miércoles, 20 de julio de 2011

Primeros días, primeros problemas

Por si no fueran suficientes los problemas que tiene que afrontar extramuros de la fortaleza de Foro Asturias, al nuevo presidente del Principado empiezan a aparecérseles algunos molestos fantasmas cuando todavía está engrasando la maquinaria de su estructura gubernamental.
Hoy, en concreto, no le dio tiempo ni a incluir el Boletín Oficial del Principado el nombramiento de uno de sus viceconsejeros, concretamente el de Educación. Ayer mismo, según una escueta nota del Ejecutivo, Miguel Ángel Forascepi, uno de los elegidos hasta el momento con un historial y una experiencia bastante bien valoradas en términos generales, le remitió una carta al presidente renunciando al cargo antes de haber tomado posesión, decisión que argumenta en motivos de salud.

Motivos de salud o motivos personales suelen ser las razones menos creíbles cuando se producen este tipo de situaciones. Salvo una enfermedad fulminante o un inesperado diagnóstico médico no parece digerible sin más que se haga público un nombramiento y la persona elegida no tarde ni veinticuatro horas en renunciar "por motivos de salud". Si sus condiciones físicas no eran las adecuadas, ¿no podría el interesado haber advertido a su valedor antes de que se hiciera pública su designación? ¿Acaso habría que pensar que el presidente procedió al nombramiento sin consultar a Forascepi? Todo podría ser, pero no resulta de fácil asunción. Quizá, como hoy comentaban algunos compañeros, al fallido viceconsejero se le había prometido, o él se imaginó, un rango superior en la nueva Administración autonómica, como, por ejemplo, el sillón que ahora ocupa Ana Isabel Álvarez González, o sea la consejera de Educación, precisamente la persona que iba a ser su 'jefa' en el sector.

Sea por lo que sea, el caso es que esta renuncia ha arrojado un borrón en las primeras horas del presidente Cascos.

Tampoco parecen rodarle muy bien las cosas a FAC en Gijón, donde, al margen de las acusaciones lógicas de la oposición, no hace falta ser un lince para darse cuenta de que su 'enemiga' Pilar Fernández Pardo lleva camino de convertirse en una alcaldesa paralela robándole cada día un poco de terreno a la auténtica regidora, Carmen Moriyón.

Esta situación se produce en parte por la elección de una candidata y un equipo integrado casi exclusivamente por bisoños de la política, que no acaban de ofrecer la imagen de un aterrizaje seguro, pero también por la falta de una dirección externa del partido en Gijón, responsabilidad que desde los primeros balbuceos del partido en la villa había llevado Isidro Martínez Oblanca. A éste le nombró Cascos, sucesivamente, diputado regional, senador y coordinador de la campaña de Foro para las elecciones generales del próximo otoño. Con esta mochila llena de responsabilidades Oblanca ha abandonado -supongo que razonablemente- su ciudad y ha dejado huérfano a su partido. Que yo sepa esa vacante, al menos en lo práctico, no la ha ocupado nadie y éste es un problema muy serio para el flamante presidente de la comunidad. Si en el ámbito regional tiene planteada una fuerte apuesta, en el de su villa de adopción Cascos afronta un reto tan importante, especialmente después de alcalzar el gobierno local. Su equipo municipal en Gijón necesita claramente un apoyo constante desde el partido. De no ser así, una experimentada dirigente local del PP puede con una sonrisa ir adueñándose de parcelas que no les corresponden.

Son dos problemas serios para el veterano político, y dos problemas que le han surgido dentro de casa. Todos sabemos de su capacidad, pero ni tan siquiera él es un superhombre y bastante tiene con lidiar con los problemas de coger una administración ajena -veremos a ver lo que pasa cuando de a conocer la situación de las arcas del Principado, una vez superada la transmisión de poderes- y esperar las embestidas de sus adversarios externos. fundamentalmente de su ex partido, que ha sido el primero en apresurarse a solicitar la comparecencia en la Junta General de los nuevos gobernantes que forman el equipo de Cascos. Pese a todo ello, tiene que saber que si alguien debe apagar los fuegos en estos momentos es la persona con más experiencia y sobre la que recae en definitiva todo el poder, o sea, él mismo.

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