martes, 31 de enero de 2012

Asturias le importa un bledo a Génova

De que la rotura de hostilidades entre la cúpula nacional del Partido Popular y Francisco Álvarez-Cascos era una evidencia palmaria han dado fe en estos últimos meses las declaraciones progresivamente intemperantes de los dirigentes nacionales del primero. El desafío del actual presidente asturiano en funciones al presentar candidatura propia en Madrid en las últimas legislativas de finales del pasado año fueron el elemento definitivo para acelerar esa respuesta.

Se preguntaba hoy Cascos si la dirección nacional de su ex partido sabe lo que sus representantes en este territorio están haciendo. Como podemos creer cualquier cosa de él menos que es tonto, prefiero pensar que la expresión se trata de un convencionalismo obligado. No podemos imaginar que la oposición feroz que los populares vienen ejerciendo en la Junta General del Principado desde que Foro formara Gobierno en el Principado sea de origen 'abertzale' y ajeno a los designios de la quinta planta de la sede nacional de los conservadores. Queda pues claro que el apoyo a la 'camarilla' que maneja desde hace años el partido, con el actual delegado del Gobierno (sí, del Gobierno de Rajoy) al frente, ha sido y es pleno, bendiciendo el acoso y derribo a quien han situado como incuestionable enemigo número uno, aunque hace algo más de un año pudiera resultar inimaginable.

Las primeras declaraciones de dirigentes nacionales del PP sobre la decisión de Cascos de adelantar las elecciones autonómicas a marzo no hacen sino ratificar esa deriva exponencial.

Sin embargo, con vistas a los comicios de marzo, todos los contendientes deberán empezar a hilar muy fino si no quieren que se les escapen unos millares de votos y, en consecuencia, medir cada palabra o declaración que emiten en estos momentos.

Quizá obligados por las prisas y la sorpresa, el caso es que un dirigente no identificado, pero que dijo hablar en nombre de la ejecutiva nacional de los populares, se expresó ayer más con tono de fastidio que de desacuerdo político al afirmar que el mayor inconveniente para Rajoy y su equipo de la medida adoptada por su ex compañero de filas era que los comicios asturianos podrían desviar de alguna manera el 25 de marzo el foco de la cita con las urnas en Andalucía (el mismo día que en el Principado). Con ello no hace falta ir a estudiar a Salamanca para interpretar que los conservadores tienen todo su empeño puesto en los comicios autonómicos de aquella comunidad sureña (cosa muy legítima por lo que se juegan) y, por ende, que los asturianos les importan más bien poco, aunque no renuncien a sacar un buen resultado. Algo, por otra parte, que no debería asombrar a nadie ya que, tras ampulosas palabras desmentidas por los hechos, al actual líder nacional del PP y a su equipo les importa Asturias un bledo. Y si no esperen un poco y lo verán.

lunes, 30 de enero de 2012

A las urnas por pelotas

Si algo es incuestionable en el discurso a través del cual el presidente del Principado ha anunciado elecciones autonómicas anticipadas para el 25 de marzo es que esta comunidad había llegado a un punto de no retorno en lo que se refiere a gobernabilidad. Dicho más claramente, que aquí no podía gobernar su propio Ejecutivo ni el conglomerado antinatural en el que en estos últimos meses se ha convertido la oposición.

Parece obvio asegurar que unas elecciones anticipadas no pueden ser nunca deseables, pero también es evidente que una situación de ingobernabilidad como la que estábamos sufriendo los asturianos no es asumible a medio o largo plazo.

Se puede decir que una región puede ser gobernada con un presupuesto prorrogado. Y es cierto, como lo demuestran ejemplos anteriores. Pero también resulta irrefutable que gestionar una situación tan delicada como la actual, con unas cuentas elaboradas y aprobadas -como resaltó varias veces Cascos- por dos partidos de la izquierda, no dan mucha opción a la operatividad, sin contar la merma real de los recursos si nos atenemos el crecimiento de los costes de los servicios más elementales.

