Si algo nos ha enseñado el tiempo en esto de la política es que cuando alguno de sus protagonistas dice que se va y argumenta "razones personales" esa frase casi nunca responde a la realidad, salvo que convengamos en que cualquier decisión que toma una persona en el ejercicio de su libertad tenga como trasfondo tal epígrafe.
Por ello resultan tan difícil de creer las palabras de Santiago Martínez Argüeles a la hora de anunciar su sorpresiva retirada de la Secteraría General de los socialistas gijoneses. Y digo sorpresiva porque, salvo que alguien me corrija, el anuncio ha pillado por sorpresa a propios y extraños. No tanto porque su carrera política parece claramente "amortizada" como por el momento elegido para hacer efectiva su renuncia.
Tras las palabras de respeto hacia la resolución del dirigente socialista que han pronunciado públicamente compañeros y dirigentes de la Federación Socialista Asturiana se esconde la sorpresa, cuando no el cabreo, por un abandono que, a juicio de muchos de ellos, es inoportuno, máxime si se tiene en cuenta que la organización local, como el resto de las del partido, tiene en un horizonte próximo (aunque sin fecha establecida) un proceso congresual que se antoja el momento adecuado para dar "la espantada". Algunos ya han mencionado, incluso, la palabra "vendetta" con la que el ahora dimitido devolvería la pelota a unos dirigentes regionales que le han ninguneado en los últimos años.
La carrera políica de Martínez Argüelles es suficientemente larga como para poner analizar este presunto final del camino. Desde sus primeras armas en un grupo municipal socialista en el que entonces era un "alevín", su vida ha estado ligada a un PSOE que ha defendido hasta el proselitismo. Incluso su etapa como vicerector de la Universidad de Oviedo en el equipo de Juan Vázquez (el más singularmente marcado de todos los rectores de la democracia) podría considerarse una etapa más de su carrera política hacia unos objetivos que en algún momento tuvieron la ilusión de una meta de alto rango. Tras su paso por la "política universitaria", la dirección de los socialistas asturianos le señaló como el candidato para mantener la supremacía del partido en Gijón y continuar la labor de Vicente Álvarez Areces, primero, y de Paz Fernández Felgueroso, después. Para ello, cursó un "master" muy especial durante cuatro años en la Junta General del Principado, como preparación para asumir el bastón de mando del Ayuntamiento de Gijón.
Su previsto desembarco en el cartel electoral de la villa contó, a última hora, con el contratiempo de la continuidad de Paz Felgueroso cuatro años más, en su calidad de garantía de mantenimiento de los votos, algo que Martínez Argüelles todavía no estaba en condiciones de asegurar. Y ello, a pesar de que la ex alcaldesa puso todo su empeño en retirarse entonces. Pero la fidelidad a las siglas pudo más y cedió a las presiones de sus compañeros. El pre-candidato se integró en esa lista con el claro encargo de terminar de consolidarse para ser, luego, el regidor socialista durante muchos años.
Pero ni él ni sus compañeros contaban entonces con la fulgurante aparición de Foro Asturias, partido de nuevo cuño impulsado por Francisco Álvarez-Cascos, que le arrebató otra vez su objetivo, pese a contar con más concejales y votos el primero. Fue el principio del fin. En el fondo, nunca le perdonaron desde Oviedo que hubiera acabado con treinta años continuados de municipalismo socialista. Por otra parte, su labor como jefe de la oposición en esos cuatro años contó con muchas más sombras que luces, y la valoración generalizada, frente a un equipo de gobierno aparentemente débil y bisoño, fue de que había desaprovechado una ocasión de oro para recuperar la supremacía de su grupo.
Aunque parece que él estaba dispuesto a una nueva oportunidad, desde la FSA se consideró que no era la persona adecuada para recuperar la mayoría necesaria y tuvo que dar paso a su compñaero José María Pérez. Josechu también se había inscrito en el máster del parlamento regional y en él se fogueó a la mismísima vera de los Fernández, Gutiérrez y Lastra.
Martínez Argüelles asumió entonces la Secretaría General de los socialistas gijoneses dando el relevo a un "quemado" José Sariego. Pero tampoco desde la dirección del partido logró ni que ganara su candidato ni dar otra vez vida de una "organización vieja".
"Razones personales" le han llevado ahora a abandonar toda responsabilidad política, aunque nadie se cree a estas altutas que vaya a reintegrarse a su plaza como profesor titular de la Universidad de Oviedo. Muchos de sus compañeros y amigos admiten que tantos años de dedicación inquebrantable le avalan para no quedar fuera de la circulación. "Un cargo importante en una gran empresa", dicen. Nada que objetar salvo que, como en tantos otros casos anteriores, acabe acogido bajo el paraguas que él mismo ayudo a mantener muy lucrativamente durante bastantes años. O sea, Liberbank.
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