Después de un par de semanas en las que el tema de la posible candidatura de Francisco Álvarez-Cascos a la Presidencia del Principado parecía haber sido trasladada al 'congelador', una entrevista del líder nacional del partido concedida durante sus vacaciones de verano a los colegas de 'El Faro de Vigo' parece haber reactivado la ilusión aparentemente dormida de los partidarios del ex presidente del Gobierno. Y no es que hasta la fecha las manifestaciones de Rajoy sobre tan 'espinoso' asunto se hayan caracterizado por la claridad; más bien al contrario.
No se trata de enfriar los ánimos de los 'casquistas', pero la entrevista en cuestión tampoco es que, con respecto al tema que nos ocupa, sea un bombazo. En primer lugar están las lisonjas y alabanzas a las cualidades y virtudes políticas de Cascos. Esto ya lo había hecho él mismo antes y, antes del parón de agosto, se acumulaban las pronunciadas por destacadas figuras nacionales y autonómicas del Partido Popular. O sea, que en esto, todo sigue donde estaba: "Yes muy buenu, chavalón". No voy a dar la lista, que sería muy larga, aunque en las últimas horas se han añadido a los apoyos a la figura de Cascos para el Principado Jaime Mayor Oreja y el presidente castellano-leonés, Juan Vicente Herrera. Eso sí, todos -estos y los anteriores, salvo la impetuosa Esperanza Aguirre- con la lección bien aprendida de que se puede llegar hasta el elogio más entusiasta, pero siempre con la coletilla -Génova dixit- de que es su opinión y corresponde a sus compañeros asturianos y, finalmente, a la dirección nacional, tomar la decisión
Sin embargo, la brasa que ha encendido de nuevo los ímpetus de los partidarios del ex ministro de Fomento ha sido una frase, simplemente una frase, aunque de lectura a priori bastante significativa. No la tengo delante pero sería algo así como: vamos a ver si Cascos quiere ser candidato, y si es así hablaremos para acabaroptando por el mejor para el partido. Ya no aparece por delante la opinión de los mandamases del PP en Asturias, sino el partido. Esto, que debería ser en circunstancias normales más que suficiente para pensar que la decisión está al caer y que sería favorable al ex compañero de Consejo de Ministros del líder popular, en el caso de Rajoy a muchos nos sigue creando ciertas dudas. Porque, vamos a ver, ¿qué razones objetivas hay para que el asunto esté a estas alturas sin resolver, sobre todo cuando hace un par de meses todos los elementos, incluidos los ahora contrarios, empujaban en la misma dirección?
La pregunta que habría que hacerse es a qué le tiene miedo Rajoy, ¿a 'mojarse?, ¿a desairar a media docena de sus principales representantes en Asturias? ¿o al propio Cascos? Desde luego, lo que no cuela es que a estas alturas se siga hablando de calendarios y fechas que sucesivamente se van retrasando. Hasta ahora se jugaba con el hecho de que no todas las candidaturas autonómicas para mayo de 2011 estaban resueltas, pero este argumento se ha disuelto como un azucarillo en el agua cuando, 'gürteles' aparte, ya se ha confirmado, con apoyo físico incluido, que el señor Camps va a repetir como aspirante a la Presidencia de la Generalitat Valenciana, y en las últimas horas la otra 'gran incógnita' la ha despejado el propio presidente nacional con su apoyo a un tal Cervera para Navarra. ¿Queda alguien más? Ya no. Solamente Asturias.
A estas alturas no veo razón objetiva alguna para seguir aplazando con evasivas, frases de doble sentido o susceptibles de interpretaciones varias el cierre de los carteles para las autonómicas del año que viene, y para ello hay que decir de una vez por todas quién va a ser el del Principado. El señor Rajoy debería de dejar ya de hacerse el 'gallego' -y que me perdonen los ciudadanos de la vecina comunidad, a la que aprecio, como saben quienes me conocen, con un cariño especial que me lleva año tras año a sus tierras, por utilizar este estereotipo manido que se ha convertido, pese a su erronea utilización con carácter de generalidad, en un estándar lingüístico- y decidir, sobre todo si, como se encarga de recordar siempre, es él quien tiene la última palabra. Dejar pasar el tiempo sin dar una solución -sea la de Cascos o cualquier otra- no está haciendo más que daño a su propio partido, y si no al tiempo.
martes, 31 de agosto de 2010
lunes, 16 de agosto de 2010
Palabra de ministro
Uno de los asuntos que esta pasada semana ha servido para disipar temporalmente el sopor informativo del verano ha venido de la mano del Ministerio de Fomento y de su intención de "reajustar" en positivo los "dolorosos" tijeretazos que ha programado para la obra pública en España y que están pendientes de concretarse en los Presupuestos Generales del Estado del año próximo.
Abrió la espita el mismísimo presidente del Gobierno, quien aseguró que quizá los recortes adelantados por su ministro unos días antes eran excesivos y podían mitigarse con una reasignación de recursos. Horas después, José Blanco anunció que entre las escasísimas infraestructuras que habían sido "indultadas" del recorte estaba la autovía del Cantábrico. El propio ministro vino rápidamente a Asturias a echarle una mano a su compañero Javier Fernández, actualmente en manos de los expertos en mercadotecnia del partido para 'vendérselo' a los asturianos como un caballo ganador, aunque no aportara mucho más que ese compromiso de reactivación o reanudación de obras "atrasadas" por los efectos financieros de la crisis. No hubo manera de sacar cantidades ni fechas nuevas; o sea, que tenemos que conformarnos con la palabra del ministro.
Lo peor, sin embargo, estaba por venir. Casi simultáneamente a esa visita de Blanco, que repitió a sus compañeros gallegos, donde si cuantificó algo más sus previsiones, el 'número dos' de Elena Salgado, precisamente asturiano, advertía de que las previsiones económicas a partir del otoño no son buenas y que si es preciso -que lo será- recurrir a otra vuelta de tuerca en los ajustes se hará, ya que el objetivo deficitario es la prioridad absoluta y a él se deben ajustar cualquier otro tipo de macrocifras económicas. En esa misma línea, pero quizá mucho más directo, como corrresponde a un político que no es un técnico, el propio Zapatero lanzó su particular promesa de "sangre, sudor y lágrimas" y, basándose en las mismas proyecciones de Campa, amenazó con una continuada línea de recortes que hagan cuadrar como sea los Presupuestos de acuerdo a los objetivos de déficit consagrados.
En esta comunidad estamos ya muy escarmentados y nos huele a chamusquina eso de que te incluyan entre los supuestos beneficiados -habrá que ver como se reparten los 500 millones que Fomento asegura haber 'encontrado' para tapar agujeros por toda España-, a la vez que te anuncian más agujeros en el cinturón. La desconfianza es la palabra que mejor define la sensación que este miniculebrón veraniego ha dejado en Asturias, y ya no se trata solamente de la tradicional actitud del principal partido de la oposición, sino de expertos y personas muy directamente afectadas por los posibles efectos.
Salvo los correligionarios del señor Blanco, nadie confía seriamente en que la autovía del Cantábrico, en Asturias, claro (siempre he mantenido que, si el tiempo y la salud me lo permite, veré finalizada esta infraestructura en Galicia antes de que haya culminado en territorio asturiano), vaya a recuperar los ritmos, aunque lentos, que llevaba antes del ajuste. Mientras a claras paralizaciones indefinidas que se escamotean con el vocablo "retraso" no se les reactive de forma efectiva, lo único que nos queda es la promesa verbal de 'Pepiño', y todos sabemos que la palabra de un ministro -sea del signo que sea- generalmente vale menos que una perra chica de céntimo de euro. Y, so pena de pecar de pesado, porque ya lo he dicho en numerosas ocasiones, a quien le resulte excesivamente dura esta afirmación le invitó a que, gracias a los recursos que hoy pone en nuestras manos Internet, busquen el nombre de un alto responsable político unido a palabras como promesa, compromiso, etcétera. Se sorprenderán de los cientos de casos que, tras grandes titulares, han quedado durmiendo en el limbo de los proyectos, grandes y prqueños.
