La capacidad de sorpresa que demuestra el presidente Zapatero día a día no deja de incrementarse. ¿Pero quién asesora a este hombre? Parece ser que nadie, dicen incluso ya muchos dirigentes de su propio partido ( y lo dicen en 'El País' que, aunque desde los repartos televisivos ha empezado a enseñar los dientes, todavía no es sospechoso de trabajar para el PP). El caso es que ayer, tras conocerse la anunciada despedida de Pedro Solbes de su escaño de diputado, se le ocurre apostillar "Que descanse". Como suena esto a un epitafio; sólo faltó el "...en paz" en Europa. De nada valieron los elogios previos a la figura que se va, la misma que le ayudó a ganar unas elecciones y la misma que intentó mantener un poco de sentido común en unos gobiernos presididos por la improvisación permanente y la resolución de los problemas reales por la vía de los atajos de última hora. Al final nos quedamos con ese tremendo "Que descanse". Que terrible es la ingratitud.
Claro que el presidente cuenta con la ayuda inestimable de su equipo, ese que cada vez que cambia lo hace para peor hasta llegar a constituir en estos momentos uno de los gobiernos peores -si no el peor- de la democracia. El rey de la oportunidad -ya lo sabe casi todo el mundo-, el 'pepito grillo' de la tribu, es el actual ministro de Fomento quien para arreglar las cosas ha justificado la posición 'oficial' sobre la marcha del ex vicepresidente económico con el peregrino argumento de que no está justificada la presencia de un hombre como Solbes en la "tercera fila" de los escaños congresuales. Menuda argumentación. Con esta base, bien podría hacerse una "limpia" generalizada en la Cámara Baja, empezando por tanto ex ministro recolocado, lo que ahorraría a los españoles muchos miles de millones de euros.
Por favor, que se callen de una vez. Es que así puede ganar las elecciones hasta Rajoy, y no es broma.
Si el presidente no tiene quien le escriba y lo hace sin ayudas, cada vez con más "borrones", que nadie le "ayude" a estropear más las cosas. Al final, Zapatero va a hacer buena la teoría del "síndrome de La Moncloa". Ya les pasó a Felipe González y a José María Aznar, que en sus segundos mandatos acabaron creyéndose el dios entre los dioses. Zapatero parece que ya ha entrado también en ese camino. Si es asi, por favor que alguien cambie la ley electoral española y elimine la posibilidad de estar más de cuatro años en la Presidencia del Gobierno, con mayoría absoluta o con la ayuda de quien sea. Será una forma de evitar que periódicamente tengamos que sufrir los caprichos del Olimpo.
miércoles, 16 de septiembre de 2009
martes, 15 de septiembre de 2009
El naval y las hemerotecas
Tras un breve paréntesis vacacional en la vecina comunidad gallega, de vuelta a Gijón me encuentro con la calle encartelada con la interpretación sindical del futuro funerario que ya se percibe sobre el sector naval de la bahía local. Al margen del lenguaje y de las proclamas de las centrales, lo cierto es que lo que no hace tantos años fue uno de los puntales de la industria gijonesa se ha convertido en un erial, en un yermo paraje donde sólo queda el recurso a la protesta o, si ya no quedasen fuerzas físicas, para llorar.
No voy a entrar a repetir la historia del progresivo declive de la construcción naval en la costa gijonesa. Es innecesario; ya la sabe todo el mundo. Tampoco a complicados análisis sobre los polvos que han llevado a estos lodos. En este caso, prefiero recurrir a la memoria e invitar a los interesados a repasar los periódicos de hace algo más de tres años. Las hemerotecas son una fuente inmensa de reflexiones sobre lo que se dice y lo que en realidad se hace. Pasen y vean lo que decían los titulares de julio de 2006, cuando la SEPI decidió desmembrar la antigua Izar y adjudicar su factoría de Gijón a la viguesa Vulcano. Ya digo que no voy a poner en blanco sobre negro aquellas declaraciones, las de los responsables de la firma gallega, las de nuestro Gobierno regional, las de nuestros responsables municipales. El tiempo ha dado la razón a las reservas sindicales sobre aquella operación. Lean, lean; se trata de un ejercicio de oxigenación de la inteligencia frente a tanto intoxicador que siempre encuentra un hueco entre los grandes titulares.
