martes, 20 de septiembre de 2011

El baile de los postulantes

De regreso a Asturias tras una prudente etapa vacacional me encuentro con un ambiente político polarizado, fundamentalmente, por las cada vez más cercanas elecciones legislativas del 20-N y, muy especialmente, con el tradicional baile de nombres de aspirantes a integrar las listas de las principales fuerzas políticas, un baile al que en esta ocasión ha sido invitado -como ya ocurriera en las pasadas municipales y autonómicas- un participante incómodo para los ya habituales concurrentes. Y en ese escenario, también como es habitual, se entremezclan las quinielas de los 'aparatos' partidistas con los intereses personales de algunos postulantes, principalmente de aquellos que se niegan a abandonar el escaño o de otros que ven en las cámaras legislativas una última oportunidad de no quedarse fuera de juego tras perder su plaza de primera fila en los comicios de marzo.

En el vademécum de la confusión, al menos por ahora, se lleva la palma el Partido Popular, precisamente la fuerza política que en el ámbito nacional parece contar con todas las papeletas de recuperar, ocho años después, el Gobierno de España. Que vuelva a aparecer el nombre de Ovidio Sánchez, el "presidente ausente" y el gran cosechador de derrotas, como aspirante por exclusión no deja de tener su gracia, como la tiene que se siga jugando con nombres como el de un Isidro Fernández Rozada más agotado que un atleta tras la maratón olímpica, o el recurso a una Mercedes Fernández cuyo principal 'haber' en estos momentos es haber sido la discípula fiel del rival principal, Francisco Álvarez-Cascos y, pese a ello, haber permanecido en el PP tras la marcha del actual presidente del Principado. Podría decirse que nombres como estos responden más al baile de postulantes que a la verdadera realidad de un partido que se presenta pletórico de optimismo a las elecciones. Frente a esta 'vieja guardia', todo hace indicar que el anuncio desde Génova de un "fichaje estrella" responde al hartazgo del equipo de Mariano Rajoy ante el erial en el que se ha convertido su partido en Asturias. ¡Cómo será que hasta la portavoz parlamentaria en la Junta General, Isabel Pérez Espinosa, marcha por ahí con aires de lideresa e interviene públicamente en nombre de una dirección desaparecida tanto para un roto como para un descosido!

Desde Madrid se considera que ha llegado la hora de dejar a un lado a los perdedores y buscar una cara nueva que bien podría ser un dirigente nacional o un ex ministro, aunque también una persona de casa y de "reconocido prestigio", perfil en el que encajaría, por ejemplo, el empresario Francisco Rodríguez, patrón de Industrias Lácteas Asturianas, al que los populares ya han sondeado sin que hasta la fecha hayan recibido la contestación esperada.

La que parece estar descartada radicalmente es la presidenta local de Gijón. La decisión de Pilar Fernández Pardo de apoyar a Carmen Moriyón como alcaldesa, en contra de la dirección nacional y regional, y su actual bipolaridad de unos días gobierno y otros oposición en el Consistorio no han pasado por alto a Génova, que ha dejado bien claro que no se puede ayudar a Cascos ni en el Estado, ni en Asturias, ni en Gijón. La líder popular local tendrá que elegir entre seguir en la ambigüedad o pasar al ataque, como le pide Madrid, para arrebatar al actual presidente del Principado su buque insignia. Claro que, aunque así lo hiciera, el 20-N ya no estaría en su horizonte y más bien se podría pensar en algunos de los cientos o miles de cargos intermedios con que contaría la hipotética Administración Rajoy.

Mientras, la dirección socialista ya ha apostado claramente por Antonio Trevín, un hombre muy próximo a Rubalcaba, al menos en lo que a relaciones personales se refiere. No en vano son ya muchos años de compadreo en los veranos llaniscos. La opción del actual delegado del Gobierno -que de salir adelante engordaría aún más el historial de quien tiene el récord en esta región de primeros cargos institucionales- cuenta todavía con el obstáculo de los 'arecistas', que tratan como sea de sacar adelante la cabeza de cartel para el anterior presidente del Principado. De esta batalla la agrupación gijonesa puede hablar largo y tendido, sobre todo después de que el equipo que encabeza José Sariego se viera desautorizado en la última asamblea local tras haber apostado sobre seguro con Trevín en su reunión previa. Dicha asamblea rechazó el frente común de las ejecutivas de Avilés y Oviedo, impuesta desde Santa Teresa, para defender al candidato Areces. Al final, todo el mundo sabe que la decisión, formulismos aparte, se va a tomar en Ferraz y Rubalcaba ya ha dejado claro que quiere a su amigo Trevín.

En Izquierda Unida las cosas parecen estar más claras. Ya vaticiné hace tiempo en esta misma tribuna que el entonces previsible desplazamiento de Gaspar Llamazares de la candidatura por Madrid en favor del actual líder de la coalición, Cayo Lara, podría llevar al asturiano a refugiarse en su tierra. Esa previsión se ha cumplido y sus compañeros parecen encantados de contar con el actual portavoz en el Congreso para tratar de recuperar el escaño que se les muestra esquivo desde que la provincia se quedó con ocho escaños en la Cámara Baja. Por si acaso, Llamazares ha aprovechado el final de la legislatura, que acaba la próxima semana, para dejarse ver, como en su actuación 'estelar' de la reciente reforma constitucional y en otros episodios nacionales de las últimas semanas.

Queda, por fin, el incómodo invitado al que me refería al principio, Foro Asturias, sobre cuyo candidato hasta la fecha no se ha jugado con ningún nombre con posibilidades realistas de confirmarse. Ya sabemos cómo se las gasta Cascos, y si nadie lo remedia en el partido ya circula la consigna de que volverá a apostar por un candidato sin apenas perfil político, o sin ninguno, y de contrastado prestigio profesional. No parece una buena fórmula para unas elecciones nacionales, pero ya que estamos hablando del voto en Asturias y de que, sea quien fuere el cartel, se va a votar a Francisco Álvarez-Cascos, la fórmula que hasta ahora le ha funcionado podría ser perfectamente aplicada de nuevo.

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