Lo de Internet, como es obvio, lo digo para facilitarles el más complicado recurso a las hemerotecas de papel, aunque estén digitalizadas. Este periodista consulta a diario ejemplares impresos de algunos años atrás y en muchas ocasiones le entran ganas de elaborar grandes pancartas con las que obsequiar a nuestros gobernantes cuando nos visiten, pancartas que solamente recogerían sus propias palabras, sin manipulaciones ni interpretaciones.
Abrió la espita el mismísimo presidente del Gobierno, quien aseguró que quizá los recortes adelantados por su ministro unos días antes eran excesivos y podían mitigarse con una reasignación de recursos. Horas después, José Blanco anunció que entre las escasísimas infraestructuras que habían sido "indultadas" del recorte estaba la autovía del Cantábrico. El propio ministro vino rápidamente a Asturias a echarle una mano a su compañero Javier Fernández, actualmente en manos de los expertos en mercadotecnia del partido para 'vendérselo' a los asturianos como un caballo ganador, aunque no aportara mucho más que ese compromiso de reactivación o reanudación de obras "atrasadas" por los efectos financieros de la crisis. No hubo manera de sacar cantidades ni fechas nuevas; o sea, que tenemos que conformarnos con la palabra del ministro.
Lo peor, sin embargo, estaba por venir. Casi simultáneamente a esa visita de Blanco, que repitió a sus compañeros gallegos, donde si cuantificó algo más sus previsiones, el 'número dos' de Elena Salgado, precisamente asturiano, advertía de que las previsiones económicas a partir del otoño no son buenas y que si es preciso -que lo será- recurrir a otra vuelta de tuerca en los ajustes se hará, ya que el objetivo deficitario es la prioridad absoluta y a él se deben ajustar cualquier otro tipo de macrocifras económicas. En esa misma línea, pero quizá mucho más directo, como corrresponde a un político que no es un técnico, el propio Zapatero lanzó su particular promesa de "sangre, sudor y lágrimas" y, basándose en las mismas proyecciones de Campa, amenazó con una continuada línea de recortes que hagan cuadrar como sea los Presupuestos de acuerdo a los objetivos de déficit consagrados.
En esta comunidad estamos ya muy escarmentados y nos huele a chamusquina eso de que te incluyan entre los supuestos beneficiados -habrá que ver como se reparten los 500 millones que Fomento asegura haber 'encontrado' para tapar agujeros por toda España-, a la vez que te anuncian más agujeros en el cinturón. La desconfianza es la palabra que mejor define la sensación que este miniculebrón veraniego ha dejado en Asturias, y ya no se trata solamente de la tradicional actitud del principal partido de la oposición, sino de expertos y personas muy directamente afectadas por los posibles efectos.
Salvo los correligionarios del señor Blanco, nadie confía seriamente en que la autovía del Cantábrico, en Asturias, claro (siempre he mantenido que, si el tiempo y la salud me lo permite, veré finalizada esta infraestructura en Galicia antes de que haya culminado en territorio asturiano), vaya a recuperar los ritmos, aunque lentos, que llevaba antes del ajuste. Mientras a claras paralizaciones indefinidas que se escamotean con el vocablo "retraso" no se les reactive de forma efectiva, lo único que nos queda es la promesa verbal de 'Pepiño', y todos sabemos que la palabra de un ministro -sea del signo que sea- generalmente vale menos que una perra chica de céntimo de euro. Y, so pena de pecar de pesado, porque ya lo he dicho en numerosas ocasiones, a quien le resulte excesivamente dura esta afirmación le invitó a que, gracias a los recursos que hoy pone en nuestras manos Internet, busquen el nombre de un alto responsable político unido a palabras como promesa, compromiso, etcétera. Se sorprenderán de los cientos de casos que, tras grandes titulares, han quedado durmiendo en el limbo de los proyectos, grandes y prqueños.
Lo de Internet, como es obvio, lo digo para facilitarles el más complicado recurso a las hemerotecas de papel, aunque estén digitalizadas. Este periodista consulta a diario ejemplares impresos de algunos años atrás y en muchas ocasiones le entran ganas de elaborar grandes pancartas con las que obsequiar a nuestros gobernantes cuando nos visiten, pancartas que solamente recogerían sus propias palabras, sin manipulaciones ni interpretaciones.
Qué miedo me da Salzburgo
Quizá haya sido la climatología veraniega continuada la que haya influido de forma relevante en el estiaje que este humilde periodista en la reserva ha trasladado al teclado de su computadora. Sea por las prolongadas temperaturas inusualmente altas para esta tierra, sea por la normal vagancia derivada de la ausencia de una obligación de plasmar en palabras opiniones sobre la actualidad, el caso es que he abandonado esta tribuna durante unos días, y no por vacaciones o por falta de asuntos que abordar, sino por abulia.
Sin embargo, han aparecido en la última semana ciertas informaciones que han logrado finalmente la movilización de este escribiente, aunque con algo de retraso. Una de ellas tiene que ver con el cambio de responsables de programación de La Laboral, un cambio que implica un giro de ciento ochenta grados con respecto a la idea base con la que se puso en marcha hace algo más de tres años. Tras ese largo periodo (con un resultado de absoluto desapego con respecto a la ciudad y muy lejos de aquel centro de referencia internacional que anunciaba el Gobierno de Areces y las personas a quienes entonces encargo directamente la responsabilidad de sacar adelante la Ciudad de la Cultura, como pomposamente se la denominó en su estreno), la operación sorpresa del verano, que ha cogido con el pie cambiado a sus propios correligionarios, el Ejecutivo autonómico ha puesto el objetivo de conectar unas magníficas instalaciones con el público que hasta el momento les ha dado la espalda con claridad y lo ha puesto en las manos de una persona que no necesita presentaciones, el empresario y productor José Luis Moreno.
Desde luego, ya no se trata de una empresa orientada a captar mayores audiencias dentro de un modelo de vanguardia, de unos canales alternativos a las fiestas populares, ni tan siquiera de acercar todo lo que se mueve en torno al mundo escénico a grupos culturalmente inquietos, además de que para ello ya se cuenta con otro marco que cumple desde hace años sobradamente esa función, el Teatro Jovellanos.
Lo verdaderamente desconcertante es que hemos pasado de un Mateo Feijoo, o un antecesor de nombre extranjero de cuyo nombre ni quiero acordarme ni me acuerdo. Han sido tres años de experimentalismo, de 'performance', de apuestas minoritarias que, por mucho que ahora el Principado trate de justificar, han resultado globalmente un verdadero fracaso. No hace mucho desde las páginas de los medios de comunicación se daban cifras que, si no fuera por el derroche por el que nos llevaba ese camino, sería para provocar la risa.
