Si no fuera por la gravedad de la situación, el interminable culebrón de Bankia sería digno de un auténtico esperpento nacional. Con la que está cayendo y cada día nos desayunamos con 'novedades' capaces de ponerle los pelos de punta a uno, cuando no de irritarle hasta el extremo de sumarse al grito de "a las armas".
Cuando descubrimos que la situación de la entidad tiene más agujeros que un colador, que su deuda crece día a día según van apareciendo cifras escamoteadas, que las posibilidades de un rescate racional se antojan cada jornada más difíciles, comprobamos que se niega la posibilidad de investigar a sus gestores, que se rechaza la presencia pública de los mismos para dar explicaciones -si es que éstas son imaginables- de los desaguisados cometidos, que se tapa la responsabilidad de ese órgano supervisor que es el Banco de España. Y por si fuera esto poco, algunos días nos encontramos con 'bofetadas' como la noticia de que un ex directivo va a cobrar 14 millones de indemnización, que se ha apresurado a desmentir el actual máximo responsable de la entidad, el de complicado apellido vasco, el mismo que hace pocos días que entró en la cúpula pero que ya se ha encargado de asegurar que el 'flotador' de dinero público de más de 23.000 millones "no hay que devolverlo" porque no es un préstamo. Seguramente se trata de provisionar la caja para que los sucesivos directivos tengan su opción de abandonar el barco en unos meses con los bolsillos llenos.
Parece que un juez ha decidido tomar en serio la denuncia de Manos Limpias y abrir la puerta al posible procesamiento de Rodrigo Rato y de Miguel Ángel Fernández Ordóñez. No sé donde he leído que por menos se fueron a la cárcel Ruiz Mateos y Mario Conde. Si es que hay motivos, y parece que sí, sería conveniente que la iniciativa siga adelante y se abra la vía para procesos similares contra tantos consejeros de otras entidades financieras ya intervenidas con anterioridad. O se empieza a aplicar la ley a estos personajes o la desconfianza en el sistema ya no va a ser sólo de Europa, el Fondo Monetario Internacional o los 'Mercados', sino de todos los españoles, que tienen un límite de aguante y no pueden soportar cómo el peso de la crisis machaca sus existencias mientras los ayudantes necesarios de la misma se van de rositas y con sus cuentas convenientemente engordadas.
Si se sigue provocando al pueblo llano es posible que las pancartas hasta ahora sindicales o de colectivos sectoriales se tornen en banderas agitadas al grito de "¡Que los detengan!" ...a todos.
miércoles, 30 de mayo de 2012
viernes, 25 de mayo de 2012
Desautorizados
A expensas de conocer los números finales de la consulta, todo parece indicar que la Dirección de Izquierda Unida de Asturias ha quedado esta última noche desautorizada por su militancia. Ya no es sólo que la diferecia entre los que rechazan la entrada de la coalición en el Gobierno de Javier Fernández y los que la apoyan sea más o menos amplia. Están también las cifran abrumadoras del 'no' en reductos importantes para IU como son algunos de los más relevantes municipios de las cuencas mineras o en Gijón.
La verdad es que, tras conocer la noche anterior la apuesta de los órganos de dirección por su incorporación el futuro Ejecutivo asturiano y, sobre todo, tras hacer públicos los nombres de Ángel González y Aurelio Martín como teóricos ocupantes de las consejerías de Bienestar Social y Vivienda y de Agroganadería, todo hacía pensar que el equipo de Jesús Iglesias tenía bien amarrada la opinión de las bases. No es muy normal que 'quemes' a tus candidatos antes de tiempo si no estás bien seguro de que los apoyos mayoritarios están de tu parte. ¿Acaso hubiera sido razonable que Javier Fernández hubiera facilitado los nombres de nueve (ahora son ocho) socialistas como integrantes de su Ejecutivo antes de conocer la decisión de sus socios, para retirar luego a dos si le hubiera dado el 'sí' la coalición? Seguro que no.Y así ha actuado el flamante presidente del Principado, aunque nadie dude de sus urgencias para formalizar un equipo.
