir el plato con otros invitados incómodos, parece haber dicho el Gobierno de Javier Fernández.

En lo que al PP asturiano se refiere, la situación empieza a 'desnudar' con crudeza los argumentos verbales de Mercedes Fernández. No hace falta tener una memoria privilegiada para recordar que su partido se ha mostrado desde un principio radicalmente en contra de la propia existencia del ente público de comunicación y que rechazó ocupar las plazas que normativamente le correspondían en los consejos de administración. Solamente aceptó entrar en el juego mucho tiempo después y con el propósito confeso de participar en algún momento en su privatización o cierre. Mucho han cambiado las cosas entre los populares para presentarse ahora como entusiastas emprendedores de la 'racionalización' del sector público de comunicación.

Ésta es la imagen externa, porque en el creencia ciudadana, ellos, como los socialistas, aparecen más bien como dos boxeadores sonados que tratan de sostenerse el uno en el otro para evitar las respectivas caídas. La aparición de nuevos aspirantes al título les llevan a evitar enfrentarse a ellos y combatir por un empate a los puntos que pueda mantenerles en esa precaria 'cumbre' que tratan de compartir.
Y en ello están ambos. No sé si puede hablarse otra vez con autoridad de un "pacto del duernu" o no. Lo que es evidente es que han elegido pasar por ese altar del 'matrimonio religioso' y abandonar las veleidades de posibles 'parejas de hecho'.

viernes, 11 de julio de 2014

Silencios cómplices

Desgraciadamente, ver que personajes de nuestra llamada clase política se ven imputados en presuntos delitos y, en bastantes ocasiones, condenados por los tribunales de justicia, se ha convertido en algo tan habitual que ya prácticamente no escandaliza a nadie; y ello a pesar de la proliferación de estos casos.

El más reciente ha sido el de Jaime Reinares, teniente de alcalde del Ayuntamiento de Oviedo, condenado a un año de prisión, multas e inhabilitación para presentarse como candidato electoral en el mismo periodo de un año (plazo que cubriría la próxima cita de las municipales y autonómicas). Los hechos por los que ha sido juzgado se remontan a 2011, cuando Reinares facilitó a los medios informativos 54 correos personales de Rosa Zapico, a la sazón secretaria de la tumultuosa Sindicatura de Cuentas que dio tantos rompederos de cabeza a los gobiernos de Vicente Álvarez Areces. Un comunicante 'anónimo' ("Voxpopuli", de ahí la denominación mediática del caso) pasó al concejal del PP esos e-mails, advirtiendo de que habían sido "sustraídos" sin previa autorización, lo que no fue óbice para que el destinatario los difundiera en un capítulo más de la guerra interna entablada entre el presidente del órgano fiscalizador del Principado y su secretaria, por un lado, y los otros dos síndicos, propuestos por PP e IU, por el otro.

Ahora, el tribunal ha entendido un delito de descubrimiento y revelación de secretos en la actitud del cargo público del Partido Popular, por lo que le ha impuesto la antedicha condena, algo que, a priori, no parece importunar demasiado al susodicho ni a su partido, obviando cualquier mención serena a una posible dimisión.

Como decía más arriba, desgraciadamente estamos ante una repetición de circunstancias que denotan el absoluto desprecio por las sentencias de los tribunales de justicia que manifiestan nuestros representantes políticos. No están aún lejos casos como los del ex alcalde de Cudillero, Francisco 'Quico' González, y del ex portavoz parlamentario de Izquierda Unida en la Junta General del Principado, Ángel González. Como aquéllos, en primera instancia, ha apelado a su proclamada inocencia y se han negado a abandonar sus cargos en tanto se produjera un fallo inapelable.

El caso de Jaime Reinares, uno de los más veteranos representantes del PP asturiano en la vida pública) no hace sino repetir tantos otros anteriores. Se trata, como muchos más, de un cargo político de amplia experiencia (concejal en repetidas ocasiones, con ascensos y caídas derivadas del humor del entonces todopoderoso Gabino de Lorenzo; senador y -si la memoria no me falla- presidente de la comisión de listas de su partido en algunos de los momentos más convulsos de su reciente historia, como fue el fallido 'aterrizaje' de Francisco Álvarez-Cascos) que ha nadado entre aguas procelosas para mantenerse a flote en las etapas más duras de su 'carrera' con el resultado ya conocido de ser un permanente superviviente.