Sin embargo, lo peor no es que el Gobierno asturiano, responsable último de la Laboral se haya caído del caballo y haya visto la luz, sino que lo se ha quedado fijado en su retina y ha servido para su 'conversión' sean las lentejuelas, los focos del estudio televisivo al uso o el humor más o menos zafio. Es cierto que en la programación presentada hay espectáculos dignos, pero lo que se anuncia y se vende sobre todo son Isabel Pantoja o los Vivancos, por poner dos ejemplos significativos. Dejo de lado que la tonadillera sea parte también del programa del Día de Asturias, con Chenoa y otras 'estrellas' del momento, porque, a fin de cuentas, el apartado lúdico de la fiesta regional tiene otras connotaciones distintas de las de una espacio escénico que se inauguró como modelo y referencia para toda España, vease el teatro de La Laboral.
El caso es que Moreno se ha apuntado al dos por uno, y quienes le han contratado son los mismos 'men in black' arecistas que tomaron el viejo y gigantesco complejo arquitectónico del ministro franquista Girón para ponerlo del revés y situarlo en la vanguardia internacional más atrevida, tanto en su caja escénica como en el espacio expositivo Centro de Arte y Diseño Industrial.
O nos pasamos o no llegamos. Eso es lo que se plantea el desconcertado gijonés, perplejidad que alcanza a los propios compañeros de quienes han aprobado el cambio de orientación en La Laboral. Y si no que se lo pregunten a los máximos responsables socialistas en la ciudad, en el partido y en el Ayuntamiento, que se las ven y se las desean para, al menos en público, sortear unos argumentos que les resultan imposibles de adivinar.
No tengo nada contra José Luis Moreno. Desde sus primeros éxitos como ventrílocuo en nómina de la entonces televisión única, ha afrontado una carrera empresarial que le ha llevado a convertirse en referencia internacional del mundo del espectáculo. Llegó a la cima, no ha engañado a nadie; él tiene su negocio y como buen inversor dedica sus esfuerzos a rentabilizar su 'factoría cultural'; eso sí, con su estilo, populista, facilón y casi 'marujil', pero que llega a las masas , lo que lo hace rentable. Por eso, desde esa parte de la barrera, parece lógico que el promotor haya visto la oportunidad de entrar en una ciudad como Gijón y haya planteado su oferta, una programación que responde a los parámetros que le han caracterizado desde hace muchos años.
Solamente un pero a quien fuera hace muchos años la voz del incorrecto cuervo Rockefeller. Que haga sus negocios y, si es posible, que le vayan bien, pero que se ahorre chirriantes declaraciones como la de que pretende hacer de La Laboral "un Salzburgo a nivel mundial". Puede que su imperio tenga recursos para muchas cosas, incluso para algo así, pero resulta ofensivo para la inteligencia del más corriente de los ciudadanos semejante dislate. Moreno a tus "morenadas", y vale.
Lo desconcertante, pues, no es la entrada del nuevo empresario en el 'mercado' gijonés, sino la elección de nuestros 'modernos' gobernantes. Si hace una semana me hubieran filtrado este acuerdo me hubiera reído de l mensajero y le hubiera tildado de loco. Pero no, la cosa va en serio. Y hablando de risas, hay que recordar que los mismos que ahora se han embarcado en este cambio radical de rumbo no hace mucho se mofaban del alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo, precisamente porque, entre otras 'estrellas', basamentaba la programación de las fiestas capitalinas de San Mateo precisamente en la citada Isabel Pantoja.
Quizá haya que atribuir este experimento a la situación de transición que atraviesa el partido socialista, con un Areces -el contratante- al que están dejando progresivamente sin fichas que mover y al que, por mucha declaración oficial de compromiso hasta el final de su mandato que haga, cada día parecen importarle menos el manual de comportamientos y fraseología de partido. A fin de cuentas, la apuesta por Moreno y su estilo es, por el momento, tenporal. Quizá el actual presidente piense que, en primera instancia, no tiene nada que perder; el listón estaba tan bajo que cualquier resultado, sin duda comercialmente mucho más rentable, será para mejorar. Y, luego, que su sucesor decida por donde hay que dirigir los tiros. Menudo papelón le deja Tini a Javier Fernández. ¿Qué hará el año que viene (si gana y gobierna, claro) el ortodoxo y circunspecto líder de los socialistas asturianos?
Sin embargo, han aparecido en la última semana ciertas informaciones que han logrado finalmente la movilización de este escribiente, aunque con algo de retraso. Una de ellas tiene que ver con el cambio de responsables de programación de La Laboral, un cambio que implica un giro de ciento ochenta grados con respecto a la idea base con la que se puso en marcha hace algo más de tres años. Tras ese largo periodo (con un resultado de absoluto desapego con respecto a la ciudad y muy lejos de aquel centro de referencia internacional que anunciaba el Gobierno de Areces y las personas a quienes entonces encargo directamente la responsabilidad de sacar adelante la Ciudad de la Cultura, como pomposamente se la denominó en su estreno), la operación sorpresa del verano, que ha cogido con el pie cambiado a sus propios correligionarios, el Ejecutivo autonómico ha puesto el objetivo de conectar unas magníficas instalaciones con el público que hasta el momento les ha dado la espalda con claridad y lo ha puesto en las manos de una persona que no necesita presentaciones, el empresario y productor José Luis Moreno.
Desde luego, ya no se trata de una empresa orientada a captar mayores audiencias dentro de un modelo de vanguardia, de unos canales alternativos a las fiestas populares, ni tan siquiera de acercar todo lo que se mueve en torno al mundo escénico a grupos culturalmente inquietos, además de que para ello ya se cuenta con otro marco que cumple desde hace años sobradamente esa función, el Teatro Jovellanos.
Lo verdaderamente desconcertante es que hemos pasado de un Mateo Feijoo, o un antecesor de nombre extranjero de cuyo nombre ni quiero acordarme ni me acuerdo. Han sido tres años de experimentalismo, de 'performance', de apuestas minoritarias que, por mucho que ahora el Principado trate de justificar, han resultado globalmente un verdadero fracaso. No hace mucho desde las páginas de los medios de comunicación se daban cifras que, si no fuera por el derroche por el que nos llevaba ese camino, sería para provocar la risa.
Sin embargo, lo peor no es que el Gobierno asturiano, responsable último de la Laboral se haya caído del caballo y haya visto la luz, sino que lo se ha quedado fijado en su retina y ha servido para su 'conversión' sean las lentejuelas, los focos del estudio televisivo al uso o el humor más o menos zafio. Es cierto que en la programación presentada hay espectáculos dignos, pero lo que se anuncia y se vende sobre todo son Isabel Pantoja o los Vivancos, por poner dos ejemplos significativos. Dejo de lado que la tonadillera sea parte también del programa del Día de Asturias, con Chenoa y otras 'estrellas' del momento, porque, a fin de cuentas, el apartado lúdico de la fiesta regional tiene otras connotaciones distintas de las de una espacio escénico que se inauguró como modelo y referencia para toda España, vease el teatro de La Laboral.
El caso es que Moreno se ha apuntado al dos por uno, y quienes le han contratado son los mismos 'men in black' arecistas que tomaron el viejo y gigantesco complejo arquitectónico del ministro franquista Girón para ponerlo del revés y situarlo en la vanguardia internacional más atrevida, tanto en su caja escénica como en el espacio expositivo Centro de Arte y Diseño Industrial.
O nos pasamos o no llegamos. Eso es lo que se plantea el desconcertado gijonés, perplejidad que alcanza a los propios compañeros de quienes han aprobado el cambio de orientación en La Laboral. Y si no que se lo pregunten a los máximos responsables socialistas en la ciudad, en el partido y en el Ayuntamiento, que se las ven y se las desean para, al menos en público, sortear unos argumentos que les resultan imposibles de adivinar.