¿Será que las prisas de los ya inevitables ocupadores de cargos de IU les han hecho perder la perspectiva de lo que quieren los mismos compañeros que les han situado donde están? O, peor aún, ¿será que no conocen el pulso de la organización que dirigen? En cualquiera de los casos, las caras de los principales afectados eran anoche fiel reflejo de la tremenda bofetada recibida de sus camaradas.
Ahora sólo queda por saber si el revés tiene consecuencias. Una, la más lógica, podría ser la dimisión de aquellos que han quedado claramente desautorizados. ¿Será así? Somos bastantes los que apostamos a que no.
La verdad es que, tras conocer la noche anterior la apuesta de los órganos de dirección por su incorporación el futuro Ejecutivo asturiano y, sobre todo, tras hacer públicos los nombres de Ángel González y Aurelio Martín como teóricos ocupantes de las consejerías de Bienestar Social y Vivienda y de Agroganadería, todo hacía pensar que el equipo de Jesús Iglesias tenía bien amarrada la opinión de las bases. No es muy normal que 'quemes' a tus candidatos antes de tiempo si no estás bien seguro de que los apoyos mayoritarios están de tu parte. ¿Acaso hubiera sido razonable que Javier Fernández hubiera facilitado los nombres de nueve (ahora son ocho) socialistas como integrantes de su Ejecutivo antes de conocer la decisión de sus socios, para retirar luego a dos si le hubiera dado el 'sí' la coalición? Seguro que no.Y así ha actuado el flamante presidente del Principado, aunque nadie dude de sus urgencias para formalizar un equipo.
¿Será que las prisas de los ya inevitables ocupadores de cargos de IU les han hecho perder la perspectiva de lo que quieren los mismos compañeros que les han situado donde están? O, peor aún, ¿será que no conocen el pulso de la organización que dirigen? En cualquiera de los casos, las caras de los principales afectados eran anoche fiel reflejo de la tremenda bofetada recibida de sus camaradas.
Ahora sólo queda por saber si el revés tiene consecuencias. Una, la más lógica, podría ser la dimisión de aquellos que han quedado claramente desautorizados. ¿Será así? Somos bastantes los que apostamos a que no.
martes, 22 de mayo de 2012
Ni estoy ni se me espera
Superado hace unas horas el primer trámite para la investidura de Javier Fernández como presidente del Principado -su discurso en la Junta General-, todas las miradas se dirigen ahora hacia ese siempre goloso asunto que es la composición del equipo de gobierno del próximo mandatario.
Desde hace días, quienes nos movemos con más o menos asiduidad en los cenáculos de la actualidad regional venimos siendo sometidos a un auténtico bombardeo de nombres con la condición de 'ministrables' autonómicos. En unos casos, las quinielas coinciden y en otros, por contra, difieren. Lo que si es cierto es que tanto dentro de la militancia de la Federación Socialista Asturiana como desde las filas técnicas de ámbitos universitarios son numerosos los nombres que aparecen bien posicionados para formar parte del "Ejecutivo de los recortes".
Desde esta modesta tribuna me niego a entrar en esa ceremonia de la confusión tan habitual en estos periodos y hacerme eco de todos esos 'aspirantes' toda vez que solamente el propio Fernández y su equipo de más estrechos colaboradores sabrán, seguramente, de qué va la cosa. Muy especialmente si se tiene en cuenta que en ese equipo falta por definir un aspecto tan relevante como la posible presencia de miembros de Izquierda Unida. Toda vez que la coalición ha situado en el viernes próximo la decisión final de su entrada o no en el Gobierno asturiano, la apuesta por las próximas caras del Ejecutivo se antoja más difícil aún, aunque seguramente el futuro presidente ya tendrá al menos el esquema de las dos posibles soluciones.
Quede constancia en cualquier caso que en las conversaciones privadas con algunos de los hipotéticos consejeros se repite sistemáticamente una frase. Como si de una consigna se tratara. Uno tras otro responden a las preguntas con el siguiente remedo de aquella histórica frase: "Ni estoy ni se me espera". De un somero análisis puede deducirse que, si bien esas personas no parecen figurar en el esquema básico para la gestión del Principado, sí al menos han merecido la consideración y la consulta del futuro presidente autonómico. La solución, posiblemente, antes del fin de semana.
