La decisión del actual Gobierno del Principado de conceder la Medalla de Oro de la comunidad autónoma al ex presidente del Principado Sergio Marqués todavía no sé si me mueve al aplauso entusiasta o desata mi serena indignación. Dejando de lado el oportunismo -muy habitual, por otra parte- de distinguir a las personas una vez que han dejado este mundo, lo que más sorprende es la retahila de consideraciones que ha merecido el ex mandatario desde el mismo momento de su fallecimiento. Tal parece que ahora toda los integrantes de la clase política eran sus amigos; se transmite la impresión de que la talla del personaje como servidor público y como ser humano estaba en el ánimo de compañeros y adversarios. Sin embargo, el tiempo es fútil y parece que fue ayer cuando su actividad política era juzgada por unos y por otros con evidente displicencia, cuando no con menosprecio.
Sergio Marqués llegó a las más altas responsabilidades en Asturias como una solución de emergencia, para salir al paso de una situación marcada por la transición en su partido, el Partido Popular. Esta fuerza política ganó las elecciones casi sin contarlo y su candidato se convirtió en presidente. Para entonces, ya era para unos y otros un 'desclasado' dentro de ese a modo de raza que se reservan para sí las organizaciones políticas en este país. Luego, pasó lo que pasó, y la experiencia de cuatro años anómalos de gobierno en minoría sirvió para alimentar ese rechazo a su categoría como cargo institucional, una sensación que se reforzó aún más a raíz de la formación de un nuevo partido que encabezó durante algunos años. Para toda esta gente, Sergio Marqués siempre fue un segundón con suerte que tuvo su momento de gloria. Y punto.
Este mismo año, tras mucho tiempo retirado de la política, la muerte vino a buscarle. Y pocos meses después llega la concesión de la más alta distinción del Principado. Si las últimas elecciones autonómicas no hubieran cambiado el signo del Ejecutivo asturiano y el título se lo hubiese concedido igualmente Foro Asturias la cosa habría sido más sangrante, dado el viejo contencioso personal -que algún día habrá que situar en su justo término- entre el fallecido y el anterior mandatario de la comunidad. No ha sido así, y es un gobierno socialista el que ha dado el paso adelante de reconocer la figura de Marqués. Mas no por ello hay que presuponer que Javier Fernández y su equipo mantienen una opinión muy diferente de los 'foristas' sobre los méritos del malogrado político asturiano. En definitiva, también para ellos era esa destacada 'anécdota' en la reciente historia de la comunidad.
Pese a tante hipocresía, bienvenido sea el reconocimiento, aunque lo haga por manifiestos vericuetos. Sergio Marqués se lo merecía. Y como buen hombre religioso que fue, desde aquí le pido que, aunque él sabe bien de todas estas miserias, tenga la miserocordia de perdonales.
Lamentablemente lo que prima en este asunto, a mi modo de ver, es lo de los "manifiestos vericuetos".
ResponderEliminarNo entro a valorar la "justicia" y "oportunidad" del reconocimiento político y humano de la persona, siempre condicionadas por todo tipo de subjetividades.
Lo que sí creo es que lamentablemente, repito, venga envuelto en hipocresía, demagogia y objetivos políticos para nada inocentes.
Las miserias de la casta política emponzoña hasta los reconocimientos post mortem.
raitanucu