Como en casos anteriores también, Reinares parece dispuesto a ignorar el código ético del PP que recoge que ningún condenado puede estar en un cargo público. Ni él ni su partido. El silencio es la constante después del primer impacto de la sentencia tras el que el concejal aseguró que no piensa renunciar a sus cargos. Es más, ayer mismo mantuvo inalterable su agenda oficial en cuanto a participación en actos públicos.

Si resulta difícil de aceptar que los cargos institucionales se revuelvan como gato panza arriba ante una condena formal, resulta todavía más inasumible el comportamiento que mantienen las organizaciones políticas a las que pertenecen. Estas deberían aplicar inmediatamente sus códigos éticos y sus estatutos para exigir inmediatamente la salida de esas personas. Claro que en muchos casos pesa excesivamente que la actual normativa electoral conceda a esos representantes la titularidad de su acta y no al partido. Y, sobre todo, el que personas que han ocupado importantes cargos y disponen de información confidencial de cómo funcionan las maquinarias de esas organizaciones por dentro puedan llegar a tirar de la manta. Ese es el miedo fundamental que oculta tanto silencio cómplice.

miércoles, 9 de julio de 2014

Algo huele a podrido en el 'arecismo'

A medida que transcurren los meses (los años se podría decir) se acumula la exigencia de responsabilidades a los sucesivos gobiernos autonómicos presididos por Vicente Álvarez Areces. Responsabilidades política, eso sí, porque las judiciales son más complejas y llevan otro 'timing'.

Todavía ayer, el presidente del Tribunal de Cuentas del Estado, en su comparecencia ante el Parlamento de la nación para explicar las irregularidades apreciadas en la contratación de personal por dicho organismo, volvió a dejar claro que una cosa es la legalidad y otra bien diferente el posible abuso que la normativa vigente concede a las instituciones.

Si hasta la fecha el conocido como 'caso Renedo', o 'caso Marea', o 'caso Riopedre', puso sobre el tapete las prácticas ilegales y, sobre todo, nulamente éticas, de una serie de personas relevantes de la Administración socialista de Areces, ahora le ha tocado el turno a otra de las patatas calientes sobrevenidas de aquellos años de dispendio. Me refiero a todo lo relacionado con la puesta en marcha y gestión del Centro Niemeyer, de Avilés. Mientras en el ámbito judicial el asunto sigue su curso, la comisión creada en la Junta General del Principado para investigar los pormenores de lo que ha terminado presentándose como un monumental chanchullo finalizó su tarea con una inculpación directa al entonces presidente del Principado, a su consejera de Cultura en aquel momento y a la todavía alcaldesa de Avilés, además de los gestores directos (director y secretario) y otros tres cargos públicos del Principado de segundo nivel.

La responsabilidad política está más que clara para la mayoría del arco parlamentario, excepción hecha del PSOE, que intenta vadear como puede las turbulentas aguas de su anterior paso por la administración autonómica. Estoy más que convencido de que a los Javier Fernández, Fernando Lastra y compañía les gustaría haber podido pasar página y no tener que dar la cara por alguien que ya no es 'uno de los suyos' por mucho que se empeñe en mantenerse en la foto. Ya ocurrió con el 'caso Renedo' y no sería de extrañar que la historia tenga que repetirse. Son servidumbres obligadas de atecharse bajo el mismo paraguas de unas siglas.

Se dirá que se trata de escaramuzas políticas y que, como tales, están condicionadas por la consustancial lucha por el poder. Y no es mentira. Lo que ocurre es que también parece evidente que los administradores deben dar cuenta de su actuación y cuando ésta transmite más sombras que luces estas 'sentencias' políticas calan en la ciudadanía y en el electorado.