Así las cosas, con un Gobierno que se quedaba maniatado cada vez que trataba de llevar al Parlamento una iniciativa, con una oposición unida en el acoso y derribo al enemigo mortal cada día más dispuesta a decir "no" antes de escuchar cualquier propuesta, la realidad solamente apuntaba a un único camino, que es éste de las elecciones anticipadas.

El recurso a la cuestión de confianza, contemplado en la ley como una opción institucional más, no debe llamarnos a engaño; solamente conllevaría un retraso en la medida adoptada ayer. Pensar que Cascos pudiera ganarla es absurdo, visto el elenco de protagonistas de esta historia, y una vez perdida la única solución, entonces sí, sería la la cita con las urnas, mientras que en el camino se habría perdido un tiempo que a estas alturas se antoja de oro, aunque sea de unas semanas o un mes.

Situados ya en el nuevo escenario, la apuesta de Cascos no por prácticamente obligada deja de ser muy arriesgada para su partido y lo que representa. A priori, la opción más probable es que los resultados del 25 de marzo próximo no difieran básicamente de los registrados en mayo del pasado año, lo que situaría a Asturias en un nuevo marco de incertidumbre. Desde luego, al margen de algunos comentarios apresurados, no creo que nadie pueda pensar a estas alturas que el PP asturiano tenga opciones de ganar los comicios, ni siquiera con la mayoría minoritaria que obtuvo entonces FAC. Es posible que a los dirigentes populares se les pasara por la cabeza que Cascos no tenía pelotas para convocar elecciones. Mal asunto si conocen tan mal a su ex compañero. Desde luego, machadas al margen, no es ninguna locura asegurar que es el PP el que más tiene que perder en este envite. Algunas encuestas apresuradas -aunque sólo sean eso, encuestas- aventuran una ajustada mayoría absoluta de Foro. Desde luego, yo no me considero tan osado como para sumarme a tal resultado.

Los que sí es posible que se estén frotando las manos son los socialistas. De la imagen de desunión de los dos partidos de la derecha son los que mejores réditos pueden lograr. Sin embargo, su estrecha alianza con el PP para derribar a Cascos y los suyos, si los rivales la aprovechan bien en la campaña, serán un peso difícil de solventar. No hay que olvidar que el peso decisivo de tal contubernio en la situación actual va a ser la 'hoja de ruta' de Foro en la inmediata campaña.

Y no me gustaría dejar de lado, aunque pueda parecer precipitado, un aspecto relevante de la cita con las urnas de marzo próximo, quiénes van a ser los cabezas de cartel. Nadie duda de que Foro ira a por todas con su único e incuestionable líder, Francisco Álvarez-Cascos. No está tan claro lo de los dos partidos de la opocición con mayor número de diputados. En principio, lo lógico es que algo menos de un año después fueran las mismas caras de 2011, pero un abúlico Javier Fernández siempre a punto de bajarse del tren y una permanentemente destemplada Isabel Pérez Espinosa, que no ha logrado en este tiempo su graduación parlamentaria, podrían dar paso a un relevo con algo más de gancho. Fernando Lastra o Hugo Alfonso Morán parecen los recambios más probables en los primeros, mientras que entre los populares la nómina con crédito es cada vez más reducida y podrían seguir tirando de Mercedes Fernández. Por el lado de Izquierda Unida, Jesús Iglesias había anunciado su retirada, aunque fuera de las labores de dirección de la coalición y podría hacerla extensiva a esta otra responsabilidad.

