No parece haberle servido de mucho a la Federación Socialista Asturiana el hecho de haber perdido durante un año el Gobierno del Principado. Quizá el hecho de recuperarlo tan rápidamente (no hizo falta más que un año) haya invitado a sus máximos responsables a considerar que el interregno de Cascos fue solamnte un mal sueño del que hay que olvidarse nada más despertar. Que fuera más por demérito ajeno que por la acción propia tampoco se antoja como cortapisa para seguir instalados en el mundo del 'cortijo' particular.
Ya digo que, obviando el periodo del Ejecutivo de Foro, los socialistas han gobernado con relativa tranquilidad durante muchos años seguros de que con mayorías absolutas o minoritarias siempre han podido gestionar la cosa pública con relativa comodidad. El apoyo de Izquierda Unida fue suficiente siempre para, bien sea a cambio de una participación sustancial en el Ejecutivo o simplemente bajo la pancarta del "parar a la derecha", sacar adelante sus políticas de partido. Los sucesivos mandatos de Vicente Álvarez Areces son ejemplo fiel de lo antedicho. Curiosamente, las únicas muestras reales de debilidad de esos equipos sobrevinieron como consecuencia d ataques desde dentro de sus propias filas, cuando la guerra interna de familias colocó a 'Tini' al borde del precipicio.
Quizá fruto de esa seguridad, parece que Javier Fernández ya ha arrumbado al baúl del olvido el año de gobierno de Cascos y ahora navega más o menos comodamente porque tiene un pacto con otras dos fuerzas políticas (con una, escrito; con la otra, verbal) que le ha permitido hasta la fecha avanzar, con discreción pero sin sobresaltos.
Sin embargo, ese pacto estaba basado en unos compromisos entre los que -nadie lo ignora- figuraba una reforma de la ley electoral de mayor simbología que importancia real. Tras mucho más tiempo del que podría parecer razonable -el tiempo cuenta en política, y mucho-, la mayoría socialista logró el apoyo de sus dos socios parlamentarios para abordar, mediante una fórmula mixta que podía satisfacer los mínimos exigidos por IU y UPyD. No así, como era de esperar, el consenso de las dos fuerzas de la derecha en la Junta General del Principado.
La dirección de la FSA ha considerado desde un principio -en eso no ha engañado a nadie- que una mayoría pírrica como la alcanzada para cambiar la norma que regula los comicios en la comunidad autónoma no es suficiente para abordar tamaña empresa. Una postura objetivamente muy razonable, aunque no piensan igual los responsables de la coalición de izquierda y el partido magenta, que recuerdan que el actual presidente del Principado lleva un año y pico en el puesto gracias a que le han sustentado en cada votación importante de las realizadas hasta la fecha. En concreto, la fuerza política que lidera Rosa Díez apela al contenido textual del acuerdo de legislatura firmado al empezar ésta y reclama a Javier Fernández que ahora cumpla su parte. Para ellos, como para IU, la cifra de 23 diputados es suficiente para sacar adelante la reforma electoral.
La fuerza de la costumbre de saberse siempre respaldado durante muchos años quizá sea la que esté llevando a los socialistas a mantener de forma clara su rechazo a cambiar las reglas del juego electoral sin una mayoría mucho más amplia. Sin embargo, sus socios ya le han recordado que, a la vuelta de la esquina está el debate presupuestario y que un incumplimiento de los acuerdos firmados podrían echar abajo el proyecto de Cuentas de la comunidad, algo que, hasta donde uno sabe, no hace mella en el Ejecutivo y en el primer partido de la Junta General, que se muestran seguros de no dar su brazo a torcer.
Las apuestas están ya sobre la mesa y la FSA y el Ejecutivo asturiano se manifiestas dispuesto a repeler el órdago de sus apoyos parlamentarios. Una postura más que digna pero de dudosa efectividad si en la otra parte del tapete los jugadores aguantan también el tipo. Quizá la historia haga pensar a Fernández y los suyos que, al final, con dos o tres 'caxigalines' van a meter en el redil a los rebeldes. Al final, todo se reduce a que están mal acostumbrados.
Ya he tenido la oportunidad de comprobar, tras el cambio de 'look' -y más concretamente después del período vacacional-, la incorporación de unos criterios más pacatos de cara a la participación. Vale. Lo acepto deportivamente. Sólo rogaría un arbitraje neutral.
ResponderEliminarAl tema. Sí que hay (y no precisamente irrelevante en ese medio) quien pretende ignorar esos compromisos apelando a criterios de prioridad (tampoco acepto el de simbología), sin que estén dichos criterios sometidos a cuestiones de incompatibilidad. Un pacto es un pacto, y a quien le resqueme que se rasque. La (¿dudosa?) "importancia real" no deja de ser relativa (según a quien afecte) a la vez que relevante: estamos hablando de igualar el valor del voto de todos los asturianos -sin que sufra merma en función del partido votado o la circunscripción de residencia- y de mejorar la representatividad optimizando la relación votos/escaños.
Desde luego que los socialistas están muy mal acostumbrados. Han sido muchos años de "reinado". Y ya va siendo hora de poner a cada quisque en el lugar que le corresponde. Máxime tras comprobar que, después de tantos años, las sombras prevalecen sobre las luces.