El 'caso Riopedre' y el 'caso Niemeyer' son, en todo caso, dos hechos puntuales muy graves que indican lo que puede ser el ejercicio nepótico de un gobierno. Pero no los únicos. Tradúzcanse o no en nuevos procesos, políticos o judiciales, los doce años de gestión de los diferentes ejecutivos de Álvarez Areces han dejado tras de sí otros muchos conflictos que apuntan una dudosa ética política: los sobrecostes de las obras de ampliación del puerto de El Musel, el faraónico proyecto para la Universidad Laboral de Gijón, el sobredimensionamiento de la radio y televisión pública del Principado,.... En fin, un rosario de presuntos abusos (aunque no ilegales, se supone) que hacen pensar aquello de que "Algo huele a podrido en el arecismo".

lunes, 7 de julio de 2014

Liderazgo sin líder

Como en el Mundial de Fútbol que se celebra estos días en Brasil, ese precipitado proceso de primarias en el que se ha embarcado el Partido Socialista Obrero Español lleva camino de aburrir al más pintado. Como en los depauperados céspedes en los que se disputa el campeonato balompédico, el juego vistoso brilla por su ausencia  y los protagonistas ponen poco más que sus nombres para un guión modesto.

Esta misma mañana, los tres aspirantes a suceder a Alfredo Pérez Rubalcaba en la Secretaría General de los socialistas provocaron el mismo aburrimiento que las estrellas futbolísticas de Brasil, Argentina, Alemania, Italia  o España moviéndose sobre la hierba de Maracaná, San Pablo o Mineirao. Se había creado una cierta expectación sobre ese deliberadamente modesto -en lo que aparataje se refiere- duelo dialéctico entre Eduardo Madina, Pedro Sánchez y José Antonio Pérez Tapias. Los tres frente a frente y un reducido grupo de igual número de miembros representantes de las respectivas hinchadas.

Al final, nada nuevo bajo el sol. Como era de esperar, el principal empeño de los tres aspirantes se orientó a la constatación de cuál de ellos es "más de izquierdas", toda vez que ese parece ser el envoltorio que en estos momentos trata de encontrar la desconcertada organización política pensada y puesta en marcha por Pablo Iglesias (el bueno, no el actual, como apuntó jocosamente uno de los candidatos). Del representante de Izquierda Socialista ya se sabe que anda más cerca que sus rivales de esos objetivos, aunque su condición de 'outsider' o tercero en discordia le ha perseguido desde el mismo momento en que decidió presentarse. Demasiado rojo para una organización política cómodamente institucionalizada y que se esmera en recuperar sus esencias sin perder nada -o casi nada- de su 'adaptación' al sistema.

Son Madina y Sánchez los que parece que van a dirimir cuál va a ser el próximo secretario general. Por ello, quizá, las puyas se las dedicaron mutuamente, ignorando a Pérez Tapias.

Como apuntaba días atrás en esta misma tribuna, el principal problema que afronta el PSOE en este proceso de primarias es su empecinamiento en el objetivo de encontrar un rostro y olvidarse sistemáticamente de programas o de equipos. El debate de esta mañana ha sido un ejemplo más de lo antedicho. Resulta difícil rastrear en las palabras de los aspirantes un atisbo de auténtica regeneración a través de las ideas y de las propuestas específicas para ponerlas en marcha. Buenas palabras y generalidades que ya nos suenan a cantinela conocida. Valga como botón de muestra el recurso a la reforma del Senado para convertirlo en "una cámara de representación territorial" (un estribillo de aquellos machacones de la canción del verano). La promesa de una ley que regule la muerte digna o la consulta sobre la alternativa entre Monarquía y República, la lucha contra la corrupción o las posible soluciones al 'conflicto catalán', son formulaciones que muestran coyunturales voluntades pero que no figuran entre las prioridades de los españoles. Muy poco, por no decir nada, de políticas económicas o de solución de los problemas existentes en los servicios sociales básicos, aquello que realmente preocupa al conjunto de la ciudadanía.