Mientras protestamos, o nos lamentamos, por la defunción de un sector productivo de primera línea es bueno recordar quién dijo qué y la responsabilidad de cada cuál en en deceso. Para eso están las hemerotecas, aunque algunos prefieran olvidarlas.
No voy a entrar a repetir la historia del progresivo declive de la construcción naval en la costa gijonesa. Es innecesario; ya la sabe todo el mundo. Tampoco a complicados análisis sobre los polvos que han llevado a estos lodos. En este caso, prefiero recurrir a la memoria e invitar a los interesados a repasar los periódicos de hace algo más de tres años. Las hemerotecas son una fuente inmensa de reflexiones sobre lo que se dice y lo que en realidad se hace. Pasen y vean lo que decían los titulares de julio de 2006, cuando la SEPI decidió desmembrar la antigua Izar y adjudicar su factoría de Gijón a la viguesa Vulcano. Ya digo que no voy a poner en blanco sobre negro aquellas declaraciones, las de los responsables de la firma gallega, las de nuestro Gobierno regional, las de nuestros responsables municipales. El tiempo ha dado la razón a las reservas sindicales sobre aquella operación. Lean, lean; se trata de un ejercicio de oxigenación de la inteligencia frente a tanto intoxicador que siempre encuentra un hueco entre los grandes titulares.
Mientras protestamos, o nos lamentamos, por la defunción de un sector productivo de primera línea es bueno recordar quién dijo qué y la responsabilidad de cada cuál en en deceso. Para eso están las hemerotecas, aunque algunos prefieran olvidarlas.
martes, 1 de septiembre de 2009
Anticine
Lo más benevolente que se me ocurre después de ver 'Anticristo', la última película de Lars von Trier, proyectada en la pasada edición del Festival de Cannes, es que no he conseguido entender nada. Para alguien que está acostumbrado a ver cine y hacer comentarios al respecto no resulta fácil aceptar tal posibilidad, pero bueno... Esta es la conclusión a la que llegue a la salida de la sala de exhibición: que habría que reflexionar y repensarla. Ello me llevó a aquellos tiempos juveniles cahieristas en los que nos empeñábamos en encontrar secretos mensajes en cada una de las imágenes de Godard, de Antonioni o de Bergman. Sin embargo los tiempos han cambiado, uno ha cambiado y, finalmente, decido dejar a un lado las monsergas y llamar claramete a las cosas por su nombre: 'Anticristo' es un bodrio, es anticine.
Desde el famoso timo del Dogma el cineasta danés y sus correligionarios han hecho algunas cosas aceptables y otras muchas que no lo son tanto. Sin embargo, enfrentarse a la aseveración de Von Trier de que esta última es su mejor película es ya para regodearse. Que uno haya tenido sus dudas no indica otra cosa que el papanatismo de la política de autor todavía nos sigue influyendo, como no nos olvidamos de la lista de los reyes godos o las provincias de Castilla La Vieja.
Por muchas provocaciones visuales que nos haga, con salvajes autoablaciones en primer plano, violentas eyaculaciones de sangre -también en primer plano-, tórridas masturbaciones -en plano medio- o penetraciones coitales -en primerísimo plano- lo que el autor de 'Bailando en la oscuridad' nos plantea no es sino una sucesión de imágenes pretenciosas, como lo es la estructura en capítulos de la historia, con prólogo y epílogo que ocultan la falta de ideas para sacar adelanta una base argumental que, a priori, no por conocida, impediría a un auténtico 'autor' lograr un buen producto. Porque 'Anticristo' es, inicialmente, una historia de autodestrucción, la de un matrimonio que sufre la pérdida de su hijo pequeño al precipitarse por una ventana mientras sus padres disfrutan de los placeres carnales. El sentimiento de culpa, centrado inicialmente en la madre, lo va trasladando ésta en forma de venganza sobre su pareja. La esquizofrenia, los ataques depresivos de la mujer dan paso a la violencia, inicialmente verbal y, con posterioridad, física. Al margen de las situaciones extremas a las que lleva Von Trier este argumento, la introducción de componentes demoníacos, imágenes inquisitoriales o la pintura más negra de brujería de Goya -elementos con los que trabaja la protagonista para una tesis sobre las mujeres y la violencia- todo se va diluyendo en una especie de magma lechoso donde prácticamente nada conserva su sentido hasta esa imagen final del superviviente rodeado de cientos de niños surgidos del frondoso bosque.
