domingo, 13 de noviembre de 2011

Guardianes de la ley y el orden

Horas después de haber leído la información -la más seguida ayer en 'El Comercio'- todavía no he conseguido cerrar la boca, desencajada por el asombro: Un agente de la Policía Local de Gijón multó hace días con noventa euros a una pareja de jóvenes que cruzaron por un paso de peatones señalizado con semáforo cuando éste se encontraba con la señal roja para los viandantes; eso sí, sin que tal infracción pusiera en peligro la vida o la seguridad de automovilista alguno -nadie circulaba por la vía en ese momento- o de los infractores.

Primero te piensas que se trata de una broma, o cuando menos de una de esas anécdotas rocambolescas que rellenan huecos en los rotativos de todo el mundo, hasta que alguien te recuerda que hay una normativa que permite, amén de la autoridad con la que están investidos los agentes municipales, imponer ese tipo de sanciones.

Quiero creer que los hechos responden más bien a una interpretación personal del agente en cuestión y no a una orden de sus más directos superiores o del Consistorio Municipal. Lo contrario sería aún más preocupante que tal desaprovechamiento de unas energías dignas de más importantes actuaciones. Que las hay, y muchas.

Normativas al margen, me parece que, sin conocer al personaje, los hechos dicen mucho del citado agente policial y de su interpretación personal de la función encomendada de hacer respetar la ley y el orden. ¡Pues no hay nada que hacer en las calles de Gijón para dedicar el tiempo a aplicar con una rigidez absurda supuestas directrices de tráfico!

Al aplicado agente le recomendaría que, ya puestos en faena, se tomará el mismo interés en vigilar tantos y tantos pasos similares en los que los peatones se juegan la vida -nos la jugamos a diario- pasando en verde cuando muchos vehículos acceden a ese lugar de una calle adyacente y se encuentran con la señal ámbar, que obviamente muchos no respetan. También le sugeriría que se apostará en un sinfín de vías rápidas que se convierten en ratoneras cuando de sus tres carriles de circulación dos están invadidos por numerosos vehículos en doble fila (Si alguien lo necesita se pueden dar nombres, aunque ya estarán en la mente de todos). Una más, las carreras ciclistas en que se convierten numerosas aceras de anchura notable - y otras no tanto- a pleno día y con aglomeraciones de gente de a pie. ¿Quiere más?
En este punto, me autoinculpo de cruzar con frecuencia las calles con los semáforos en rojo, aunque, naturalmente, cuando no veo en lontananza vehículo alguno y la acción no representa peligro alguno para mi persona. Y no sólo eso, sino que pienso seguir haciéndolo, por si ese o cualquier otro émulo del típico policía 'heróico' de película norteamericana quiere perseguirme hasta hacerme pagar en forma de sanción económica por mi incivismo.

2 comentarios:

  1. Quizás la medida ha sido exagerada, pero el código de la circulación es tambien para peatones. Yo como conductora no me salto un semáforo en rojo porque no vea a ningún peatón. Un ejemplo de actitudes inapropiadas de peatones, es en la calle Munuza, semáforo de Corrida: la mayoría no están en la acera, impidiendo el giro adecuado con el vehículo, otro ejemplo es la zona del corte inglés en ramon areces, no hay paso de peatones, la gente cruza como le da la gana y todavía recriminan a los coches. Tambien deberían de plantearse multar a los ciclistas que hacen caso omiso de cualquier norma de circulación. Y lo más indignante, es ver como algunos padres ponen por delante el carricoche del bebe y cruzan en cualquier parte. Acaso no merecen ser multados? Respetemos todos las normas.

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  2. Yo veo bien la multa. ¿O para que se hacen leyes y reglamentos? Y deberían centrase especialmente en los jubilados y pensionistas que con todo el tiempo del mundo por delante no tienen mayor afición que lanzarse a cruzar cuando está en rojo para los peatones

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