sábado, 28 de junio de 2014

Las dudas de Madina

Tiene razón Eduardo Madina al afirmar que, en un proceso como el que su partido ha iniciado para elegir al próximo secretario general, con el voto abierto al conjunto de la militancia, el número de avales recogidos tanto por él como por sus dos oponentes no debería ser interpretado como un adelanto de los resultados del próximo 13 de julio.

A su favor juega la escasa participación (si se puede apelar a este término) de la militancia -apenas el 40%- en la entrega de avales a los candidatos. También sustenta sus convencimientos la historia reciente del Partido Socialista Obrero Español, con dos anteriores 'duelos' en los que el imparable Joaquín Almunia se vio sorprendido por la victoria de José Borrell, y no digamos el sorpresón que significó el triunfo de un prácticamente desconocido José Luis Rodríguez Zapatero sobre el más que popular José Bono.

No tiene razón, sin embargo, el aspirante vasco al liderazgo socialista si considera que esos antecedentes pueden serle de excesiva utilidad en el logro de su objetivo. Partiendo de que José Antonio Pérez Tapias parece ofrecerse como el 'outsider' de este guión, con sus planteamientos extremadamente 'izquierdistas' para un partido hace tiempo instalado en el 'establishment' institucional y el mínimo de avales exigibles logrados en el tiempo de descuento, partiendo de eso -digo- Madina debería de mirar con más recelo, especialmente si tenemos en cuenta que lleva ya muchos años en la dirección del partido y que debería de conocer su funcionamiento con precisión, al exitoso Pedro Sánchez Castejón, un militante casi desconocido pero que ha logrado unificar en su rostro -el detale más comentado, curiosamente- la imagen juvenil de una organización política apremiada por la necesidad del cambio por el cambio.

Y debería no quitar ojo al madrileño porque, número de avales al margen, debe considerar que los apoyos de su oponente abarcan a la mayor parte de las organizaciones territoriales, excepción hecha de Extremadura y del Principado de Asturias. ¿No les suena esta misma distribución en las noticias de hace pocas semanas, cuando esos mismos cimientos se ofrecían para otra gran emergente, la andaluza Susana Díaz, quien declinó tal posibilidad amparándose en sus responsabilidades para con su territorio?

Aunque sabedor de que lo último que le interesa ahora a su partido es una guerra abierta entre aspirantes, algo debe sospechar el dirigente vasco cuando ha solicitado a la dirección federal que haga pública la procedencia de los avales a cada uno de los tres candidatos. La verdad es que no ese dato me parece absolutamente superfluo para analizar lo acontecido en las última horas.

Ya digo que una cosa son las palabras y otra bien diferente los comportamientos. Porque Madina, esta misma mañana, no ha dudado en rectificar a aquellos que le asocian al 'aparato' por el apoyo evidente que tiene en el ya cesante Alfredo Pérez Rubalcaba. Lo que no contemplan quienes hacen ese análisis  es que precisamente el 'aparato' de Ferraz es en estos momentos cualquier cosa menos 'aparato' y que, ante el desmembramiento organizativo y la ausencia de liderazgos, la verdadera fuerza de los socialistas se sitúa en las direcciones territoriales, muy especialmente en la andaluza, que se muestra como el principal basamento de Sánchez Castejón. Hacia ahí parece señalar Madina con sus palabras.

Claro que esto, como los partidos de fútbol, hay que jugarlo y nadie puede descartar la sorpresa, pero parece difícil que al Pedro-Brasil se le escape un campeonato que juega en su casa y con los árbitros de su parte.

viernes, 27 de junio de 2014

¿Y ahora qué?

A escasas horas de que se cierre el plazo para la presentación de avales de los candidatos a la Secretaría General del PSOE todo apunta a que el balance va a poner frente a frente a dos de los aspirantes: Eduardo Madina y Pedro Sánchez. El tercero en discordia, José Antonio Pérez Tapias, no había reunido a la hora de escribir estas líneas los cerca de diez avales necesarios para entrar en la disputa del cargo que todavía ostenta nominalmente Alfredo Pérez Rubalcaba. Demasiado rojo para este partido, se dirán muchos.

