"En este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira", reza un dicho popular recurrido con frecuencia por la ciudadanía de a pie. Y esto es, precisamente, lo que está ocurriendo en esta comunidad a propósito de la inmediata negociación de un proyecto presupuestario para el año que viene.
Desde que institucionalmente se confirmara, semanas atrás, la ruptura del acuerdo que, por escrito o de palabra, ligaba a Izquierda Unida y Unión, Progreso y Democracia con la acción de gobierno del Ejecutivo de Javier Fernández, desde entonces, los principales representantes del socialismo asturiano han sacado en procesión toda una corte de fantasmas representativos del terrible escenario económico-financiero que amenaza a nuestro territorio si sus citados hasta ahora dos socios decidieran cumplir sus amenazas y pagar la negativa del grupo mayoritario a aprobar una reforma de la ley electoral con un rechazo a las Cuentas para 2014 que, en el mayor de los secretos, ha venido elaborando el equipo del presidente del Principado.
Más allá de los legítimos cabreos de los dirigentes de ambas formaciones, nada hace pensar que, llegado el momento, vayan a actuar en ese debate simplemente a modo de 'vendetta'. Meter algo de presión es una cosa y 'desnudar' al Gobierno autonómico, otra bastante diferente. Y si no al tiempo. Si de fastidiar se tratara empezarían por negarse al debate, algo que no aparece en la hoja de ruta de ninguno de ellos.
Pero, por si acaso, los dirigentes del socialismo asturiano han emprendido una intensa campaña orientada exclusivamente a repetir dos o tres ideas-madre en las que el hilo conductor es, en todos los casos, las desastrosas consecuencias que tal rechazo podrían tener para los intereses generales de los asturianos. La prórroga presupuestaria derivada de un rechazo al proyecto del Gobierno de Fernández sería "un golpe social y económico" para la región y sus esperanzas de futuro, en palabras del propio mandatario asturiano. Unía así sus advertencias a las que anteriormente habían formulado sus primeros espadas en el partido y en el Parlamento. Y tras todas estas manifestaciones sobresalía siempre una sola palabra: la responsabilidad, a la que apelan reiteradamente a la hora de reclamar un nuevo voto de confianza de IU y UPyD.
La memoria (o la falta de ella, sería mejor decir) es una poderosa aliada a la hora de argumentar ante situaciones complicadas para tal o cual partido político. Lo digo porque resulta cuando menos curioso que los socialistas asturianos reclamen del resto de las fuerzas políticas con representación parlamentaria un esfuerzo de responsabilidad que -aseguran- no tendría como destinatario al actual Gobierno o al partido que lo sustenta, sino al conjunto de los asturianos, en lo que se plantea como un compromiso con sus intereses, con los de todos.
¿Se olvidan (claro que no, adelantemos) los dirigentes de la FSA de que hace casi dos años fueron ellos, con la necesaria colaboración del Partido Popular, quienes forzaron al Principado a enfrentarse a una prórroga presupuestaria que, a la corta, provocó un adelanto electoral? Entonces ni a unos ni a otros parecieron importarles en demasía las consecuencias de su "falta de responsabilidad", ni ciscarse en los intereses de sus conciudadanos obligando a alargar unas Cuentas Generales lastradas -como ahora mismo- por una crisis galopante de recursos. Son los argumentos manoseados por cada cual en función del color del cristal que les brinda una posición de gobierno o de oposición.
Ese terrible escenario, dramatizado para la ocasión con la corte de fantasmas sacados en procesión, resulta tan patético como falaz. Patético por la histriónica dramatización puesta en escena (para la ocasión, insisto). Falaz por el bajo nivel de cumplimiento en relación con los (aprobados) presupuestos para 2013. Patético y falaz, a un tiempo, por lamentarse de manera victimista de una situación que otrora se reprobaba con inusitada virulencia a los demás.
ResponderEliminarLa JGP totaliza 45 votos. Póngase en juego la (pre)supuesta (sólida y convincente) capacidad negociadora de los representantes del socialismo asturiano, para sumar los votos necesarios.