Las declaraciones de Mercedes Fernández en la entrevista que hoy publica 'El Comercio' suponen la introducción de un punto de sensatez en la encarnizada batalla que a lo largo del presente año enfrenta al centroderecha asturiano. Desde que Cascos afrontará su arriesgada aventura en solitario, pasando por su ascenso y éxito electoral de mayo, hasta la nueva confrontación en las urnas de este mismo mes para renovar la Administración del Estado, populares y foristas se han embarcado en una lucha fratricida que, entre mutuas acusaciones de responsabilidad, tiene al Principado sumido en un túnel del que nadie se atreve a vislumbrar su fin.
Mientras los de Foro acusan a sus 'hermanos de sangre' de entorpecer cualquier posible acción de gobierno y de alentar secretas operaciones contranatura con la izquierda para poner en marcha una moción de censura, los del PP se muestran especialmente intolerantes con todo lo que provenga del actual Ejecutivo hasta el extremo de aparecer en muchas ocasiones como si del principal grupo de la oposición se tratase. Todo ello -es cierto- instigado por esos dos gallos de pelea en el corral asturiano en que se han transformado a la primera que se topan Francisco Álvarez-Cascos y Gabino de Lorenzo, todavía ahora líder absoluto del partido de Rajoy en la comunidad frente a esa sombra virtual en que se ha convertido quien aún es el presidente, Ovidio Sánchez (es curioso que en el PSOE esté ocurriendo algo similar con Javier Fernández, aunque sobre este no nos consta que haya otra persona manejando los hilos de la organización).
Por eso las palabras de una Mercedes Fernández en la cima del triunfo tras los resultados del 20-N, ajenas a la insensatez de algunos de sus compañeros, vienen a poner un toque de esperanza en la ciudadanía. Ni una moción de censura ni elecciones anticipadas, avisa claramente, a la vez que aboga por un entendimiento entre las dos fuerzas políticas del centroderecha que debería tener su primer hito en los presupuestos para 2012, la auténtica herramienta válida para hacer política de verdad. Todo abierto y sin maximalismos, incluida la opción de apoyar al Ejecutivo sin necesidad de formar parte del mismo, que fue uno de los caballos de batalla en la fallida negociación del pasado verano. De alguna manera, la cuidada y profesional entrevista conducida por mi buen compañero Andrés Suárez dice mucho más de lo que explícitamente expresa y despeja muchas dudas de los caminos por los que debería transitar el PP asturiano a partir de ahora, un camino que pasa por un progresivo relevo de sus actuales dirigentes en un proceso que culminará antes del próximo verano con un congreso regional. Para entonces, la diputada electa de los populares ya estará en condiciones de ser más explícita sobre su inmediato futuro al margen del escaño madrileño. Podrá asumir entonces el papel que todo el mundo le atribuye ya y que no es otro que dirigir los destinos de su partido en Asturias, un objetivo que entra dentro de los planes 'menores' -tiene otros de mayor envergadura- de Mariano Rajoy.
'Cherines' parece haber asumido, dentro de los cauces de su obligada discreción, ese papel de recomposición de los populares en la comunidad y, si antes algunos de sus compañeros no lo revientan, el logro del pacto que permita un Gobierno estable orientado hacia una salida de futuro para Asturias.
Eso sí, como bien recuerda también en sus declaraciones la diputada, en esta partida el principal paso debe darlo Foro y su líder omnímodo. Y ello pasa por dejarse de hablar de mano tendida mientras en la otra se esconde un arma blanca, actitud que no es precisamente la vía más recomendable para alcanzar el escenario que todos deseamos.
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