sábado, 30 de noviembre de 2013

Presupuestos, ¿a qué precio?

Las escasas posibilidades que dejaba abiertas la ruptura de la entente entre el Gobierno socialista de Javier Fernández, por un lado, e Izquierda Unida y Unión, Progreso y Democracia, por otro, se han ido diluyendo con cada comparecencia pública, con cada sesión parlamentaria, con cada declaración. Cuando los citados dos socios del Ejecutivo autonómico mostraron su intención de no echar en saco roto la negativa socialista de proceder a una reforma de la normativa electoral pactada a tres bandas, entonces -digo-, muy pocos creyeron que el distanciamiento fuera a traducirse inmediatamente en la dinamitación de todos los puentes capaces de unir los intereses de las tres fuerzas políticas en un objetivo común.

Ahora, el debate de los contenidos del proyecto presupuestario para el año próximo, el punto álgido de toda actividad política, se ha convertido en una complicada partida de ajedrez en la que solamente queda esperar a ver los movimientos que pueda hacer cada cual.

En la parte de Javier Fernández y su equipo, la única alternativa que parece quedarles es el enrocamiento, lo que se traduciría en poner su firma al proyecto de Cuentas del Principado y remitirlo a la Junta General. Las fechas ya empiezan a apurar y la capacidad de negociación con el resto de las fuerzas políticas es prácticamente nula. En la Cámara puede jugar con dos circunstancias relativamente importantes. La primera, el convencimiento de que ni la coalición de la izquierda ni el partido magenta vayan a apoyar las hipotéticas enmiendas a la totalidad de Foro Asturias y Partido Popular. Podría jugar incluso con la sospecha de que cada una de esas dos presuntas iniciativas de rechazo no merecieran tan siquiera los votos de la otra fuerza política. Las declaraciones de los dirigentes de UPyD y, sobre todo, de IU dan pie a pensar en tal escenario.

Salvar la devolución del proyecto presupuestario sería en principio un balón de oxígeno para el Ejecutivo socialista y la apertura de un camino, difícil es cierto, para poder alcanzar la meta de contar el 1 de enero próximo con un marco económico 'estable' para Asturias.

Ya en esa tesitura al parecer, el presidente autonómico lleva durante las últimas horas haciendo encaje de bolillos para tratar de conjugar ciertas concesiones impositivas requeridas por la coalición que lidera Manuel González Orviz con la negativa de Ignacio Prendes a aceptar cualquier subida de la presión fiscal, algo contra lo que también se han manifestado los dos partidos de la derecha en el Parlamento asturiano. La ecuación se presenta inicialmente irresoluble, pero ya se sabe que en esto de la política siempre se inventan vías inimaginables cuando menos te lo esperas.

Decía antes que el primer gran obstáculo que tendrá que salvar el Gobierno asturiano, asumida la imposibilidad de lograr un acuerdo previo al trámite parlamentario, será sortear los posibles vetos a su propuesta de Cuentas para el próximo ejercicio económico. Pero, de lograrlo, se enfrentaría luego a una segunda prueba si cabe mucho más difícil y desde luego infinitamente más compleja. Acudir al Parlamento a debatir un proyecto presupuestario sin nada previamente consensuado sería similar a adentrarse en la jungla sin tipo alguno de arma. En la Cámara hay cinco grupos y es de suponer que cada uno registrará infinidad de enmiendas parciales cuya ordenación, más allá de lo formal, ofrece amplias posibilidades de trastocar cualquier concepto aglutinador capaz de guiar los objetivos de un verdadero presupuesto. El posible juego de votos en un sinfín de votaciones podría dar lugar a la aparición de cifras distorsianas que desencajarían la estructura del proyecto. Dicha más llanamente, que el resultado final podría convertirse en un verdaero puzzle capaz de albergar incluso cifras y orientaciones contradictorias. Y no estoy poniendo en cuestión la capacidad de los servicios jurídicos del Parlamento, ni tan siquiera de buena parte de sus señorías. Me limito a recordar casos precedentes de un escenario similar en el que incluso se movían menos protagonistas.

1 comentario:

  1. Comenzaré reconociendo un notable nivel de coincidencia con el comentario de nuestro "reservista". Por incorporar un matiz personal yo hablaría, más que de "dinamitación de todos los puentes", de su disolución cual azucarillos tras el derramamiento de un vaso de agua, ese que propició el PSOE descolgándose en el momento decisivo del acuerdo alcanzado para abordar la reforma electoral.

    Presupuestos, ¿a qué precio?... Pues a precio de mercado; o mejor, de ese mercadeo de pacotilla al que nos tiene acostumbrados la política con minúscula de puro interés partidario. Quizás fuera más justo hablar de políticos limitados por la incompetencia y el sectarismo.

    Así que coincido con los cálculos y estimaciones expresados. El PSOE parece estar "trabajando" para salvar las enmiendas de totalidad y "abonando" el terreno de las enmiendas parciales, que, dadas las circunstancias, sería presentado como el resultado de un ejercicio de responsabilidad democrática, por más que dicho resultado mostrara las cicatrices de todas las intervenciones (aprobadas en su trámite parlamentario) practicadas sobre el cuerpo inicial presentado.

    ResponderEliminar