Decía antes que lo más lógico sería que el día 25 de marzo confirmase la actual correlación de fuerzas. Sin embargo, el órdago de Cascos, números aparte, tendría su premio si su partido es capaz de superar los 16 diputados, aunque sea con uno o dos más, y que sus dos principales rivales se quedasen como están o perdieran algún escaño. Si Foro araña presencia en la Junta General al PP e IU se aprovecha de un PSOE dividido en su búsqueda de un nuevo salvador en el ámbito nacional para mejorar aunque sea ligeramente su resultado, Foro habrá ganado las elecciones. Porque después les va a ser muy difícil a sus adversarios volver a montar la misma pinza que ha llevado al Principado a unas elecciones anticipadas.

jueves, 26 de enero de 2012

Casquismo y casquería

Me lamentaba ayer de la situación a la que nos ha llevado en los últimos meses el conflicto entre los dos partidos políticos de la derecha asturiana, y lo hacía desde una posición equidistante, sin entrar a valorar cuál de ellos era más responsable o menos.

Hoy voy a dar un paso más y situarme algo más a ras de suelo para analizar lo que ha sido en este tiempo el enfrentamiento cuyo último capítulo hasta la fecha ha llevado a esta comunidad a entrar en una prórroga presupuestaria, con todos los inconvenientes que ella conlleva.

A estas alturas ya nadie puede llamarse a engaño sobre las verdaderas intenciones que esconden los protagonistas principales de esta tragedia asturiana. Desde el lado del Gobierno, y para quienes conocemos bastante bien a Francisco Álvarez-Cascos, no puede sorprendernos que, tras los resultados de mayo del pasado año, el presidente del Principado no está dispuesto a vender su alma a sus enemigos irreconciliables; al contrario, y a pesar de su precaria mayoría minoritaria en el Parlamento, se vio desde el principio que su intención no era otra que seguir su 'hoja de ruta', aquella que se resumía, cuando todavía era militante del Partido Popular y su nombre era valor seguro para ser el cartel electoral en las autonómicas del pasado año, en "darme la casa barrida y lista para amueblar tras arrumbar absolutamente todo el contenido anterior". Ya enfrente de sus antiguos compañeros, el objetivo seguía siendo el mismo.

Como veterano político experimentado sabía que el proyecto presupuestario para 2012 era un hito inevitable en el camino. La primera solución fue dar a entender que no habría tal proyecto, amparado como estaba en la ausencia de unas cifras estatales como consecuencia de la retirada anticipada de Zapatero y su Gobierno. La oposición, toda la oposición (o sea, las tres), puso el grito en el cielo argumentando que Cascos no elaboraba las cuentas del Principado para este año porque no sabía cómo hacerlo. Dicho y hecho, en un tiempo 'record' respondió con un proyecto probablemente presidido por la improvisación y las prisas, si tenemos en cuenta los anteriores argumentos del propio Ejecutivo. No cejó la oposición, pasando a renglón seguido a la empresa de echarlo abajo.

Sin embargo, allá en las postrimerías de 2011 algo pareció cambiar y las perspectivas de un acuerdo entre Foro y PP se ofreció como algo con posibilidades de hacerse real.

Y ahora hay que pasar del lado de los populares. Me consta que el grupo parlamentario del PP en la Junta General tenía planteado formalmente su apoyo a los presupuestos casquistas, a pesar de no compartir su elaboración ni sus cifras. La postura era clara: "No son nuestros presupuestos, no nos gustan, pero los vamos a apoyar por responsabilidad", para añadir en voz muy baja: "Es que si los rechazamos los asturianos nos comen". Estas comillas no son un rumor ni un invento del que escribe.

Pero de nuevo se produjo otro cuarto de vuelta. En esta ocasión el detonante fue el anuncio de que el entonces alcalde de Oviedo contaba con el beneplácito de Rajoy y su equipo para ser el nuevo delegado del Gobierno. Fue saltar la noticia y el irrefrenable Gabino de Lorenzo, reforzado en su orgullo y en su papel regional, dio a entender a través de su 'diario oficial' las maldades de las cuentas del Ejecutivo de Cascos y la voluntad de echarlos abajo.

