jueves, 6 de abril de 2017

Escandalera

Anda estos días revuelto el gallinero de nuestra comunidad. Y no sin razón. La presentación del proyecto de Presupuestos Generales del Estado ha desatado todas las iras, salvo la de los correligionarios del señor Montoro en el Principado obligados a hacer de "mamporreros" del macho pepero dispuesto a penetrarnos sin miramientos. (Menudo papelón el de Cherines, que no ha gobernado hasta la fecha y por el camino actual no lo va a hacer nunca).
La caída de las inversiones nos retrotrae a algunos periodos negros de ejecutivos (estatal y autonómico) enfrentados por ideología o por personalismos, que igual da. Y no es que cuando ese tónica se rompió la coincidencia de siglas fuera especialmente beneficiosa para Asturias. En líneas generales, ésta no ha estado casi nunca en las prioridades de Madrid por mucho que los voceros de cada momento se hayan esforzado en airear millones de pesetas, primero, o de euros, después.
La costumbre no puede hacer ley, sin embargo. Y el agravio de unas cuentas profundamente lesivas para los intereses de la autonomía debe ser considerada como un insulto más que añadir a la lista de agresiones recibidas en nuestra reciente historia.
Pasado el instante de las reacciones airadas parece llegado el momento de serenar el pensamiento y hacer el recuento de todo lo que nos une en una situación como la que se avecina. Ya digo que hay una general coincidencia (excluyo a los populares) en que es imprescindible manifestarse en contra de unos presupuestos netamente restrictivos. Y creo que nunca como ahora el Ejecutivo autonómico debería capitanear esa protesta en una "escandalera" digna de aquella otra histórica que ha quedado grabada a fuego en la historia asturiana.
No es ajeno a este planteamiento el hecho de que el mandatario asturiano siga siendo, por el momento, quien está al frente de la gestora con la que el Partido Socialista Obrero Español trata de atravesar un nuevo desierto hasta ese próximo congreso federal de resultados inciertos. Javier Fernández es el secretario general de esa dirección socialista y quizá debería trasladar a su grupo parlamentario en el Congreso de los Diputados el recuerdo de que Mariano Rajoy y su equipo están gobernando gracias a la generosidad del primer partido de la oposición, o sea el PSOE, y que, al margen de haber facilitado una investidura, tiene en sus manos la posibilidad de devolver a los populares a la realidad de una mayoría insuficiente. Apelar una y otra vez a la responsabilidad institucional tiene sus límites y el proyecto presupuestario puede ser uno de ellos.
Volverá a aparecer sobre el tapete la recurrida reducción de los recursos, un argumento que sirve para un roto como para un descosido. Quizá haya llegado el momento de recordar que los recursos son los que hay (no menores que años anteriores) y que es el reparto y la gestión de los mismos lo que obliga a unos gobernantes elegidos para esa tarea. Que así se les demande.



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