Sin que se puedan poner peros a la legitimidad del proceso abordado a trompicones por los socialistas tras la nueva debacle electoral de las europeas, la impresión más generalizada en la ciudadanía (menos entre los militantes) es que la renovación del partido se ha montado sobre la base de una necesidad urgente más que sobre un proyecto pensado y madurado, y de que los aspirantes a liderar la que fue fuerza política preponderante en el país durante muchos años carecen de los niveles mínimos de carisma para afrontar la responsabilidad de levantar un cuerpo agonizante.

Quizá en la cabeza de quienes siguen cociendo las ideas y cortando el bacalao socialista subyace la quimera de hallar un nuevo Zapatero, un mirlo blanco surgido desde la opacidad que pueda recuperar al menos los votos, si no el prestigio, de una organización caduca y desnortada.

En principio, se le supone a Madina una mayor experiencia a través de sus sucesivos cargos en la ejecutiva federal y en el grupo parlamentario, donde -no hay que olvidarlo- se sentaba al lado del ahora dimisionario Rubalcaba. Todo lo contrario de su oponente, Pedro Sánchez, con pocas tablas aún en el Congreso, un joven de buena imagen, culto y refinado que ha irrumpido en el spint final como una bala amparado por el respaldo masivo de la todopoderosa federación andaluza, la misma que ha decantado a favor de sus intereses las decisiones más importantes del centenario partido. Quizá por eso ya se haya impuesto en ese índice relativo del número de avales conseguidos.

El problema es que se habla mucho más de sus respectivas imágenes, de su juventud, de su preparación académica, que de proyectos específicos para reconducir el trayecto de los socialistas españoles. A mí me recuerdan a aquel antiguo anuncio que estandarizaba un JASP (jóvenes aunque suficientemente preparados) para simbolizar a una generación que luego pasó a ser "ni ni" y cosas parecidas por la ausencia de un marco en el que desarrollarse.

Al PSOE podría pasarle lo mismo y en su búsqueda de una imagen, de una persona concreta, dejar a un lado lo que se supone debería ser la esencia de este proceso abordado: la recuperación de las esencias, del ideario, de la personalidad que le hizo convertirse en el pasado en un referente de la izquierda española.

Cuando el mes próximo los casi 200.000 militantes del PSOE (casi da vergüenza dar esta cifra) decidan en las urnas quién será el sustituto de Rubalcaba en la Secretaría General podría darse el caso de que, tras conocerse el resultado, el elegido se transmute en aquella imagen final de Robert Redford en la película "El candidato" en la que mirando a la cámara decía con mirada inexpresiva: "¿Y ahora qué?"

miércoles, 25 de junio de 2014

De crisis larvada a guerra abierta

De crisis larvada a guerra abierta. Así ha sido el rápido proceso afrontado en los últimos días en el seno de la organización gijonesa de Izquierda Unida. Los iniciales escarceos entre dos miembros de la dirección local dieron paso a un cruce de acusaciones que, desde ayer, se ha intensificado destacando las hostilidades en niveles próximos a la ruptura.

A priori, casi nadie se explica cómo es posible que una fuerza política en claro ascenso en el favor del electorado pueda llegar a tales conflictos precisamente en estos momentos. Incluso algunos de sus protagonistas resaltan este aspecto, aunque no sean capaces de explicarlo a las claras.

Como ocurre casi siempre en estos casos, se apela a una lucha interna por el poder.  Y esto no debería escandalizar a nadie pues sólo el poder permite a quienes tienen la opción de ejercerlo sacar adelante sus proyectos para el partido y para la socidad. Hasta aquí la teoría. Cosa bien distinta suele ser la realidad. La distribución de personas específicas en cargos orgánicos, el reparto de puestos en las listas electorales, tienen más de interés personal o de grupo que general.

En IU de Gijón, como en la organización asturiana de la coalición, el problema viene relativamente adormecido desde el último congreso regional, un cónclave en el que surgieron las puñaladas traperas, las traiciones de última hora, los quiebros interesados, que dejaron numerosas heridas que nunca acabaron de cicatrizar.