Pero lo que, a mi juicio, subyace fundamentalmente en todo este proceso es la implacable ausencia de liderazgo en las tres opciones que aspiran a transformar el que fuera referente de la izquierda en España. Sólo con un auténtico líder y un equipo acorde con sus características podría el Partido Socialista emerger del pozo sin fondo en el que ha ido cayendo consulta tras consulta.

Un encuesta de Metroscopia que ayer publicaba el diario 'El País' ponía en entredicho la aceptación y el entusiasmo que Sánchez, Madina y Pérez Tapias generan en el electorado socialista, lo que da una idea de cuál podría ser el resultado si el espectro de la encuesta se abriera a la ciudadanía en general.

El PSOE, ya lo he dicho en otras ocasiones, tras el enésimo batacazo cosechado en las pasadas europeas, se ha embarcado en una espiral deseperada de búsqueda de un salvavidas que siembre de votos su yermo terreno social y sus apremios le impiden ver más allá de sus metas cortoplacistas. El domingo, tendrá un nuevo secretario general pero dudo mucho de que encuentre, más allá de un producto puntual capaz de ser vendido, el sendero que le pueda conducir a aquellos paraísos perdidos que sus errores les hicieron abandonar hace ya bastantes años.

sábado, 5 de julio de 2014

Buenos y malos

No hay conflicto interno en el seno de una organización política y social en el que no subyazcan cuestiones personales por encima de cualquier otra de carácter ideológico o de proyecto.

Un ejemplo fidedigno de lo antedicho los constituye la crisis que vive desde hace algunas semanas la dirección local de Izquierda Unida de Gijón. Las descalificaciones se han ido sucediendo y subiendo de tono desde que, en el inicio de la batalla, el que hasta hace poco fuera el portavoz de la coalición en el Consistorio y su compañero de escaño y secretario de Organización entablaran una polémica pública a través de las páginas de 'El Comercio' sobre la forma de gestionar sus respectivas responsabilidades en los últimos meses. Jorge Espina y Francisco Santianes tiraron desde el principio con bala y muy pronto traslució que, detrás de tantas acusaciones, figuraban dos facciones interesadas en arrimar el ascua a su sardina y dejar claro que grupo municipal y partido no son una misma cosa y que la cacareada bicefalia que practica IU en Gijón puede tener sus cosas buenas pero también larva el huevo de la serpiente del cainismo político.

Nadie se explica -así lo afirman- qué ha pasado en la coalición de izquierda para poner en juego todo el apoyo popular que ha ido recolectando (Podemos aparte) desde que el Partido Socialista Obrero Español inició su particular descenso a los infiernos, el mismo desde el que ahora trata desesperadamente de emerger.

Creo haber comentado en más de una ocasión que la enfermedad de Izquierda Unida en Asturias se remonta al último congreso regional, un cónclave que partió en dos al partido, más por las conspiraciones internas y las traiciones de última hora que por el propio resultado final. Gijón no fue ajeno a estos conflictos y fruto de ello fue la repetición de la batalla con el resultado de la defenestración de Jesús Montes Estrada, el muchos años dueño y señor de los destinos de la coalición en el ámbito local.

Lo que pareció entonces ser el cierre de una etapa y el comienzo de otra el tiempo se ha encargado de negarlo y poner sobre el tapete que la herida fue cerrada en falso y que el mal subsistía bajo la postilla improvisada.

Ahora, con una dirección regional desconcertada y con síntomas de navegar a la deriva; con un coordinador incapaz de coger por los cuernos los problemas internos -véase el caso de la inhabilitación del que fuera potavoz en la Junta General del Principado, Ángel González- y que sólo se ha mostrado capaz de repetir llamadas al diálogo en la encarnizada pelea de sus correligionarios gijoneses; con el pánico mal disimulado a la aparición en escena del partido de Pablo Iglesias; con todo ello -digo- la coalición se muestra incapaz de aunar voluntades para aprovechar la ola favorable en la que se subió en los dos últimos años.

