Me resulta realmente sonrojante escuchar a algunos de los protagonistas calificar de pluralista el resultado de la constitución de la Mesa de la Junta General del Principado de esta misma mañana. Y me produce ese efecto por más que pueda argumentarse que en cinco puestos hay otros tantos representantes de diferentes fuerzas políticas. Se me dirá que la culpa de todo la tuvo el Partido Popular con sus intransigencias y su voluntad de obviar un acuerdo generalizado según algunos de los planes esbozados en las reuniones preparatorias de días pasados. No es incierto. Pero tampoco lo es que aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid otras fuerzas políticas han arrimado el ascua a su sardina para lograr propósitos más acordes con los intereses particulares que con los generales.
Vayamos por partes. En primer lugar, la Presidencia.
El bastón de mando de la nueva Cámara volverá a llevarlo el socialista Pedro Sanjurjo, un todoterreno capaz de lograr cargo tras cargo con tal de evitar la vuelta a una actividad profesional previa. Me sorprende leer tantos y tantos halagos de su labor a lo largo de los últimos cuatro años, tanta loa a su experiencia y a su prudente carácter. Dudo mucho que pueda asimilarse, en este caso, a esos árbitros cuya calificación resalta por pasar desapercibidos a lo largo del encuentro.
En todo caso, no es a las condiciones personales del renovado presidente de la Junta General a las que quería referirme, sino, más bien, al hecho de que el cargo haya recaído precisamente sobre un representante socialista. Dando por hecho que Javier Fernández tiene muchas papeletas para repetir también como presidente del Principado, igual la actual fragmentación del Parlamento aconsejaba que al frente se situara un diputado de otra fuerza política. Quizás aquí el espíritu "renovador" de Podemos se ha echado en falta a la hora de buscar para la Cámara ese acuerdo que dicen explorar para la elección en unos días del primer mandatario de la autonomía.
Tampoco me parece ni medio normal que la cuarta fuerza política por representación se haya hecho con la Vicepresidencia Primera, aunque ya se sabe que esa especie domesticada hace años que es Izquierda Unida siempre se arregla para pescar algo a la sombra de sus 'patronos' socialistas. Cierto que estamos hablando de algo simbólico, dado que tal responsabilidad no es mayor que la de otros compañeros en la Mesa -exceptuando al presidente-, pero conceptualmente me parece un signo más de las alteraciones permanentes en que amenaza con convertirse la "nueva política".
Los que sí han enseñado ya la patita con claridad son los de Ciudadanos, capaces de apoyar a los socialistas a cambio de asegurarse esa última plaza -la secretaría segunda- que se disputaban con Foro Asturias Ciudadanos. Claro que tienen dentro a un buen maestro del malabarismo posibilista en la figura del ex UPyD Ignacio Prendes, que parece haberle cogido el gusto al escaño hasta el extremo de defenderlo con uñas y dientes. La 'versatilidad' de los emergentes de la derecha viene avalada por sus varipintos pactos a lo largo y ancho de las nuevas instituciones.
Los que sí se han quedado compuestos y sin novia son los dos partidos de la derecha. El Partido Popular, por jugar a sacar pecho sin tener detrás un número de votos suficientes, y los casquistas porque alguien tenía que perder y no disfrutan de grandes amistades en prácticamente ninguna parte (bueno, ya sabemos que en Gijón sí tienen a la Corriente Sindical de Izquierda, FSA dixit).
Al final, como ya ha ocurrido en otras parte, el concepto de pluralidad difiere bastante según quienes la enuncien. Aquí, en el Principado, me parece que ese gran concepto impuesto de poco tiempo para acá en la política, la geometría asimétrica, no hace sino descuadrar lo que se correspondería con la voluntad ciudadana expresada en las urnas. Pero de eso todavía no hemos visto la última.
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