En el ámbito local, concretamente, la forzada retirada de Jesús Montes Estrada y la aparición del emergente Jorge Espina repitió el conflicto que, muy esquemáticamente, reproducía el choque de dos conceptos diferentes de partido, la tradicional lucha entre el 'aparato' de siempre y los 'renovadores'. El crecimiento de la figura de quien fue hasta hace unas horas portavoz de la coalición en el Consistorio gijonés se vio equilibrado con la llegada a la coordinación general de Marcos Muñiz, quien muy pronto se perfiló como contrapeso del renovado grupo municipal.

Este equilibrio es el que se ha roto en las últimas horas con los sucesivos aldabonazos de Espina, quien ha querido poner sobre el tapete la necesidad de practicar desde ya esos mismos cambios a la hora de los inminentes procesos internos y electorales. De nada han valido las llamadas desde las direcciones local y territorial al diálogo y a un aplazamiento de las hostilidades. Ahora la organización local de IU ha entrado en una espiral de enfrentamientos de incierto final.

A todo este proceso no es ajena la aparición en el panorama político español de Podemos. Y no es que el 'no partido' de Pablo Iglesias haya superado numéricamente en Asturias a Izquierda Unida, que también. Es que la plataforma 'anti casta' se ha apropiado de principios y prácticas que se suponían básicos en la coalición, aunque buena parte de sus dirigentes se hubieran olvidado de ellos.

Podemos, más allá de su recorrido futuro, ha puesto a la coalición de la izquierda ante un espejo que le devuelve una imagen bastante distorsionada de su perfil oficial. Al partido de Cayo Lara le está ocurriendo algo similar a lo que le sucede al PSOE con su ideario republicano y su presente monárquico. En ambas situaciones los dirigentes respectivos marchan ahora con el pie cambiado.

Y un aviso para los navegantes en lo que a IU se refiere. Si nadie le pone remedio a sus incomprensibles crisis, no me extrañaría que en unos meses veamos que la coalición de la izquierda se convierta en fértil cantera experimentada del futuro partido de los descontentos.


martes, 24 de junio de 2014

Rematar la faena

Nadie podía imaginar que, cuando Mariano Rajoy decidió recurrir a Mercedes Fernández para tratar de frenar el desmoronamiento del Partido Popular en Asturias derivado del portazo de Francisco Álvarez-Cascos y su decisión de formar Foro Asturias Ciudadanos, sería precisamente ella la encargada de hacer la 'limpieza' que exigía el ex secretario general en una organización anquilosada derivada de años acomodaticios.

Cascos era, allá por 2010, el candidato seguro para sacar al Partido Popular del inmovilismo de años de oposición 'pactada'. Y así lo creían los propios protagonistas de la misma. Claro que una cosa es lo que el 'aparato' regional de entonces pensaba y otra bien distinta el planteamiento del veterano político asturiano. Los primeros buscaban el éxito electoral, que se les había negado desde la sorpresiva victoria de Sergio Marqués, para conservar su estatus de años, y el segundo, por contra, hacer un "barrido de toda la casa a fondo" que implicaba, además de plenos poderes, la eliminación de ese mismo 'aparato'. Todos recordamos como acabó la pugna. Los 'conservadores' del Principado cambiaron en horas su criterio y quien antes era el "salvador" se convirtió en un demonio que exigía sus cabezas y, por lo tanto, representaba un cáncer para la organización partidista. Cascos edificó su propio partido en apenas cuatro meses y ganó los comicios autonómicos de 2011 situando a su hasta entonces fuerza política en las cifras más bajas de aceptación electoral de su historia.

El líder naciona del PPl y su equipo echaron mano entonces de 'Cherines' en un intento desesperado de taponer la sangría y recuperar en la medida de lo posible su condición de segunda fuerza política asturiana. Primero, para encabezar la lista para unas legislativas que se presentaban más que halagüeñas con el viento a favor de la debacle socialista. Casi en paralelo, la gijonesa se hizo cargo del bastón de mando del partido en una 'terapia' de grupo abordada en el seno de la Junta Directiva regional y ratificada después en un congreso. La llamada anticipada a las urnas originada por la imposibilidad de gobernar del equipo de Foro hizo que también fuera ella la señalada para hacer frente a su antiguo mentor y otrora idolatrado líder.

