Como corresponde a los tiempos en los que nos encontramos, Gobierno y oposición se lían estos días polemizando sobre el necesario recorte del gasto que debería asumir el equipo de Francisco Álvarez-Cascos para cumplir con las exigencias de déficit impuestas desde La Moncloa y, más directamente, por la Unión Europea. Unos y otros se tiran a la cabeza el manejo de la "ingeniería financiera" para ampliar o disminuir una cifra que oscila entre los 17 y los 147 millones de euros -¡ahí es ná la diferencia!- así como las respectivas responsabilidades que corresponderían a la otra parte si las cifras propias fueran las reales.
Uno, que de la citada "ingeniería financiera" no sabe apenas nada más que lo que lee o escucha, lo que sí tiene claro es que, guarismos aparte, la visión más realista es que, desde principios de año, los anteriores gobiernos autonómicos, fueran de distinto signo a los actuales o del mismo, vistas las perspectivas económicas, se han llevado por delante en los primeros meses de ejercicio la mayor parte de los respectivos presupuestos "por si las moscas", y también -por qué no decirlo- para tratar de arrimar el ascua a su sardina electoral de mayo.
Hace bastantes meses ya reseñé en esta tribuna mi convencimiento de que el presidente Areces, que ni siquiera iba de candidato para aquella cita, se iría en mayo dejando los cajones semivacíos y que estaba aprovechando sus últimos coletazos de mandato para gestionar el presupuesto regional como si después de su marcha solamente quedara la nada, o la película que vendría a continuación fuera de otro programa diferente. Y no parece que esta actitud haya sido exclusiva suya si nos atenemos a lo que está ocurriendo en otras comunidades.
Por eso resulta ofensivo que desde el Ministerio de Economía se haya aplicado toda la energía para reconvenir y poner en un brete a las autonomías después de las elecciones de la pasada primavera, sin que antes, con una situación económica y social similar, esa misma exigencia presidiera sus objetivos. Como desde el Gobierno asturiano se ha puesto de manifiesto en las últimas horas, el déficit del Principado, como el de la mayoría de las autonomías, se ha generado en la primera mitad del año, antes de que los nuevos ejecutivos regionales hubieran tenido siquiera ocasión de empezar a actuar.
En fin, que sería aconsejable que unos y otros dejaran de arrojarse a la cara cifras y exigencias y se detuvieran a pensar con orden y concierto en la gravedad de la situación considerando la intervención en la misma de cada cual. En cualquier caso, siempre nos quedará como trasfondo esa sensación de que los gobierbos salientes pusieron en el frontispicio de sus estertores aquello de "Gasta el dinero y corre".
sábado, 24 de septiembre de 2011
jueves, 22 de septiembre de 2011
Daños colaterales
Como estaba previsto los socialistas se han adelantado a sus adversarios en las elecciones legislativas del 20-N y esta noche hicieron oficial lo que ya estaba en boca de todos. Antonio Trevín, el 'amiguísimo' llanisco, se ha impuesto sin oposición a Vicente Álvarez Areces y será el cartel electoral de la Federación Socialista Asturiana, según estaba predeterminado. Los arecistas han tirado la toalla ante una decisión que se escapaba a cualquier posibilidad de enmienda y han aceptado para su líder ser el cabeza de lista al Senado -esta expresión tan utilizada no deja de tener su gracia cuando todo el mundo sabe que las candidaturas a la Cámara Alta se hacen por orden alfabético, circunstancia que en la práctica tiene unas consecuencias directas-, ya que 'Tini' tiene la suerte de contar con un primer apellido que empieza por 'A', condición que le da amplias posibilidades de 'calentar asiento' en Madrid durante los próximos cuatro años si su partido, en contra de los vaticinios de su cada día más formal que real líder regional -casi tan evanescente como el Ovidio Sánchez del PP con el paso del tiempo-, no fuera el más votado en la cita de noviembre.
