miércoles, 10 de abril de 2013

Aduladores

Al igual que ocurre habitualmente cuando una persona socialmente relevante abandona este mundo, esa otra 'muerte' anticipada que es la retirada de la primera línea en la actividad en la que marcó pautas da pie a que las lanzas se tornen en picas y se conviertan en legión aquelllos que prodigan las alabanzas y los halagos hacia aquella persona que, en algunos casos, vilipendiaron anteriormente.

Ayer anunció su retirada definitiva (antes ya había aventurado otras fallidas) el que fuera durante tantos años secretario general del Sindicato de los Obreros Mineros de Asturias y uno de los verdaderos muñidores de la transformación del socialismo asturiano a partir de la transición. Esa decisión ha destapado el tarro de las esencias de propios y extraños que han encontrado en el rico diccionario de la lengua española todos los apelativos precisos para glorificar su figura.

Sin embargo, la biografía sindical y política de José Ángel Fernández Villa está plagada de luces y sombras. Desde un segundo plano, él fue quien realmente controló la evolución de la Federación Socialista Asturiana tras su legalización; él fue quien quitó y puso, no siempre con acierto, a sus dirigentes. Nadie concebía un giro relevante en la formación política que no pasase previamente el filtro del 'pozo' principal ubicado en la langreana plaza de la Salve. Y cuando llegó el momento de dar forma a las instituciones autonómicas del Principado, también la 'hoja de ruta' pasaba pos sus manos, desde la composición de listas electorales y reparto de cuotas hasta la decisión de mantener o retirar la confianza en la persona que había de representar al socialismo a los más altos niveles.

Es verdad que en todo ese proceso nunca cedió a los cantos de sirena de la pléyade de aduladores que mayoritariamente le rodeaban para recordarle que él, y no otra persona, era el jefe, y que en el momento que quisiera podía pasar a ser el cartel de los socialistas asturianos y ocupar, con toda probabilidad, el despacho presidencial de Suárez de la Riva. Fernández Villa, como algunos históricos mandatarios, prefería mandar al campo de batalla a sus mariscales y dirigir la estrategia desde su 'cueva'.

En el ámbito sindical las cosas no fueron muy diferentes, aunque en este caso tuvo que conformarse con ser una de las 'patas' de la mesa obligado por el potencial del sindicato del Metal de la UGT, poderoso a través de su presencia en ciudadaes industriales como Gijón o Avilés. Pero también aquí supo hacer valer su influencia mediante la práctica de una 'guerra de guerrillas' amparada por el otrora potencial poder en el mundo laboral de las cuencas mineras. Fruto de esta notable fuerza en la región, al veterano líder del SOMA le han crecido multitud de ayudantes, seguidores y, también, hay que decirlo, 'bufones'. Cuando Fernández Villa aparecía en un gran público su cortejo no desmerecía del de un monarca.

Pero el paso del tiempo es implacable y su transcurrir deterioró progresivamente el poder del sindicalista. La progresiva reducción del sector minero asturiano, en lo sindical, y el arrumbamiento a nivel nacional del llamado 'guerrismo' hizo que, poco a poco, el de Tuilla viera mermados sus apoyos. En el ámbito político, no obstante, supo conservar su capacidad de decisión merced a su capacidad para dotar al socialismo asturiano de una pátina de pureza frente al relajamiento de los principios de Pablo Iglesias que se detectaban en la sede madrileña de Ferraz. Así, el Principado consiguió durante algunos años más ser la 'reserva espiritual' de su ideología.

Escuchándole ayer anunciar públicamente su retirada, me vino a la memoria una imagen de hace unos pocos años, aquí mismo, en Gijón. Acababa de finalizar un mitin de José Luis Rodríguez Zapatero en el Palacio de los Deportes y José Ángel abandonaba el recinto acompañado de un compañero del sindicato con el que comentaba el discurrir del acto público. Ni delante ni detrás estaban todos aquellos dirigentes políticos, ni decenas de altos cargos o gestores de grandes empresas públicas, ni las miriadas de aduladores que formaban su 'corte' en idénticas circunstancia de anteriores ocasiones. similares Fue un 'flash' de la transformación del líder omnipresente en objeto de referencia histórica.

Su última aventura poniéndose al frente de las movilizaciones mineras del pasado año ha terminado por jibarizar su ya precaria salud de años anteriores. Fue más su presencia icónica la que le devolvió al primer plano, pero la machacona realidad le ha obligado a apartarse del camino.

2 comentarios:

  1. Un icono para unos pocos. Pero no precisamente para pocos ha resultado un lastre para la política asturiana; y más concretamente para la gestionada por los suyos (¿!). Se ha llevado mejor con Gabino y con Cascos, que con Areces.

    raitanucu

    ResponderEliminar
  2. ¿si oh?
    ¿de onde sacas esa idea cazurru?

    ResponderEliminar