Ha pasado mucha agua por debajo de los puentes desde entonces, pero el imparable ascenso de Mercedes Fernández ha tenido su contraprestación en la obligada necesidad de dejar algunos cadáveres en el camino. Primero, Ovidio Sánchez, el anterior presidente, absolutamente amortizado y molesto para los responsables de Génova. Con él desaparecieron también buena parte del 'núcleo duro' aspirante a la 'sucesión'. Más tarde, fue el todopoderoso Gabino de Lorenzo quien dejó la alcaldía de Oviedopasando a un generoso retiro en la Delegación del Gobierno.

De aquel 'stablishment' se puede decir que sólo quedaba en pie ese curioso e incombustible personaje que es Fernando Goñi, al que 'Cherines' mantuvo en la secretaría general, si bien todo el mundo dio por hecho que tal medida tuvo su origen única y exclusivamente a sus excelentes relaciones personales y familiares.

Ahora también a él le ha llegado la hora y, aunque enmascarada bajo la excusa de atender a las obligaciones orgánicas, la 'lideresa' asturiana ha completado sus objetivos de quitarse prácticamente de enmedio a toda la 'casta' de años anteriores.

Mercedes Fernández ha completado así una faena que Cascos planteó para su ansiado desembarco de hace algo más de tres años. Lo que a él se le negó ha sido el objetivo planeado y llevado adelante por su más fiel discípula. Eso sí, con unas formas mucho más refinadas que las que acostumbra a utilizar el ex vicepresidente del Gobierno. Un aterrizaje suave contra el de emergencia ideado por su antiguo mentor.

lunes, 23 de junio de 2014

Tiempos muertos

Me he referido días atrás al inexplicable embrollo que preside la actualidad de las fuerzas políticas gijonesas y, muy específicamente, de dos de ellos, el Partido Popular e Izquierda Unida.

Ya sea la obligada distribución de las informaciones diarias en tal o cual espacio, ya la habilidad del responsable de esa tarea, el caso es que han confluido en la página cuarta de la edición en papel de hoy de 'La Nueva españa' las declaraciones de la presidenta regional de los conservadores y del secretario de Organización y portavoz municipal de la coalición a propósito de los conflictos que protagonizan en estos momentos sus respectivas organizaciones.

Y lo que me ha llamado de forma significativa la atención de ambas informaciones es la coincidencia que se aprecia en los dos dirigentes, que buscan palabras similares para ganar el tiempo que les permita mantener sus respectivos controles sobre situaciones que hace tiempo que se les han descontrolado.

Podría decirse que tanto Mercedes Fernández como Francisco Santianes han utilizado el mismo argumentario, ese que popularmente se ha generalizado ya con el "ahora no toca". No toca ni el congreso local de los populares ni la celebración de primarias de la coalición de la izquierda. Tanto uno como otro aprecian la necesidad de dar tiempo a las respectivas militancia para abordar esos proyectos con "garantías". Los dos mencionan el diálogo como elemento para superar estos momentos difíciles para las organizaciones locales de las dos fuerzas políticas y otras frases por el estilo.

Hasta aquí las palabras. Aunque, en realidad, los dos parecen más bien traslucir la voluntad de dilatar en la medida de lo posible unos procesos que los respectivos 'aparatos' se manifiestan incapaces de controlar, al menos en lo que a sus intereses particulares se refiere.

Y, mientras tanto, crecen las voces internas en ambas formaciones pidiendo celeridad y transparencia en la resolución de sendas situaciones difíciles de sostener por mucho tiempo (la de los conservadores se prolonga ya durante dieciséis meses).

