Se me cae el alma a los pies (obviamente es una expresión muy española que no trato de aplicar literalmente; desconozco si la tengo y, en caso afirmativo, dónde puede estar a estas alturas de una vida de pecado) cuando diariamente leo las crónicas en papel (eso sí es literal) de las comparecencias que van desfilando desde el lunes por la comisión de investigación que se postula encargada de arrojar luz sobre el presunto enriquecimiento indebido de José Ángel Fernández Villa. Entre los que se amparan en un papel para no dar la cara (el propio líder minero), los que la dan pero se niegan a declarar y los que la dan y hablan pero no dicen nada que no sepamos ya, las primeras horas de este simulacro de democracia, resultan una ofensa a la inteligencia de los asturianos.
Si nuestra 'casta' política, la que así califican los chicos de Pablo Iglesias, y sus partenaires minoritarios se proponen lavar y centrifugar su ropa sucia con este tipo de instrumentos todo hace indicar que no se han enterado de qué va la fiesta. Ya lo vimos con anteriores intentonas, como la que investigó el 'caso Renedo' ('Marea' o 'Riopedre', que cada cual elija el sinónimo que prefiera). A escasos meses de la cita con las urnas para renovar la Junta General del Principado, su actual composición no hace favor alguno a las instituciones escribiendo guiones como el que protagonizan sus integrantes esta misma semana. Adeás de barrer la mierda que tienen en casa, sería obligado que los 'impolutos' pudieran convencer a sus parroquianos de que están ahí y cobran para hacer algo más que calentar asientos y montar su ring dialéctico una vez por semana. Las sombras sobre la actuación del ex mandamás del socialisma asturiano son más de las cincuenta de Grey y compañeros y adversarios están obligados a despejar una por una hasta que no quede atisbo de duda.
Cierto que no son nuestras instituciones autonómicas estados, ni disponen de suficientes medios para hacer valer su condición de representantes de todos los asturianos a la hora de exigie ciertas responsabilidades. No obstante, en lugar de zancadillearse según el viento sopla favorable o no, deberían unir fuerzas para, al menos, dejar en pelota picada a quienes de entre sus filas han decidido aprovecharse en beneficio propio. La experiencia dice que no es así. Todo lo contrario.
Hay un chascarrillo parlamentario que circula desde hace años entre sus señorías y que dice que si quieres que no se desvele nada monta una comisión de investigación. Quizá tal aseveración no sea solamente una cita y obedezca más bien a toda una declaración de principios de los 'instalados' en el sistema.
martes, 27 de enero de 2015
domingo, 25 de enero de 2015
La encrucijada de Izquierda Unida
No tiene suerte Izquierda Unida. Cuando otras fuerzas políticas 'tradicionales' dan muestras de debilidad en la confianza de los ciudadanos y su escenario de futuro se presenta halagüeño siempre aparecen terceros capaces de amargar sus ilusiones. En esta ocasión, el elemento disgregador es Podemos que, al margen de la inagotable literatura política que arastra a su paso, ha llegado para ocupar precisamente el espacio en el que ya se veía instalada la coalición.
Porque, no nos engañemos con el ruido que producen tal catarata de informaciones y comentarios, tantos sondeos y proyecciones, la realidad es que no parecen ajustados a la realidad esos criterios según los cuales este año las porciones del pastel electoral están al alcance de cualquiera de los comensales. Tal parece que la formación de Pablo Iglesias va a llenar sus alforjas tanto con los sufragios de los anteriores votantes de comunistas o socialistas como del partido conservador. En este país, la democracia -la que tenemos, porque ya sé que son muchos los que la ponen en cuestión- ya se ha asentado, por mucho que a algunos les parezca que cuarenta años -los mismos que la dictadura franquista- es todavía poco tiempo para aseverarlo. Que existe un voto fluctuante es cierto, pero se sitúa en ese espacio indeterminado y fluido que alcanza a un grupo de población amplio pero no mayoritario. Que ese bagaje pueda ser determinante para desnivelar la balanza en uno u otro momento es obvio, pero no para la creación de un espacio propio con posibilidades reales de montar una mayoría por sí mismo.
Con estos mimbres, Izquierda Unida ha decidido iniciar un proceso de regeneración desde la cúpula con un proceso de primarias que, objetivamente, han sido un modelo de participación, por mucho que los guarismo absolutos puedan parecernos raquíticos. Y de él han salido los candidatos a presidir autonomías y ayuntamientos y, en breves semanas, se supone que permitirán también elegir desde las bases a los acompañantes de los anteriores en las listas de IU para comunidades y ayuntamientos.
En el caso de Asturias, la elección ha recaído en Gaspar Llamazares, un veterano que a muchos compañeros ha hecho dudar de la capacidad de renovación de la coalición. Da más la sensación de que, finalmente, se ha optado por una cuestión de imagen y de experiencia que de un verdadero deseo de rejuvenecer a la izquierda.
Uno de los primeros posicionamientos del todavía diputado por Asturias ha ido dirigido a tender la mano al resto de fuerzas de la izquierda y, sobre todo, a Podemos, el que considera sería su verdadero rival en las urnas. No resulta sorprendente toda vez que son muchos los dirigentes de la coalición que se han manifestado anteriormente en idéntico sentido. De alguna manera, podría decirse que, salvo la derecha, todos quisieran tener al partido de Pablo Iglesias a su lado, bien sea -como en el caso de Izquierda Unida- en unas candidaturas conjuntas, bien como en los no confesados deseos de los socialistas de poder contar con la joven organización para conformar una mayoría absoluta tras los comicios, siempre que les fueran necesarios. Las elecciones griegas de hoy son un claro ejemplo de los deseos de unos y de otros de patrimonializar al equivalente heleno de Podemos.
