De acuerdo que por el momento se trata solamente de algo parecido a un rumor, que circula por los confidenciales y que el Gobierno no ha dejado pasar ni horas para desmentirlo. Sin embargo, en unos pocos meses Rajoy y los suyos nos han arreado tantas bofetadas por sorpresa, tantas collejas sin avisar, que uno escarmienta y a la más mínima se pone en alerta.
Sobre los llamados recortes, ajustes o cualquier otra terminología al uso utilizada para enmascarar el ataque sin piedad al 'estado del bienestar' -si a alguien le suena partidista que le ponga el nombre que prefiera- ya sabemos como se las gastan estos señores del Partido Popular. De su aleatoria distribución de las cargas derivadas de la crisis tenemos ya demasiados y sangrantes ejemplos que, por generalmente conocidos, renuncio a enumerar. Sin embargo, siempre hasta la fecha los actuales gobernantes y quienes les sustentan políticamente habían asegurado que, si había algo intocable, eran las pensiones. Esa seguridad ahora queda en entredicho porque, aunque repito que se trata de una de esas bolas de nieve que los mandatarios echan a rodar y ¡a ver qué pasa!, ante la exigencia de encontrar recursos aunque sea debajo de las piedras, las prestaciones por jubilación ya no son territorio sagrado.
En su empeño por hacerle las cuentas a Alemania, que ya nadie duda es la que ejerce el poder ejecutivo en España, Rajoy y su equipo están dispuestos a traspasar una de las últimas -¿...?- líneas rojas que la más mínima cordura impone. Ya lo han hecho con otras también muy importantes, pero no sé si son conscientes de que 'mandan' sobre un país envejecido, que cada vez tiene menos trabajadores activos y que, en la parte alta de la pirámide poblacional, son cientos de miles los que han pasado a ese colectivo antes de tiempo. De seguir por este camino es posible -yo no lo creo- que lleguen a solventar las grandes cifras de acuerdo con quienes les ordenan desde más al norte de nuestras fronteras; lo que sí parece seguro es que se van a encontrar con una población globalmente cabreada que tiene la capacidad para poner más en cuestión esa máxima no escrita de los periodos de ocho años para los mandatos en el Ejecutivo del Estado.
El español no es analfabeto social y son mayoría quienes entienden -entendemos- que estamos en periodos difíciles y que algo nos tiene que tocar a cada uno. Lo que no es de recibo es que todas las medidas adoptadas recaigan con dureza sobre los mismos de siempre mientras se protege a los sinvergüenzas que han llevado a nuestro país a la situación actual, algunos de su misma casta incluidos. Se pueden asumir muchas cosas, pero nunca el que estemos ya en la deriva de retornar al siglo XVIII perdiendo la condición de ciudadanos para recuperar el baldón de siervos.
caiste del nidu un pocu tarde paisanin
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