Lo del incombustible Trevín estaba más que cantado, pero su designación deja en los socialistas asturianos algunos daños colaterales que exceden de la figura de Areces. El denominado "cambio de ciclo" en el PSOE, con la llegada de Rubalcaba al control absoluto de la organización, ha echado a la cuneta a más de un 'zapaterista', concepto en franca decadencia, como es la del anterior cartel electoral, Álvaro Cuesta, a quien por mucho que traten de convencernos de que ha renunciado a presentarse, nadie va a obviar que ha recibido la patada correspondiente de Ferraz, como está ocurriendo con los que todavía quedaban en ejercicio del equipo base que llevó al leonés a la secretaría general del PSOE, primero, y a la Presidencia del Gobierno español, después. Ello sin olvidar a otro histórico de la Cámara Alta cual es José Antonio Alonso, ahora desplazado para abrir hueco a la enorme 'personalidad' del anterior presidente del Principado.
En fin, como ocurre siempre, estos procesos implican algunas heridas, sobre todo en unos momentos en los que la cotización de los socialistas está a la baja. Como muestra, el hecho de que en todo momento se han vendido como candidatos, aparte de Trevín, a Maria Luisa Carcedo y Mariví Monteserín. El cuarto iba siempre de coletilla improvisada en un ejemplo patente de que la FSA ya firma lograr tres de los cuatro diputados que últimamente tenía. La aparición en el escenario de Foro Asturias, amén de introducir una variable en la ecuación electoral que complica la solución del ejercicio, lleva a cosas como estas, aunque formalmente se diga que la apuesta socialista es repetir como el partido más votado.
Lo del incombustible Trevín estaba más que cantado, pero su designación deja en los socialistas asturianos algunos daños colaterales que exceden de la figura de Areces. El denominado "cambio de ciclo" en el PSOE, con la llegada de Rubalcaba al control absoluto de la organización, ha echado a la cuneta a más de un 'zapaterista', concepto en franca decadencia, como es la del anterior cartel electoral, Álvaro Cuesta, a quien por mucho que traten de convencernos de que ha renunciado a presentarse, nadie va a obviar que ha recibido la patada correspondiente de Ferraz, como está ocurriendo con los que todavía quedaban en ejercicio del equipo base que llevó al leonés a la secretaría general del PSOE, primero, y a la Presidencia del Gobierno español, después. Ello sin olvidar a otro histórico de la Cámara Alta cual es José Antonio Alonso, ahora desplazado para abrir hueco a la enorme 'personalidad' del anterior presidente del Principado.
En fin, como ocurre siempre, estos procesos implican algunas heridas, sobre todo en unos momentos en los que la cotización de los socialistas está a la baja. Como muestra, el hecho de que en todo momento se han vendido como candidatos, aparte de Trevín, a Maria Luisa Carcedo y Mariví Monteserín. El cuarto iba siempre de coletilla improvisada en un ejemplo patente de que la FSA ya firma lograr tres de los cuatro diputados que últimamente tenía. La aparición en el escenario de Foro Asturias, amén de introducir una variable en la ecuación electoral que complica la solución del ejercicio, lleva a cosas como estas, aunque formalmente se diga que la apuesta socialista es repetir como el partido más votado.
martes, 20 de septiembre de 2011
El baile de los postulantes
De regreso a Asturias tras una prudente etapa vacacional me encuentro con un ambiente político polarizado, fundamentalmente, por las cada vez más cercanas elecciones legislativas del 20-N y, muy especialmente, con el tradicional baile de nombres de aspirantes a integrar las listas de las principales fuerzas políticas, un baile al que en esta ocasión ha sido invitado -como ya ocurriera en las pasadas municipales y autonómicas- un participante incómodo para los ya habituales concurrentes. Y en ese escenario, también como es habitual, se entremezclan las quinielas de los 'aparatos' partidistas con los intereses personales de algunos postulantes, principalmente de aquellos que se niegan a abandonar el escaño o de otros que ven en las cámaras legislativas una última oportunidad de no quedarse fuera de juego tras perder su plaza de primera fila en los comicios de marzo.