No tengo nada contra José Luis Moreno. Desde sus primeros éxitos como ventrílocuo en nómina de la entonces televisión única, ha afrontado una carrera empresarial que le ha llevado a convertirse en referencia internacional del mundo del espectáculo. Llegó a la cima, no ha engañado a nadie; él tiene su negocio y como buen inversor dedica sus esfuerzos a rentabilizar su 'factoría cultural'; eso sí, con su estilo, populista, facilón y casi 'marujil', pero que llega a las masas , lo que lo hace rentable. Por eso, desde esa parte de la barrera, parece lógico que el promotor haya visto la oportunidad de entrar en una ciudad como Gijón y haya planteado su oferta, una programación que responde a los parámetros que le han caracterizado desde hace muchos años.
Solamente un pero a quien fuera hace muchos años la voz del incorrecto cuervo Rockefeller. Que haga sus negocios y, si es posible, que le vayan bien, pero que se ahorre chirriantes declaraciones como la de que pretende hacer de La Laboral "un Salzburgo a nivel mundial". Puede que su imperio tenga recursos para muchas cosas, incluso para algo así, pero resulta ofensivo para la inteligencia del más corriente de los ciudadanos semejante dislate. Moreno a tus "morenadas", y vale.
Lo desconcertante, pues, no es la entrada del nuevo empresario en el 'mercado' gijonés, sino la elección de nuestros 'modernos' gobernantes. Si hace una semana me hubieran filtrado este acuerdo me hubiera reído de l mensajero y le hubiera tildado de loco. Pero no, la cosa va en serio. Y hablando de risas, hay que recordar que los mismos que ahora se han embarcado en este cambio radical de rumbo no hace mucho se mofaban del alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo, precisamente porque, entre otras 'estrellas', basamentaba la programación de las fiestas capitalinas de San Mateo precisamente en la citada Isabel Pantoja.
Quizá haya que atribuir este experimento a la situación de transición que atraviesa el partido socialista, con un Areces -el contratante- al que están dejando progresivamente sin fichas que mover y al que, por mucha declaración oficial de compromiso hasta el final de su mandato que haga, cada día parecen importarle menos el manual de comportamientos y fraseología de partido. A fin de cuentas, la apuesta por Moreno y su estilo es, por el momento, tenporal. Quizá el actual presidente piense que, en primera instancia, no tiene nada que perder; el listón estaba tan bajo que cualquier resultado, sin duda comercialmente mucho más rentable, será para mejorar. Y, luego, que su sucesor decida por donde hay que dirigir los tiros. Menudo papelón le deja Tini a Javier Fernández. ¿Qué hará el año que viene (si gana y gobierna, claro) el ortodoxo y circunspecto líder de los socialistas asturianos?
lunes, 9 de agosto de 2010
Carcedo, ¿'número dos'?
Decía en mi anterior comentario que el 'aparato' socialista asturiano ya ha puesto en marcha toda su maquinaria para preparar ordenadamente, sin prisas pero sin descanso, el relevo de Areces por quien será -aunque oficialmente todavía no se haya formalizado- su candidato a la Presidencia del Principado en 2011, el actual secretario general de la FSA, Javier Fernández. Y también comentaba días atrás que el nuevo aspirante a ocupar el sillón de Suárez de la Riva, junto con un equipo de incondicionales, trabajaban tenazmente en el 'lanzamiento' de su nuevo cartel, y también intensamente, en la elaboración del programa electoral y, con más tiento y en el más absoluto de los secretos, en la selección de quienes compartirían con él, si ganase las elecciones autonómicas del año próximo, las responsabilidades de gestionar Asturias.
Aunque la FSA todavía tiene que asimilar su llegada al liderazgo institucional -el del partido ya lo tiene desde hace tiempo-, dos personas son en este momento las más próximas a Fernández y las encargadas de encabezar esas tareas a las que antes me refería -promoción entre los asturianos de la imagen del nuevo cartel electoral, elaboración de las bases programáticas y configuración del lista de los 'ministrables' de un futuro Ejecutivo autonómico socialista-: Estas personas son: la mano derecha del secretario general en el partido, Jesús Gutiérrez, actual responsable de Organización, y la ex diputada nacional María Luisa Carcedo, actual responsable de la Agencia Estatal de Evaluación de las Políticas Públicas, alto cargo de relevancia creado por Elena Salgado cuando dirigía el Ministerio de Administraciones Públicas.
Pues bien, aunque -como comentaba- estamos a muchos meses de las grandes decisiones, la principal la que tienen que dar los asturianos en las urnas, precisamente el nombre de María Luisa Carcedo empieza a sonar como una más que presumible vicepresidenta en el hipotético Ejecutivo autonómico de Fernández. La veterana militante ha pasado por todos los estratos del partido y de las instituciones, es 'villista' convencida, aunque los devenires del tiempo y la asunción progresiva de mayores responsabilidades la sitúan por encima de 'familias'. Por otra parte, su largo historial de militancia en el socialismo "más puro" la encuadran en ese nuevo perfil de gobernantes por los que -como adelantaba el otro día- apuesta el líder de los socialistas asturianos para sus previsiones de gobierno. Al margen de las apuestas y afinidades, en lo formal. el candidato sicialista mantendría el esquema impuesto por el presidente Zapatero y empezaría desde lo más alto de su equipo a cumplir con la Ley de Igualdad, en lo que a paridad en listas y gobiernos se refiere.
Por lo que respecta a Jesús Gutiérrez, es más que previsible que, también al igual que el líder nacional, reserva a su hombre de confianza para llevar con mano firme y con toda su confianza depositada en su fidelidad la gestión del partido. Vamos, algo parecido a lo que ocurrió durante años con José Blanco, el hoy ministro de Fomento.
Lo que sí parece claro es que del equipo de Areces muy pocos tienen posibilidades de salvar el sillón y solamente una o dos personas podrían continuar por aquello de que el vuelco no sea tan radical. Los principales colaboradores en los distintos niveles -miembros del Gobierno y altos cargos- del actual mandatario ya se están preparando para hacer la maleta, aunque algunos no se resignen a tirar la toalla y están ya 'trabajándose' al menos no quedarse sin un 'puestín', y para ello aparecen con frecuencia en esa novedosa presencia pública continuada de Fernández desde hace unos pocos días. Otros, optan por seguir en su línea y se retiran -incluso adelantadamente- como José Luis Iglesias Riopedre, aunque sea por razones médicas, o se disponen a acompañar a su jefe cuando llegue el momento, conscientes de que no encajan en el futuro organigrama.
El caso más paradigmático de la fidelidad al arecismo en estos días lo constituye, precisamente, el relevo del citado Riopedre en Educación, Herminio Sastre, quien, a pesar de las primeras declaraciones de principios del candidato 'in pectore' en su apuesta por la industria y el rechazo a cosas tan 'complicadas' como la nanotecnología y la biomedicina, ha ratificado, bien arropado por su jefe de filas, el mantenimiento de los principios por los que ambos han apostado en los últimos años. La jugada de evitar la paralización de la creación del Centro de Nanotecnología aportando su financiación con el presupuesto regional, después de que el CSIC anunciase que no podía afrontarlo -incluso trayendo a Asturias al presidente del organismo investigador y científico para poner el proyecto en valor-, y hacerlo a las pocas horas de la contundente apuesta programática del futuro candidato, esa jugada -digo- no pasó desapercibida para aquellos que, en un afán de cerrar lo más rápidamente una larga etapa, quieren pasar página y enterrar el arecismo.
