El circunloquio viene a cuento de la situación actual y, sobre todo, de la que previsiblemente se podría producir en a corto plazo en el Ayuntamiento de Gijón. La actual regidora, de Foro Asturias, ha desarrollado su gestión de estos primeros meses desde la perspectiva del equilibrista que se mantiene en posición inestable sobre el fino alambre del circo político, o sea, ese peculiar apoyo que le brinda el Partido Popular en la persona de su líder local, Pilar Fernández Pardo.
El problema es que ya están pasando todos los periodos de gracia, ya se esfumaron los sopores estivales, y las elecciones del 20 de noviembre están, como quien dice, a la vuelta de la esquina. La cuestión, pues, es qué va a hacer a partir de ahora la ¨lideresa¨local de los populares cuando desde Génova ya se ha decidido que, esperanzasaguirres aparte (lo de que en el PP todos son amigos de Cascos no deja de tener su gracia como retruécano), la formación del antiguo ex secretario general no se puede considerar como posible aliado, sino como un claro adversario a batir. La última en recordarlo ha sido la actual responsable nacional de la campaña de Rajoy, Ana Mato, que ha eliminado con sus declaraciones cualquier atisbo de hipotética componenda con Foro, al contrario que las buscadas con UPN y PAR.
Fernández Pardo, mal que le pese, es el sostén del gobierno en Gijón de su enemigo irreconciliable y esa posición no es políticamente correcta en estos tiempos que se avecinan. La dirigente popular ya ha sido advertida (por llamarlo de alguna manera) de cuál tiene que ser su postura si no quiere salir por donde el humo, y su figura no está en estos momentos al alza en la dirección nacional (ni en la regional) de su partido como para andar con malabarismos. Si tenemos en cuenta que la posibilidad de ¨pasarse al enemigo¨ no entra en cualquier planteamiento previsible, probablemente estaremos ante un panorama que convierte al Ayuntamiento de Gijón en un futuro próximo en un campo de minas para el partido del presidente del Principado.
Atentos los interesados porque es muy posible que a la vuelta de los comicios de noviembre y con un presumible triunfo de Mariano Rajoy, el actual equilibrio inestable termine por derrumbarse en el consistorio local, con relevo incluido al frente de la Alcaldía, y no sólo de la persona, sino también del partido. Eso sin contar con que, en las poco tranquilizantes perspectivas económicas de este país, el reciente pacto entre ¨los dos grandes¨ para una impresentable reforma constitucional pudiera ampliarse a ese otro entendimiento a más altura sobre los grandes temas que ha planteado el líder del PP. Vamos, una especie de gobierno de salvación al estilo del propugnado por Bono, aunque en una versión algo más light.
De momento, en la sede socialista de La Argandona, Sariego y Martínez Argüelles ya se frotan las manos y aventuran que lo que no fue posible en mayo, aun siendo la fuerza más votada, podría serlo ahora con los mismos números.
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