En el caso que nos ocupa, el deseo de Llamazares entronca perfectamente con el mismo concepto de la coalición desde sus mismos principios fundacionales. Entonces, fue el PCE de Gerardo Iglesias el que se planteó la fagocitación de otras pequeñas formaciones y colectivos de "la gauche" para configurar el poder de la izquierda más allá del PSOE. Aquella operación, vista desde la distancia, resultó fácil. Nada que ver con la situación actual, con una fuerza emergente impulsada por el descontento ciudadano y el poder mediático de las encuestas y con suficientes cartas en la mano como para no querer compartir juego con otros participantes en la partida. Pero el envite está ahí y ha quedado sobre la mesa. Sobre quien puede dirigir el juego de parejas nadie está en condiciones aún de dictar sentencia.
Porque, no nos engañemos con el ruido que producen tal catarata de informaciones y comentarios, tantos sondeos y proyecciones, la realidad es que no parecen ajustados a la realidad esos criterios según los cuales este año las porciones del pastel electoral están al alcance de cualquiera de los comensales. Tal parece que la formación de Pablo Iglesias va a llenar sus alforjas tanto con los sufragios de los anteriores votantes de comunistas o socialistas como del partido conservador. En este país, la democracia -la que tenemos, porque ya sé que son muchos los que la ponen en cuestión- ya se ha asentado, por mucho que a algunos les parezca que cuarenta años -los mismos que la dictadura franquista- es todavía poco tiempo para aseverarlo. Que existe un voto fluctuante es cierto, pero se sitúa en ese espacio indeterminado y fluido que alcanza a un grupo de población amplio pero no mayoritario. Que ese bagaje pueda ser determinante para desnivelar la balanza en uno u otro momento es obvio, pero no para la creación de un espacio propio con posibilidades reales de montar una mayoría por sí mismo.
Con estos mimbres, Izquierda Unida ha decidido iniciar un proceso de regeneración desde la cúpula con un proceso de primarias que, objetivamente, han sido un modelo de participación, por mucho que los guarismo absolutos puedan parecernos raquíticos. Y de él han salido los candidatos a presidir autonomías y ayuntamientos y, en breves semanas, se supone que permitirán también elegir desde las bases a los acompañantes de los anteriores en las listas de IU para comunidades y ayuntamientos.
En el caso de Asturias, la elección ha recaído en Gaspar Llamazares, un veterano que a muchos compañeros ha hecho dudar de la capacidad de renovación de la coalición. Da más la sensación de que, finalmente, se ha optado por una cuestión de imagen y de experiencia que de un verdadero deseo de rejuvenecer a la izquierda.
Uno de los primeros posicionamientos del todavía diputado por Asturias ha ido dirigido a tender la mano al resto de fuerzas de la izquierda y, sobre todo, a Podemos, el que considera sería su verdadero rival en las urnas. No resulta sorprendente toda vez que son muchos los dirigentes de la coalición que se han manifestado anteriormente en idéntico sentido. De alguna manera, podría decirse que, salvo la derecha, todos quisieran tener al partido de Pablo Iglesias a su lado, bien sea -como en el caso de Izquierda Unida- en unas candidaturas conjuntas, bien como en los no confesados deseos de los socialistas de poder contar con la joven organización para conformar una mayoría absoluta tras los comicios, siempre que les fueran necesarios. Las elecciones griegas de hoy son un claro ejemplo de los deseos de unos y de otros de patrimonializar al equivalente heleno de Podemos.
En el caso que nos ocupa, el deseo de Llamazares entronca perfectamente con el mismo concepto de la coalición desde sus mismos principios fundacionales. Entonces, fue el PCE de Gerardo Iglesias el que se planteó la fagocitación de otras pequeñas formaciones y colectivos de "la gauche" para configurar el poder de la izquierda más allá del PSOE. Aquella operación, vista desde la distancia, resultó fácil. Nada que ver con la situación actual, con una fuerza emergente impulsada por el descontento ciudadano y el poder mediático de las encuestas y con suficientes cartas en la mano como para no querer compartir juego con otros participantes en la partida. Pero el envite está ahí y ha quedado sobre la mesa. Sobre quien puede dirigir el juego de parejas nadie está en condiciones aún de dictar sentencia.
sábado, 24 de enero de 2015
Dios mío, ¿qué le has hecho al PP?
Parecía que las cosas ya no se podían hacer peor. Pero no. Esa posibilidad se ha demostrado que todavía es una opción creíble. La decisión de los cinco concejales del Partido Popular en el Ayuntamiento de Gijón de dejar el partido y convertirse en ediles no adscritos, de confirmarse, pondría rúbrica a una desastrosa gestión que se inició prácticamente al principio del vigente mandato. Podría decirse que desde el momento en que el grupo municipal de los populares, tras unos malísimos resultados, decidió apoyar la investidura a la Alcaldía de la candidata de Foro, Carmen Moriyón.
Era entonces todavía presidente del partido en Asturias el felizmente volatilizado Ovidio Sánchez y la manija la llevaba sin oposición alguna Gabino de Lorenzo. Entonces, la consigna clara de no "dar ni agua" a los discípulos de Cascos fue desobedecida por la entonces presidenta la organización local, Pilar Fernández Pardo. Se habló mucho de una postura personal, pero también se filtró que la dirigente contaba con el respaldo desde la dirección nacional de la secretaria general, María Dolores de Cospedal.