Ya lo advertimos algunos. Tini se ha visto obligado a renunciar a cualquier opción de un cuarto mandato, pero por el momento, con su estilo 'bonachón', ya ha lanzado algunos avisos a quienes le apresuran a 'jubilarse' en el sentido de recordarles que, al menos por ahora, él sigue siendo el presidente del Principado.
Aunque la FSA todavía tiene que asimilar su llegada al liderazgo institucional -el del partido ya lo tiene desde hace tiempo-, dos personas son en este momento las más próximas a Fernández y las encargadas de encabezar esas tareas a las que antes me refería -promoción entre los asturianos de la imagen del nuevo cartel electoral, elaboración de las bases programáticas y configuración del lista de los 'ministrables' de un futuro Ejecutivo autonómico socialista-: Estas personas son: la mano derecha del secretario general en el partido, Jesús Gutiérrez, actual responsable de Organización, y la ex diputada nacional María Luisa Carcedo, actual responsable de la Agencia Estatal de Evaluación de las Políticas Públicas, alto cargo de relevancia creado por Elena Salgado cuando dirigía el Ministerio de Administraciones Públicas.
Pues bien, aunque -como comentaba- estamos a muchos meses de las grandes decisiones, la principal la que tienen que dar los asturianos en las urnas, precisamente el nombre de María Luisa Carcedo empieza a sonar como una más que presumible vicepresidenta en el hipotético Ejecutivo autonómico de Fernández. La veterana militante ha pasado por todos los estratos del partido y de las instituciones, es 'villista' convencida, aunque los devenires del tiempo y la asunción progresiva de mayores responsabilidades la sitúan por encima de 'familias'. Por otra parte, su largo historial de militancia en el socialismo "más puro" la encuadran en ese nuevo perfil de gobernantes por los que -como adelantaba el otro día- apuesta el líder de los socialistas asturianos para sus previsiones de gobierno. Al margen de las apuestas y afinidades, en lo formal. el candidato sicialista mantendría el esquema impuesto por el presidente Zapatero y empezaría desde lo más alto de su equipo a cumplir con la Ley de Igualdad, en lo que a paridad en listas y gobiernos se refiere.
Por lo que respecta a Jesús Gutiérrez, es más que previsible que, también al igual que el líder nacional, reserva a su hombre de confianza para llevar con mano firme y con toda su confianza depositada en su fidelidad la gestión del partido. Vamos, algo parecido a lo que ocurrió durante años con José Blanco, el hoy ministro de Fomento.
Lo que sí parece claro es que del equipo de Areces muy pocos tienen posibilidades de salvar el sillón y solamente una o dos personas podrían continuar por aquello de que el vuelco no sea tan radical. Los principales colaboradores en los distintos niveles -miembros del Gobierno y altos cargos- del actual mandatario ya se están preparando para hacer la maleta, aunque algunos no se resignen a tirar la toalla y están ya 'trabajándose' al menos no quedarse sin un 'puestín', y para ello aparecen con frecuencia en esa novedosa presencia pública continuada de Fernández desde hace unos pocos días. Otros, optan por seguir en su línea y se retiran -incluso adelantadamente- como José Luis Iglesias Riopedre, aunque sea por razones médicas, o se disponen a acompañar a su jefe cuando llegue el momento, conscientes de que no encajan en el futuro organigrama.
El caso más paradigmático de la fidelidad al arecismo en estos días lo constituye, precisamente, el relevo del citado Riopedre en Educación, Herminio Sastre, quien, a pesar de las primeras declaraciones de principios del candidato 'in pectore' en su apuesta por la industria y el rechazo a cosas tan 'complicadas' como la nanotecnología y la biomedicina, ha ratificado, bien arropado por su jefe de filas, el mantenimiento de los principios por los que ambos han apostado en los últimos años. La jugada de evitar la paralización de la creación del Centro de Nanotecnología aportando su financiación con el presupuesto regional, después de que el CSIC anunciase que no podía afrontarlo -incluso trayendo a Asturias al presidente del organismo investigador y científico para poner el proyecto en valor-, y hacerlo a las pocas horas de la contundente apuesta programática del futuro candidato, esa jugada -digo- no pasó desapercibida para aquellos que, en un afán de cerrar lo más rápidamente una larga etapa, quieren pasar página y enterrar el arecismo.
Ya lo advertimos algunos. Tini se ha visto obligado a renunciar a cualquier opción de un cuarto mandato, pero por el momento, con su estilo 'bonachón', ya ha lanzado algunos avisos a quienes le apresuran a 'jubilarse' en el sentido de recordarles que, al menos por ahora, él sigue siendo el presidente del Principado.
miércoles, 4 de agosto de 2010
Javier recupera el mono azul y la pana
Mientras los populares asturianos se desangran en un conflicto fratricida de tintes suicidas, los socialistas del Principado han iniciado con un objetivo claro la puesta en marcha de una 'hoja de ruta' apropiada para afrontar con ciertas garantías el fin de una larga etapa y el inicio de otra, cambio marcado en lo formal por el relevo de la persona encargada de capitanearlos en las urnas.
Y no es que dicho relevo haya sido un camino de rosas ni haya estado exento de problemas. Hace mucho tiempo que desde esta misma tribuna anuncié que Areces no iba a marcharse así como así y que en su cabeza no entraba el abandono voluntario de la posibilidad de aspirar a un cuarto mandato. A estas alturas -y aunque los del PSOE han demostrado casi siempre ser mucho más discretos a la hora de arreglar sus enfrentamientos internos- ya todo el mundo sabe que, cuando el actual presidente del Principado hizo pública su intención de no presentarse de nuevo como cartel socialista en Asturias, la decisión había recibido algo más que un empujoncito, y de dos o tres. La presión de la propia FSA y, sobre todo, de Ferraz, convencieron -no sin un arduo trabajo- a Tini de que no era el momento de dar batallas y presentarse desunidos -como ahora aparecen sus rivales del PP- a unos comicios, y más con las connotaciones negativas y el marco económico de recesión del que una gran mayoría de asturianos -y de españoles- les responsabilizan directamente.
Pero, como decía, si algo saben hacer habitualmente bien los socialistas es lavar en casa la ropa sucia -casos como los de Madrid, por poner uno de los ejemplos contrarios son aunque endémicos, minoritarios-. Aquí, en Asturias, han resuelto sus cuitas de puertas adentro y sin aspavientos, y a otra cosa.
El relevo de Areces, el candidato 'in pectore' Javier Fernández, pasada aquella página, se ha lanzado ya a una larga precampaña, consciente de que su figura no es precisamente muy conocida entre los asturianos y, al contrario que hace cuatro años, la sonriente imagen del talante zapateriano, las entonces siglas triunfantes en el ámbito nacional, ya no le bastan para apoyar con garantías una victoria (más bien al contrario). El nuevo aspirante a regir los destinos de esta comunidad autónoma ya está todos los días en los medios de comunicación -sí, el mismo al que antes había que extraerle las palabras con sacacorchos- y ha iniciado su periodo de proyección pública con manifiesta intensidad.