Algunos diputados regionales del PP se echaban las manos a la cabeza preguntándose hasta dónde podía llegar su 'jefe espiritual', que les había tirado por tierra todo el trabajo de semanas analizando números y partidas, dando lugar, al menos, a un conocimiento preciso de los fallos y anomalías que, a su juicio, tenía el proyecto.

Pero como donde hay patrón no manda marinero, un crecido De Lorenzo impuso su criterio y los resultados a la vista están. El casquismo ha vuelto a encontrarse con la casquería, el estilo de un personalismo vengativo que, como el del propio presidente asturiano, no tiene fijados límites.
Mientras Cascos se recupera del golpe y mantiene su pulso, en el actual equipo dirigente del PP asturiano todos parecen festejar el castigo infligido al enemigo acérrimo, esperando verle tambalearse sonado.

En tanto esperamos a ver como reacciona el 'boxeador', nadie duda ya a estas alturas de que la única posibilidad de que esta región pueda tener un mínimo horizonte desde la correlación de fuerzas actual pasa por el congreso regional de los populares de la primavera próxima. Son muchos los que en ese partido aseguran que el cónclave tiene que ser el de la renovación "real", no la ficticia de hace cuatro años, y que la misma tiene que pasar por el ascenso anunciado de Mercedes Fernández, la única esperanza de que la derecha asturiana, sin amarse, pueda instaurar un poco de sensatez en el actual marco social y económico de la comunidad. En el otro ya sabemos quién es el único que tiene la faculta de hacerlo y cómo se las gasta. De lo contrario, es algo más que una posibilidad que la izquierda empiece a pensar en que le va a tocar de nuevo buscar a un presidente para el Principado.

miércoles, 25 de enero de 2012

El peor de los escenarios

La Junta General del Principado ha ratificado hoy lo que ya muchos nos esperábamos desde hace días, más allá de las declaraciones oficiales de unos y otros llamando a la sensatez, la entrada de Asturias en prórroga presupuestaria, un escenario no necesariamente excepcional, aunque sí indeseable, máxime cuando esta región se encuentra señalada por los peores números de la crisis generalizada del país.

Siguiendo el guión, ahora ha llegado el momento de arrojarse los trastos a la cabeza y acusar al contrario de irresponsabilidad, de justificar con argumentos más o menos peregrinos las respectivas posiciones, de enmascarar las responsabilidades propias para lanzarlas sobre el de enfrente. Y mientras en los próximos días vamos a asistir a esta ceremonia de la confusión, tanto de las ideas como de los números, un amplio sector de la sociedad asturiana se pregunta una vez más qué es lo que hemos hecho para merecernos la clase política que nos ha tocado sufrir.

No se trata de señalar ahora con el dedo en una u otra dirección, hacia éste o hacia aquél, sino de clamar amargamente por nuestra 'mala suerte'.

Es verdad que una prórroga presupuestaria no es el fin del mundo y cualquiera que tenga un poco de memoria recordará que el anterior Ejecutivo, con Areces al frente, pasó el mismo trago en su primer proyecto de la pasada legislatura, después de no haber alcanzado el partido que lo sustentaba, el PSOE, un acuerdo de gobierno con Izquierda Unida. Y, sin embargo, con todos los inconvenientes, aquí seguimos. Pero también es cierto que la comparativa del equilibrio (o desequilibrio, quizás) de fuerzas de entonces y de ahora difieren sustancialmente.

Con un presupuesto prorrogado se puede gobernar y, aunque con corsés obligados, sacar adelante la gestión de la 'cosa pública'. No es éste el mayor de los problemas. El más importante, el que realmente importa, es que la votación de hoy en el Parlamento autonómico no introduce ni una sola variante, ni un mísero punto y aparte, en la marcha de la vida política e institucional del Principado. Un trayecto en el que la actuación de una oposición "más amplia de lo normal" hace prácticamente imposible dar un solo paso al Gobierno, como la experiencia de este algo más de medio año nos ha demostrado. Y, también, que en todo este tiempo Cascos y su equipo, heridos en lo más profundo de su sensibilidad, se han encastillado en una posición rocosa y numantina, dispuestos a sacar adelante la condición de partido con más diputados (a pesar de ser insuficiente bagaje para casos como el que nos ocupa), aunque sea a costa de desangrase en cada lance de ese conflicto fratricida y de personalismos en el que se haya inmersa desde hace ya demasiado tiempo la derecha asturiana.