Todo esto es prácticamente nada, y ello a pesar de contar con dos actores como el siempre convincente Willem Dafoe o la impactante Charlotte Gainsborough. Fuegos artificiales para ocultar un vacío que más que el que queda entre los dos personajes principales más parece el de la ideas del cineasta danés.
Y como de pretenciosidades va la cosa, nos deja esa dedicatoria final a Andrej Tarkovski, la última broma de mal gusto si nos creemos que Von Trier está poniendo su obra en la órbita del fallecido cineasta ruso, alguien que, si bien no hacía películas para mayorías, sabía impregnar a sus historia de una poesía que, desde luego, no aparece ni por asomo en 'Anticristo'.
Desde el famoso timo del Dogma el cineasta danés y sus correligionarios han hecho algunas cosas aceptables y otras muchas que no lo son tanto. Sin embargo, enfrentarse a la aseveración de Von Trier de que esta última es su mejor película es ya para regodearse. Que uno haya tenido sus dudas no indica otra cosa que el papanatismo de la política de autor todavía nos sigue influyendo, como no nos olvidamos de la lista de los reyes godos o las provincias de Castilla La Vieja.
Por muchas provocaciones visuales que nos haga, con salvajes autoablaciones en primer plano, violentas eyaculaciones de sangre -también en primer plano-, tórridas masturbaciones -en plano medio- o penetraciones coitales -en primerísimo plano- lo que el autor de 'Bailando en la oscuridad' nos plantea no es sino una sucesión de imágenes pretenciosas, como lo es la estructura en capítulos de la historia, con prólogo y epílogo que ocultan la falta de ideas para sacar adelanta una base argumental que, a priori, no por conocida, impediría a un auténtico 'autor' lograr un buen producto. Porque 'Anticristo' es, inicialmente, una historia de autodestrucción, la de un matrimonio que sufre la pérdida de su hijo pequeño al precipitarse por una ventana mientras sus padres disfrutan de los placeres carnales. El sentimiento de culpa, centrado inicialmente en la madre, lo va trasladando ésta en forma de venganza sobre su pareja. La esquizofrenia, los ataques depresivos de la mujer dan paso a la violencia, inicialmente verbal y, con posterioridad, física. Al margen de las situaciones extremas a las que lleva Von Trier este argumento, la introducción de componentes demoníacos, imágenes inquisitoriales o la pintura más negra de brujería de Goya -elementos con los que trabaja la protagonista para una tesis sobre las mujeres y la violencia- todo se va diluyendo en una especie de magma lechoso donde prácticamente nada conserva su sentido hasta esa imagen final del superviviente rodeado de cientos de niños surgidos del frondoso bosque.
Todo esto es prácticamente nada, y ello a pesar de contar con dos actores como el siempre convincente Willem Dafoe o la impactante Charlotte Gainsborough. Fuegos artificiales para ocultar un vacío que más que el que queda entre los dos personajes principales más parece el de la ideas del cineasta danés.
Y como de pretenciosidades va la cosa, nos deja esa dedicatoria final a Andrej Tarkovski, la última broma de mal gusto si nos creemos que Von Trier está poniendo su obra en la órbita del fallecido cineasta ruso, alguien que, si bien no hacía películas para mayorías, sabía impregnar a sus historia de una poesía que, desde luego, no aparece ni por asomo en 'Anticristo'.
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