miércoles, 11 de enero de 2012

¡No jodas, Carlinos!

Todavía no he conseguido recuperarme de la sorpresa que me ha originado el anuncio del cese de José Luis Cienfuegos como responsable del Festival de Cine de Gijón. Tras algunas comprensibles medidas de los gobiernos autonómico y municipal para dar 'otro aire' a las actividades culturales de esta región, pensaba que los 'cabezaspensantes' de Foro no iban en plan barrida y respetarían aquello que funcionaba, con independencia de la simpatía de las personas responsables de esas actividades.

Confieso que Cienfuegos no ha estado nunca entre mis personajes favoritos, ni mucho menos, lo que no es óbice para valorar positivamente todo lo que ha hecho durante sus muchos años al frente del certamen cinematográfico gijonés hasta el extremo de haber situado esta cita anual en un referente internacional REAL.

A expensas de que se puedan dar explicaciones convincentes que sitúen al ya ex director del Festival en el ámbito de los pufistas, chanchulleros o delincuentes en general, la medida resulta más que sospechosa y denota, a priori, un claro tufo partidario, especialmente si se tiene en cuenta que el principal responsable es, precisamente, alguien de tan dudoso criterio cual es el concejal delegado de Cultura, el ex cantante Carlos Rubiera.

El mencionado ha dado ya muestras de su particular sentido de la 'culturalidad' y, rememorando otros tiempos pasados en los que junto a algunos compañeros se arrogaron la representatividad de la asturianía, ha optado por 'abertzalizar' culturalmente el ámbito sobre el que tiene competencia, el local. Primero fue la machada del Festival del Arco Atlántico, una ocurrencia imaginativa, sobre todo si tenemos en cuenta que compite con certámenes musicales de muy próxima ubicación y sobradamente reconocidos en su implantación.

Después, se permite considerar que los macroconciertos son cosa del pasado (¿estarán vacíos los escenarios de Madrid y Barcelona donde va a actuar una vez más Bruce Springsteen?) como argumento para vaticinarnos un verano plagado de 'canciu' y sidra (pagada, eso sí).

Lo último, hasta ahora, es la traumática medida del cese de Cienfuegos, base sobre la que se permite hablar del inicio de una etapa que abrirá un nuevo ciclo en el que primará el sector audiovisual asturiano (¡Que dios nos coja confesaos!). La guinda la constituye el hecho de situar al citado Festival del Arco Atlántico y al 'renovado' certamen cinematográfico como baluartes de la proyección internacional de la villa de Jovellanos.

Desde luego, no va a ser Carlos Rubiera el que nos dé a estas alturas lecciones de asturianía. Al menos no a mí. ¡Que nos conocemos señor edil! De la asturianía al aldeanismo, a la cultura de caleya, hay menos de un paso y usted parece haberlo dado ya.

Ahora ya, sin tantos miramientos y lo que antiguamente llamábamos educación, no puedo evitar la necesidad de exclamar en voz alta y clara: ¡No jodas, Carlinos!

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