Luego, se produjo el curioso y original relevo de Sánchez por Mercedes Fernández, la encargada, al parecer, por Rajoy de darle la vuelta al colchón y poner los cimientos para recuperar el apoyo de los asturianos que les había arrebatado Francisco Álvarez Cascos y su partido.
El primer obstáculo eran las adelantadas elecciones autonómicas convocadas por el propio Cascos un año después de la cita con las urnas que le llevó a la Presidencia del Principado. El partido del ex secretario general de Aznar perdió votos, pero no le sirvió a 'Cherines' para mejorar los resultados cosechados por la efímera pupila de De Lorenzo, Isabel Pérez Espinosa.
Con tres año de mandato por delante, Mercedes Fernández puso en marcha el que había sido uno de sus objetivos principales desde el mismo momento inicial de tomar posesión del bastón de mando de los populares en Asturias: expulsar a Pilar Fernández Pardo del Ayuntamiento gijonés y de la Presidencia del partido en la villa. Este propósito lo logró, pero a costa de dejar el ya de por sí reducido grupo municipal hecho unos zorros, con relevos y desconfianzas sin cuento. En la dirección local también erró al nombrar una gestora a la que le dio continuidad durante año y medio, alterando la esencia misma de estos órganos de carácter provisional.
Cuando las cosas ya no daban para más, convocó de prisa y corriendo un congreso y planteó un candidato propio que despertó las hostilidades de una parte importante de la militancia. De la organización y desarrollo de ese cónclave local está en el conocimiento de militancia y ciudadanía su condición de ejemplo de una de las mayores chapuzas políticas de la historia de la democracia en el Principado. Tanto que días atrás un juez anuló en su totalidad la cita partidaria y declaró sin efecto todas las decisiones adoptadas por la dirección resultante de la misma, presidida por David González Medina.
Dentro de ese bucle autodestructivo, pocas horas después se supo que 'Cherines' no había dado traslado de la información básica sobre todo este conflicto, dejando en evidencia a su secretaria general estatal cuando fue interrogada al respecto. Una situación que, según distintas fuentes, han colocado a la dirigente asturiana en una situación inestable que pone en cuestión su futuro como tal.
Parecía que ya nada podía ir a peor. Pero si, como queda dicho, los cinco concejales del PP en el municipio, en franca rebeldía con la dirección regional y con la fantasmagórica junta directiva local, deciden abandonar el partido y conservar sus escaños como ediles no adscritos, en el horroroso historial de Mercedes Fernández al frente del PP en el Principado se añadirá otra reseña, la de lograr el dudoso honor de ser la primera vez en la que el Partido Popular se queda sin representación en el municipio. No es que las encuestas para el próximo mes de mayo le fueran muy favorables, pero ese nuevo 'hito' podría acabar con cualquier expectativa de sacar adelante una organización desmembrada y sin cabeza.
Y no es ésta una consideración de especialistas o politólogos. No. El tema, para desgracia del partido de Mariano Rajoy, es que se trata de un motivo de conversación en los círculos más populares (no del Partido Popular, evidentemente, sino ciudadano). Nadie da ya un duro por dicha opción en la villa de Jovellanos. Y, se piense lo que se piense, todo este desastre tiene nombre y apellidos.
Era entonces todavía presidente del partido en Asturias el felizmente volatilizado Ovidio Sánchez y la manija la llevaba sin oposición alguna Gabino de Lorenzo. Entonces, la consigna clara de no "dar ni agua" a los discípulos de Cascos fue desobedecida por la entonces presidenta la organización local, Pilar Fernández Pardo. Se habló mucho de una postura personal, pero también se filtró que la dirigente contaba con el respaldo desde la dirección nacional de la secretaria general, María Dolores de Cospedal.
Luego, se produjo el curioso y original relevo de Sánchez por Mercedes Fernández, la encargada, al parecer, por Rajoy de darle la vuelta al colchón y poner los cimientos para recuperar el apoyo de los asturianos que les había arrebatado Francisco Álvarez Cascos y su partido.
El primer obstáculo eran las adelantadas elecciones autonómicas convocadas por el propio Cascos un año después de la cita con las urnas que le llevó a la Presidencia del Principado. El partido del ex secretario general de Aznar perdió votos, pero no le sirvió a 'Cherines' para mejorar los resultados cosechados por la efímera pupila de De Lorenzo, Isabel Pérez Espinosa.
Con tres año de mandato por delante, Mercedes Fernández puso en marcha el que había sido uno de sus objetivos principales desde el mismo momento inicial de tomar posesión del bastón de mando de los populares en Asturias: expulsar a Pilar Fernández Pardo del Ayuntamiento gijonés y de la Presidencia del partido en la villa. Este propósito lo logró, pero a costa de dejar el ya de por sí reducido grupo municipal hecho unos zorros, con relevos y desconfianzas sin cuento. En la dirección local también erró al nombrar una gestora a la que le dio continuidad durante año y medio, alterando la esencia misma de estos órganos de carácter provisional.
Cuando las cosas ya no daban para más, convocó de prisa y corriendo un congreso y planteó un candidato propio que despertó las hostilidades de una parte importante de la militancia. De la organización y desarrollo de ese cónclave local está en el conocimiento de militancia y ciudadanía su condición de ejemplo de una de las mayores chapuzas políticas de la historia de la democracia en el Principado. Tanto que días atrás un juez anuló en su totalidad la cita partidaria y declaró sin efecto todas las decisiones adoptadas por la dirección resultante de la misma, presidida por David González Medina.