Desde hace días, quienes nos movemos con más o menos asiduidad en los cenáculos de la actualidad regional venimos siendo sometidos a un auténtico bombardeo de nombres con la condición de 'ministrables' autonómicos. En unos casos, las quinielas coinciden y en otros, por contra, difieren. Lo que si es cierto es que tanto dentro de la militancia de la Federación Socialista Asturiana como desde las filas técnicas de ámbitos universitarios son numerosos los nombres que aparecen bien posicionados para formar parte del "Ejecutivo de los recortes".
Desde esta modesta tribuna me niego a entrar en esa ceremonia de la confusión tan habitual en estos periodos y hacerme eco de todos esos 'aspirantes' toda vez que solamente el propio Fernández y su equipo de más estrechos colaboradores sabrán, seguramente, de qué va la cosa. Muy especialmente si se tiene en cuenta que en ese equipo falta por definir un aspecto tan relevante como la posible presencia de miembros de Izquierda Unida. Toda vez que la coalición ha situado en el viernes próximo la decisión final de su entrada o no en el Gobierno asturiano, la apuesta por las próximas caras del Ejecutivo se antoja más difícil aún, aunque seguramente el futuro presidente ya tendrá al menos el esquema de las dos posibles soluciones.
Quede constancia en cualquier caso que en las conversaciones privadas con algunos de los hipotéticos consejeros se repite sistemáticamente una frase. Como si de una consigna se tratara. Uno tras otro responden a las preguntas con el siguiente remedo de aquella histórica frase: "Ni estoy ni se me espera". De un somero análisis puede deducirse que, si bien esas personas no parecen figurar en el esquema básico para la gestión del Principado, sí al menos han merecido la consideración y la consulta del futuro presidente autonómico. La solución, posiblemente, antes del fin de semana.
lunes, 21 de mayo de 2012
Se puede decir más alto
Aunque no soy asiduo usuario de las redes sociales, en los últimos días han llegado a mi conocimiento un par de interesantes vídeos con protagonistas bien diferentes y de ámbitos, aunque parlamentarios, claramente diferenciados.
El primero de ellos corresponde a una intervención en el Parlamento Europeo de un representante británico, Nigel Farage, del Partido por la Independencia del Reino unido. No es reciente esa comparecencia -de 2010- pero resulta de una contundencia insospechada en un cargo electo, poniendo en evidencia la inoperancia de las instituciones europeas, la legitimidad democrática de algunos de sus representantes a la hora de tomar decisiones y la incongruencia de los actuales planteamientos de dichas instituciones con respecto al ideario de creación de la propia Unión. En una parte de su parlamento, Farage se dirige a sus compañeros para afirmar sin rubor que "todos ustedes deberían ser despedidos".
El otro vídeo corresponde a las Cortes españolas y su protagonista es Toni Cantó, otrora actor de cine, teatro y televisión y actualmente diputado por Unión, Progreso y Democracia. Confieso que el susodicho nunca me gustó en demasia en su faceta de 'cómico', pero en su todavía corta carrera política ya se ha convertido en un elocuente agitador de las conciencias populares y en la alocución mencionada se dedica a repartir estopa a derecha, izquierda y centro.
Tanto en uno como en otro episodio se hace evidente que las diatribas tienen matices susceptibles de criticar. En cualquier caso, ponen voz a cuestiones políticamente incorrectas pero que están en la mente de millones de ciudadanos españoles y europeos. Lástima que este tipo de 'conciencias sociales' se produzcan siempre en política por boca de grupos minoritarios. Sin embargo, más vale eso que los cómplices silencios de tantas bocas agradecidas que calientan escaños aquí y allá. Al final, nos conformamos con que alguna voz transmita de vez en cuando la indignación real de la calle en foros parlamentarios. Los citados Farage y Cantó lo han hecho; y lo han hecho con seguridad y firmeza. Se puede decir más alto, pero no más claro.