Esta continuidad en el trincherismo, sin atisbo de cambios esperables, es el verdadero riesgo de Asturias en este momento. Y aunque la convocatoria anticipada de elecciones no es una consecuencia directa y obligada del sombrío panorama, solamente la posibilidad real de que se pueda producir nos sitúa ya en el peor de los escenarios posibles.

lunes, 16 de enero de 2012

Americanadas

Anoche tuve la humorada de permanecer en vela hasta las cinco de la madrugada para seguir por televisión la denominada gala de entrega de los Globos de Oro, con los que la asociación de la prensa internacional de Los Ángeles premia a quienes se supone que son los mejores del cine y la televisión del último año. Acostumbrados a ese titulillo de "antesala de los Oscar", su parentesco con los galardones de Hollywood por antonomasia va más allá de las posibles coincidencias hasta haberse convertido en una réplica exacta en la que apenas el alcohol y el compadreo de compartir mesa y mantel establece diferencias entre ambas citas.

Después de varias noches en vela a lo largo de los últimos años la reflexión que me hacía esta mañana era si realmente vale la pena quitarle horas al sueño para ser espectador de esta 'americanada' que año tras año se repite sin un ápice de imaginación, con una estructura encorsetada desde la cacareada 'alfombra roja' hasta el 'descubrimiento' de los premios gordos de esta especie de lotería en que se han convertido los galardones. Tirarse una hora escuchando a supuestos informadores que, salvo que alguien nos desvele que en España no se les traduce correctamente, convierten en 'pulitzer' a los redactores de las revistas escolares ("estás estupenda", "llevas un vestido espectacular", "espero que te diviertas" y otras lindezas similares repetidas hasta la saciedad aunque el que esté delante vaya hecho una facha), aguantarles -digo- pone a prueba al más paciente.

Superado ese primer obstáculo, empieza la gala y la llegada de los premiados al escenario se convierte en una catarata de agradecimientos en los que el actor, el director o el productor no quieren olvidar ni al chico de los cafés en el set de rodaje (cualquiera que se quede hasta el final de la proyección de una película sabe que los populares 'letreros' pueden durar más de cinco minutos), además de recordar a sus padres, a sus hijos, a sus abuelos, nietos, sobrinos, primos y demás familia (¡ah!, se me olvidaba, también a Jimmy el del bar de al lado de mi casa, que siempre ha sido muy amable y se ha preocupado por mi carrera). Una y otra vez nombres famosos, rostros populares, caras sonrientes, muestran tan escasa imaginación que tenemos que seguir acordándose de aquella bufonada de Roberto Beningni años atrás o el expresivo 'Peeeedro' de la Pe española también en una cita pasada.

¡Y qué decir de los presentadores! Cada año se nos asegura que el elegido va a ser la monda y va a sorprender a todo el mundo con su espíritu transgresor. Anoche (en USA) el elegido fue Ricky Gervais, supuesto 'enfant terrible' de la acidez cómica, que ya el año anterior había 'escandalizado' al respetable con dos o tres 'zarpazos' a conocidas caras de la pantalla. Desde luego, si la muestra es lo que vimos hace unas horas, todo parece indicar que el susodicho no podría sacarle los colores ni a una monja de clausura del siglo XIX.