El mensaje de las declaraciones de 'Cherines' y Santianes me recuerda mucho al de los entrenadores de baloncesto cuando piden "tiempo muerto". Y todos sabemos que se recurre a esta regla solamente cuando el adversario está agobiando a tu equipo y el resultado peligra seriamente.

sábado, 21 de junio de 2014

Mentirosos, mentirosos

No hace muchas fechas, en una clase de inglés, el profesor nos solicitó la cita de cinco adjetivos con los que los alumnos presentes pensábamos que se definía mejor a quienes ejercen determinadas profesiones. Alguién me dirá que se trata de un tópico, de un lugar común, de una muletilla, pero el caso es que hubo una absoluta coincidencia en el recurso al término "mentiroso" cuando la actividad elegida era la del político.

Lo cierto es que la ciudadanía parece convenir en que la mentira es consustancial al discurso y la práctica de quienes desarrollan la gestión de la "res pública". Casi aceptamos que el afirmar lo contrario de lo que se quiere decir es inherente al ejercicio de la política.

Sin embargo, aunque aceptáramos que todos los dirigentes de las organizaciones políticas o sindicales son unos mentirosos, habría que puntualizar que unos lo son más que otros. Y en esa frenética carrera por el entorchado del engaño y la falsedad hay evidencias de que el actual Gobierno de la nación se lleva la palma.

Lo viene haciendo desde el mismo momento en que tomó posesión tras su aplastante victoria en noviembre de 2011. Muy pronto los grandes compromisos recogidos en su programa electoral se mostraron como lo que eran: el señuelo con el que captar los millones de descontentos con el desorientado Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. La realidad fue otra bien distinta y ni se rebajaron los impuestos, ni se transformó la Administración, ni se vio efecto alguno de las políticas orientadas a poner freno al desangramiento económico y social de una crisis galopante que sus predecesores fueron incapaces de abordar con sentido de Estado.

Ahora, a pesar de que queda algo más de un año para la cita con las urnas, el Ejecutivo de Mariano Rajoy ha ordenado sonar las trompetas de una presunta recuperación vendida en forma de grandes cifras, de esa macroeconomía que a la mayor parte de los ciudadanos les suena a chino, pero que transmiten un mensaje optimista que cala en amplias capas sociales a pesar de que la realidad del día a día indique para sus integrantes lo contrario.

La traca final ha llegado este viernes en forma de una "nueva" política fiscal que el ministro de Hacienda presentó ayer en el Congreso de los Diputados. Todo lo que cambia puede denominarse "nuevo", pero en modo alguno es lícito plantear que las grandes líneas anunciadas responden a un verdadero programa pensado para descargar a los españoles del "esfuerzo" y "sacrificio" al que han sido sometidos en los últimos años.

Tras una primera ilusión, marcada por el anuncio de una rebaja "media" de algo más del 12%, ha quedado patente la primera de las "nuevas" mentiras: "Ha llegado el momento de bajar los impuestos para todos". La realidad es que bajarán algo para las rentas más desfavorecidas (ya no queda mucha teta que exprimir) y mucho para las grandes rentas (las grandes beneficiadas siempre), mientras que para las clases medias todo queda como estaba. Es la eterna historia. Frente a las consignas sindicales de tiempos pretéritos (la crisis social que la pague el capital) la de nuestra clase política -la actual y la que nos ha gobernado unos años antes- responde a un claro "la crisis económica que la paguen las clases medias".

Hay trampa en las medidas del Ejecutivo del PP. Siempre la hay. Y usted y yo lo sabemos. Aunque en algunos momentos parezca que lo olvidamos.

Lo que ya no es de recibo es que, además de cornudos, seamos apaleados. Sólo así se puede entender el mensaje del presidente del Gobierno cuando nos dice que "bajar impuestos es lo que siempre hemos querido hacer", aunque la tendencia haya sido a la inversa hasta ahora. Unas palabras que, para que la flagelación sea mayor, se complementan con las de la secretaria general del Partido Popular, María Dolores de Cospedal, quien, rizando el rizo, se ha atrevido a afirmar que con esta reforma fiscal el Ejecutivo del PP cumple su promesa electoral de bajar los impuestos. Hay que tener mucho rostro para atreverse a hablar así las mismas personas que entraron en La Moncloa elevando precisamente las cargas que se habían comprometido a rebajar. ¿Se puede hablar de cumplir una promesa cuando alguien devuelve algo que previamente te han quitado?