El primero de ellos corresponde a una intervención en el Parlamento Europeo de un representante británico, Nigel Farage, del Partido por la Independencia del Reino unido. No es reciente esa comparecencia -de 2010- pero resulta de una contundencia insospechada en un cargo electo, poniendo en evidencia la inoperancia de las instituciones europeas, la legitimidad democrática de algunos de sus representantes a la hora de tomar decisiones y la incongruencia de los actuales planteamientos de dichas instituciones con respecto al ideario de creación de la propia Unión. En una parte de su parlamento, Farage se dirige a sus compañeros para afirmar sin rubor que "todos ustedes deberían ser despedidos".
El otro vídeo corresponde a las Cortes españolas y su protagonista es Toni Cantó, otrora actor de cine, teatro y televisión y actualmente diputado por Unión, Progreso y Democracia. Confieso que el susodicho nunca me gustó en demasia en su faceta de 'cómico', pero en su todavía corta carrera política ya se ha convertido en un elocuente agitador de las conciencias populares y en la alocución mencionada se dedica a repartir estopa a derecha, izquierda y centro.
Tanto en uno como en otro episodio se hace evidente que las diatribas tienen matices susceptibles de criticar. En cualquier caso, ponen voz a cuestiones políticamente incorrectas pero que están en la mente de millones de ciudadanos españoles y europeos. Lástima que este tipo de 'conciencias sociales' se produzcan siempre en política por boca de grupos minoritarios. Sin embargo, más vale eso que los cómplices silencios de tantas bocas agradecidas que calientan escaños aquí y allá. Al final, nos conformamos con que alguna voz transmita de vez en cuando la indignación real de la calle en foros parlamentarios. Los citados Farage y Cantó lo han hecho; y lo han hecho con seguridad y firmeza. Se puede decir más alto, pero no más claro.
viernes, 18 de mayo de 2012
Otra vez "el puestín"
¡Qué decepción! Resulta que lo que hace horas eran planteamientos irrenunciables se han rebajado a mínimos. Si ayer Unión, Progreso y Democracia hacía dejación de sus principios elementales para un acuerdo delegislatura, en las últimas horas ha sido Izquierda Unida la que ha desmontado su limitación a un pacto de legislatura par aceptar la hipótesis más que probable de entrar a formar parte de un Gobierno de coalición con la Federación Socialista Asturiana. Otra vez "el puestín" en forma del caramelo envenenado que el próximo presidente del Principado ha puesto sobre la mesa de los responsables de la coalición: dos consejerías de las nueve que conformarán el nuevo Ejecutivo autónomo.
La tentación vive arriba, en el Gobierno, y todos los principios pueden ser puestos en almoneda con tal de tocar poder. Vamos, como ha ocurrido siempre. Que me perdonen los dirigentes de la coalición de izquierdas pero, a la postre, siempre acaban por el ser "el tonto útil" del socialismo. Al final la conjunción de intereses partidistas siempre termina por ser más fuerte que cualquier otra consideración de más amplias miras.
Pero, que no se descuide IU. Antes de dar el "sí quiero" a Fernández debería de plantearse que éste ya ha dicho que piensa cumplir estrictamente con las exigencias reduccionistas del Gobierno de Rajoy -¿Acaso alguien se ha imaginado al líder socialista en plan insumiso a los designios de Madrid?-. Si a ello le añadimos que el 'mulah' Montoro dejó claro hace pocas horas que su beneplácito a las cuentas de Asturias pasa por los recortes en educación y sanidad que el Ejecutivo saliente de Cascos no ha aceptado ejecutar, ¿cómo se articula la presencia de IU en un equipo llamado a administrar la miseria y que, además, en esa labor tiene que meter tijera, sobre todo, a los servicios sociales básicos? ¡Vamos, que no cuadra ni por asomo!
Quizá Jesús Iglesias y los suyos, antes de saborear dos consejerías y un montón de altos cargos, deberían plantearse la razón de su espectacular subida electoral de los últimos mes, tras sucesivas convocatorias con resultados de estancamiento, cuando no de retroceso. ¿Será por que no estaban en el Gobierno? Embarcarse ahora en uno con señales inequivocamente proclives a los recortes sociales no parece una buena idea. Claro que los argumentos formales de responsabilidad son un elemento que puede llegar prácticamente a sostenerlo todo. Incluso la incongruencia.
