No sé si la permanente fijación que ha mostrado Francisco Álvarez-Cascos por lo que denominó "el pacto del duernu" (los acuerdos no confesos entre socialistas y populares) ha tenido siempre suficiente base o ha respondido más bien a los recursos de la lucha dialéctica consustancial a los partidos políticos. Siempre me pareció que había más de fantasía que de auténtico entendimiento para repartirse cargos y prebendas dejando a otras fuerzas políticas de convidados de piedra, aunque siempre cerca lo mismo para remediar un roto que un descosido.
El acuerdo alcanzado a primeros de año entre el presidente del Principado y la lideresa del Partido Popular fue el trampolín que impulsó de nuevo las sospechas de que, tras los argumentos de responsabilidad ante una situación delicada, podría esconderse una entente 'contra natura' orientada a repartirse el poco pastel que ha sobrado de los años de derroche del arecismo. Y así se encargaron de vocearlo no solamente Foro Asturias, sino también los antiguos socios de Javier Fernández, Izquierda Unida y Unión, Progreso y Democracia.
Podía entenderse que el 'ruido' dialéctico era eso, ruido, y que la razón última de los que han sido los dos grandes partidos en el Principado durante los últimos años se sustentaba en la necesidad de que Asturias dispusiera de unas Cuentas públicas capaces de sortear los presuntos obstáculos de la prórroga presupuestaria.
Pero los escenarios van cambiando y el puntual entendimiento entre Gobierno autonómico y Partido Popular ha dado paso a una cohabitación cada día más evidente y que ha tenido su reflejo último y más revelador en el acuerdo alcanzado ayer por ambas fuerzas políticas para repartirse los puestos que aseguran el control en el futuro consejo de administración de la RTPA y, de paso, el nombramiento entre ambos de su director general, por mucho que puedan revolverse las otras fuerzas políticas en disputa.
Por un lado, se hace evidente que la Federación Socialista Asturiana, como partido en el gobierno, precisa de apoyos para no someterse un día tras otro a la posibilidad de que las distintas 'oposiciones' les 'frayen', en afortunado término del anterior portavoz parlamentario de Izquierda Unida. Es evidente que no son los populares los compañeros de cama que habrían elegido Javier Fernández y los suyos; que hubieran preferido otras parejas más 'liberales' y 'desinhibidas' para compartir el lecho del poder; pero esas otras compañías le exigen mucho en 'la cama' y ha optado por la seguridad de la boda religiosa y convencional para asegurarse 'el sexo'.
El Ejecutivo autonómico ha comprobado que con los populares puede alcanzar los objetivos que se ha propuesto; y sus 'partenaires', que pueden tocar el poder y decidir sin necesidad de 'mancharse' con la acción de gobierno. Tras un periodo de tanteo, ambos han descubierto que la cosa puede funcionar y que mantienen concomitancias que la entente puede resolver en beneficio mutuo.
En el caso de este último pacto, las intenciones se muestran más transparentes que nunca. Los medios públicos de comunicación son siempre una herramienta precisa para asegurarse la preponderancia en los mensajes partidistas a la ciudadanía. Máxime cuando en el horizonte ya se atisban las elecciones municipales y autonómicas, una cita que promete ser un banco de pruebas en la declinante trayectoria de PSOE y PP. Ambos han aprovechado que el Pisuerga pasa por Valladolid para arrimar la llamada "racionalización del sector público regional" al ascua de su sardina. Mejor comer con un enemigo que repartir el plato con otros invitados incómodos, parece haber dicho el Gobierno de Javier Fernández.
En lo que al PP asturiano se refiere, la situación empieza a 'desnudar' con crudeza los argumentos verbales de Mercedes Fernández. No hace falta tener una memoria privilegiada para recordar que su partido se ha mostrado desde un principio radicalmente en contra de la propia existencia del ente público de comunicación y que rechazó ocupar las plazas que normativamente le correspondían en los consejos de administración. Solamente aceptó entrar en el juego mucho tiempo después y con el propósito confeso de participar en algún momento en su privatización o cierre. Mucho han cambiado las cosas entre los populares para presentarse ahora como entusiastas emprendedores de la 'racionalización' del sector público de comunicación.
Ésta es la imagen externa, porque en el creencia ciudadana, ellos, como los socialistas, aparecen más bien como dos boxeadores sonados que tratan de sostenerse el uno en el otro para evitar las respectivas caídas. La aparición de nuevos aspirantes al título les llevan a evitar enfrentarse a ellos y combatir por un empate a los puntos que pueda mantenerles en esa precaria 'cumbre' que tratan de compartir.
Y en ello están ambos. No sé si puede hablarse otra vez con autoridad de un "pacto del duernu" o no. Lo que es evidente es que han elegido pasar por ese altar del 'matrimonio religioso' y abandonar las veleidades de posibles 'parejas de hecho'.
Una recreación, la que relatas, a la que me vengo refiriendo desde hace algún tiempo como la oficialización de una oscura relación en contubernio, aunque yo la veo más como una desvergonzada puesta en sociedad, sin ceremonias, que como la de recibir la bendición en un oficio religioso. Pero ¿quién sabe?..., quizás con el tiempo... ¡y sobre todo!, las necesidades, los impulsen a dar el paso definitivo.
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