Superado el impacto mediático que produjo el conocimiento del presunto enriquecimiento fraudulento del ex líder del SOMA, José Ángel Fernández Villa, las aguas se van calmando y permiten a propios y extraños vislumbrar con un poco más de nitidez el fondo del asunto. Si la reacción de los dirigentes de partido y sindicato fue fulminante y categórica, la reflexión y el calmado análisis del conflicto van llevando al convencimiento de que, como algunos manifestamos en su momento, nadie podía creerse que se pudiera erigir una especie de chivo expiatorio capaz de englobar todos los chanchullos de una trama que, como se viene demostrando, montan las organizaciones políticas y sociales en esta España que nos está tocando vivir.
Hace algunas semanas, conversando con un ex dirigente de la Federación Socialista Asturiana que en su momento tuvo amplias cuotas de poder en la organización, tras mostrar su estupor por la actuación de Fernández Villa -que todavía no acababa de asimilar, como otros muchos de sus compañeros-, me expresaba la dificultad de digerir tal tropelía, aún reconociendo que los hechos eran contundentes al apuntar a la culpabilidad del ex líder minero. "Podíamos pensarlo de otros, pero de Villa....", "era uno de los nuestros", expresión gráfica de la creencia generalizada en el partido de que tal personaje no podía engañarles y tendría que ser necesariamente ajeno a casos de enriquecimiento indebido como el que hora se le imputa. Seguía mi interlocutor repasando el 'estilo Villa', su poder desmesurado, su despotismo, su forma de controlar con mano de hierro las voluntades de muchos millares de compañeros , la capacidad para poner y quitar a secretarios generales y presidentes, "pero de ahí a esto...".
El estado de shock llevaba a esta persona, como a muchos de sus compañeros, a no entender que es precisamente en ese poder en donde alentaba el germen del uso indebido del mismo y, como consecuencia, la posibilidad de sacar un provecho económico personal o para un grupo de personas afines. "¿Y si resulta que percibía compensación en especies por sus 'favores'?", le preguntaba yo. Finalmente, acababa por admitirme que tal posibilidad era admisible como hipótesis, por mucho que se negara a admitirlo por las buenas.
Por aquel entonces, José Ángel Fernández Villa mantenía su condición de proscrito en solitario y los venablos de todos los grupos de la oposición apuntaban directamente hacia la gestión de los fondos mineros que, si bien era responsabilidad de los sucesivos gobiernos regionales, tenían su nicho precisamente en el feudo de sindicatos como el SOMA, o sea en las cuencas mineras.
Ni Villa ni los fondos mineros pueden compendiar el entramado de una red corrupta regional. Eso parece meridianamente claro. En cuanto a personas, al veterano sindicalista ya se ha unido el ex presidente del Montepío de la Minería, José Antonio Postigo, quien regularizo fondos de desconocida procedencia a la vez que el ex líder minero. Habrá más, y pronto los conoceremos. Además, a la gestión de los fondos mineros y del Montepío de la Minería habrá que añadir las sospechas sobre otros dos elementos relevantes. Uno, sería el conocido como vale del carbón, instrumento sobre el que las organizaciones sindicales han tenido buena parte de la capacidad de gestión. Pero, sobre todo, algún día se harán imprescindibles las pesquisas en torno a la forma de administrar las concesiones mineras, verdadera caja de Pandora dentro de la cual cabe cualquier tipo de susceptibilidades.
Mientras la Junta General del Principado se apresta a perder su tiempo y el dinero de los asturianos en una comisión de investigación más, mientras los socialistas se han avenido a no desgajar la gestión de los fondos mineros del llamado 'caso Villa', la sensación ciudadana es que -sin entrar en comparaciones- podríamos estar ante nuestro profundo pozo de mierda; pozo de mierda que pudiera llegar a salpicar a otras muchas personas.
Son evidentes las contradicciones que se observan entre las diversas citas de tu confidente, Marcelino. Y denotan, además, manifiestas carencias en su capacidad de discernimiento. Pero lo peor es que evidencia un comportamiento "ovino" mantenido a lo largo de los años. Hasta que llegó el "lobo" de la corrupción declarada. Y no será porque no reconoce y relata algunas "advertencias" del ínclito personaje.
ResponderEliminarNo pretendo presumir de "listu" ni de visionario, pero Villa NUNCA fue uno de los míos.
No declarar el iva del fontanero,tu dinerito en b al concesionario y a la constructora no suena tan rimbombante y escandaloso como el de esos que llaman corruptos.Mirarse a uno mismo es mas dificil que acusar al de al lado,eso está claro,como claro está que ese tipo de gente que acusa al otro sin confesar pecados propios tampoco será de los mios.
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