La tentación vive arriba, en el Gobierno, y todos los principios pueden ser puestos en almoneda con tal de tocar poder. Vamos, como ha ocurrido siempre. Que me perdonen los dirigentes de la coalición de izquierdas pero, a la postre, siempre acaban por el ser "el tonto útil" del socialismo. Al final la conjunción de intereses partidistas siempre termina por ser más fuerte que cualquier otra consideración de más amplias miras.
Pero, que no se descuide IU. Antes de dar el "sí quiero" a Fernández debería de plantearse que éste ya ha dicho que piensa cumplir estrictamente con las exigencias reduccionistas del Gobierno de Rajoy -¿Acaso alguien se ha imaginado al líder socialista en plan insumiso a los designios de Madrid?-. Si a ello le añadimos que el 'mulah' Montoro dejó claro hace pocas horas que su beneplácito a las cuentas de Asturias pasa por los recortes en educación y sanidad que el Ejecutivo saliente de Cascos no ha aceptado ejecutar, ¿cómo se articula la presencia de IU en un equipo llamado a administrar la miseria y que, además, en esa labor tiene que meter tijera, sobre todo, a los servicios sociales básicos? ¡Vamos, que no cuadra ni por asomo!
Quizá Jesús Iglesias y los suyos, antes de saborear dos consejerías y un montón de altos cargos, deberían plantearse la razón de su espectacular subida electoral de los últimos mes, tras sucesivas convocatorias con resultados de estancamiento, cuando no de retroceso. ¿Será por que no estaban en el Gobierno? Embarcarse ahora en uno con señales inequivocamente proclives a los recortes sociales no parece una buena idea. Claro que los argumentos formales de responsabilidad son un elemento que puede llegar prácticamente a sostenerlo todo. Incluso la incongruencia.
jueves, 17 de mayo de 2012
Habemus Gobierno
Habemus Gobierno. La noticia, esperada, empezó a circular durante la mañana de ayer en foros y redes sociales bastante antes de que los protagonistas del acuerdo cerrado entre Federación Socialista Asturiana, por un lado, y Unión, Progreso y Democracia, por otro, lo hicieran público.
La primera impresión generalizada, aunque cada cual tenga en esta u aquella urna su corazoncito, fue la de alivio al conocer que el pacto firmado por Javier Fernández y Nacho Prendes va a poner fin al largo periodo de incertidumbre con el que se ha visto castigada Asturias en los últimos meses. Podría decirse que, de alguna maneras, eran millares los asturianos que querían un Ejecutivo, "sea el que sea".
Era en este sentido el día de ayer para muchos 'no adscritos' una jornada de satisfacción. El fantasma de un alargamiento de los procesos políticos y judiciales, de la intervención económica de las huestes de Montoro, de una nueva cita electoral incluso, se desvanecía al fin para dar paso a un Ejecutivo presidido por el candidato y líder socialista.
Aunque esperado, el anuncio del acuerdo a dos bandas entre socialistas y 'magentas' no forzó ayer la reacción del resto de fuerzas políticas con representación en la Junta General, que se han reservado para hoy. Con ello cedieron voluntaria o involutariamente todo el protagonismo a UPyD que no dudó en apostar por la presencia estelar en Asturias de su presidenta nacional, Rosa Díez para el gran momento de gloria de la todavía joven formación. Quizá por eso prácticamente todos los análisis hasta el momento han tomado como referencia la comparecencia pública de los líderes de la misma, que han tenido la oportunidad de apuntarse un tanto como garantes casi únicos del logro de un "Gobierno estable" a partir de la semana que viene.