En el vademécum de la confusión, al menos por ahora, se lleva la palma el Partido Popular, precisamente la fuerza política que en el ámbito nacional parece contar con todas las papeletas de recuperar, ocho años después, el Gobierno de España. Que vuelva a aparecer el nombre de Ovidio Sánchez, el "presidente ausente" y el gran cosechador de derrotas, como aspirante por exclusión no deja de tener su gracia, como la tiene que se siga jugando con nombres como el de un Isidro Fernández Rozada más agotado que un atleta tras la maratón olímpica, o el recurso a una Mercedes Fernández cuyo principal 'haber' en estos momentos es haber sido la discípula fiel del rival principal, Francisco Álvarez-Cascos y, pese a ello, haber permanecido en el PP tras la marcha del actual presidente del Principado. Podría decirse que nombres como estos responden más al baile de postulantes que a la verdadera realidad de un partido que se presenta pletórico de optimismo a las elecciones. Frente a esta 'vieja guardia', todo hace indicar que el anuncio desde Génova de un "fichaje estrella" responde al hartazgo del equipo de Mariano Rajoy ante el erial en el que se ha convertido su partido en Asturias. ¡Cómo será que hasta la portavoz parlamentaria en la Junta General, Isabel Pérez Espinosa, marcha por ahí con aires de lideresa e interviene públicamente en nombre de una dirección desaparecida tanto para un roto como para un descosido!
Desde Madrid se considera que ha llegado la hora de dejar a un lado a los perdedores y buscar una cara nueva que bien podría ser un dirigente nacional o un ex ministro, aunque también una persona de casa y de "reconocido prestigio", perfil en el que encajaría, por ejemplo, el empresario Francisco Rodríguez, patrón de Industrias Lácteas Asturianas, al que los populares ya han sondeado sin que hasta la fecha hayan recibido la contestación esperada.
La que parece estar descartada radicalmente es la presidenta local de Gijón. La decisión de Pilar Fernández Pardo de apoyar a Carmen Moriyón como alcaldesa, en contra de la dirección nacional y regional, y su actual bipolaridad de unos días gobierno y otros oposición en el Consistorio no han pasado por alto a Génova, que ha dejado bien claro que no se puede ayudar a Cascos ni en el Estado, ni en Asturias, ni en Gijón. La líder popular local tendrá que elegir entre seguir en la ambigüedad o pasar al ataque, como le pide Madrid, para arrebatar al actual presidente del Principado su buque insignia. Claro que, aunque así lo hiciera, el 20-N ya no estaría en su horizonte y más bien se podría pensar en algunos de los cientos o miles de cargos intermedios con que contaría la hipotética Administración Rajoy.
Mientras, la dirección socialista ya ha apostado claramente por Antonio Trevín, un hombre muy próximo a Rubalcaba, al menos en lo que a relaciones personales se refiere. No en vano son ya muchos años de compadreo en los veranos llaniscos. La opción del actual delegado del Gobierno -que de salir adelante engordaría aún más el historial de quien tiene el récord en esta región de primeros cargos institucionales- cuenta todavía con el obstáculo de los 'arecistas', que tratan como sea de sacar adelante la cabeza de cartel para el anterior presidente del Principado. De esta batalla la agrupación gijonesa puede hablar largo y tendido, sobre todo después de que el equipo que encabeza José Sariego se viera desautorizado en la última asamblea local tras haber apostado sobre seguro con Trevín en su reunión previa. Dicha asamblea rechazó el frente común de las ejecutivas de Avilés y Oviedo, impuesta desde Santa Teresa, para defender al candidato Areces. Al final, todo el mundo sabe que la decisión, formulismos aparte, se va a tomar en Ferraz y Rubalcaba ya ha dejado claro que quiere a su amigo Trevín.
