No hacía falta. Con estas tres palabras de titulares resumía este periodista en la reserva el pasado viernes su opinión sobre la campaña electoral que estos días alimenta nuestro tedio. Y lo hacía a requerimiento de la conductora de un programa de debate en la TPA en el cual, si algo quedó de manifiesto, es el cansancio, el hartazgo de la sociedad asturiana con respecto a las cuitas de sus políticos, las mismas que nos llevarán el próximo día 25 de nuevo a las urnas por tercera vez en diez meses.
En aquel momento desgranaban sus primeras horas las dos semanas oficiales de confrontación de ideas, programas y candidatos, y ya entonces se adivinaba que, si las elecciones autonómicas podrían ser consideradas un mal inevitable (sobre esto hay criterios y todos razonables), estos quince días se antojan insufribles. Y lo son no solamente por el desinterés de los asturianos hacia esos mensajes reiterativos, genéricos y difíciles de digerir con que nos encontramos días tras día, sino también por el coste que para nuestros bolsillos va a tener este nueva cita con las urnas.
Ahora, transcurridos unos días, el desarrollo de la campaña no hace sino confirmar los peores presagios. Unos candidatos apáticos repiten sus consignas con machaconería en un intento de convencer... ¿a quién? Compromisos como los famosos planes de choque, las prioridades centradas en el empleo o las alusiones a la necesidad de acuerdos que antepongan el interés de los ciudadanos a los de los partidos acaban por ser coincidentes en los discursos de los candidatos, que se gastan los cuartos de los asturianos recorriendo el territorio para convocar a veinte, treinta o cincuenta paisanos (si llegan), generalmente ya convencidos, a los que sueltan el rollo que todo el mundo se sabe de memoria, aunque muy pocos se lo creen, ellos -los protagonistas- los primeros.
Uno se desespera al recibir una jornada tras otra esos vómitos reiterados: Compromiso, confianza, rebélate,... Y todavía es peor cuando alguno se sale del guión para poner en evidencia la falta de ingenio y de gracia de sus responsables de campaña.
Por diós que alguien haga algo para librarnos de tanta vaciedad y despilfarro de tiempo y dinero. Para esto NO HACÍA FALTA.
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