lunes, 16 de agosto de 2010

Palabra de ministro

Uno de los asuntos que esta pasada semana ha servido para disipar temporalmente el sopor informativo del verano ha venido de la mano del Ministerio de Fomento y de su intención de "reajustar" en positivo los "dolorosos" tijeretazos que ha programado para la obra pública en España y que están pendientes de concretarse en los Presupuestos Generales del Estado del año próximo.

Abrió la espita el mismísimo presidente del Gobierno, quien aseguró que quizá los recortes adelantados por su ministro unos días antes eran excesivos y podían mitigarse con una reasignación de recursos. Horas después, José Blanco anunció que entre las escasísimas infraestructuras que habían sido "indultadas" del recorte estaba la autovía del Cantábrico. El propio ministro vino rápidamente a Asturias a echarle una mano a su compañero Javier Fernández, actualmente en manos de los expertos en mercadotecnia del partido para 'vendérselo' a los asturianos como un caballo ganador, aunque no aportara mucho más que ese compromiso de reactivación o reanudación de obras "atrasadas" por los efectos financieros de la crisis. No hubo manera de sacar cantidades ni fechas nuevas; o sea, que tenemos que conformarnos con la palabra del ministro.

Lo peor, sin embargo, estaba por venir. Casi simultáneamente a esa visita de Blanco, que repitió a sus compañeros gallegos, donde si cuantificó algo más sus previsiones, el 'número dos' de Elena Salgado, precisamente asturiano, advertía de que las previsiones económicas a partir del otoño no son buenas y que si es preciso -que lo será- recurrir a otra vuelta de tuerca en los ajustes se hará, ya que el objetivo deficitario es la prioridad absoluta y a él se deben ajustar cualquier otro tipo de macrocifras económicas. En esa misma línea, pero quizá mucho más directo, como corrresponde a un político que no es un técnico, el propio Zapatero lanzó su particular promesa de "sangre, sudor y lágrimas" y, basándose en las mismas proyecciones de Campa, amenazó con una continuada línea de recortes que hagan cuadrar como sea los Presupuestos de acuerdo a los objetivos de déficit consagrados.

En esta comunidad estamos ya muy escarmentados y nos huele a chamusquina eso de que te incluyan entre los supuestos beneficiados -habrá que ver como se reparten los 500 millones que Fomento asegura haber 'encontrado' para tapar agujeros por toda España-, a la vez que te anuncian más agujeros en el cinturón. La desconfianza es la palabra que mejor define la sensación que este miniculebrón veraniego ha dejado en Asturias, y ya no se trata solamente de la tradicional actitud del principal partido de la oposición, sino de expertos y personas muy directamente afectadas por los posibles efectos.

Salvo los correligionarios del señor Blanco, nadie confía seriamente en que la autovía del Cantábrico, en Asturias, claro (siempre he mantenido que, si el tiempo y la salud me lo permite, veré finalizada esta infraestructura en Galicia antes de que haya culminado en territorio asturiano), vaya a recuperar los ritmos, aunque lentos, que llevaba antes del ajuste. Mientras a claras paralizaciones indefinidas que se escamotean con el vocablo "retraso" no se les reactive de forma efectiva, lo único que nos queda es la promesa verbal de 'Pepiño', y todos sabemos que la palabra de un ministro -sea del signo que sea- generalmente vale menos que una perra chica de céntimo de euro. Y, so pena de pecar de pesado, porque ya lo he dicho en numerosas ocasiones, a quien le resulte excesivamente dura esta afirmación le invitó a que, gracias a los recursos que hoy pone en nuestras manos Internet, busquen el nombre de un alto responsable político unido a palabras como promesa, compromiso, etcétera. Se sorprenderán de los cientos de casos que, tras grandes titulares, han quedado durmiendo en el limbo de los proyectos, grandes y prqueños.

Lo de Internet, como es obvio, lo digo para facilitarles el más complicado recurso a las hemerotecas de papel, aunque estén digitalizadas. Este periodista consulta a diario ejemplares impresos de algunos años atrás y en muchas ocasiones le entran ganas de elaborar grandes pancartas con las que obsequiar a nuestros gobernantes cuando nos visiten, pancartas que solamente recogerían sus propias palabras, sin manipulaciones ni interpretaciones.

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