El guión previsto para la segunda sesión del debate de orientación política general del Consejo de Gobierno se cumplió según todas las previsiones aventuradas. Bueno, quizá no sea totalmente exacto, y sólo lo fuera en las pautas generales porque el presidente del Principado optó hoy por sacar pecho y reforzarse en sus planteamientos de rechazo a una reforma de la ley electoral que le exigen los hasta ahora socios de gobierno. Por su parte, Izquierda Unida y Unión, Progreso y Democracia aceptaron recoger el guante y endurecieron sus discursos hasta el extremo de mostrarse a ratos más oposición que los dos grupos parlamentarios de la derecha en la Junta General.
Había expectación por ver como lidiaba Javier Fernández el victorino que ayer decidió mandar a chiqueros. Los pronósticos aventuraban una faena de aliño tendente a salvar los trastos sin apenas destrozos a la espera de una mejor oportunidad. Pero no fue así. El mandatario autonómico irguió el cuerpo, compuso la figura y se lanzó al ruedo con gesto y empaque para no eludir las embestidas; al contrario, entró directo a las distintas suertes con aquella especie de grito mítico del "dejadme solo". Al representante de UPyD le dijo sin reservas que aceptó negociar el cambio de las normas electorales porque lo necesitaba para ser investido. Así de directo, lisa y llanamente. Y al portavoz de Izquierda Unida le espetó que no se considere "pareja de hecho" de los socialistas porque aquí no hay nada firmado. Así de 'chulo' se mostró ayer el líder de la FSA. Y para rematar la faena a ambos les dijo que ellos sabrán lo que tienen que hacer, dando por hecho que la "responsabilidad" con Asturias debería reblandecer sus exigencias.
Rotos los puentes desde la Presidencia, Ignacio Prendes y Ángel González consideraron que ya no había razón alguna para poner paños calientes en unas relaciones muy deterioradas en los últimos meses y que amenazan con emponzoñarse aún más. Desde el suave "anclado en el pasado" a las acusaciones de "engaño" o la constatación de la "desconfianza" que les genera Javier Fernández y su equipo, los venablos silbaron la bancada del Ejecutivo en un escenario de manifiesta ruptura.
El cierre del debate de hoy, inicialmente intrascendente en anteriores ocasiones, solamente podría constatar el enfriamiento, si no la separación, de las relaciones entre Fernández y sus dos apoyos parlamentarios hasta la fecha.
La razón argumental principal para eludir la 'urgencia' de la reforma electoral, el escaso o nulo interés que la iniciativa pudiera tener para los asturianos, acuciados por problemas más relevantes, rebotó manifiestamente en los muros de la coalición de izquierda y el partido magenta. Curiosamente, manifestó compartirla la portavoz del Partido Popular, y lo cito no tanto por los planteamientos racionales del grupo conservador como por el hecho de subrayarlo Mercedes Fernández en un debate como éste del 'estado de la región'.
Líbreme dios de hacer futurología o entrar en vaticinios quirománticos pero, a medida que el tiempo pasa, cobra fuerza, y se envuelve con hechos y palabras concretos, la hipótesis de un presunto pacto de final de legislatura entre socialistas y populares para librar al Ejecutivo de Javier Fernández de los cepos que le suponen actualmente los hasta ahora socios. Claro que ni Fernández ni Fernández (el apellido es el mismo) pueden permitirse el lujo de 'encamarse' públicamente, no siquiera en una reedición del famoso 'pacto del duernu', pero los guiones de la política a veces se escriben con renglones torcidos y un acuerdo combinado de no agresión y 'salvación nacional' es un libreto que está pidiendo a gritos que alguien lo escriba.
El lenguaje más conciliador de Mercedes Fernández de esta mañana o la reiteración del mandatario asturiano en no romper puentes de diálogo con el Ejecutivo de Mariano Rajoy, ni aún cuando te las esté dando todas en el mismo carrillo, son elementos a considerar en el actual paisaje institucional del Principado. Quizá algo de esto pudiera intuir el portavoz de IU cuando acusó al presidente regional de "escudarse detrás de la derecha". Si así fuera, a nadie le sorprendería que Javier Fernández haya entrado con valor y cercanía al toro de trapío que hoy fueron sus apoyos parlamentarios.
Por continuar con el símil taurino (cuyo mundo detesto) yo diría que el "maestro" se enfrentó al morlaco, más que con valor y cercanía, con una especie de arrojo suicida y presa del pánico escénico, tras el revolcón sufrido. Por eso se limitará a parapetarse tras los sanguinarios "picadores" y se rodeará de sus subalternos hasta despachar la "faena". Un timo del "figura" hacia al respetable "público" que pagó su entrada para ver otra cosa.
ResponderEliminarPero, dejando al margen el símil, opino que es una indecencia política y social utilizar mediante engaño a unos socios, para obtener determinados fines (investidura y estabilidad de gobierno), y desmarcarse unilateralmente del pacto comprometido a las primeras de cambio. Impresentable e inadmisible, la postura adoptada por don Javier Fernández. Valoración que hago extensiva a la otra "banda", si se recurre de nuevo al vergonzante pacto del duernu. ¿Hasta cuándo están dispuestos a seguir "tragando" con este bebedizo los asturianos todos?