Sus primeros discursos no nos han dejado, en líneas generales, mucho más que los eslóganes generales carácterísticos de la propaganda partidista emanada de las altas instancias federales. Sin embargo, con ese equipaje mal le irían las cosas al flamante aspirante. Quizá por eso, Fernández ha empezado tímidamente a introducir en ese discurso de manual algunos apuntes en los que muestra su manifiesta intención de introducir cambios en la línea tradicionalmente plana y seguidista de Areces. Su clara apuesta por la industria tradicional -un sabio guiño a los sindicatos- frente a las proyecciones innovadoras y casi futurista del todavía presidente; las 'recomendaciones' al Gobierno de Zapatero sobre una política fiscal "más de izquierda" como la que -dice- ya se ha iniciado en el Principado; la 'bravata' sobre su segura presencia en Rodiezmo, entre "amigos" y "compañeros", en el mismo escenario al que su líder nacional ha renunciado a asistir este año -rompiendo con todas sus tradiciones- con el intragable argumento de no molestar a las centrales sindicales, las mismas que le preparan para finales de mes una huelga general. Son, por el momento, destellos, pero significativos de un presunto giro en la trayectoria de los socialistas asturianos.
En fin, que aunque Fernández no va a ser precisamente un díscolo, eso nunca, parece haber iniciado el camino para rescatar un perfil de 'socialista viejo', el mismo del que algunos compañeros de otras comunidades, en activo y, sobre todo, los retirados, dejan muestras todas las semanas en forma de titulares en los medios de comunicación. Con el PSOE, sí; pero sin perder el núcleo fundamental de esas esencias que los últimos 'ajustes' y 'reformas' del Gobierno central han puesto en cuestión y han dejado al partido de Pablo Iglesias apenas sin discurso.
Hay un aspecto en esta estrategia de Fernández que me parece especialmente relevante y que, como por ahora 'no toca' (esto sí que se lo vamos a seguir oyendo por mucho tiempo, en el Gobierno o fuera de él), no trasciende a la opinión pública, pero en el que su equipo viene trabajando desde hace muchos meses. Me estoy refiriendo a los primeros bocetos sobre los perfiles paradigmáticos de los compañeros que le habrán de acompañar en la lista autonómica y, un poco más adelante, en el Gobierno regional, si lograra ganar las elecciones de mayo de 2011.
El actual líder de la FSA ya ha hecho su apuesta y, en línea con las estrategias que mencionaba más arriba, parece decidido a recuperar para sus colaboradores institucionales las esencias del socialismo que triunfó especialmente en los años ochenta, el de Felipe González, el de Alfonso Guerra, el de José Ángel Fernández Villa -al que es consciente de que tiene que recuperar de alguna manera-, en fin, el del mono azul y el casco, el de la pana (para los guías intelectuales). Así, sus más directos colaboradores ya no dudan de que, especialmente su Gobierno, va a estar integrado por socialistas con pedigrí, por camaradas y veteranos, por militantes con un claro perfil político, justo el contrario al tecnocrático y de 'independientes' en que se ha ido convirtiendo progresivamente el arecismo en los últimos doce años. (Por cierto, que la prole de consejeros y altos cargos del actual mandatario andan ya como locos pensando en como buscarse la vida en un marco ajeno a los estilos practicados durantes un periodo tan largo y difíciles de reconvertir en tan poco tiempo a los nuevos tiempos que se avecinan).
Y no es que dicho relevo haya sido un camino de rosas ni haya estado exento de problemas. Hace mucho tiempo que desde esta misma tribuna anuncié que Areces no iba a marcharse así como así y que en su cabeza no entraba el abandono voluntario de la posibilidad de aspirar a un cuarto mandato. A estas alturas -y aunque los del PSOE han demostrado casi siempre ser mucho más discretos a la hora de arreglar sus enfrentamientos internos- ya todo el mundo sabe que, cuando el actual presidente del Principado hizo pública su intención de no presentarse de nuevo como cartel socialista en Asturias, la decisión había recibido algo más que un empujoncito, y de dos o tres. La presión de la propia FSA y, sobre todo, de Ferraz, convencieron -no sin un arduo trabajo- a Tini de que no era el momento de dar batallas y presentarse desunidos -como ahora aparecen sus rivales del PP- a unos comicios, y más con las connotaciones negativas y el marco económico de recesión del que una gran mayoría de asturianos -y de españoles- les responsabilizan directamente.
Pero, como decía, si algo saben hacer habitualmente bien los socialistas es lavar en casa la ropa sucia -casos como los de Madrid, por poner uno de los ejemplos contrarios son aunque endémicos, minoritarios-. Aquí, en Asturias, han resuelto sus cuitas de puertas adentro y sin aspavientos, y a otra cosa.
El relevo de Areces, el candidato 'in pectore' Javier Fernández, pasada aquella página, se ha lanzado ya a una larga precampaña, consciente de que su figura no es precisamente muy conocida entre los asturianos y, al contrario que hace cuatro años, la sonriente imagen del talante zapateriano, las entonces siglas triunfantes en el ámbito nacional, ya no le bastan para apoyar con garantías una victoria (más bien al contrario). El nuevo aspirante a regir los destinos de esta comunidad autónoma ya está todos los días en los medios de comunicación -sí, el mismo al que antes había que extraerle las palabras con sacacorchos- y ha iniciado su periodo de proyección pública con manifiesta intensidad.
Sus primeros discursos no nos han dejado, en líneas generales, mucho más que los eslóganes generales carácterísticos de la propaganda partidista emanada de las altas instancias federales. Sin embargo, con ese equipaje mal le irían las cosas al flamante aspirante. Quizá por eso, Fernández ha empezado tímidamente a introducir en ese discurso de manual algunos apuntes en los que muestra su manifiesta intención de introducir cambios en la línea tradicionalmente plana y seguidista de Areces. Su clara apuesta por la industria tradicional -un sabio guiño a los sindicatos- frente a las proyecciones innovadoras y casi futurista del todavía presidente; las 'recomendaciones' al Gobierno de Zapatero sobre una política fiscal "más de izquierda" como la que -dice- ya se ha iniciado en el Principado; la 'bravata' sobre su segura presencia en Rodiezmo, entre "amigos" y "compañeros", en el mismo escenario al que su líder nacional ha renunciado a asistir este año -rompiendo con todas sus tradiciones- con el intragable argumento de no molestar a las centrales sindicales, las mismas que le preparan para finales de mes una huelga general. Son, por el momento, destellos, pero significativos de un presunto giro en la trayectoria de los socialistas asturianos.
En fin, que aunque Fernández no va a ser precisamente un díscolo, eso nunca, parece haber iniciado el camino para rescatar un perfil de 'socialista viejo', el mismo del que algunos compañeros de otras comunidades, en activo y, sobre todo, los retirados, dejan muestras todas las semanas en forma de titulares en los medios de comunicación. Con el PSOE, sí; pero sin perder el núcleo fundamental de esas esencias que los últimos 'ajustes' y 'reformas' del Gobierno central han puesto en cuestión y han dejado al partido de Pablo Iglesias apenas sin discurso.
Hay un aspecto en esta estrategia de Fernández que me parece especialmente relevante y que, como por ahora 'no toca' (esto sí que se lo vamos a seguir oyendo por mucho tiempo, en el Gobierno o fuera de él), no trasciende a la opinión pública, pero en el que su equipo viene trabajando desde hace muchos meses. Me estoy refiriendo a los primeros bocetos sobre los perfiles paradigmáticos de los compañeros que le habrán de acompañar en la lista autonómica y, un poco más adelante, en el Gobierno regional, si lograra ganar las elecciones de mayo de 2011.