Y todo esto una hora tras otra hasta las cinco de la madrugada (en España).
Superada la prueba y con una profunda pesadez en los párpados, uno se pregunta si la cosa ha valido la pena, si al final todo el interés se reduce a ver en directo e identificar en ese olimpo de mitos y estrellas a éste o aquélla y comprobar que en cultura general audiovisual no andamos nada mal. Participar en esa inmersión en el mundo del glamour se antoja entonces el único objetivo real de tres horas de un ir y venir de famosos y menos famosos sin más aliciente que sus carísimas vestimentas o sus guiños cómplices a las cámaras.

¿Valió la pena? Con rotundidad, no. Esperemos que esta vez a algunos nos sirva de escarmiento y recuperemos los horarios de sueño que se corresponden con nuestro horario oficial. Lo contrario es, aunque algunos lo practiquemos, masoquismo.

miércoles, 11 de enero de 2012

¡No jodas, Carlinos!

Todavía no he conseguido recuperarme de la sorpresa que me ha originado el anuncio del cese de José Luis Cienfuegos como responsable del Festival de Cine de Gijón. Tras algunas comprensibles medidas de los gobiernos autonómico y municipal para dar 'otro aire' a las actividades culturales de esta región, pensaba que los 'cabezaspensantes' de Foro no iban en plan barrida y respetarían aquello que funcionaba, con independencia de la simpatía de las personas responsables de esas actividades.

Confieso que Cienfuegos no ha estado nunca entre mis personajes favoritos, ni mucho menos, lo que no es óbice para valorar positivamente todo lo que ha hecho durante sus muchos años al frente del certamen cinematográfico gijonés hasta el extremo de haber situado esta cita anual en un referente internacional REAL.

A expensas de que se puedan dar explicaciones convincentes que sitúen al ya ex director del Festival en el ámbito de los pufistas, chanchulleros o delincuentes en general, la medida resulta más que sospechosa y denota, a priori, un claro tufo partidario, especialmente si se tiene en cuenta que el principal responsable es, precisamente, alguien de tan dudoso criterio cual es el concejal delegado de Cultura, el ex cantante Carlos Rubiera.

El mencionado ha dado ya muestras de su particular sentido de la 'culturalidad' y, rememorando otros tiempos pasados en los que junto a algunos compañeros se arrogaron la representatividad de la asturianía, ha optado por 'abertzalizar' culturalmente el ámbito sobre el que tiene competencia, el local. Primero fue la machada del Festival del Arco Atlántico, una ocurrencia imaginativa, sobre todo si tenemos en cuenta que compite con certámenes musicales de muy próxima ubicación y sobradamente reconocidos en su implantación.

Después, se permite considerar que los macroconciertos son cosa del pasado (¿estarán vacíos los escenarios de Madrid y Barcelona donde va a actuar una vez más Bruce Springsteen?) como argumento para vaticinarnos un verano plagado de 'canciu' y sidra (pagada, eso sí).

Lo último, hasta ahora, es la traumática medida del cese de Cienfuegos, base sobre la que se permite hablar del inicio de una etapa que abrirá un nuevo ciclo en el que primará el sector audiovisual asturiano (¡Que dios nos coja confesaos!). La guinda la constituye el hecho de situar al citado Festival del Arco Atlántico y al 'renovado' certamen cinematográfico como baluartes de la proyección internacional de la villa de Jovellanos.

Desde luego, no va a ser Carlos Rubiera el que nos dé a estas alturas lecciones de asturianía. Al menos no a mí. ¡Que nos conocemos señor edil! De la asturianía al aldeanismo, a la cultura de caleya, hay menos de un paso y usted parece haberlo dado ya.

Ahora ya, sin tantos miramientos y lo que antiguamente llamábamos educación, no puedo evitar la necesidad de exclamar en voz alta y clara: ¡No jodas, Carlinos!

miércoles, 4 de enero de 2012

Dormidos

No sé qué es lo que nos han podido suministrar a los españoles desde que 'nos pasaron' por las urnas el pasado veinte de noviembre para que hayamos llegado al momento actual con una peligrosa dosis de fatalismo, pereza mental y entrega a la inevitabilidad de lo que se nos está viniendo encima. Desde que el actual Gobierno tomara posesión e iniciara la puesta en marcha de su "programa oculto", es moneda corriente escuchar en boca de los mismos que enérgicamente clamaban contra el Ejecutivo anterior una enfermiza conformidad con la alternativa única de los recortes sociales en la que se han embarcado Rajoy y sus ministros.