Sin embargo, amén del resultado final, que en las circunstancia actuales era deseable, los argumentos del partido magenta han quedado en entredicho cuando se ha tenido la oportunidad de conocer el alcance de los compromisos 'arrancados' a los socialistas. Si una semana antes era irrenunciable y les obligaba a romper las negociaciones la circunscripción electoral única, ahora el estudio de posibles fórmulas tendentes a mejorar la proporcionalidad solventa la papeleta y facilita un pacto siete día atrás imposible. Sirva este apartado como ejemplo de lo que significa ir de acuerdo de máximos a aceptación de mínimos. Porque este aspecto de la ley electoral, junto con los demás reclamados por UPyD, se remitén a una comisión de todos los grupos que lo estudiará en cuanto se reactive la vida parlamentaria.
A estas alturas de la película ya todos sabemos el reiterado dicho de que "cuando no quieres que algo se solucione, crea una comisión". Como esa otra de investigación de las irregularidades del 'caso Marea'. ¿Cuántas comisiones de investigación jalonan la historia de la autonomía patria y cuántas han servido para algo más que para marear la perdiz. Porque en definitiva a ese se reducen la mayor parte de los compromisos recogidos ayer en el pacto de legislatura: crear comisiones, "abrir la reflexión a...". Mucho me temo que o bien el PSOE 'se la ha metido doblada' a los de Rosa o éstos han renunciado a sus exigencias en aras de no asumir su verdadera responsabilidad, la de los principios inquebrantables con los que se pasearon por este largo proceso.
¿Será, como muchos aventuraban ayer, que la amenaza del ministro de Hacienda surtió el efecto amedrentador precisamente en las huestes del partido magenta. Desde luego, su 'lideresa' no sudó ayer en poner en el frontispicio de su intervención en el Reconquista que, con su actitud, "ahora ya nadie tiene coartada para intervenir Asturias? Triste hipótesis, de ser cierta, que sólo nos podrían aclarar los propios interesados, si quisieran.
Por lo demás, el estribillo de un "Gobierno estable" que ayer pasearon en procesión Rosa y Nacho, no por deseado deja de estar en cuestión con la vista puesta en el futuro. No lo va a tener fácil Javier Fernández para conjugar toda la serie de variables con las que tendrá que conjugar su labor de gobierno. Primero, lograr convertir en aleación coadyuvante de esa gestión la que todavía es una mezcla entre IU y UPyD. Aunque suponemos informados a los dirigentes de la coalición de los pasos dados por Fernández, ¿a nadie se le ha ocurrido pensar que PSOE mas UPyD no son nada sin los votos de Jesús Iglesias? Porque, vamos a ver, si la mesa debe tener tres patas para ser estable, en algún momento deberá escenificarse ese acuerdo a tres bandas. Dicho de otro modo, que el candidato socialista tendrá que invitar a salir en algún momento a sus dos novias. Dos parejas que, por otra parte, participan de acuerdos diferentes, aunque no contradictorios. Por un lado, uno de investidura con la coalición de izquierdas; por otro, uno más amplio, de legislatura, con los de Prendes y Díez.
Supongo que el futuro presidente del Principado, si es que no lo sabe ya, se estará preguntando si IU va a estar en su Ejecutivo o no, algo que han descartado los de UPyD, y en cómo llevarlos al huerto de manera que pueda evitarse sobresaltos de una fuerza afín que no está comprometida con puestos en el Gabinete.
Con respecto a los 'magentas', es cierto que sus dirigentes se afanaron ayer en mostrar su firme compromiso para tres años, pero tal periodo es muy largo y suponemos que el papel firmado ayer no es -como suele decirse- un 'cheque en blanco' a los socialistas, por lo que el presumible incumplimiento del mismo podría habilitarles para romperlo antes de finalizar su periodo de vigencia.
En definitiva, es más que presumible que Javier Fernández tenga que gobernar al día con sus 17 diputados -uno más de los que tenía Foro en el primer año de legislatura- y un Ejecutivo monocolor. Además de que las fuerzas afines puedan no ser totalmente seguras, el futuro presidente va a tener que lidiar con una oposición guerra -nada que ver con la que 'disfrutó' Areces-, especialmente si Cascos cumple su promesa de no tirar la toalla y mntener su escaño en la Junta General. Un veterano político asturiano comentaba ayer si para Javier sería mejor tener a su antecesor en el Gobierno que dirigiendo la oposición, donde todos sabemos que el ex ministro de Fomento se mueve como pez en el agua, que es el medio natural para desarrollar su 'ferocidad'. Esta condición, por cierto, tampoco le será favorable para el PP, obligado a competir con él para hacerse con el liderazgo de la oposición al Gobierno socialista.
