sábado, 24 de enero de 2015

Dios mío, ¿qué le has hecho al PP?

Parecía que las cosas ya no se podían hacer peor. Pero no. Esa posibilidad se ha demostrado que todavía es una opción creíble. La decisión de los cinco concejales del Partido Popular en el Ayuntamiento de Gijón de dejar el partido y convertirse en ediles no adscritos, de confirmarse, pondría rúbrica a una desastrosa gestión que se inició prácticamente al principio del vigente mandato. Podría decirse que desde el momento en que el grupo municipal de los populares, tras unos malísimos resultados, decidió apoyar la investidura a la Alcaldía de la candidata de Foro, Carmen Moriyón.

Era entonces todavía presidente del partido en Asturias el felizmente volatilizado Ovidio Sánchez y la manija la llevaba sin oposición alguna Gabino de Lorenzo. Entonces, la consigna clara de no "dar ni agua" a los discípulos de Cascos fue desobedecida por la entonces presidenta la organización local, Pilar Fernández Pardo. Se habló mucho de una postura personal, pero también se filtró que la dirigente contaba con el respaldo desde la dirección nacional de la secretaria general, María Dolores de Cospedal.

Luego, se produjo el curioso y original relevo de Sánchez por Mercedes Fernández, la encargada, al parecer, por Rajoy de darle la vuelta al colchón y poner los cimientos para recuperar el apoyo de los asturianos que les había arrebatado Francisco Álvarez Cascos y su partido.

El primer obstáculo eran las adelantadas elecciones autonómicas convocadas por el propio Cascos un año después de la cita con las urnas que le llevó a la Presidencia del Principado. El partido del ex secretario general de Aznar perdió votos, pero no le sirvió a 'Cherines' para mejorar los resultados cosechados por la efímera pupila de De Lorenzo, Isabel Pérez Espinosa.

Con tres año de mandato por delante, Mercedes Fernández puso en marcha el que había sido uno de sus objetivos principales desde el mismo momento inicial de tomar posesión del bastón de mando de los populares en Asturias: expulsar a Pilar Fernández Pardo del Ayuntamiento gijonés y de la Presidencia del partido en la villa. Este propósito lo logró, pero a costa de dejar el ya de por sí reducido grupo municipal hecho unos zorros, con relevos y desconfianzas sin cuento. En la dirección local también erró al nombrar una gestora a la que le dio continuidad durante año y medio, alterando la esencia misma de estos órganos de carácter provisional.

Cuando las cosas ya no daban para más, convocó de prisa y corriendo un congreso y planteó un candidato propio que despertó las hostilidades de una parte importante de la militancia. De la organización y desarrollo de ese cónclave local está en el conocimiento de militancia y ciudadanía su condición de ejemplo de una de las mayores chapuzas políticas de la historia de la democracia en el Principado. Tanto que días atrás un juez anuló en su totalidad la cita partidaria y declaró sin efecto todas las decisiones adoptadas por la dirección resultante de la misma, presidida por David González Medina.

Dentro de ese bucle autodestructivo, pocas horas después se supo que 'Cherines' no había dado traslado de la información básica sobre todo este conflicto, dejando en evidencia a su secretaria general estatal cuando fue interrogada al respecto. Una situación que, según distintas fuentes, han colocado a la dirigente asturiana en una situación inestable que pone en cuestión su futuro como tal.

Parecía que ya nada podía ir a peor. Pero si, como queda dicho, los cinco concejales del PP en el municipio, en franca rebeldía con la dirección regional y con la fantasmagórica junta directiva local, deciden abandonar el partido y conservar sus escaños como ediles no adscritos, en el horroroso historial de Mercedes Fernández al frente del PP en el Principado se añadirá otra reseña, la de lograr el dudoso honor de ser la primera vez en la que el Partido Popular se queda sin representación en el municipio. No es que las encuestas para el próximo mes de mayo le fueran muy favorables, pero ese nuevo 'hito' podría acabar con cualquier expectativa de sacar adelante una organización desmembrada y sin cabeza.

Y no es ésta una consideración de especialistas o politólogos. No. El tema, para desgracia del partido de Mariano Rajoy, es que se trata de un motivo de conversación en los círculos más populares (no del Partido Popular, evidentemente, sino ciudadano). Nadie da ya un duro por dicha opción en la villa de Jovellanos. Y, se piense lo que se piense, todo este desastre tiene nombre y apellidos.

1 comentario:

  1. Bueno, a día de hoy domingo, ya conocemos por declaraciones de Manuel Pecharromán que lo de abandonar el partido respondió más a un calentón de boca de alguno de los cinco del atribulado grupo municipal. Seguirán. No está la cosa para machadas de ese calibre.

    Yo sustituiría ese "ir a peor", por la repetición de las condiciones (mismo desproporcionado número de avales, mismos organizadores; motivos por los que el juez Roda anuló el anterior) del congreso extraordinario exprés convocado por Cherines con desparpajo y cara dura indescriptibles. El caso es que, como los previsibles nuevos recursos no llegarán a tiempo antes de las elecciones, la taimada presidenta se saldrá con la suya imponiendo a "su" candidato con pésimo estilo; lo que no sería difícil de conseguir por cauces menos groseros con la fuerza que le da el aparato.

    El origen de todos estos desmanes, aunque actualmente algo apartado en Delegación del Gobierno, sigue ahí, por fortuna con poca capacidad de influencia, dado que Cherines la acapara toda para sí, con lo que se cambió el rabu poles oreyes. El PP no levantará cabeza hasta que no se desprenda de personajes como los referidos. No me considero ni profeta, ni listu; sólo un observador con alguna pequeña dosis de ética y equilibrio.

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