Dentro de ese bucle autodestructivo, pocas horas después se supo que 'Cherines' no había dado traslado de la información básica sobre todo este conflicto, dejando en evidencia a su secretaria general estatal cuando fue interrogada al respecto. Una situación que, según distintas fuentes, han colocado a la dirigente asturiana en una situación inestable que pone en cuestión su futuro como tal.
Parecía que ya nada podía ir a peor. Pero si, como queda dicho, los cinco concejales del PP en el municipio, en franca rebeldía con la dirección regional y con la fantasmagórica junta directiva local, deciden abandonar el partido y conservar sus escaños como ediles no adscritos, en el horroroso historial de Mercedes Fernández al frente del PP en el Principado se añadirá otra reseña, la de lograr el dudoso honor de ser la primera vez en la que el Partido Popular se queda sin representación en el municipio. No es que las encuestas para el próximo mes de mayo le fueran muy favorables, pero ese nuevo 'hito' podría acabar con cualquier expectativa de sacar adelante una organización desmembrada y sin cabeza.
Y no es ésta una consideración de especialistas o politólogos. No. El tema, para desgracia del partido de Mariano Rajoy, es que se trata de un motivo de conversación en los círculos más populares (no del Partido Popular, evidentemente, sino ciudadano). Nadie da ya un duro por dicha opción en la villa de Jovellanos. Y, se piense lo que se piense, todo este desastre tiene nombre y apellidos.
miércoles, 14 de enero de 2015
Cobrar por objetivos
Se me han quedado esta mañana los ojos como platos a consecuencia del asombro que me ha causado la lectura de la propuesta presentada por el grupo parlamentario del Partido Popular en la Junta General del Principado para modificar el actual régimen salarial del presidente y de los miembros de su equipo de gobierno. He precisado de una segunda lectura de la información que recoge en las páginas de 'El Comercio' mi estimado compañero Andrés Suárez para cercionarme de que era veraz lo que había entendido en primera instancia y que lo insólito de los planteamientos del partido conservador no respondía a una distracción onírica de mi cerebro.
Plantea el PP de Mercedes Fernández que el primer mandatario del Principado y los integrantes del Consejo de Gobierno pasen a cobrar "por objetivos", una fórmula muy recurrida en la empresa privada pero desconocida para los cargos institucionales.
La primera reflexión a bote pronto que me sugiera la iniciativa de los populares es que, definitivamente, carecen de vocación de gobierno y, por eso, presentan sus medidas ahorradoras pensando en sus oponentes (en este momento los socialistas de Javier Fernández). No es nuevo en las filas de esta fuerza política en Asturias la conformidad con el papel de oposición, una práctica instaurada en el triste periodo entreguista de Ovidio Sánchez y Gabino de Lorenzo. Y aunque parecía que soplaban nuevos aires con la llegada de 'Cherines' al poder partidario, la realidad es que, declaraciones rimbombantes aparte, el PP asturiano es consciente de su debilidad en este territorio, quizá ayudada por las continuadas encuestas 'secretas' que les dan escasas opciones de figurar entre los partidos con alguna opción tras los comicios de mayo.
Otra conclusión lógica de los planteamientos actuales de Mercedes Fernández y los suyos es que, en el actual escenario de distanciamiento de la clase política con los verdaderos problemas de la ciudadanía que les vota, todos parecen recurrir a un a modo de huida hacia adelante con propuestas más 'atrevidas' con las que lavarse la cara de tantos años de desvergüenza. El Ejecutivo socialista, con esa batería de leyes sobre buen gobierno, transparencia e incompatibilidades de altos cargos, auténtico monumento al despropósito tanto en el fondo como en la forma; y sus adversarios, con iniciativas como la comentada que más parecen orientadas a dar la sensación de que se quieren disfrazar con una capa de mala pintura los múltiples errores acumulados en la época de vacas gordas y continuados sin ningún tipo de pudor en la actual de las flacas. Todo tiene cabida en este circo de muchas pistas en el que, en cada una de ellas, algunos de los protagonistas ensayan el "más difícil todavía", al grito del "¡Ale hop!".
Sobre la corrección de los emolumentos de los cargos públicos se ha hablado y mucho durante los últimos periodos de sesiones. La aparición de aspectos impresentables en los dineros que esas personas perciben ha dado lugar a tediosos debates que han acabado con medidas de aliño que únicamente han cambiado denominaciones de partidas para que sus señorías cobren al final lo mismo que antes, sin renunciar a un solo euro en sus bolsillo.
Supongo que, en el hipotético caso -más que improbable- de que la última propuesta de los populares llegara a tramitarse, la consecuencia más evidente sería que la instauración de los salarios por objetivos no podría reducirse al presidente y su gobierno, sino hacerlo extensivo al resto de altos cargos de la Administración autonómica y, sobre todo, a todos y cada uno de los parlamentarios de la Junta General del Principado. No se sí 'Cherines' ha reparado en ello al hacer este 'triple salto mortal', pero la consecuencia más evidente sería que muchas de sus señorías se encontrarían el sobre vacío cuando vayan a cobrar a fin de mes. Eso salvo que en el mercado actual se cotice al alza el noble trabajo de pulsar el timbre de las votaciones, el esfuerzo real al que dedican toda la legislatura muchos de esos parlamentarios.
Plantea el PP de Mercedes Fernández que el primer mandatario del Principado y los integrantes del Consejo de Gobierno pasen a cobrar "por objetivos", una fórmula muy recurrida en la empresa privada pero desconocida para los cargos institucionales.
