El paso del tiempo y las informaciones que nos llegan con regularidad al respecto hacen que cada día sean más los ciudadanos que se apuntan a aquel chascarrillo que les escuchábamos decir a nuestros mayores después del advenimiento de la democracia: "Los políticos son todos iguales", entendiendo por tales a todas aquellas personas que ocupan cargos de responsabilidad no solamente en los partidos, sino también en sindicatos y cualquier tipo de organizaciones empresariales o financieras.
Desgraciadamente, muchos de los que contestábamos compasivamente a esa aseveración y asegurábamos a padres o abuelos que sus recuerdos de antaño no tenían por qué ser validos para la nueva etapa, estamos agotando el margen de confianza cada vez que constatamos que personas que ocupan o han ocupado un lugar preferente en la vida pública, se nos aparecen de improviso como presuntos delincuentes capaces de cualquier cosa en beneficiao del interés propio.
El último aldabonazo ha llegado con la noticia que anoche adelantaba "El País" en su edición digital de que el ex lider minero José Ángel Fernández Villa estaba siendo investigado después de haber 'regularizado' 1,4 millones de euros de dudosa procedencia aprovechando la amnistía fiscal del Gobierno de Mariano Rajoy. La noticia cayó anoche mismo como una losa en el seno de la Federación Socialista Asturiana y en el conjunto de la clase política asturiana. Casos de enriquecimiento indebido de altos cargos o dirigentes de partidos, sindicatos y organizaciones sindicales están a la orden del día, pero estoy seguro de que si en alguna persona no habían pensado la gran mayoría de los asturianos era precisamente en el ex secretario general del SOMA-UGT.
Tiene razón el presidente del Principado y secretario general de los socialistas asturianos, que ha comparecido hace escasas horas para anunciar la inmediata expulsión del PSOE con carácter preventivo del líder minero, al afirmar que estamos ante un caso más grave que los recientes de la familia Pujol o las tarjetas opacas de Bankia. Estamos ante una situación de especial alarma social por tratarse de un dirigente obrero que se ha presentado a lo largo de su larga historia pública como referente de la austeridad y de la honradez, como un trabajador surgido de las explotaciones de carbón, que llegó a controlar con poderes casi omnímodos el socialisma asturiano. O al menos eso es lo que la gran mayoría habíamos creído hasta ahora.
Al margen de las consideraciones ideológicas y de usos y costumbres en la dirección de las organizaciones políticas y sindicales, que admitirían toda clase de controversias, la hipótesis de que se haya podido aprovechar de esa imagen para lucrarse económicamente derriba muchos iconos y descerraja la confianza ciudadana. Ningún minero, aunque se llame José Ángel Fernández Villa, acumularía esas cantidades como producto de su trabajo. Y eso es lo que ahora está sobre el tablero de la investigación del Ministerio de Hacienda.
Internamente, por otra parte, la información ha resultado una ducha de agua fría en el socialismo asturiano. No era éste precisamente el mejor momento para enfrentarse a un escándalo de quien ha sido uno de sus referentes durante muchísimos años. Quizá por eso la decisión fulminante de suspender de militancia al ex lider del SOMA-UGT resulte inusual con respecto a otro tipo de actuaciones anteriores ante situaciones semejantes. No es habitual que la FSA actúe así, por mucho que lo diga su líder actual. Es obvio que el daño causado ha pesado como plomo en el ánimo de la ejecutiva socialista. Ahora queda por ver de qué forma se defiende Fernández Villa más allá de la negativa general a considerarse un delincuente.
De no producirse alguna sorpresa no manejada en estos momentos, nos encontraríamos ante un caso de derrumbamiento estrepitoso de la confianza ya no sólo en la persona sino de todo el entramado sobre el que mantuvo un férreo control durante décadas. Por eso ahora el presidente del Principado y sus equipos de gobierno y de partido se aprestan a distanciaarse radicalmente de quien les ha llevado más que ningún otro al lugar que ocupan. Ahora, el otrora "compañeru" se convierte en apestado del que sus correligionarios huyen más que del virus del ébola. En el PSOE Villa ya no maravilla.
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