La causa principal hay que buscarla entre dos concepciones de partido bien diferenciadas, eso que usualmente se encasilla como 'aparato' y 'renovadores'. En Gijón, esta diferencia aparece más nítida que en otros ámbitos. Los segundos acusan a la dirección de obviar la democracia interna y actuar únicamente para conservar sus privilegios en la dirección; sus oponentes, dicen que los concejales ahora dimisionarios hacen la guerra por su cuenta y buscan acumular en sus manos todo el poder que los estatutos y su popularidad les permiten.

Jorge Espina y Libertad González se han apuntado un tanto con su gallarda dimisión de los cargos de representación institucional, aunque con la promesa de seguir dando la batalla en los órganos de dirección. Su postura ha dejado ver también que no están solos, por si alguien todavía mantenía dudas. Su relevo en los escaños municipales está trayendo de cabeza al equipo de Marcos Muñiz por las sucesivas renuncias a dar el paso adelante de los siguientes en la lista (menos mal que cada una de ellas tiene 27 nombres y solamente entraron tres por el resultado de las urnas).

De las declaraciones públicas de militantes destacados y del ronroneo que testan las redes sociales se deduce que ambas partes tienen defensores acérrimos y detractores incansables. Entre dimes y diretes, una vez más se reproduce la división entre "buenos" y "malos", aunque la referencia cambia según de donde vengan esos adjetivos.

martes, 1 de julio de 2014

Pelgro de extinción

Si en las declaraciones públicas de nuestros gobernantes priman las frases optimistas con respecto a un futuro más o menos próximo, la machacona realidad de las cifras apunta a que aquí, en nuestra tierra, en el Principado de Asturias, esa proyección sea cada vez más negra. No es de extrañar, pues, que el conocido sociólogo Jacobo Blanco se haya referido a los asturianos como una especie "en peligro de extinción".

A las cifras estrictamente demográficas, que sitúan al Principado como la comunidad menos 'viva', sin apenas nacimientos, con más defunciones y con escasa inmigración en los últimos años de la crisis, se suman ahora los datos facilitados por el Instituto Nacional de Estadística sobre el efecto migratorio que afecta, sobre todo, a la juventud. El pasado año, 5.240 asturianos salieron a buscarse la vida hacia diferentes países, y otros 8.218 hicieron lo propio a otros territorios del Estado español. Y si nos remontamos al año 2008, primero reconocido de la crisis económica globalizada, son más de 61.000 los que han tomado una de esas dos salidas.

Hasta aquí las cifras, los fríos números, aunque como sucede con los referentes al desempleo, tras cada uno de los sumandos de esos guarismos se esconde una situación angustiosa, la deseperación o, incluso, una tragedia.

Quedan ya lejos aquellas desafortunadas palabras de quien entonces era presidente del Principado calificando de "leyenda urbana" el éxodo de los jóvenes asturianos que no sólo no encontraban ocupación en su comunidad, sino que no percibían la mínima esperanza de un vuelco en dicha situación a medio o largo plazo. Las justificaciones de Vicente Álvarez Areces a la inanidad de sus políticas orientadas a solucionar el problema quedaron en una retranca que, lejos de calmar los ánimos, contribuyó a encrespar más a los millares de víctimas de esa situación.

Ahora, mientras el Gobierno de la nación y el partido que le sustenta se empeñan en hacer creer a la ciudadanía que todo está cambiando y vamos hacia la luz, en Asturias es la realidad diaria la que nos induce a pensar lo contrario, un estado que se ve reforzado por la acumulación de cifras negativas que nos sitúan en los más que dudosos primeros puestos de tantas y tantas tablas de clasificación indicadoras de la 'foto' real de la sociedad.

A día de hoy lo que parece evidente es que el actual Ejecutivo autonómico, el que preside el socialista Javier Fernández, no ha sido capaz hasta ahora no ya de solventar una parte del problema, sino que ha sido testigo privilegiado de su agravamiento.

Se dirá que las herramientos de un gobierno pequeño de un territorio pequeño son las que son y que su capacidad para cambiar la tendencia es más que relativa. Es posible. Lo que no cabe duda, en todo caso, es que quien se ofrece a sus ciudadanos para gestionar la administración pública lo hace con la obligación de resolver problemas, no de aumentarlos. Nadie dijo que gobernar fuera fácil.