domingo, 27 de octubre de 2013

Cuestión de confianza

Son muchas las ocasiones en las que pienso que en la vida política de este país, sea cual sea en el estrato en el que nos movamos, existe un componente de teatralidad, de guión precocinado, que hace que el argumento sonoro responda más a la plasmación mediática de las diferentes actitudes de sus protagonistas que a una realidad identificable con la credibilidad.

Digo esto a cuenta de los 'acontecimientos' ocurridos estos últimos días en el Ayuntamiento de Gijón. El detonante ha sido una decisión del gobierno local de Foro, o de la alcaldesa, pues para el caso da igual. Concretamente, la destitución fulminante de la secretaria municipal letrada, cargo cuya consideración legal ha merecido un nuevo debate sobre el alcance de las palabras recogidas en la normativa actual vigente. Pérdida de confianza o atentado contra la necesaria independencia de un cargo funcionarial muy relevante en el devenir diario de la corporación son los argumentos de los responsable de la medida, en el primer caso, o de sus detractores, en el segundo. La oposición en pleno, entendiendo por tal a todos los grupos municipales con excepción, naturalmente, del que gobierna, se han apuntado a esa segunda postura. Faltaría más. Es su opción y para ello están, aunque no me creo que a una buena parte de ellos les importe demasiado la situación de Dora Alonso y sí, más bien, el descubrimiento de nueva munición que dirigir contra Carmen Moriyón y su equipo que, dos años y pico después de su sorprendente aparición en la escena local, se mantienen en el poder, si bien con más sobresaltos que alegrías, todo hay que decirlo.

Pero no es ahí adonde quería llegar exactamente, sino al debate posterior que han emprendido unos y otros. Y en este punto quiero detenerme en uno de los últimos capítulos del mismo. Me refiero a la petición del portavoz socialista de exigir a la alcaldesa que se someta a una cuestión de confianza con la que mostrar a los gijoneses que sigue contando con una mayoría, aunque exigua, para mantener el bastón de mando municipal.

Del estilo de un Santiago Martínez Argüelles envalentonado últimamente en su papel de jefe de la oposición ya he comentado algo anteriormente en esta tribuna. Quizá su inusual protagonismo (en los dos primeros años de mandato se le ha visto poco y mal) pueda deberse más bien a la toma de conciencia de que el tiempo corre contra sus intereses y que su objetivo de alcanzar la Alcaldía de Gijón se antoja cada día más improbable. Sin embargo, no parece que esta última iniciativa contribuya a mejorar su imagen, como no sea por conseguir algunos titulares llamativos en los medios de comunicación. La iniciativa socialista sucede a las fallidas amenazas de recurrir a la moción de censura, conscientes sus promotores de las escasas, por no decir nulas, posibilidades de prosperar.

En primer lugar, a nadie se le pasa por la cabeza que la regidora local vaya a poner su destino en manos de un pleno que, evidentemente, no controla. No lo va a hacer ella ni lo haría el proponente de estar en la misma situación. Nadie lo haría salvo aquellos que gustan de hacer brindis al sol amparados en una mayoría absoluta y sólida.

En cualquier caso, de darse el escenario que Martínez Argüelles plantea, todo apunta a que la tramitación tendría el mismo desenlace que la varias veces descartada moción de censura de los grupos de la izquierda municipal.

De lo que tienen que convencerse los socialistas y la coalición de izquierda es de que su verdadero problema no es el partido de Cascos, sino el PP. Sus concejales y no otros son los que viven prisioneros del resultado de las urnas desde 2011, desde que decidieron apoyar con sus votos la investidura de la actual alcaldesa. Por supuesto que los ediles de 'Cherines' en Gijón pagarían por echar a los concejales de Foro. En ello están desde hace tiempo, aunque todavía no han logrado encontrar la llave de una caja de los truenos que tiene una única traca final: entregarles sin condiciones a los socialistas el poder que perdieron hace dos años y pico. Y esto es algo que, sospechan, podría reportarles peores réditos electorales que su "apoyo condicionado" actual al partido de Cascos. Las matemáticas parlamentarias son incontestables (que se lo pregunten si no a Javier Fernández) y por mucho que algunos se empeñen en 'conjugar' los votos, las salidas son las que son y no hay nada más que rascar.

Queda todavía algo más de un año para la próxima cita con las urnas y es de suponer que la izquierda, por un lado, y los populares, por el otro, seguirán investigando en sus respectivos laboratorios de ideas en busca de esa pócima mágica que finalice con Moriyón y su equipo en el 'destierro'. Es tarea harto difícil, pero no imposible, tienen que pensar. Y menos en esto que algunos eufemísticamente llaman el 'noble arte de la política'. Entretanto, perseverarán en sus intentos de asalto al poder mediante cualquier argumento que sus adversarios pudieran darles. Aunque ello les lleve a protagonizar espectáculos tan indecorosos como ese reciente plenario en el que, con la colaboración involuntaria del grupo gobernante, han conseguido un desacuerdo general sobre política impositiva lesiva para todos los gijoneses.

1 comentario:

  1. Se me ocurren muchos calificativos para el "estilo" (político, por supuesto) de Santiago Martínez Argüelles, pero estimo que los más relevantes serían los de zafio, atrabiliario, cínico, falaz...

    Sobre su "protagonismo", poco que objetar; no en vano ha sido el candidato de la fuerza más votada en Gijón y encabeza la oposición municipal. Así que opino que se le ha visto lo suficiente en términos cuantitativos; pero se le ha visto "demasiado" en términos cualitativos, porque su "protagonismo" opositor no ha estado a la altura (es una opinión personal) de la misión institucional que le ha tocado desempeñar. Ello supone además, indirectamente, poner en evidencia una dudosa cualificación para el desempeño de la función que (considera) le ha sido arrebatada de sus manos. Lo he expresado aquí anteriormente: el PSOE debería pensarse muy seriamente renovar el cartel para próximas elecciones.

    En cuanto al PP de Gijón (y por elevación, de la presidenta regional, la "gijonesa" Mercedes Fernández), su actuación a nivel local cabe calificarla de grotesca, contradictoria, maximalista..., en fin, patética.

    Estamos asistiendo a unas representaciones bochornosas, en las que el malbaratado interés ciudadano se ve permanentemente aludido en un ejercicio absolutamente demagógico que rezuma espurios intereses partidarios.

    No existe en el mercado un emético más eficaz.

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