El presidente Zapatero volvió ayer a Asturias y, aunque en esta ocasión bajo de la montaña al valle, fue para recuperar su condición de Rey Mago fuera de temporada y exponer de nuevo unas promesas a las que nos tiene acostumbrado (oirlas, que no verlas cumplidas). Todo empezó en 2003, cuando en Rodiezmo se comprometió ante miles de personas (asturianos mayoritariamente) a suprimir el peaje de la autopista del Huerna. Entonces las cosas no pintaban bien para los socialistas en la cita electoral del año siguiente y la promesa se fue al traste cuando el PSOE ganó las legislativas. De ahí en adelante todos conocemos la historia: el cobro por el uso de la infraestructura mereció una ligera rebaja para un sector del transporte y nada para el resto de los conductores; es más, ahora los usuarios no sólo no pasamos gratis por esos bellos paisajes, sino que pagamos más que antes por aquello de que el IPC sube y es un referente para todo lo que sea sacar el dinero del bolsillo del ciudadano, aunque no sirva luego para que se refleje de forma similar en los salarios.
Desde entonces acá han sido miles los argumentos utilizados por el propio Zapatero, su Gobierno y su partido para enmascarar una promesa rota, aunque casi siempre convergían en que la culpa era de Cascos (¿cómo no?), a pesar de que la prolongación de la concesión a la empresa que gestiona la autopista ya estaba legalizada cuando el entonces dirigente del PP era ministro de Fomento. El caso es que, aunque de vez en cuando algún alto cargo socialista se permite recordar que la promesa está ahí y no han renunciado a ella, han pasado siete años y los sucesivos titulares de la cartera ministerial correspondiente no han hecho prácticamente nada.
En la campaña electoral de 2008 las infraestructuras volvieron a ser protagonistas y los compromisos con distintas obras se repitieron, algunos con fechas y todo. Los tres años transcurridos han demostrado que, si bien los trabajos avanzan, lo hacen muy lentamente cuando no de forma intermitente y con largas paralizaciones de algunos tramos; incluso, se 'duermen' y pasan a un estado cataléptico.
Por eso sorprende ahora que el presidente del Gobierno, que ha considerado oportuno (¿por qué será?) apoyar con su presencia a los candidatos asturianos al Principado y a los principales ayuntamientos, vuelve a meterse en un barrizal similar al de aquel lejano discurso en las campas leonesas y "promete" cumplir los plazos del AVE y un "mayor esfuerzo" en los tramos pendientes de la autovía del Cantábrico. Lo que más sorprende es que Zapatero desmienta con estos compromisos a sus principales colaboradores en el Gobierno de la nación que, como ya he referido en múltiples ocasiones, aprovechan cada visita a esta tierra para alargar los plazos de parte o del todo de esa dos infraestructuras básicas para Asturias. Prácticamente nunca uno de esos plazos sirve unos meses después y así los compromisos se van alargando hasta dios sabe cuándo.
Quizá nuestra incredulidad se vea paliada al leer la letra pequeña del 'contrato' que el presidente del Gobierno ofrece a los asturianos a cambio de su voto. Esa letra pequeña, que viene por el medio del discurso de ayer es un importantísimo "cuanto antes" para no concretar en plazos temporales su compromiso electoral. ¿Será el mismo "cuanto antes" del peaje del Huerna? ¿Será simplemente un 'gancho' de alguien que tiene decidido que él no va a estar al frente de la candidatura socialista del año que viene y, por lo tanto, 'que las cuentas, luego, se las pidan al maestro armero?
Los antecedentes nos dicen que el Gobierno socialista no es de fiar en lo que a promesas electorales se refiere (quizás otros tampoco) y, por ende, su presidente menos que nadie. En Asturias ya estamos hartos de promesas rotas y de ver como se va completando el mapa nacional de las infraestructuras terrestres y ferroviarias a una velocidad de crucero muy superior a la nuestra. Era menos doloroso cuando sus primeros reclamos electorales eran conceptos (el Estado del Bienestar, el pleno empleo) y no las obras que, como dice el refrán, "son razones".
Al presidente Zapatero y a sus correligionarios les pediría que dejen de tomar el pelo a los asturianos y prometer lo que no tienen intención o no pueden cumplir en cosas tan serias. De compromisos no cumplidos en la materia creo que ya hemos rebasado con creces la dosis máxima de purgas aceptable por nuestros estómagos y ya no creemos en la 'medicina milagro' que nos ofrece el presidente del Gobierno, una medicina que más bien nos recuerda a aquellos frascos curalotodo que los charlatanes de feria iban voceando por las ferias hace muchos años.
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