Hay momentos en los que el adversario ya no sirve de excusa para justificar situaciones insostenibles. Se producen habitualmente cuando el responsable de alguna organización se empecina en buscar argumentos para mantener un estatus que la realidad de cada día muestra improrrogable.
Y esto es ni más ni menos lo que se ha planteado en el seno de la organización gijonesa del Partido Popular. No han sido los enemigos socialistas. Ni los rivales de Foro. No. El conflicto lo han puesto sobre el tapete los cinco concejales conservadores en el Consistorio de la Villa de Jovellanos, los mismos que configuraron el remodelado grupo municipal tras la decisión de la presidenta regional, Mercedes Fernández, de expulsar del Ayuntamiento y de la dirección local del partido a Pilar Fernández Pardo. Un grupo, a priori, hecho a la medida de los intereses de la dirección.
De eso hace ya dieciseis meses, y lo que parecía que iba a ser una operación programada para eliminar a los compañeros "disidentes", sustituyéndolos por otros más afines al 'aparato' asturiano, con el fin de no perder el férreo control exigido por la 'lideresa' investida de plenos poderes desde Génova, ha derivado en un largo proceso de provisionalidad representado por esa gestora títere al frente de la cual Cherines colocó a su amiga Ángeles Fernández-Ahuja.
Se dieron todo tipo de argumentos para esquivar el preceptivo congreso extraordinario orientado a recomponer la estructura directiva e institucional del partido en el ámbito gijonés, aunque en realidad los responsables siempre transmitieron la impresión de que solamente se produciría la convocatoria en el caso de que los números cuadrasen y pudiera imponerse en el cónclave un equipo de incondicionales de la dirección regional.
Tal parece que esos números no convencieran a Mercedes Fernández, lo que la ha llevado a posponer sine die el mencionado congreso local. Pero hasta en el más conservador de los partidos políticos los tiempos tienen sus plazos y una comisión gestora supone una fórmula para una transición más o menos rápida. En ningún caso 'ad eternum'.
Ahora han sido sus propios compañeros del grupo municipal los que se han dirigido a Cherines y a su 'marioneta' local para exigir la convocatoria de un congreso que devuelva al partido una imagen de alternativa capaz de presentarse a la convocatoria electoral del próximo año con opciones de remontar el 'trastazo' que supuso la incorporación de Foro al panorama político asturiano.
Manuel Pecharromán y sus cuatro compañeros de bancada no se han mostrado nada complacientes con su 'jefa de filas' expresándose en términos contundentes y de exigencia. Como otros muchos militantes, consideran que ha llegado el momento de poner punto y final a la interminable 'transición' hacia no se sabe muy bien qué objetivo.
El equipo que preside Mercedes Fernández ha preferido dejar correr el tiempo y mirar para otro lado cada vez que el asunto del congreso local salía a colación. El posible retorno de Fernández Pardo, militante con todos los derechos para ser de nuevo candidata, y el convencimiento de que el año largo de provisionalidad no ha servido para garantizarse el control, han sido motivos suficientes para dejar que el conflicto se enquistase.
No parece que Cherines y los suyos dispongan ya de excusas para seguir prolongando una situación insoportable. El partido en Gijón -no sólo sus concejales- le ha exigido que ejerza la autoridad que su cargo le otorga para proceder a la normalización de la organización política en el ámbito gijonés. Ahora la pelota está en su tejado y resulta difícil de imaginar otra callada por respuesta.
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