Ay, mentirosos, mentirosos.

viernes, 20 de junio de 2014

El gallinero gijonés

No hace tantas horas que comentaba el aldabonazo que ha significado en el devenir del Partido Popular gijonés la exigencia planteada por sus cinco representantes en la Corporación local: la convocatoria inmediata de un congreso que ponga fin a la interinidad de una comisión gestora que ha superado con creces el año de mandato.

No hace nada de ello y ya nos ha estallado otro petardo retardado en la 'cafetería' de enfrente, en la de Izquierda Unida. Parecía que el encontronazo protagonizado la pasada semana entre el portavoz municipal de la coalición, Jorge Espina, y el también edil y secretario de Organización, Francisco Santianes, se había saldado con la renuncia del primero a dicho cargo y un cierto temple de gaitas entonado desde la cúpula de la organización en la villa. Ni por asomo un verdadero cierre de filas, pero sí daba la impresión de que podíamos estar ante un armisticio temporal destinado a no agravar la imagen de crisis apuntada hace unos días.

Nada más lejos de la realidad. El relevo de Espina en la portavocía municipal de IU solamente fue un tránsito hacia el estallido de una contienda abierta que amenaza con llevarse por delante toda la cosecha recogida en los últimos meses merced, sobre todo, a la imparable caída en los apoyos del hasta ahora principal partido de la izquierda, el PSOE.

Lo que fue un cruce de acusaciones, casi de insultos, entre dos destacados militantes se ha convertido en toda una batalla entre el 'aparato' y -al menos eso parece- quienes pretenden aprovechar que el viento sopla a favor para cambiar viejos usos del más rancio estilo 'comunista'.

En el fondo, la realidad es que, como ocurrió en el ámbito regional -o en paralelo con el mismo-, los últimos cónclaves de la coalición de izquierda se saldaron con muchas heridas sin cerrar, con abiertos enfrentamientos que dan razón a la trabajada fama "cainista" de las fuerzas políticas de la izquierda.

Ahora, IU se enfrenta en Gijón a una importante reunión de su Consejo Político que se antoja un verdadero campo de batalla en el que se ha de dirimir cuál de los dos sectores enfrentados va a conducir a la organización a las importantes convocatorias electorales del próximo año.

Revuelto y con negros nubarrones anda el PP, cuya 'lideresa' sigue prefiriendo mirar para otro lado e ignorar las peticiones de su militancia: "Cinco concejales no son el partido", ha dicho. Pues bien podría haberlo tenido en consideración cuando 'remodeló' el mismo grupo municipal tras echar a patadas a Pilar Fernández Pardo.

También agitado en grado máximo y con riesgo de grave crisis interna se nos muestra Izquierda Unida. La presencia sobre el escenario electoral de la emergente Podemos no contribuye a disipar las dudas sobre un futuro incierto.

Y, mientras tanto, ¿qué pasa con el PSOE? Pues que, por mucho que se trate de enmascarar, también tiene una notable marejada de fondo, parcialmente oculta por una superficie presidida por ese curioso proceso de primarias nacionales que acapara la actualidad de todos sus movimientos. Este trámite pasará y tocará mirar de nuevo de frente a los conflictos domésticos. El actual secretario general no tiene muy buenos quereres, nada más que en su entorno más próximo. La gestión opositora de estos años de mandato no rinde intereses manifiestos y son varios, ni uno ni dos, los sectores o grupos dispuestos a hacer la cama a Santiago Mertínez Argüelles, a la hora de configurar la próxima lista municipal. Unos, van de cara, como el utópico Santiago Garmón, pero hay adversarios mucho más peligrosos que laboran en la sombra y que sólo asomarán las orjas cuando la pieza esté en el punto de mira idóneo. "Guardate de los idus de marzo Santi",ya le han susurrado al oido algunos colaboradores.