El actual líder de la FSA ya ha hecho su apuesta y, en línea con las estrategias que mencionaba más arriba, parece decidido a recuperar para sus colaboradores institucionales las esencias del socialismo que triunfó especialmente en los años ochenta, el de Felipe González, el de Alfonso Guerra, el de José Ángel Fernández Villa -al que es consciente de que tiene que recuperar de alguna manera-, en fin, el del mono azul y el casco, el de la pana (para los guías intelectuales). Así, sus más directos colaboradores ya no dudan de que, especialmente su Gobierno, va a estar integrado por socialistas con pedigrí, por camaradas y veteranos, por militantes con un claro perfil político, justo el contrario al tecnocrático y de 'independientes' en que se ha ido convirtiendo progresivamente el arecismo en los últimos doce años. (Por cierto, que la prole de consejeros y altos cargos del actual mandatario andan ya como locos pensando en como buscarse la vida en un marco ajeno a los estilos practicados durantes un periodo tan largo y difíciles de reconvertir en tan poco tiempo a los nuevos tiempos que se avecinan).
domingo, 1 de agosto de 2010
Cascos empieza a jugar
Fue lo que todo el mundo esperaba. La intervención, hoy, en Valencia de Don Juan, de Francisco Álvarez-Cascos, dentro de los actos incluidos en el programa de su nombramiento como Paisano de honor de la localidad leonesa, sirvió para que el veterano político se sentara a la mesa de juego y empezara a mover fichas. El ambiente era propicio y no defraudó a sus seguidores. Su discurso en el almuerzo -el anterior lo había reservado para la parte protocolaria- entró de lleno a la polémica suscitada sobre su posible candidatura a la Presidencia del Principado el año próximo y, aunque mantiene un escrupuloso cuidado de 'mojarse' con palabras específicas sobre tal posibilidad, abordó, en un discurso cuidado, muy medido, ajustado hasta el límite en lo que se refiere a no entrar al trapo de los ataques de sus adversarios internos, a los que en ningún momento nombró, todas y cada una de las circunstancias que han sobrevenido en los últimos meses, con los vaivenes de unos y las indefiniciones de otros, con los vítores y homenajes y con las puñaladas traperas.
Para empezar, la palabra que más repitió en su intervención fue "unidad", justo lo contrario de lo que atribuyen a su regreso Gabino de Lorenzo y su séquito. Aunque los nombres propios -como decía- no aparecieron en momento alguno en su boca, parece claro que fue a ese grupo al que se dirigió en la -para mí- más fuerte y directa diatriba para los que se oponen a su persona, a los que acusó de calumniadores. "De todas ellas (las calumnias vertidas contra su persona), la más perversa es la de relacionar mi silencio sobre hipotéticas propuestas que ningún órgano estatutario ha tratado, con un riesgo de división semejante al que desembocó en la escisión liderada por quien presidía el Gobierno autonómico de Asturias en 1999", una respuesta que apoyó afirmando que "aquella ruptura fue iniciada con sonoras declaraciones por ellos mismos, por quienes ahora repiten idénticos modos de comportamiento". Se puede decir más alto, pero no más claro. Querían que Cascos hablara y lo ha hecho.
En la línea de su principal mentor, no olvidó Cascos las citas a personajes emblemáticos, como la de Jovellanos arrojada con evidente displicencia hacia el equipo de demolición contra su posible candidatura autonómica montado desde la Alcaldía de Oviedo: "prescindiré de sus autores, porque no es mi ánimo denigrar a otros, sino defenderme a mí. Si no son más que enemigos míos,... los perdono". Esta frase vino seguida de otra alusión a las "calumnias" vertidas sobre su persona, pero, sobre todo, contra "personas significadas por su amistad conmigo". Tampoco esquivó la respuesta a la que denominó "brunete mediática" aliada y portavoz de sus adversarios asturianos. "Nada nuevo -dijo citando a Ortega-; es la vieja España que denunciaba Ortega, nada más y nada menos", para rubricar sus palabras con un aviso citado del clásico: "aquel hombre que pierde (con sus calumnias) la honra por el negocio, acaba perdiendo el negocio y la honra". No parece necesario dar nombres tampoco en este caso, ya que todo el mundo que sigue la polémica sabe a quién se estaba refiriendo el político asturiano.
Faltaba por saber si el ex vicepresidente iba a dirigirse también a las presuntas zancadillas que desde Madrid, desde la dirección nacional, se habrían tratado de poner a sus hasta el momento hipotéticas aspiraciones. Aquí, su experiencia hizo que el discurso derivase nuevamente hacia la "unidad" -que distinguió de la "uniformidad"-, clave del PP victorioso de etapas anteriores y, en un guiño sin dobles interpretaciones a quien tiene la última palabra sobre ese presunto regreso suyo a la política manifestó: "Es la hora del Partido Popular, de Mariano Rajoy y de su equipo, y aquí estamos todos con el consejo desinteresado, para empujar con el motor de nuestra experiencia, para tirar del carro con ambas manos, para sumar como hicimos siempre". Si, como parece, este verano el tan traído y llevado encuentro entre ambos se produjera -da igual que Mariano vaya a buscar a Paco, que éste acuda al presidente nacional o que hablen por teléfono- no sería de extrañar que el cambio de escenario que hasta ahora pintaba mal para el ex ministro fuera un hecho. Nadie con un mínimo de conocimiento de cómo funcionan estas cosas imaginaría que de ahí saldría una ruptura. Más bien, al contrario.
Sería entonces el momento de que las cañas se tornasen en lanzas y los venablos darían un giro de 180 grados. Claro que, conocido el personal que constituyen el conservadurismo asturiano, seguro que el asunto se zanja con la búsqueda de una cabeza de turco, y ese no puede ser otro que el presidente regional. Ovidio Sánchez, siempre situado en el lugar del campo donde no se juega la pelota -como dije alguna vez-, tiene todas las papeletas, si la operación anti-Cascos se derrumba. Desde luego, el que no va llevarse la peor parte será De Lorenzo, ni Fernández Pardo. El pato lo pagará Ovidio o, en su caso, como todos sabemos que estaba fuera de España cuando se produjo la andanada principal, derivará la responsabilidad hacia su 'número dos' y firmante en su nombre del escrito en cuestión, el secretario general, Fernando Goñi.
Habrá quien argumente que, aunque algunas alusiones parecen evidentes, Cascos no dijo ayer que quiera ser el candidato del PP asturiano de Ovidio, Gabino, Pardo, Aréstegui, etcétera; y es verdad. Es más, en todas sus alusiones al tema de su hipotética candidatura recordó que "ningún órgano del partido requirió mi parecer" (hasta ahora, claro). Más directo fue cuando aseguró "nunca me he dirigido a nadie, en público o en privado, para buscar algo o para pedir algo en el partido. Nadie he buscado y nada he pedido. Tampoco conozco una sola reunión o un solo acuerdo de un órgano estatutario regional o nacional del partido, en Asturias o en España, donde se haya planteado alguna propuesta que yo deba de responder. No es que el silencio, en ocasiones, valga más que mil palabras. Es que el silencio siempre es la única respuesta cabal a una pregunta inexistente".
Si alguien entiende que esto es suficiente para seguir dudando de las intenciones de Cascos, allá él. Y si no que se fijen en otra de sus frases: "No estoy tan ciego para no ver lo que pasa, ni tan sordo para no oir lo que me dicen", afirmó al referirse a lo que en momento él mismo llamó "marea" de peticiones para su reincorporación a la vida política y para capitanear una posible victoria electoral en su tierra. Y por si lo anterior fuera insuficiente, continuó: "nunca recibí tantas palabras de apoyo, a título personal, por no decir de apremio, como las que ahora escucho animándome a regresar a unas tareasque exigen total dedicación y responsabilidad pública".
