Nos hemos acostumbrado ya de tal manera a que el cinismo y la hipocresía formen parte del lenguaje de nuestra clase política que, generalmente, prestamos poca atención a las continuas declaraciones de quienes se llaman nuestros representantes atizando el fuego contra los incumplimientos del contrario.
Esto, que es una práctica común en izquierda, derecha y centro, tiene en nuestra región un auténtico campeón, un 'number one' que se ha caracterizado durante su extensa carrera institucional por predicar como un auténtico sofista según su posición estaba del lado del púlpito o en la de los feligreses. Se trata -a nada que uno haya seguido la historia reciente de esta comunidad ya lo habrá adivinado- de Antonio Trevín, el político asturiano con un más extenso historial de cargos de relevancia (presidente del Principado, alcalde de Llanes, delegado del Gobierno, diputado en Madrid por su circunscripción,...), quien se ha despachado ayer a gusto contra el Ejecutivo del Estado a propósito de los previsibles incumplimientos del Ministerio de Fomento en materia de infraestructuras para con el Principado de Asturias.
Asegura el veterano político socialista que va a ser "imposible" que el Gobierno de Rajoy acabe la Autovía del Cantábrico este año. Pues no hacía falta contar con su briullante currículo para afirmar tamaña evidencia. Y seguramente tampoco en 2014. Lo que resulta chocante es que sea él quien se convierta en abanderado de las reclamaciones, la misma persona que durante los años de Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero asumió el papel de heraldo de las malas nuevas con respecto a los temporalmente deslizantes incumplimientos del Ministerio al que él representaba en este territorio.
Y no es que se pueda poner en cuestión el meollo de sus críticas, puesto que -repito- es evidente. Lo que ocurre es que no se trata más que de un nuevo episodio en la constante tomadura de pelo de los gobiernos de Madrid hacia Asturias, tanto socialistas como populares.
Alguna vez he dejado constancia en esta tribuna del contraste entre las triunfales declaraciones de los sucesivos ministros sobre plazos y fechas y la evidencia de los hechos cuando aquellos daban cumplimiento. Probablemente algún día se pueda decir -si no ya- que la Autovía del Cantábrico es la obra de mayor duración de toda la historia de las infraestructuras españolas. Las hemerotecas de la comunidad están repletas de titulares que, de haberse hecho realidad, facilitarían el mejor recorrido por carretera a través de la Cornisa Cantábrica hace ya algunos lustros.
Y resulta también llamativo que Trevín se refiera a los subtramos en marcha del trazado Llanes-Unquera cuando, al menos en la actualidad, se han iniciado, algo impensable durante su virreinato en la zona apoyado por sus compañeros en Oviedo y en Madrid. Como también es chocante que resalte el mayor ritmo que las obras tienen en los ya escasos kilómetros que todavía están pendientes en Galicia frenta al ritmo de los anteriormente citados y del Otur-Villapedre, ambos en Asturias. ¡Como si esto fuera una novedad! Cuando Zapatero accedió por vez primera al Ejecutivo de la nación, Asturias arrastraba interminables retrasos en sus obras. Para entonces, Galicia disponía aún de buena parte de su trazado pendiente de ejecución, fruto, en realidad, no de un desprecio de Madrid hacia la vecina comunidad, sino de la inicial concepción de esta gran vía transcantábrica orientada de Oriente hacia Occidente.
Sin embargo, en esos siete años de gestión socialista los gallegos vieron como sus calzadas avanzaban a buen ritmo mientras aquí se ralentizaban las obras ya en marcha y se posponía la adjudicación de las pendientes. Claro que al frente de la cartera estaba un gallego, José Blanco, quien tiraba para los suyos, en paralelo con los esfuerzos de sus compañeros asturianos para argumentar sobre la poca importancia que tiene el contar con un ministro de la tierra a la hora de reivindicar.
Trevín, como otros muchos compañeros del mismo signo y del contrario, parece mantener la teoría de que la memoria es frágil y la ciudadanía olvida en cuanto pasan unos meses. Pero se equivocan. Los asturianos tenemos memoria y sabemos que, como en aquellas películas antiguas, "hombre blanco hablar con lengua de serpiente". Ahora ese hombre blanco es Antonio Trevín, aunque antes de él ha habido muchos precedentes. Ninguno tan notable en esta faceta, también es verdad.
Las carreteras las empezo el gobierno socialista y es ahora el del PP el que debe de acabarlas, por tanto, exija usted a los segundos lo que exige a los primeros con atanto ahinco.
ResponderEliminarTambien seria de considerar que pida explicaciones a un antiguo ministro del PP que fue el que encerro Asturias tras un peaje infinito e interminable. Distribuya la culpas por igual.
Demasiado trilero infiltrado en la política. Y Asturias no iba a ser una excepción, lamentablemente.
ResponderEliminarraitanucu