La primera reflexión a bote pronto que me sugiera la iniciativa de los populares es que, definitivamente, carecen de vocación de gobierno y, por eso, presentan sus medidas ahorradoras pensando en sus oponentes (en este momento los socialistas de Javier Fernández). No es nuevo en las filas de esta fuerza política en Asturias la conformidad con el papel de oposición, una práctica instaurada en el triste periodo entreguista de Ovidio Sánchez y Gabino de Lorenzo. Y aunque parecía que soplaban nuevos aires con la llegada de 'Cherines' al poder partidario, la realidad es que, declaraciones rimbombantes aparte, el PP asturiano es consciente de su debilidad en este territorio, quizá ayudada por las continuadas encuestas 'secretas' que les dan escasas opciones de figurar entre los partidos con alguna opción tras los comicios de mayo.
Otra conclusión lógica de los planteamientos actuales de Mercedes Fernández y los suyos es que, en el actual escenario de distanciamiento de la clase política con los verdaderos problemas de la ciudadanía que les vota, todos parecen recurrir a un a modo de huida hacia adelante con propuestas más 'atrevidas' con las que lavarse la cara de tantos años de desvergüenza. El Ejecutivo socialista, con esa batería de leyes sobre buen gobierno, transparencia e incompatibilidades de altos cargos, auténtico monumento al despropósito tanto en el fondo como en la forma; y sus adversarios, con iniciativas como la comentada que más parecen orientadas a dar la sensación de que se quieren disfrazar con una capa de mala pintura los múltiples errores acumulados en la época de vacas gordas y continuados sin ningún tipo de pudor en la actual de las flacas. Todo tiene cabida en este circo de muchas pistas en el que, en cada una de ellas, algunos de los protagonistas ensayan el "más difícil todavía", al grito del "¡Ale hop!".
Sobre la corrección de los emolumentos de los cargos públicos se ha hablado y mucho durante los últimos periodos de sesiones. La aparición de aspectos impresentables en los dineros que esas personas perciben ha dado lugar a tediosos debates que han acabado con medidas de aliño que únicamente han cambiado denominaciones de partidas para que sus señorías cobren al final lo mismo que antes, sin renunciar a un solo euro en sus bolsillo.
Supongo que, en el hipotético caso -más que improbable- de que la última propuesta de los populares llegara a tramitarse, la consecuencia más evidente sería que la instauración de los salarios por objetivos no podría reducirse al presidente y su gobierno, sino hacerlo extensivo al resto de altos cargos de la Administración autonómica y, sobre todo, a todos y cada uno de los parlamentarios de la Junta General del Principado. No se sí 'Cherines' ha reparado en ello al hacer este 'triple salto mortal', pero la consecuencia más evidente sería que muchas de sus señorías se encontrarían el sobre vacío cuando vayan a cobrar a fin de mes. Eso salvo que en el mercado actual se cotice al alza el noble trabajo de pulsar el timbre de las votaciones, el esfuerzo real al que dedican toda la legislatura muchos de esos parlamentarios.
martes, 13 de enero de 2015
Fuego amigo sobre Tania
Poco necesita Izquierda Unida (no recurriré al chiste fácil que cada día con más frecuencia se hace a propósito de esta denominación) para enzarzarse en peleas intestinas. Los sangrientos combates fratricidas han venido jalonando la historia de esta formación política desde sus inicios como tal, tanto o más que cuando el referente único era el Partido Comunista de España.
Si, además, algunos de sus dirigentes dan el arma cargada a sus oponentes los conflictos están servidos. Tal ha sido el caso de la coalición de izquierdas en el ámbito de la Comunidad de Madrid donde el fulgurante ascenso de Tania Sánchez al margen del amparo de la actual dirección regional ha desatado una noche de cuchillos largos tras la cual la joven aspirante se ha visto políticamente desnudada a propósito de los presuntos favores que un hermano suyo ha recibido del padre de ambos y de ella misma desde el Ayuntamiento de Rivas.
El asunto viene coleando desde hace unos meses y hasta la fecha ninguno de los implicados ha sabido ofrecer una explicación convincente de esa casi treintena de contratos que han recaído milagrosamente en la familia Sánchez. En este país el recurso al "yo no sabía nada" parece que ya no cuela, por el abuso en su utilización y, sobre todo, cuando se apela a él desde las mismas trincheras en las que se ha rechazado antes como argumento del adversario. Item si, por añadidura, la señalada ha sido participe en los cursos que percibían los dineros públicos y dirigía su pariente.
La mujer del césar no sólo debe ser honrada sino parecerlo, reza una histórica frase que se ha instalado en la vida pública desde los tiempos gloriosos del Imperio Romano y que llega a nuestros días. Algo de ésto se le está aplicando ahora a Tania Sánchez, que ha tenido que pasar antes por el obligado 'calvario' de ser "la novia de....", en este caso del omnipresente líder de Podemos, Pablo Iglesias. Un camino de espinas que siempre deben plantearse quienes aspiran a los cargos políticos cuando deciden dar el paso a las primeras filas. El cine estadounidense nos ha mostrado con reiteración que, en el momento que alguna figura despunta socialmente, hay auténticas maquinarias de precisión que se ponen a trabajar en el objetivo de su demolición. De eso también sabe bastante el citado Iglesias. Pero tal parece que va en la paga y los implicados deben asumirlo.
