domingo, 5 de abril de 2015

El circo electoral

Señoras y señores, el circo electoral abre sus puertas desde esta semana que mañana empieza. Han sido solamente diez días de parón (por la vacaciones, que no por cuestiones religiosas) y, desde ya hasta la noche del 22 de mayo, vamos a asistir a un auténtico show en el que la voz del director de pista nos irá anunciando los sucesivos números de los mejores artistas de la fantasía y el entretenimiento. Números arriesgados, malabarismos, de fieras y, sobre todo, de magia y prestidigitación. La puerta se abre para el "¡hale... hop!" de candidatos y candidatas ofreciendo sus regalos de ficción, aquellos que multiplican los recursos más allá de toda lógica, ofreciéndose a facilitarnos la vida futura si tenemos a bien confiarles nuestro voto.

Si lo visto hasta ahora ya nos parecía auténtica filigrana del arte de embaucar, preparémonos a contemplar el clásico "más difícil todavía" capaz de dejar pequeño el milagro evangélico de la multiplicación de los panes y los peces.

Nada nuevo por otra parte; es lo mismo que hace cuatro años, o que ocho antes. Las campañas electorales (y las pre-electorales como aquélla en la que estamos) son terreno abonado para mostrar de qué están hechos nuestros candidatos de toda clase y pelaje.

Muy pronto, los aspirantes a ocupar sillón en los parlamentos regionales o en las casas consistoriales de millares de municipios se multiplicarán en un sinfín de actos minúsculos que tendrán su fin de fiesta en esas tres semanas oficiales de campaña propiamente dicha, ayudados, ya entonces, por líderes y dirigentes nacionales de las respectivas fuerzas políticas que recorren millares de kilómetros de una a otra punta del territorio nacional para llegar apresuradamente a soltar su media hora de parlamento -eso sí, cuidadosamente ajustada a la parrilla del telediario más próximo- antes de irse con la misma celeridad a buscar otro escenario hábil para demostrar sus ejercicios de funambulismo.

Porque muy pronto empezarán los mítines, ese instrumento tradicional ahora desvirtuado por el mal uso de todos estos años y ajeno a los principios originarios de informar y convencer a un electorado ansioso de ver reflejadas en tantas ofertas un atisbo de solución a sus problemas. Recuerdo cuando, tras la recuperación de la democracia, asistíamos a numerosos de esos actos públicos de distinto signo para empaparnos de "ideología" y sacar nuestras propias conclusiones, luego. Nada que ver con las convocatorias actuales, donde importa más el ornato que el argumento, el rostro que los principios; una escenografía exclusivamente para fieles y convencidos que aplauden, o aúllan, ante los estereotipos cuidadosamente calculados que salen de las bocas de las "estrellas" del show.

Preparémonos para todo esto y mucho más. También, como en el espectáculo circense, sus responsables se aplican la máxima de que la función debe seguir contra viento y marea. Y en ello están.

1 comentario:

  1. Insisto: abstengámonos de todo ese ruido. Cuidemos nuestra salud y nuestra estabilidad emocional. Utilicemos los conocimientos que ya poseemos en relación con lo que han dado de sí y lo que puedan dar en el futuro unos y otros. No nos dejemos seducir por el masoquismo. Lo que se pueda escuchar a partir de ahora se reduce a descalificaciones, demagogia, promesas de humo..., ruido y más ruido. Yo paso.

    ¡Salud!

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