En Izquierda Unida las cosas parecen estar más claras. Ya vaticiné hace tiempo en esta misma tribuna que el entonces previsible desplazamiento de Gaspar Llamazares de la candidatura por Madrid en favor del actual líder de la coalición, Cayo Lara, podría llevar al asturiano a refugiarse en su tierra. Esa previsión se ha cumplido y sus compañeros parecen encantados de contar con el actual portavoz en el Congreso para tratar de recuperar el escaño que se les muestra esquivo desde que la provincia se quedó con ocho escaños en la Cámara Baja. Por si acaso, Llamazares ha aprovechado el final de la legislatura, que acaba la próxima semana, para dejarse ver, como en su actuación 'estelar' de la reciente reforma constitucional y en otros episodios nacionales de las últimas semanas.
Queda, por fin, el incómodo invitado al que me refería al principio, Foro Asturias, sobre cuyo candidato hasta la fecha no se ha jugado con ningún nombre con posibilidades realistas de confirmarse. Ya sabemos cómo se las gasta Cascos, y si nadie lo remedia en el partido ya circula la consigna de que volverá a apostar por un candidato sin apenas perfil político, o sin ninguno, y de contrastado prestigio profesional. No parece una buena fórmula para unas elecciones nacionales, pero ya que estamos hablando del voto en Asturias y de que, sea quien fuere el cartel, se va a votar a Francisco Álvarez-Cascos, la fórmula que hasta ahora le ha funcionado podría ser perfectamente aplicada de nuevo.
En el vademécum de la confusión, al menos por ahora, se lleva la palma el Partido Popular, precisamente la fuerza política que en el ámbito nacional parece contar con todas las papeletas de recuperar, ocho años después, el Gobierno de España. Que vuelva a aparecer el nombre de Ovidio Sánchez, el "presidente ausente" y el gran cosechador de derrotas, como aspirante por exclusión no deja de tener su gracia, como la tiene que se siga jugando con nombres como el de un Isidro Fernández Rozada más agotado que un atleta tras la maratón olímpica, o el recurso a una Mercedes Fernández cuyo principal 'haber' en estos momentos es haber sido la discípula fiel del rival principal, Francisco Álvarez-Cascos y, pese a ello, haber permanecido en el PP tras la marcha del actual presidente del Principado. Podría decirse que nombres como estos responden más al baile de postulantes que a la verdadera realidad de un partido que se presenta pletórico de optimismo a las elecciones. Frente a esta 'vieja guardia', todo hace indicar que el anuncio desde Génova de un "fichaje estrella" responde al hartazgo del equipo de Mariano Rajoy ante el erial en el que se ha convertido su partido en Asturias. ¡Cómo será que hasta la portavoz parlamentaria en la Junta General, Isabel Pérez Espinosa, marcha por ahí con aires de lideresa e interviene públicamente en nombre de una dirección desaparecida tanto para un roto como para un descosido!
Desde Madrid se considera que ha llegado la hora de dejar a un lado a los perdedores y buscar una cara nueva que bien podría ser un dirigente nacional o un ex ministro, aunque también una persona de casa y de "reconocido prestigio", perfil en el que encajaría, por ejemplo, el empresario Francisco Rodríguez, patrón de Industrias Lácteas Asturianas, al que los populares ya han sondeado sin que hasta la fecha hayan recibido la contestación esperada.
La que parece estar descartada radicalmente es la presidenta local de Gijón. La decisión de Pilar Fernández Pardo de apoyar a Carmen Moriyón como alcaldesa, en contra de la dirección nacional y regional, y su actual bipolaridad de unos días gobierno y otros oposición en el Consistorio no han pasado por alto a Génova, que ha dejado bien claro que no se puede ayudar a Cascos ni en el Estado, ni en Asturias, ni en Gijón. La líder popular local tendrá que elegir entre seguir en la ambigüedad o pasar al ataque, como le pide Madrid, para arrebatar al actual presidente del Principado su buque insignia. Claro que, aunque así lo hiciera, el 20-N ya no estaría en su horizonte y más bien se podría pensar en algunos de los cientos o miles de cargos intermedios con que contaría la hipotética Administración Rajoy.