En cualquier caso, la joven militante de Izquierda Unida que ha revolucionado su organización en la comunidad madrileña, a la hora de afrontar la defensa de su honorabilidad, debería mostrar flexibilidad de piernas y agudeza en la vista y no concentrarse en sus adversarios naturales. Como en tantas otras ocasiones, tengo la sensación de que la obsesión por el frente enemigo hace a estas 'víctimas' descuidar el verdadero problema: el fuego amigo.
Si, además, algunos de sus dirigentes dan el arma cargada a sus oponentes los conflictos están servidos. Tal ha sido el caso de la coalición de izquierdas en el ámbito de la Comunidad de Madrid donde el fulgurante ascenso de Tania Sánchez al margen del amparo de la actual dirección regional ha desatado una noche de cuchillos largos tras la cual la joven aspirante se ha visto políticamente desnudada a propósito de los presuntos favores que un hermano suyo ha recibido del padre de ambos y de ella misma desde el Ayuntamiento de Rivas.
El asunto viene coleando desde hace unos meses y hasta la fecha ninguno de los implicados ha sabido ofrecer una explicación convincente de esa casi treintena de contratos que han recaído milagrosamente en la familia Sánchez. En este país el recurso al "yo no sabía nada" parece que ya no cuela, por el abuso en su utilización y, sobre todo, cuando se apela a él desde las mismas trincheras en las que se ha rechazado antes como argumento del adversario. Item si, por añadidura, la señalada ha sido participe en los cursos que percibían los dineros públicos y dirigía su pariente.
La mujer del césar no sólo debe ser honrada sino parecerlo, reza una histórica frase que se ha instalado en la vida pública desde los tiempos gloriosos del Imperio Romano y que llega a nuestros días. Algo de ésto se le está aplicando ahora a Tania Sánchez, que ha tenido que pasar antes por el obligado 'calvario' de ser "la novia de....", en este caso del omnipresente líder de Podemos, Pablo Iglesias. Un camino de espinas que siempre deben plantearse quienes aspiran a los cargos políticos cuando deciden dar el paso a las primeras filas. El cine estadounidense nos ha mostrado con reiteración que, en el momento que alguna figura despunta socialmente, hay auténticas maquinarias de precisión que se ponen a trabajar en el objetivo de su demolición. De eso también sabe bastante el citado Iglesias. Pero tal parece que va en la paga y los implicados deben asumirlo.
En cualquier caso, la joven militante de Izquierda Unida que ha revolucionado su organización en la comunidad madrileña, a la hora de afrontar la defensa de su honorabilidad, debería mostrar flexibilidad de piernas y agudeza en la vista y no concentrarse en sus adversarios naturales. Como en tantas otras ocasiones, tengo la sensación de que la obsesión por el frente enemigo hace a estas 'víctimas' descuidar el verdadero problema: el fuego amigo.
sábado, 3 de enero de 2015
Podemos ya está aquí
¡Señoras y señores! ¡La estrella invitada especial ya está sobre el escenario! La maniobra de acoplamiento al sistema (con mayúscula) de la nave espacial 'de la última esperanza de la humanidad' se ha completado con éxito y todo está dispuesto para que empiece el espectáculo. Podemos ya está aquí y ha llegado para quedarse. No es el ángel del señor que anuncia una nueva era antes de volver a evaporarse. Ni siquiera el mesías, aunque a algunos su líder pueda parecérselo, que adviene para inmolarse por nosotros antes de regresar al Padre. Es corpóreo, tiene nervio y músculo; es humano y ha logrado transmutar su espiritualidad para ser de este mundo.
El nuevo partido ya es tal. Durante los últimos días ha completado el proceso de elección de sus órganos de dirección y ha puesto rostros y nombres a un movimiento que hasta la fecha daba más la sensación de ser un icono con millones de feligreses y un reino que no es de este mundo.
A raíz de su advenimiento y del concurso en los comicios europeos pasados fuimos bastantes los que dijimos que por aquel entonces se había iniciado la verdadera aventura de un creciente asamblearismo con cara. No voy a decir que fuera fácil, pero sacar tan suculentos resultados a la primera de cambio no era precisamente la prueba de fuego. No. La verdadera era, y ha sido, la travesía desde aquellos alegres balbuceos hasta la conversión en una organización política integrable en el sistema de la denostada democracia española.
Por mucho que los mecanismos se hayan mostrado muchos más acordes con la participación y presencia del español de a pie que los habituales, Podemos ya se ha convertido en un eslabón más de la cadena partidaria y, a medida que pasa el tiempo, se antoja más posibilista y más dispuesto a renunciar a sus esencias para poder participar en la fiesta. El citado proceso de elección de los consejos ciudadanos municipales ya ha generado los primeros rasguños -de momento, al menos, sólo eso- y ha rubricado que, lejos de lo que pudiera imaginarse en un principio, se trata de una organización política férreamente estructurada por la presencia de un líder nacional y una guardia de corps entrenada para mantener el control del gallinero.
El siguiente paso, otro inconveniente importante, llegará de la mano de las elecciones locales y autonómicas -sobre todo las primeras- de mayo próximo. Todo parece indicar que los nuevos órganos de dirección territoriales van a hacer de puente entre los temores mal disimulados de Pablo Iglesias y los suyos -que tienen todos los ojos puestos en las legislativas de finales de este mismo año- y los entusiasmos de las bases populares que han hecho progresar la inicial plataforma ciudadana. La dirección recela de apostar todo al rojo en unos comicios como los locales que siempre se han mostrado como una cita con personalidad diferenciada y sin muchas concomitancias con el resto de las llamadas a las urnas. Pero el tapete ya está extendido sobre la mesa y los titubeos se pagan. Habra que jugar y ver qué es lo que pasa. Me consta que ni los más optimistas de los dirigentes de la nueva organización se creen las actuales previsiones. Hablarles de las encuestas, en privado, es como mentarles la bicha.