Los que contemplan este panorama en gozoso silencio y frotándose las manos son los de Foro Asturias. Tras conseguir mantenerse al frente de la Corporación muncipal más de tres años -nadie hubiera dado un duro por ellos ese tiempo atrás- ahora abordan el final del mandato con un capital acumulado que, si para algunos es insuficiente, para otros es espectacular, sobre todo si se tiene en cuenta que empezaron de cero. El partido de Álvarez-Cascos no tiene dudas sobre su línea en las etapas más próximas y tiene a una candidata incuestionable en la persona de Carmen Moriyón.
Mientras el gallinero sigue revuelto en todo su entorno, sus responsables contemplan desde la distancia un panorama esperanzador para sus intereses. Y eso sin mover un dedo.

miércoles, 18 de junio de 2014

A Cherines se le acaba el tiempo

Hay momentos en los que el adversario ya no sirve de excusa para justificar situaciones insostenibles. Se producen habitualmente cuando el responsable de alguna organización se empecina en buscar argumentos para mantener un estatus que la realidad de cada día muestra improrrogable.

Y esto es ni más ni menos lo que se ha planteado en el seno de la organización gijonesa del Partido Popular. No han sido los enemigos socialistas. Ni los rivales de Foro. No. El conflicto lo han puesto sobre el tapete los cinco concejales conservadores en el Consistorio de la Villa de Jovellanos, los mismos que configuraron el remodelado grupo municipal tras la decisión de la presidenta regional, Mercedes Fernández, de expulsar del Ayuntamiento y de la dirección local del partido a Pilar Fernández Pardo. Un grupo, a priori, hecho a la medida de los intereses de la dirección.

De eso hace ya dieciseis meses, y lo que parecía que iba a ser una operación programada para eliminar a los compañeros "disidentes", sustituyéndolos por otros más afines al 'aparato' asturiano, con el fin de no perder el férreo control exigido por la 'lideresa' investida de plenos poderes desde Génova, ha derivado en un largo proceso de provisionalidad representado por esa gestora títere al frente de la cual Cherines colocó a su amiga Ángeles Fernández-Ahuja.

Se dieron todo tipo de argumentos para esquivar el preceptivo congreso extraordinario orientado a recomponer la estructura directiva e institucional del partido en el ámbito gijonés, aunque en realidad los responsables siempre transmitieron la impresión de que solamente se produciría la convocatoria en el caso de que los números cuadrasen y pudiera imponerse en el cónclave un equipo de incondicionales de la dirección regional.

Tal parece que esos números no convencieran a Mercedes Fernández, lo que la ha llevado a posponer sine die el mencionado congreso local. Pero hasta en el más conservador de los partidos políticos los tiempos tienen sus plazos y una comisión gestora supone una fórmula para una transición más o menos rápida. En ningún caso 'ad eternum'.

Ahora han sido sus propios compañeros del grupo municipal los que se han dirigido a Cherines y a su 'marioneta' local para exigir la convocatoria de un congreso que devuelva al partido una imagen de alternativa capaz de presentarse a la convocatoria electoral del próximo año con opciones de remontar el 'trastazo' que supuso la incorporación de Foro al panorama político asturiano.

Manuel Pecharromán y sus cuatro compañeros de bancada no se han mostrado nada complacientes con su 'jefa de filas' expresándose en términos contundentes y de exigencia. Como otros muchos militantes, consideran que ha llegado el momento de poner punto y final a la interminable 'transición' hacia no se sabe muy bien qué objetivo.

El equipo que preside Mercedes Fernández ha preferido dejar correr el tiempo y mirar para otro lado cada vez que el asunto del congreso local salía a colación. El posible retorno de Fernández Pardo, militante con todos los derechos para ser de nuevo candidata, y el convencimiento de que el año largo de provisionalidad no ha servido para garantizarse el control, han sido motivos suficientes para dejar que el conflicto se enquistase.

No parece que Cherines y los suyos dispongan ya de excusas para seguir prolongando una situación insoportable. El partido en Gijón -no sólo sus concejales- le ha exigido que ejerza la autoridad que su cargo le otorga para proceder a la normalización de la organización política en el ámbito gijonés. Ahora la pelota está en su tejado y resulta difícil de imaginar otra callada por respuesta.