La imagen no era nueva, pero sí las circunstancias y el entorno que la rodeaban. Hoy las cámaras enfocaban a Francisco Álvarez-Cascos en la tribuna de oradores de la Junta General, aunque ya no como azote de los gobiernos socialistas de Pedro de Silva, sino como candidato único a presidir desde la semana próxima el Gobierno del Principado. Parecía una vuelta a casa tras el paso por algunas de las más altas responsabilidades ejecutivas del Estado, aunque, como se encargó de reconocer en el inicio de su parlamento, ni él mismo se podía imaginar entonces que este nuevo escenario tuviera siquiera atisbos de llegar a darse.
Pero la vida da muchas vueltas y el veterano político asturiano subió hoy al estrado para defender el programa de gobierno que espera poder desarrollar durante los próximos años. Había cierta expectación por ver el tono del ex vicepresidente del Gobierno en este nuevo papel institucional; las apuestas se decantaban por una inhabitual moderación fruto de la precaria mayoría con la que va a iniciar sus responsabilidades al frente del Ejecutivo, pero no se cumplieron. Aunque hoy nadie tuvo la oportunidad de ver a Cascos en su estado puro, su discurso estuvo lejos de la connivencia con los otros grupos parlamentarios, aunque, como es lógico, sus diatribas se dirigieron casi siempre a la izquierda y, muy concretamente, al PSOE. Hubo 'candela' para los ejecutivos de Zapatero, pero también y mucha para los de Areces, que no equilibró su alusión final de respeto al rival político, a sus sombras y a sus luces, que también admitió.
En casi dos horas de intervención, el que será con toda seguridad a partir del lunes el séptimo presidente del Principado, desgranó su programa de gobierno en una exposición que tuvo de todo, con algunos momentos en los que el tecnicismo y la larga relación de propuestas específicas para algunos departamentos básicos en la acción de gobierno amenazó con hacer caer en el sopor a buena parte del auditorio, que se espabilaba rápidamente con algunas propuestas específicas o cargas de profundidas a sus oponentes. No es que Cascos se saliera del guión de su condición de candidato a presidente, aunque casi con toda seguridad que los portavoces de los restantes grupos políticos le achacarán lo que suele llamarse "catálogo de buenas intenciones" y, sobre todo, las habituales críticas a la voluntad de hacer mucho en momentos en que se cuenta con pocos recursos. Las alusiones a la austeridad y transparencia -las palabras más repetidas- y los inevitables guiños a la necesidad de implicar al sector privado en la recuperación de Asturias (directamente a través de proyectos emprendedores o mediante la colaboración con el sector público) no serán bagaje suficiente seguramente para compensar a nivel de inversión la relación de proyectos en algunos casos ambiciosos, aunque nunca faraónicos (no están los tiempos para tanto). El otro 'pero' de carácter general que casi seguro aparecerá en la sesión de mañana serán los olvidos -otro elemento habitual en esta modalidad de debates-, porque, por mucho que se relacionen sectores y campos, siempre habra aspectos sobre los que, cuando menos, le achacaran haber pasado de puntillas sobre ellos.
Fuera de lo general, los portavoces de los otros tres grupos parlamentarios tendrán ocasión hoy de contraatacar con fuerza contra el discurso del candidato, desde los seguros chascarrillos o bromas que su elección del chino como uno de los tres idiomas a potenciar durante su mandato, junto con el castellano y el inglés, hasta polémicos proyectos como la creación de una Universidad Politécnica en Gijón, auténtica 'bicha' para el centralismo regional que no ve más allá de una única Universidad, la de Oviedo, la de los 400 años de historia, o una política fiscal contraria absolutamente a la que han venido defendiendo los grandes partidos de ámbito nacional.
Será con las arremetidas de la oposición cuando, mañana, se podrá ver, seguramente al Cascos en estado puro al que me refería más arriba. Es en ese terreno en el que el ex ministro mejor se mueve, sobre todo después de haber fijado ya de una vez por todas el ideario programático sobre los cimientos del reformismo de principios del siglo pasado, en el inexcusable jovellanismo e, incluso, en una asturianismo concediendo a esta acepción su más amplio sentido, ajeno a las siglas de partido. Quizá algunos de estos calificativos sirvan a partir de ahora para definir a Foro Asturias, ya que los 'foreros' o 'foristas' suena horrible. Pero, sobre todo, una vez asumida la situación de precariedad de apoyos y con la disposición de seguir adelante con su joven proyecto sin miedo a los riesgos que conlleva, sin vértigo, como lo calificó textualmente. Y no sólo eso, sino con la vocación expresa de ampliarlo hasta el extremo de trasladarlo al conjunto del Estado, como dejo claro al hacer alusión a las reclamaciones de aquellos temas a los que la autonomía no alcanza, especialmente las infraestructuras del transporte pendientes, sobre las que dijo que los Ejecutivos de la nación, del signo que sean, tendrán que oir desde este momento la voz de Foro en su defensa permanente de los cumplimientos de los compromisos adquiridos y, "en un futuro inmediato, con nuestro voto", manifestando así la voluntad inequivoca y una seguridad absoluta en una pronta presencia en el Parlamento del Estado.
La de esta mañana era la parte teóricamente más fácil del proceso para acceder desde los resultados del 22 de mayo pasado a la Presidencia del Principado; o quizá no teniendo en cuenta quie es su protagonista, al que la lectura de papeles resta agresividad y 'punch', algo que va a necesitar cuando mañana empiecen las inaludibles 'cornadas'. Si es así será en esta segunda jornada del debate el momento de empezar a comprobar si el Cascos que conocimos ha vuelto a casa o los años han dejado su sello en la dialéctica del veterano político.
Pues ya iré leyendo por aquí como evolucionan las cosas en Asturias. De momento, me gusta lo de potenciar el chino.
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