Lo que parece evidente es que de aquí a un año se habrá completado un movimiento que el tiempo dirá si , como algunos predicen, representará la verdadera revolución del sistema político español o, como otros pronostican, será un vendaval huracanado que atravesará la península para perderse en el Mediterráneo.
Nota: Una observación para aquellos que a diario se preguntan por las características que hacen que el partido de Pablo Iglesias consiga en Asturias, desde la cita europea hasta estos últimos días de proceso interno, las mejores cifras de apoyo o de participación. A mi modesto entender habría que encuadrar esos resultados numéricos en la presencia estructuradora en sus filas de dos organizaciones sindicales que han tenido un peso específico muy especial en la historia de la canalización del descontento en este territorio. Me refiero a la Corriente Sindical de Izquierda -fundamental en el sector industrial- y al Sindicato Unitario y Autónomo de los Trabajadores de la Enseñanza de Asturias (SUATEA) -en el ámbito educativo-. Ambos, como sindicatos consolidados, constituyen dos sólidos pilares en el edificio de Podemos en el Principado.
El nuevo partido ya es tal. Durante los últimos días ha completado el proceso de elección de sus órganos de dirección y ha puesto rostros y nombres a un movimiento que hasta la fecha daba más la sensación de ser un icono con millones de feligreses y un reino que no es de este mundo.
A raíz de su advenimiento y del concurso en los comicios europeos pasados fuimos bastantes los que dijimos que por aquel entonces se había iniciado la verdadera aventura de un creciente asamblearismo con cara. No voy a decir que fuera fácil, pero sacar tan suculentos resultados a la primera de cambio no era precisamente la prueba de fuego. No. La verdadera era, y ha sido, la travesía desde aquellos alegres balbuceos hasta la conversión en una organización política integrable en el sistema de la denostada democracia española.
Por mucho que los mecanismos se hayan mostrado muchos más acordes con la participación y presencia del español de a pie que los habituales, Podemos ya se ha convertido en un eslabón más de la cadena partidaria y, a medida que pasa el tiempo, se antoja más posibilista y más dispuesto a renunciar a sus esencias para poder participar en la fiesta. El citado proceso de elección de los consejos ciudadanos municipales ya ha generado los primeros rasguños -de momento, al menos, sólo eso- y ha rubricado que, lejos de lo que pudiera imaginarse en un principio, se trata de una organización política férreamente estructurada por la presencia de un líder nacional y una guardia de corps entrenada para mantener el control del gallinero.
El siguiente paso, otro inconveniente importante, llegará de la mano de las elecciones locales y autonómicas -sobre todo las primeras- de mayo próximo. Todo parece indicar que los nuevos órganos de dirección territoriales van a hacer de puente entre los temores mal disimulados de Pablo Iglesias y los suyos -que tienen todos los ojos puestos en las legislativas de finales de este mismo año- y los entusiasmos de las bases populares que han hecho progresar la inicial plataforma ciudadana. La dirección recela de apostar todo al rojo en unos comicios como los locales que siempre se han mostrado como una cita con personalidad diferenciada y sin muchas concomitancias con el resto de las llamadas a las urnas. Pero el tapete ya está extendido sobre la mesa y los titubeos se pagan. Habra que jugar y ver qué es lo que pasa. Me consta que ni los más optimistas de los dirigentes de la nueva organización se creen las actuales previsiones. Hablarles de las encuestas, en privado, es como mentarles la bicha.
Lo que parece evidente es que de aquí a un año se habrá completado un movimiento que el tiempo dirá si , como algunos predicen, representará la verdadera revolución del sistema político español o, como otros pronostican, será un vendaval huracanado que atravesará la península para perderse en el Mediterráneo.
Nota: Una observación para aquellos que a diario se preguntan por las características que hacen que el partido de Pablo Iglesias consiga en Asturias, desde la cita europea hasta estos últimos días de proceso interno, las mejores cifras de apoyo o de participación. A mi modesto entender habría que encuadrar esos resultados numéricos en la presencia estructuradora en sus filas de dos organizaciones sindicales que han tenido un peso específico muy especial en la historia de la canalización del descontento en este territorio. Me refiero a la Corriente Sindical de Izquierda -fundamental en el sector industrial- y al Sindicato Unitario y Autónomo de los Trabajadores de la Enseñanza de Asturias (SUATEA) -en el ámbito educativo-. Ambos, como sindicatos consolidados, constituyen dos sólidos pilares en el edificio de Podemos en el Principado.
jueves, 1 de enero de 2015
No puedo vivir sin ti
Decían mis mayores cuando yo era un chaval que desconfiara de aquellos que machaconamente se empeñaban en repetir una y otra vez sus verdades porque, generalmente, o era porque ellos mismos no estaban convencidos de las mismas o, en el peor de los casos, se trataba de burdas mentiras.
Este consejo me ha venido a la memoria a raíz de la aprobación definitiva del proyecto de Presupuestos Generales del Principado de Asturias, que han sacado adelante socialistas y populares. Prácticamente ha sido dar por concluido el pleno de la Junta General que ha ratificado las Cuentas y los señores Fernández y Fernández (don Javier y doña Mercedes) se han apresurado, antes incluso de hablar de las bondades de tenerlas, a rechazar que pueda hablarse de cualquier tipo de acuerdo entre sus respectivas formaciones que vaya más allá del que puntualmente han logrado para tener presupuestos el ejercicio próximo.