Mientras, la dirección socialista ya ha apostado claramente por Antonio Trevín, un hombre muy próximo a Rubalcaba, al menos en lo que a relaciones personales se refiere. No en vano son ya muchos años de compadreo en los veranos llaniscos. La opción del actual delegado del Gobierno -que de salir adelante engordaría aún más el historial de quien tiene el récord en esta región de primeros cargos institucionales- cuenta todavía con el obstáculo de los 'arecistas', que tratan como sea de sacar adelante la cabeza de cartel para el anterior presidente del Principado. De esta batalla la agrupación gijonesa puede hablar largo y tendido, sobre todo después de que el equipo que encabeza José Sariego se viera desautorizado en la última asamblea local tras haber apostado sobre seguro con Trevín en su reunión previa. Dicha asamblea rechazó el frente común de las ejecutivas de Avilés y Oviedo, impuesta desde Santa Teresa, para defender al candidato Areces. Al final, todo el mundo sabe que la decisión, formulismos aparte, se va a tomar en Ferraz y Rubalcaba ya ha dejado claro que quiere a su amigo Trevín.
En Izquierda Unida las cosas parecen estar más claras. Ya vaticiné hace tiempo en esta misma tribuna que el entonces previsible desplazamiento de Gaspar Llamazares de la candidatura por Madrid en favor del actual líder de la coalición, Cayo Lara, podría llevar al asturiano a refugiarse en su tierra. Esa previsión se ha cumplido y sus compañeros parecen encantados de contar con el actual portavoz en el Congreso para tratar de recuperar el escaño que se les muestra esquivo desde que la provincia se quedó con ocho escaños en la Cámara Baja. Por si acaso, Llamazares ha aprovechado el final de la legislatura, que acaba la próxima semana, para dejarse ver, como en su actuación 'estelar' de la reciente reforma constitucional y en otros episodios nacionales de las últimas semanas.
Queda, por fin, el incómodo invitado al que me refería al principio, Foro Asturias, sobre cuyo candidato hasta la fecha no se ha jugado con ningún nombre con posibilidades realistas de confirmarse. Ya sabemos cómo se las gasta Cascos, y si nadie lo remedia en el partido ya circula la consigna de que volverá a apostar por un candidato sin apenas perfil político, o sin ninguno, y de contrastado prestigio profesional. No parece una buena fórmula para unas elecciones nacionales, pero ya que estamos hablando del voto en Asturias y de que, sea quien fuere el cartel, se va a votar a Francisco Álvarez-Cascos, la fórmula que hasta ahora le ha funcionado podría ser perfectamente aplicada de nuevo.
jueves, 8 de septiembre de 2011
La escoba de Cascos
Es habitual que cuando se produce un relevo en cualquier gobierno, especialmente cuando hay un cambio de signo político en el mismo, los nuevos mandatarios procedan a realizar cambios en los distintos niveles de la administración pública correspondiente. Estos cambios pueden tener mayor o menor alcance, según el vuelco político que las urnas hayan deparado. En el Principado de Asturias, el triunfo de Foro Asturias y la asunción de la gestión ejecutiva en solitario ha conllevado un progresivo terremoto del que muy pocos de quienes hubieran tenido responsabilidades en la Administración Areces se han salvado. Los últimos, ayer mismo, han sido los gerentes de las distintas áreas de Atención Primaria, personas a las que no tengo el gusto de conocer por lo que no me atrevería a aseverar que el relevo es acorde con el nuevo escenario.
Sin embargo, al margen de esta (¿penúltima?) decisión, lo que me hace recelar de las medidas es si, efectivamente, después de tantos años la Administración del Principado estaba tan contaminada como para proceder a un cambio prácticamente total en la misma.
