"Llámailo fíu, llámailo pa que no te lo llame". Así rezaba un viejo dicho que recuerdo haber escuchado con frecuencia de mis mayores cuando era solamente un niño. Y hoy me ha vuelto a la memoria después de revisar el aluvión de informaciones derivadas de la ruptura del pacto de legislatura entre los socialistas asturianos y el partido de Rosa Díez para sostener al Gobierno de los primeros en el Principado.
No han encajado muy bien los socialistas la decisión de Unión, Progreso y Democracia de desvincularse de cualquier acuerdo establecido con sus hasta ahora socios. No resulta sorprendente a pesar de que la decisión estaba cantada. En Asturias, el PSOE -sus dirigentes sería mejor decir- afronta de unos años para acá un problema importante, que no es otro que el derivado de sus muchos años controlando los poderes ejecutivos en algunas de las más importantes instituciones de esta comunidad. Les viene ocurriendo en el Ayuntamiento de Gijón -que nunca hasta los últimos comicios locales habían dejado de gobernar- y, de alguna manera, les ha ocurrido en la autonomía después de la para muchos inesperada victoria relativa de Foro Asturias en aquella misma fecha. Acostumbrados a remendar sus mayorías relativas con los votos seguros de Izquierda Unida, siempre a cambio de un plato de lentejas -bueno, de un par de consejerías y otros muchos cargos y empleos para decenas de militantes-, la Federación Socialista Asturiana se ha acostumbrado a gestionar las administraciones públicas como si de un cortijo propio se tratara y, como tal, sin atenerse a compromiso alguno que no fuera el del interés propio.
Quizá por eso, Javier Fernández pensó que podía asegurarse la Presidencia a cambio de firmar un papel con la coalición magenta en el que se recogían una serie de condiciones con las que reconoció no sentirse identificado. Una de ellas, la ya manoseada reforma de la ley electoral autonómica.
Se ha esgrimido, y mucho, estos días el argumento del escaso o nulo interés que para los asturianos pudiera tener esta medida. De suyo, se ha convertido en en el banderín de enganche para las declaraciones de los partidos mayoritarios. Pero, ¿acaso cuando el presidente del Principado estampó su firma en el acuerdo con UPyD pensaba que sus paisanos hacían figurar entre sus prioridades dicho cambio normativo? Desde luego que no. ¿Se trataba, entonces, de una maniobra para retornar al poder y ganar un tiempo cuyo discurrir les permitiría encontrar excusas, cuanto más tarde mejor, para no afrontar una medida que les perjudicaría con toda seguridad? Tal parece.
Con respecto al otro gran elemento del repetido argumentario socialista frente a sus 'desleales' socios, el del apellido que se le debería dar a la mayoría exigida para aprobar la medida, podría decirse exactamente lo mismo. "Amplia", "suficiente", "absoluta" o "reforzada", todos sabían que la única posibilidad de que los magenta se apearan de la burra es que la reforma se quedase con el apoyo de menos de la mitad del Parlamento regional. Ojalá cualquiera de nosotros hubiera conocido anticipadamente los signos y números de una quiniela o de la lotería con la misma certeza que el resultado de la votación del jueves en la Junta General. Otra razón, por tanto, para dudar de la existencia de la más mínima intención del grupo mayoritario de cumplir su promesa con UPyD.
Y, sin embargo, ahora se escandalizan de que el partido magenta haya decidido romper su pacto de legislatura y se rasgan las vestiduras ante tanta "irresponsabilidad". Por ende, como no están acostumbrados a que los socios les salgan respondones, se han lanzado a cubrir de epitetos a sus hasta ahora socios y, más concretamente, a su presidenta federal, a la que responsabilizan directamente de la decisión. También aquí podríamos remontarnos al origen del acuerdo y recordar que por aquel entonces ni a Javier Fernández ni a sus adlateres les incomodó lo más mínimo que fuera la propia Rosa Díez quien asumiera el papel protoganista. Una dirigente nacional, aunque sea de un partido pequeño, da más relumbrón a la noticia de una comunidad poco apreciada por los titulares de los grandes medios.
Asegura el presidente del Principado y sus compañareos del Ejecutivo que, a pesar de todo lo ocurrido, no renuncian a negociar con UPyD -y con IU, naturalmente- el proyecto de Presupuestos para 2014. Loable empeño. Claro que en la búsqueda de ese objetivo no parece muy buena compañera la práctica del insulto y la descalificación de aquellos a quienes necesitas para lograrlo.
Ofende a la inteligencia que reputados analistas focalicen su atención (¡y bien que lo agradecen PSOE, Foro y PP!) sobre "la" prioridad de UPyD (IU queda fuera de foco al no haber firmado nada), como si fuera la única y no reivindicara otras. Naturalmente que se trata de una prioridad para unos partidos lastrados por el sistema electoral el tratar de participar en IGUALDAD de condiciones. Ello supondría, obviamente, que los mayoritarios renunciaran a sus VENTAJAS -y recortaran las todavía más agraviantes de los nacionalistas, aunque no se da esa circunstancia en Asturias-, para que todas las fuerzas políticas concurrieran en IGUALDAD.
ResponderEliminarOfende, digo, utilizar esa falacia para desprestigiar la legítima reivindicación de UPyD (e IU), incorporándola en un pacto (cerrado) para garantizar la investidura, los presupuestos, y la estabilidad de gobierno con cuantas medidas se tengan a bien consensuar. Y es falaz porque reputados portavoces del PSOE, incluido el propio Javier Fernández, han reconocido públicamente un alto grado de sintonía entre las propuestas de UPyD y del PSOE. ¡Ya está bien de falacias!, repito.
En cuanto al "apellido" de la mayoría, todos barruntábamos (vistos los tira y afloja previos), que ese sería el túnel planificado por el PSOE para su fuga; por eso es especialmente lacerante que haya utilizado a sus socios para excavarlo.