Creo que por ahora no es necesario más. Cascos se ha sentado a la mesa y ha decidido iniciar el juego. Ya comenté en algún momento que la estrategia de los 'contras' son un aliciente para un carácter como el suyo. A partir de ahora, aunque apele al silencio prudente, ya no cabe duda que ha decidido entrar en la partida. Su intervención de ayer es toda una declaración de intenciones para quienes le conocemos un poco. Ahora les toca contrarrestar este envite a sus 'enemigos' de casa, últimamente bastante silenciosos ante un aparente cambio de escenario bien diferente del que ellos habían confeccionado.
Nada está decidido, pero las cosas se empiezan a clarificar. Quizá ahora habría que decir que en el mundo actual, ese que avanza a más velocidad que el de nuestros ancestros y que el nuestro mismo de hace unos años, el que gana no es el grande al pequeño (entendiendo el primero como aquel que tiene en sus manos los hilos del aparato), sino el rápido el que gana al lento (la frase no es mía, pero tampoco recuerdo quién es su autor), y Cascos ya ha empezado a meter la primera.
Para empezar, la palabra que más repitió en su intervención fue "unidad", justo lo contrario de lo que atribuyen a su regreso Gabino de Lorenzo y su séquito. Aunque los nombres propios -como decía- no aparecieron en momento alguno en su boca, parece claro que fue a ese grupo al que se dirigió en la -para mí- más fuerte y directa diatriba para los que se oponen a su persona, a los que acusó de calumniadores. "De todas ellas (las calumnias vertidas contra su persona), la más perversa es la de relacionar mi silencio sobre hipotéticas propuestas que ningún órgano estatutario ha tratado, con un riesgo de división semejante al que desembocó en la escisión liderada por quien presidía el Gobierno autonómico de Asturias en 1999", una respuesta que apoyó afirmando que "aquella ruptura fue iniciada con sonoras declaraciones por ellos mismos, por quienes ahora repiten idénticos modos de comportamiento". Se puede decir más alto, pero no más claro. Querían que Cascos hablara y lo ha hecho.
En la línea de su principal mentor, no olvidó Cascos las citas a personajes emblemáticos, como la de Jovellanos arrojada con evidente displicencia hacia el equipo de demolición contra su posible candidatura autonómica montado desde la Alcaldía de Oviedo: "prescindiré de sus autores, porque no es mi ánimo denigrar a otros, sino defenderme a mí. Si no son más que enemigos míos,... los perdono". Esta frase vino seguida de otra alusión a las "calumnias" vertidas sobre su persona, pero, sobre todo, contra "personas significadas por su amistad conmigo". Tampoco esquivó la respuesta a la que denominó "brunete mediática" aliada y portavoz de sus adversarios asturianos. "Nada nuevo -dijo citando a Ortega-; es la vieja España que denunciaba Ortega, nada más y nada menos", para rubricar sus palabras con un aviso citado del clásico: "aquel hombre que pierde (con sus calumnias) la honra por el negocio, acaba perdiendo el negocio y la honra". No parece necesario dar nombres tampoco en este caso, ya que todo el mundo que sigue la polémica sabe a quién se estaba refiriendo el político asturiano.
Faltaba por saber si el ex vicepresidente iba a dirigirse también a las presuntas zancadillas que desde Madrid, desde la dirección nacional, se habrían tratado de poner a sus hasta el momento hipotéticas aspiraciones. Aquí, su experiencia hizo que el discurso derivase nuevamente hacia la "unidad" -que distinguió de la "uniformidad"-, clave del PP victorioso de etapas anteriores y, en un guiño sin dobles interpretaciones a quien tiene la última palabra sobre ese presunto regreso suyo a la política manifestó: "Es la hora del Partido Popular, de Mariano Rajoy y de su equipo, y aquí estamos todos con el consejo desinteresado, para empujar con el motor de nuestra experiencia, para tirar del carro con ambas manos, para sumar como hicimos siempre". Si, como parece, este verano el tan traído y llevado encuentro entre ambos se produjera -da igual que Mariano vaya a buscar a Paco, que éste acuda al presidente nacional o que hablen por teléfono- no sería de extrañar que el cambio de escenario que hasta ahora pintaba mal para el ex ministro fuera un hecho. Nadie con un mínimo de conocimiento de cómo funcionan estas cosas imaginaría que de ahí saldría una ruptura. Más bien, al contrario.
Sería entonces el momento de que las cañas se tornasen en lanzas y los venablos darían un giro de 180 grados. Claro que, conocido el personal que constituyen el conservadurismo asturiano, seguro que el asunto se zanja con la búsqueda de una cabeza de turco, y ese no puede ser otro que el presidente regional. Ovidio Sánchez, siempre situado en el lugar del campo donde no se juega la pelota -como dije alguna vez-, tiene todas las papeletas, si la operación anti-Cascos se derrumba. Desde luego, el que no va llevarse la peor parte será De Lorenzo, ni Fernández Pardo. El pato lo pagará Ovidio o, en su caso, como todos sabemos que estaba fuera de España cuando se produjo la andanada principal, derivará la responsabilidad hacia su 'número dos' y firmante en su nombre del escrito en cuestión, el secretario general, Fernando Goñi.
Habrá quien argumente que, aunque algunas alusiones parecen evidentes, Cascos no dijo ayer que quiera ser el candidato del PP asturiano de Ovidio, Gabino, Pardo, Aréstegui, etcétera; y es verdad. Es más, en todas sus alusiones al tema de su hipotética candidatura recordó que "ningún órgano del partido requirió mi parecer" (hasta ahora, claro). Más directo fue cuando aseguró "nunca me he dirigido a nadie, en público o en privado, para buscar algo o para pedir algo en el partido. Nadie he buscado y nada he pedido. Tampoco conozco una sola reunión o un solo acuerdo de un órgano estatutario regional o nacional del partido, en Asturias o en España, donde se haya planteado alguna propuesta que yo deba de responder. No es que el silencio, en ocasiones, valga más que mil palabras. Es que el silencio siempre es la única respuesta cabal a una pregunta inexistente".
Si alguien entiende que esto es suficiente para seguir dudando de las intenciones de Cascos, allá él. Y si no que se fijen en otra de sus frases: "No estoy tan ciego para no ver lo que pasa, ni tan sordo para no oir lo que me dicen", afirmó al referirse a lo que en momento él mismo llamó "marea" de peticiones para su reincorporación a la vida política y para capitanear una posible victoria electoral en su tierra. Y por si lo anterior fuera insuficiente, continuó: "nunca recibí tantas palabras de apoyo, a título personal, por no decir de apremio, como las que ahora escucho animándome a regresar a unas tareasque exigen total dedicación y responsabilidad pública".
Creo que por ahora no es necesario más. Cascos se ha sentado a la mesa y ha decidido iniciar el juego. Ya comenté en algún momento que la estrategia de los 'contras' son un aliciente para un carácter como el suyo. A partir de ahora, aunque apele al silencio prudente, ya no cabe duda que ha decidido entrar en la partida. Su intervención de ayer es toda una declaración de intenciones para quienes le conocemos un poco. Ahora les toca contrarrestar este envite a sus 'enemigos' de casa, últimamente bastante silenciosos ante un aparente cambio de escenario bien diferente del que ellos habían confeccionado.
Nada está decidido, pero las cosas se empiezan a clarificar. Quizá ahora habría que decir que en el mundo actual, ese que avanza a más velocidad que el de nuestros ancestros y que el nuestro mismo de hace unos años, el que gana no es el grande al pequeño (entendiendo el primero como aquel que tiene en sus manos los hilos del aparato), sino el rápido el que gana al lento (la frase no es mía, pero tampoco recuerdo quién es su autor), y Cascos ya ha empezado a meter la primera.
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