A medida que discurre el periodo entre la reunión de la junta directiva del pasado día 5 y la asamblea general del próximo 28, la situación interna de la Federación Asturiana de Empresarios, lejos de serenarse, amenaza con derivar en un verdadero caos. Y todo por la perseverancia de su presidente en conservar el cargo. Severino García Vigón ha reaccionado a la ofensiva desde que la mayor parte de su equipo de confianza -al comité ejecutivo lo designó él- le hiciera ver que era llegado el tiempo de la salida. Tal unanimidad le llevó a comprometerse a ello en la convocatoria del pasado mes de abril. Nada más lejos de la realidad. El presidente de la patronal puso a trabajar a las dos personas que, realmente y desde la sombra, velan por sus intereses en los últimos tiempos y, mediante sutiles presiones encaminadas a lograr los apoyos mínimos, consiguió enrolar a los llamados 'pequeños' de la patronal asturiana para dar la campanada en una sorpresiva vuelta atrás, el citado 5 de junio.
Pero, desgraciadamente para sus intereses, con vistas a la asamblea de finales de mes, no vale igual el voto de uno de esos pequeños que el de las llamadas singulares o grandes empresas o asociaciones sectoriales. Y no vale porque la ponderación de estos apoyos es directamente proporcional a lo que representan en el conjunto del mundo empresarial regional y, sobre todo, de lo que aportan al sostenimiento de FADE.
Desde aquella vuelta de tuerca de primeros de mes, García Vigón ha visto como quienes le han sostenido incondicionalmente durante tantos años le han ido abandonando en un goteo constante que no parece tener fin. Y no se trata sólo de quienes ya no están en su equipo, sino también de quienes permanecen. Si algo tienen en común todos ellos es que parten de la premisa de que de esta crisis solamente se sale con la dimisión del presidente y la convocatoria de elecciones. No en vano el sentimiento unánime de todos ellos en el punto de inflexión que desencadenó la actual situación era la renuncia de Severino. En ese objetivo están también quienes, como Femetal, han optado por mantenerse en la cúpula de la Federación, convencidos legítimamente de que la solución, aunque traumática, sólo se puede hallar desde dentro.
Mientras los apoyos se ven cada día más reducidos, el presidente de la patronal asturiana mantiene un silencio casi absoluto y se limita a rellenar los huecos que le van dejando vacíos quienes otrora la auparon a la cima. El comunicado emitido hoy por el 'renovado' comité ejecutivo es el paradigma de aquel "di algo que no diga nada" para dejar las cosas correr. Y en esa estrategia, la actiitud del presidente más parece una huída hacia adelante que una respuesta razonable a una evidente ausencia de sostenes estables sobre los que afianzarse. En el ánimo de la opinión pública cobra fuerza entonces la idea de que la defensa numantina del cargo (el ego no lo es todo, pero también importa, y mucho) y de las retribuciones que lleva aparejadas están en el fundamento de una postura difícil de justificar con otros argumentos.
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