Las mayorías absolutas no son buenas, dicen algunos. Gobernar sin tener que estar negociando día a día es la mejor forma de gestionar los intereses de un Estado sin sobresaltos, afirman otros. En España, en los últimos años, hemos conocido ambas situaciones con resultados de diferente evaluación según del lado del que se pronuncia.
En el momento actual, el Gobierno nacional, formado por una coalición del Partido Socialista Obrero Español y Unidas Podemos, se configuró como una mayoría minoritaria manifiestamente insuficiente para tomar las decisiones precisas sin tener que recurrir a viajar periódicamente al "mercado" de los votos de muy distinto signo. El resultado de la investidura de Pedro Sánchez como presidente dio origen a lo que algunos de sus adversarios llamaron el "Gobierno frankenstein" y que no fue otra cosa que la suma de los socios del Ejecutivo con nacionalistas, regionalistas e independentistas (en cierto modo, la misma asociación que sacó adelante la moción de censura que echó a Mariano Rajoy de la Presidencia, aunque en aquel caso el objetivo era nítido y único, desalojar al entonces inquilino de La Moncloa).
La gestión de la pandemia del Covid-19 hizo aflorar las primeras heridas en ese conglomerado de siglas a las que ya no galvanizaba una meta común clara. Sánchez empezó a perder apoyos en cada una de las ocasiones en que sometía a la consideración del Congreso de los Diputados sus medidas de excepción para atajar el desastre de la pandemia.
Pero si la crisis sanitaria se convirtió en una verdadera tragedia no menos preocupante era, y es, la empresa de sacar adelante una economía golpeada con virulencia por la epidemia. Y como el problema es mundial, todo el mundo miró a las instituciones supranacionales como el único recurso para encontrar un camino viable.
El presidente del Gobierno español ha regresado de la reciente cumbre europea con un optimismo indisimulado y el aura de triunfador en el nombre de los países "pobres" del Sur, frente a los "halcones" del Norte. Los dígitos de las ayudas aprobadas esta misma semana han acaparado los titulares por su importancia, si bien no todo el dinero vendrá canalizado tal y como Sánchez hubiera deseado. A medida que pasan las horas, vamos conociendo la letra pequeña del histórico acuerdo y me imagino que todavía nos queda mucho por leer. Por el momento, no habrá "hombres de negro" pero nos va a vigilar y la anunciada derogación de la reforma laboral del último Gobierno del Partido Popular por el momento no se toca, al mismo tiempo que un sistema de pensiones tan "generoso" como el español los "paganos" consideran que necesita un retoque. Estas son algunas de las exigencias de la Unión Europea. Un rescate? Que cada cual lo llame como quiera, pero no cabe duda de que tales "recomendaciones" no van en la línea que perseguía el Ejecutivo español.
Simultáneamente, la llamada comisión de reconstrucción constituida en el Congreso de los Diputados ha llegado a la hora de la verdad, la de las votaciones, y el presidente y su socio de Gobierno han experimentado hoy mismo la primera derrota parlamentaria de la legislatura al no conseguir sacar adelante el apartado de políticas sociales, una de las banderas de su programa. Y no la ha sacado porque quienes son todavía sus socios "externos" le han dado la espalda en el momento en el que más los necesitaba.
Todo este guión viene a representar la precaria situación del Ejecutivo cuando el acuerdo europeo parecía haberle despejado el camino para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado (no hay que olvidar que los vigentes todavía son obra del equipo de Mariano Rajoy).
Desde el final de la pandemia, el Gobierno de PSOE y UP ha entrado en un difícil equilibrio inestable al que no es ajeno el acercamiento de un mermado Ciudadanos, posible apoyo que sus socios de investidura rechazan con contundencia. Sin mencionar la peligrosa actitud de los de Pablo Iglesias que no desperdician un solo día en tratar de sacar adelante una y otra iniciativa no deseada, al menos por el momento, por los socialistas. Alardear de la unidad del Gobierno es una coletilla que ya nadie se cree seriamente.
El Partido Socialista Obrero Español es el soporte sobre el que pivota en este momento cualquier opción real de gobernanza. Pero las circunstancia han cambiado mucho en poco tiempo y cada vez que busca la fórmula para construir una mayoría suficiente para seguir adelante se encuentra con problemas en uno u otro lado. Para unos, las nuevas opciones son amistades peligrosas. Lo mismo que piensan los otros de los unos.
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