No pasa un día sin que el proceso de renovación que inició tras las elecciones europeas el Partido Socialista Obrero Español nos traiga muestras sobre quién manda ahora en la organización. De palabra, es el secretario general 'in pectore', que será ratificado mañana en un congreso extraordinario; pero 'de facto', lo hace la cada día más crecida presidenta andaluza. Hechos y decisiones adoptadas en estas dos últimas semanas indican a las claras quién tiene la sarten por el mango.
Se coordinan muy bien Pedro Sánchez y Susana Díaz para mostrar públicamente que el madrileño es un 'líder' con plenos poderes para hacer y deshacer a su antojo, lo que deriva de la amplia mayoría que obtuvo en la elección abierta a la militancia. El flamante dirigente saca pecho allá donde puede para alardear de que la nueva comisión ejecutiva es "su" comisión ejecutiva, y que ha huido de cualquier posible presión de los poderes territoriales, incluida su mentora del Sur. Ello no empece para que se reúna con ella a todas horas y le consulte todas sus decisiones, aunque el carácter privado de esos encuentros no facilita el saber en qué dirección fluyen las órdenes. Pero no hace falta. A estas alturas ya todo el mundo sabe que en el 'nuevo' PSOE no se mueve un papel sin que la 'lideresa' sureña haya dado su aprobación.
Pero, a pesar de que este reparto de papeles es ya un secreto a voces, los dos protagonistas tratan como pueden de guardar las apariencias potenciando en las declaraciones públicas la figura del nuevo secretario general. Fruto de esa entente es la designación de César Luena para ocupar la Secretaría de Organización, el teórico 'número dos' del partido, que, según parece, es 'amiguete' de Sánchez. Es la concesión a la galería, aunque luego sí sea una andaluza, Mikaela Navarro, la elegida para ese cargo honorífico de la Presidencia del partido que Susana Díaz tan "desinteresadamente" declinó.
Pero mucho más importante que ese reparto 'virtual' me parece el hecho de que la citada mandataria andaluza haya "aceptado" presidir el Consejo Político, órgano más que relevante por reunir a los dirigentes territoriales de esa fuerza política y ser, por tanto, reflejo del poder territorial, auténtico caballo de batalla para controlar la dirección del partido.
Por cierto que Susana Díez va a ocupar esa plaza que hasta la fecha ostentaba el presidente del Principado, cuyo nombre sonó para otros menesteres aunque todos sabíamos ya que en este debate llevaba la vitola de perdedor tras su apoyo incondicional a Eduardo Madina. Sus reticencia a la posibilidad de ser presidente del partido siempre me han parecido una excusa para una opción que, probablemente, nunca tuvo viabilidad en el nuevo marco socialista. Curiosamente, mantener la dirección del Consejo Político parecía ser la única responsabilidad que Javier Fernández hubiera querido mantener. Pero esa tampoco se le va a conceder.
A expensas de lo que suceda en las próximas horas, la realidad es que Asturias se va a quedar fuera de la nueva dirección del renovado PSOE. Entre los nombres que en los últimos días han ido sonando con insistencia no figura siquiera ese otro compañero del secretario general, el edil gijonés Francisco Blanco. De 'Pachi' se habló bastante como uno de los fijos del nuevo equipo de Sánchez. Lo que parece evidente es que él u otro que pudieran incoporarse lo harán probablemente en una secretaría sin competencias o, lo que es lo mismo, en un número más de relleno. Sería la constatación de que el socialismo asturiano apostó erróneamente en esta suerte de monopoly político.
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