De la observación de esta especie de 'zombismo' casi generalizado uno saca la conclusión de que el 20-N nos han inoculado algún virus, cierto medicamento nuevo, la 'marianina', que presenta efectos secundarios de inactividad, de abulia, de estupidez casi, lo que deriva en que cada día nos desayunemos con una cucharada más de esa todavía no determinada dieta de tijeretazos que se nos suministra en dosis semanales, tantas como consejos de ministros se vayan celebrando y tras cada una de las cuales se nos reconviene profesoralmente con la advertencia de que la 'fiebre' sigue alta y tendremos que continuar tomando durante mucho más tiempo 'la purga de benito'.

La obligatoriedad de esas medidas, porque "si no nos las impondrían otros", lleva a que nos suban los impuestos (los mismos que el 'sanpedro' gallego negó tres veces en la campaña electoral), se congelen los sueldos de los funcionarios (el sector menos sensible para el conjunto de la ciudadanía) o se paralice la ayuda a la dependencia, todo ello 'compensado' por una subida de las pensiones que, a la larga, cualquiera que sepa las cuatro reglas sabe que en la mitad de los casos implicará una perdida real del poder adquisitivo. Esta fue la primera entrega de un 'culebrón' financiero que promete repetirse hoy y en semanas sucesivas.

Reitero que lo más sorprendente de esta situación no es tanto que pueda pillarnos por sorpresa viniendo de quien viene como el fatalismo con el que parece estar encajándola la sociedad mayoritariamente. Hasta los sindicatos, que habían amenazado con la calle (¡qué tipico!) antes incluso que el nuevo Gobierno pusiera manos a la obra, dan la sensación de haberse bajado los pantalones en un acuerdo express (esperemos a conocer los detalles) con la patronal urgido por el propio Rajoy con aires de ultimátum.

Y mientras todo el mundo se toma resignadamente la pócima de la desesperación, ellos, los que mandan, los de siempre, amparados en el poder absoluto que les han dado los españoles, también empiezan a dar muestras de que la guerra no va con ellos y en muy pocos días han ofrecido pinceladas de que la austeridad va por barrios, aunque nunca llega a los residenciales. Multiplicación de altos cargos que minimiza la reducción de ministerios, asignación de sueldos nada modestos en las comisiones parlamentarias, mantenimiento de privilegios 'consolidados'. Si hasta se permiten sin ninguna vergüenza embarcarse en el apoyo de 'uno de los suyos' al salir al rescate de la Generalitat valenciana, incapacitada para asumir un vencimiento de deuda que no podía afrontar. Y todo ello argumentado con un chulesco "teníamos un vencimiento y lo hemos solucionado. Y punto". Cuidado porque esta expresión podría convertirse en el argumento único y categórico de quienes acumulan más poder que nunca nadie antes.

Reitero que lo más preocupante de todo no es que un Gobierno de la derecha y en las actuales circunstancias haga lo que está haciendo, sino que parezca contar para ello con la aquiescencia de la inmensa mayoría, más allá de los suspiros en el desierto de un desnortado PSOE.

La sociedad española da muestras de estar dormida, drogada, tras haber pasado por la consulta del 'marianismo', en la que ha sido sometida a una fuerte sedación para que no se entere de la agresiva cirugía a la que va a tener que enfrentarse. El problema es que, cuando pueda despertarse ya le habran extirpado el higado, un riñón, algunas extremidades y es posible que hasta el corazón. Para entonces ya no seremos más que muertos vivientes y nadie podrá afirmar que hemos sido obligados.