viernes, 7 de abril de 2017

Vamos a contar mentiras

Me provoca hilaridad asistir al espectáculo de declaraciones y comentarios que se suceden estos días a propósito del anuncio por parte del titular del Ministerio de Fomento de afrontar la finalización de la variante ferroviaria de Pajares con ancho de vía internacional, en lugar del ibérico que defienden una gran mayoría de fuerzas políticas y organizaciones profesionales y sindicales.

El gran defensor de la alternativa por la que ahora parece optar el Gobierno de Mariano Rajoy ha sido siempre su ex compañero en los ejecutivos de José María Aznar y hoy "reina madre" del depauperado partido Foro Asturias Ciudadanos. El casi olvidado Francisco Álvarez-Cascos ha vuelto así a la palestra porque, según parece, el voto de su representante en el Congreso de los Diputados podría ser decisivo para la aprobación del proyecto de Presupuestos Generales del Estado. O sea que, según todas esas interpretaciones, la papeleta de don Isidro Martínez Oblanca se ha convertido en "el disputado voto del señor Cayo" y en una importante moneda de cambio para que las tesis de su jefe de filas se impongan en la agenda oficial de Madrid.

Decía que me produce hilaridad la algarabía provocada por este supuesto porque tal parece que las palabras de un ministro de procedencia cántabra delegado por el siempre espeso presidente gallego del Gobierno para captar un sufragio de aquí o de allá tienen más valor que los textos bíblicos.

A uno que le ha tocado velar sus primeras armas periodísticas con "el mito de la variante de Pajares" como compañero ineludible de la información un día sí y otro no, le resulta chocante que la gente se tome tan en serio esa promesa. Con las manifestaciones de todos los ministros que lo han sido en el último periodo democrático, desde el bienintencionado Alejandro Rebollo, de la extinta Unión de Centro Democrático, pasando por el señor Borrell, del PSOE, o el propio Álvarez-Cascos, al actual titular de Fomento se podría escribir todo un grueso libro plagado de promesas, compromisos y proyectos que se han ido perdiendo por el camino cual hojas volanderas en medio de un huracán.
Repasar ahora todas las hemerotecas podría ser muy ilustrativo aunque farragoso. La única realidad es ese gran túnel inoperante que hace casi cuarenta años nos prometieron que uniría Asturias y la Meseta acortando espectacularmente el tiempo de viaje entre Gijón y Madrid, y viceversa; un túnel que se "desangra" de igual manera tanto en millares de litros de agua como en disquisiciones profundas de expertos y sabelotodos.

Con estos antecedentes no se puede armar la marimorena porque un ministro ha anunciado un cambio de planes con el único objetivo de amarrar el voto de un diputado "huérfano". A mi me parece que no. Dentro de unos meses, o de unos años, ya nadie se acordará de cómo Mariano Rajoy logró sacar adelante las Cuentas del Estado en una precaria mayoría, ni seguramente del nombre del titular de Fomento que hizo de vocero de una promesa claramente interesada.

Y mientras las energías se gastan en salvas de fogueo, los dineros públicos se distribuirán discriminatoriamente y se destinarán a fines ajenos al interés social de la mayoría de los ciudadanos en aspectos básicos de su día a día. Eso sí. Los responsables de estos despropósitos silbarán mirando para otro lado mientras entonan las estrofas del clásico "Vamos a contar mentiras".

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