Personas que conocen esa Administración por dentro y poco sospechosas de tirar contra el nuevo Ejecutivo asturiano me vienen comentando en varias ocasiones que en la poda continuada que Cascos está aplicando semana a semana se han caído del carro gente muy competente y ajenos a la citada ¨contaminación¨, algunos de ellos con una gestión contrastada, aunque en estos casos casi nunca salen en los medios de comunicación. La duda, pues, es si cuando termine el proceso la tónica general haya sido la correcta (sin dudar de la absoluta legitimidad para aplicarla) o si de alguna manera, el nuevo presidente del Principado ha sacado la escoba para barrer cualquier vestigio de su antecesor.
miércoles, 7 de septiembre de 2011
Un contrato no vale de nada
¨Desengáñate, un contrato no vale de nada, ni siquiera el de matrimonio¨. Me viene a la memoria esta frase de un conocido escritor español actual que nos transporta, como parece obvio, a un concepto tan amplio como el del compromiso. Si coincidimos con el gallego Suso del Toro, qué no podremos aventurar sobre tan importante reto cuando ni siquiera está de por medio la fórmula susodicha y la asunción del compromiso está sustentada solamente por conversaciones privadas.
El circunloquio viene a cuento de la situación actual y, sobre todo, de la que previsiblemente se podría producir en a corto plazo en el Ayuntamiento de Gijón. La actual regidora, de Foro Asturias, ha desarrollado su gestión de estos primeros meses desde la perspectiva del equilibrista que se mantiene en posición inestable sobre el fino alambre del circo político, o sea, ese peculiar apoyo que le brinda el Partido Popular en la persona de su líder local, Pilar Fernández Pardo.
El problema es que ya están pasando todos los periodos de gracia, ya se esfumaron los sopores estivales, y las elecciones del 20 de noviembre están, como quien dice, a la vuelta de la esquina. La cuestión, pues, es qué va a hacer a partir de ahora la ¨lideresa¨local de los populares cuando desde Génova ya se ha decidido que, esperanzasaguirres aparte (lo de que en el PP todos son amigos de Cascos no deja de tener su gracia como retruécano), la formación del antiguo ex secretario general no se puede considerar como posible aliado, sino como un claro adversario a batir. La última en recordarlo ha sido la actual responsable nacional de la campaña de Rajoy, Ana Mato, que ha eliminado con sus declaraciones cualquier atisbo de hipotética componenda con Foro, al contrario que las buscadas con UPN y PAR.
Fernández Pardo, mal que le pese, es el sostén del gobierno en Gijón de su enemigo irreconciliable y esa posición no es políticamente correcta en estos tiempos que se avecinan. La dirigente popular ya ha sido advertida (por llamarlo de alguna manera) de cuál tiene que ser su postura si no quiere salir por donde el humo, y su figura no está en estos momentos al alza en la dirección nacional (ni en la regional) de su partido como para andar con malabarismos. Si tenemos en cuenta que la posibilidad de ¨pasarse al enemigo¨ no entra en cualquier planteamiento previsible, probablemente estaremos ante un panorama que convierte al Ayuntamiento de Gijón en un futuro próximo en un campo de minas para el partido del presidente del Principado.
Atentos los interesados porque es muy posible que a la vuelta de los comicios de noviembre y con un presumible triunfo de Mariano Rajoy, el actual equilibrio inestable termine por derrumbarse en el consistorio local, con relevo incluido al frente de la Alcaldía, y no sólo de la persona, sino también del partido. Eso sin contar con que, en las poco tranquilizantes perspectivas económicas de este país, el reciente pacto entre ¨los dos grandes¨ para una impresentable reforma constitucional pudiera ampliarse a ese otro entendimiento a más altura sobre los grandes temas que ha planteado el líder del PP. Vamos, una especie de gobierno de salvación al estilo del propugnado por Bono, aunque en una versión algo más light.
De momento, en la sede socialista de La Argandona, Sariego y Martínez Argüelles ya se frotan las manos y aventuran que lo que no fue posible en mayo, aun siendo la fuerza más votada, podría serlo ahora con los mismos números.
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