Menos mal que aquí la gente ya no se chupa el dedo y es capaz de recordar que el hijo que acaban de parir es el fruto de nueve meses de gestación matrimonial que se inició con aquel coito que facilitó el escenario económico con una ley de créditos especiales después de que el Parlamento echara abajo el proyecto del Ejecutivo de Javier Fernández. De entonces acá, la pareja de hecho ha dado incontables muestras amorosas, aunque algunas hayan tenido la discreción de los arrumacos y caricias furtivas de los que puede dar fe el diario de sesiones de la Junta General. Incluso, podríamos ir más lejos y rastrear en las políticas sectoriales del Consejo de Gobierno socialista ejemplos claros de un mayor neoliberalismo del que cabría esperar de la Federación Socialista Asturiana. Me viene a la memoria el más reciente orientado a la privatización de ciertos servicios sociales básicos.
Que PSOE y PP cada día se diferencian menos lo ve hasta un ciego. En Asturias y en España. Lo que ocurre es que no está muy bien visto todavía en este país la cohabitación descarada, por mucho que a algunos de los dirigentes de uno y otro bando les gustaría poder airearla como ordinaria moneda de cambio.
¡Si hasta un periódico de referencia (aunque cada vez sepamos menos de qué) se ha permitido días atrás abrir su primera página aventurando que los representantes del bipartidismo imperante no descartarían una entente para frenar a los advenedizos descamisados que vienen a invadirles la finca! Pueden Pedro Sánchez y César Luena negar más veces que aquel otro Pedro (el apóstol); pueden Javier Fernández y Jesús Gutiérrez renegar de cualquier tipo de relación marital o extramarital con la bancada de Mercedes Fernández, que a estas saturas de la Liga su precocinado ya resulta difícil de digerir por el ciudadano medianamente informado.
Se avecinan meses muy electorales -si es que los hay unos más que otros- y competir en las urnas exige una identificación propia, una independencia, que los dirigentes de PSOE y PP se van a emplear a fondo para resaltar. Cada día más se dirán sus responsables aquello de que "no pueden vernos juntos" o "necesitaríamos darnos un tiempo antes de seguir adelante". Esta será la escenografía, pero a ojos de buen observador no se escaparán las miradas furtivas y los ojitos que seguirán poniéndose quienes han decidido que, para bien o para mal, no pueden vivir el uno sin el otro.
Este consejo me ha venido a la memoria a raíz de la aprobación definitiva del proyecto de Presupuestos Generales del Principado de Asturias, que han sacado adelante socialistas y populares. Prácticamente ha sido dar por concluido el pleno de la Junta General que ha ratificado las Cuentas y los señores Fernández y Fernández (don Javier y doña Mercedes) se han apresurado, antes incluso de hablar de las bondades de tenerlas, a rechazar que pueda hablarse de cualquier tipo de acuerdo entre sus respectivas formaciones que vaya más allá del que puntualmente han logrado para tener presupuestos el ejercicio próximo.
Menos mal que aquí la gente ya no se chupa el dedo y es capaz de recordar que el hijo que acaban de parir es el fruto de nueve meses de gestación matrimonial que se inició con aquel coito que facilitó el escenario económico con una ley de créditos especiales después de que el Parlamento echara abajo el proyecto del Ejecutivo de Javier Fernández. De entonces acá, la pareja de hecho ha dado incontables muestras amorosas, aunque algunas hayan tenido la discreción de los arrumacos y caricias furtivas de los que puede dar fe el diario de sesiones de la Junta General. Incluso, podríamos ir más lejos y rastrear en las políticas sectoriales del Consejo de Gobierno socialista ejemplos claros de un mayor neoliberalismo del que cabría esperar de la Federación Socialista Asturiana. Me viene a la memoria el más reciente orientado a la privatización de ciertos servicios sociales básicos.
Que PSOE y PP cada día se diferencian menos lo ve hasta un ciego. En Asturias y en España. Lo que ocurre es que no está muy bien visto todavía en este país la cohabitación descarada, por mucho que a algunos de los dirigentes de uno y otro bando les gustaría poder airearla como ordinaria moneda de cambio.
¡Si hasta un periódico de referencia (aunque cada vez sepamos menos de qué) se ha permitido días atrás abrir su primera página aventurando que los representantes del bipartidismo imperante no descartarían una entente para frenar a los advenedizos descamisados que vienen a invadirles la finca! Pueden Pedro Sánchez y César Luena negar más veces que aquel otro Pedro (el apóstol); pueden Javier Fernández y Jesús Gutiérrez renegar de cualquier tipo de relación marital o extramarital con la bancada de Mercedes Fernández, que a estas saturas de la Liga su precocinado ya resulta difícil de digerir por el ciudadano medianamente informado.
Se avecinan meses muy electorales -si es que los hay unos más que otros- y competir en las urnas exige una identificación propia, una independencia, que los dirigentes de PSOE y PP se van a emplear a fondo para resaltar. Cada día más se dirán sus responsables aquello de que "no pueden vernos juntos" o "necesitaríamos darnos un tiempo antes de seguir adelante". Esta será la escenografía, pero a ojos de buen observador no se escaparán las miradas furtivas y los ojitos que seguirán poniéndose quienes han decidido que, para bien o para mal, no pueden vivir el uno sin el otro.
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