Mientras las esperanzas o desesperanzas nacionales sitúan estos días el foco en objetivos exteriores -las elecciones griegas o la cumbre del G-20-, aquí, en Asturias, la semana que empieza tiene como referencia la huelga general convocada para mañana en las cuencas mineras, un punto de inflexión en el calendario de las protestas de los trabajadores del sector.
Hasta este momento, las movilizaciones han marcado un ritmo ascendente que, a mediados de la semana que está a punto de terminar, alcanzó su punto álgido con problemas graves en el desarrollo de las comunicaciones por carretera y ferrocarril, amén de la constantemente implementada lista de heridos y contusionados como consecuencia de los enfrentamientos entre mineros y policías.
Del resultado de la jornada de mañana va a depender en buena medida lo que pueda suceder en días venideros. No es demasiado especular si decimos que la siguiente estación de ese recorrido, especialmente si las cosas siguen como hasta ahora, pueda ser la convocatoria de una huelga general esta vez en el ámbito territorial del Principado. Pero, entre tanto, sería deseable que el desarrollo de la protesta localizada solamente en las comarcas mineras tuviera un desarrollo dentro de los cauces de racionalidad tendentes a evitar cualquier tipo de desenlace que enturbie aún más de lo que está el panorama regional. Y ésto tanto por parte de los afectados como por la del Gobierno y sus directrices a las fuerzas del orden público bajo su mando. Tal y como está el panorama, más que nunca hay que apelar a la serenidad y la templanza a la hora de afrontar el posible conflicto.
Simultaneamente, el Senado será también mañana escenario del debate de los Presupuestos Generales del Estado, texto en el que se recoge un recorte directo del 63% en las ayudas al carbón. Se trata, probablemente, de la última oportunidad normativa de evitar un golpe mortal a la minería autóctona, un golpe que amenaza con precipitar su cierre antes de ese horizonte anterior del año 2018.
Son más de uno y de dos los senadores del Partido Popular en las comunidades directamente afectadas que han sembrado las dudas sobre su disciplina de voto en dicha votación en la Cámara Alta. La fuerza política que sustenta mayoritariamente al Gobierno parece contar con margen suficiente para superar el sufragio díscolo de algunos de los suyos. No obstante, desde Génova ya han surgido voces de llamada a un 'prietas las filas'. ¡Bastante les está cayendo ya como para empeorar aún más su imagen internacional con disensiones internas!
Y, sin embargo, y a pesar de los antecedentes, ¿a quién le podría extrañar que un nativo de León, de Palencia o de Asturias siguiera los designios de su razón en sintonía con los ciudadanos que le eligieron? A nadie. Desgraciadamente, la triste experiencia nos dice que la disciplina de partido puede más que cualquier idea lógica.
El de mañana es pues un día destacado en el ya extenso calendario del conflicto. Y es un día que podría marcar un punto de inflexión en el desarrollo del mismo. Y hacerlo hacia un acercamiento a una esperanza de salida. Claro que para ello también sería necesario que el Gobierno de la nación y su ministro de Industria acompañasen su estribillo de llamadas a la negociación con un verdadero espíritu de diálogo, algo que hasta ahora no se ha vislumbrado ni por asomo.
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