Nadie podía imaginar que, cuando Mariano Rajoy decidió recurrir a Mercedes Fernández para tratar de frenar el desmoronamiento del Partido Popular en Asturias derivado del portazo de Francisco Álvarez-Cascos y su decisión de formar Foro Asturias Ciudadanos, sería precisamente ella la encargada de hacer la 'limpieza' que exigía el ex secretario general en una organización anquilosada derivada de años acomodaticios.
Cascos era, allá por 2010, el candidato seguro para sacar al Partido Popular del inmovilismo de años de oposición 'pactada'. Y así lo creían los propios protagonistas de la misma. Claro que una cosa es lo que el 'aparato' regional de entonces pensaba y otra bien distinta el planteamiento del veterano político asturiano. Los primeros buscaban el éxito electoral, que se les había negado desde la sorpresiva victoria de Sergio Marqués, para conservar su estatus de años, y el segundo, por contra, hacer un "barrido de toda la casa a fondo" que implicaba, además de plenos poderes, la eliminación de ese mismo 'aparato'. Todos recordamos como acabó la pugna. Los 'conservadores' del Principado cambiaron en horas su criterio y quien antes era el "salvador" se convirtió en un demonio que exigía sus cabezas y, por lo tanto, representaba un cáncer para la organización partidista. Cascos edificó su propio partido en apenas cuatro meses y ganó los comicios autonómicos de 2011 situando a su hasta entonces fuerza política en las cifras más bajas de aceptación electoral de su historia.
El líder naciona del PPl y su equipo echaron mano entonces de 'Cherines' en un intento desesperado de taponer la sangría y recuperar en la medida de lo posible su condición de segunda fuerza política asturiana. Primero, para encabezar la lista para unas legislativas que se presentaban más que halagüeñas con el viento a favor de la debacle socialista. Casi en paralelo, la gijonesa se hizo cargo del bastón de mando del partido en una 'terapia' de grupo abordada en el seno de la Junta Directiva regional y ratificada después en un congreso. La llamada anticipada a las urnas originada por la imposibilidad de gobernar del equipo de Foro hizo que también fuera ella la señalada para hacer frente a su antiguo mentor y otrora idolatrado líder.
Ha pasado mucha agua por debajo de los puentes desde entonces, pero el imparable ascenso de Mercedes Fernández ha tenido su contraprestación en la obligada necesidad de dejar algunos cadáveres en el camino. Primero, Ovidio Sánchez, el anterior presidente, absolutamente amortizado y molesto para los responsables de Génova. Con él desaparecieron también buena parte del 'núcleo duro' aspirante a la 'sucesión'. Más tarde, fue el todopoderoso Gabino de Lorenzo quien dejó la alcaldía de Oviedopasando a un generoso retiro en la Delegación del Gobierno.
De aquel 'stablishment' se puede decir que sólo quedaba en pie ese curioso e incombustible personaje que es Fernando Goñi, al que 'Cherines' mantuvo en la secretaría general, si bien todo el mundo dio por hecho que tal medida tuvo su origen única y exclusivamente a sus excelentes relaciones personales y familiares.
Ahora también a él le ha llegado la hora y, aunque enmascarada bajo la excusa de atender a las obligaciones orgánicas, la 'lideresa' asturiana ha completado sus objetivos de quitarse prácticamente de enmedio a toda la 'casta' de años anteriores.
Mercedes Fernández ha completado así una faena que Cascos planteó para su ansiado desembarco de hace algo más de tres años. Lo que a él se le negó ha sido el objetivo planeado y llevado adelante por su más fiel discípula. Eso sí, con unas formas mucho más refinadas que las que acostumbra a utilizar el ex vicepresidente del Gobierno. Un aterrizaje suave contra el de emergencia ideado por su antiguo mentor.
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