Admitamos que el anuncio de que Asturias tendrá en los próximos días un presidente y un Ejecutivo hay que recibirlo como una buena noticia capaz de desatascar las tuberías de una comunidad depauperada y olvidada de dios desde hace tiempo. Pero que nadie se llame a engaño. Se ha solucionado un problema, un grave problema, pero por delante quedan otros muchos por resolver y para ello va a hacer falta algo más que un papel de compromisos vagos e imprecisos y el logro de 23 votos para una investidura.
La primera impresión generalizada, aunque cada cual tenga en esta u aquella urna su corazoncito, fue la de alivio al conocer que el pacto firmado por Javier Fernández y Nacho Prendes va a poner fin al largo periodo de incertidumbre con el que se ha visto castigada Asturias en los últimos meses. Podría decirse que, de alguna maneras, eran millares los asturianos que querían un Ejecutivo, "sea el que sea".
Era en este sentido el día de ayer para muchos 'no adscritos' una jornada de satisfacción. El fantasma de un alargamiento de los procesos políticos y judiciales, de la intervención económica de las huestes de Montoro, de una nueva cita electoral incluso, se desvanecía al fin para dar paso a un Ejecutivo presidido por el candidato y líder socialista.
Aunque esperado, el anuncio del acuerdo a dos bandas entre socialistas y 'magentas' no forzó ayer la reacción del resto de fuerzas políticas con representación en la Junta General, que se han reservado para hoy. Con ello cedieron voluntaria o involutariamente todo el protagonismo a UPyD que no dudó en apostar por la presencia estelar en Asturias de su presidenta nacional, Rosa Díez para el gran momento de gloria de la todavía joven formación. Quizá por eso prácticamente todos los análisis hasta el momento han tomado como referencia la comparecencia pública de los líderes de la misma, que han tenido la oportunidad de apuntarse un tanto como garantes casi únicos del logro de un "Gobierno estable" a partir de la semana que viene.
Sin embargo, amén del resultado final, que en las circunstancia actuales era deseable, los argumentos del partido magenta han quedado en entredicho cuando se ha tenido la oportunidad de conocer el alcance de los compromisos 'arrancados' a los socialistas. Si una semana antes era irrenunciable y les obligaba a romper las negociaciones la circunscripción electoral única, ahora el estudio de posibles fórmulas tendentes a mejorar la proporcionalidad solventa la papeleta y facilita un pacto siete día atrás imposible. Sirva este apartado como ejemplo de lo que significa ir de acuerdo de máximos a aceptación de mínimos. Porque este aspecto de la ley electoral, junto con los demás reclamados por UPyD, se remitén a una comisión de todos los grupos que lo estudiará en cuanto se reactive la vida parlamentaria.
A estas alturas de la película ya todos sabemos el reiterado dicho de que "cuando no quieres que algo se solucione, crea una comisión". Como esa otra de investigación de las irregularidades del 'caso Marea'. ¿Cuántas comisiones de investigación jalonan la historia de la autonomía patria y cuántas han servido para algo más que para marear la perdiz. Porque en definitiva a ese se reducen la mayor parte de los compromisos recogidos ayer en el pacto de legislatura: crear comisiones, "abrir la reflexión a...". Mucho me temo que o bien el PSOE 'se la ha metido doblada' a los de Rosa o éstos han renunciado a sus exigencias en aras de no asumir su verdadera responsabilidad, la de los principios inquebrantables con los que se pasearon por este largo proceso.
¿Será, como muchos aventuraban ayer, que la amenaza del ministro de Hacienda surtió el efecto amedrentador precisamente en las huestes del partido magenta. Desde luego, su 'lideresa' no sudó ayer en poner en el frontispicio de su intervención en el Reconquista que, con su actitud, "ahora ya nadie tiene coartada para intervenir Asturias? Triste hipótesis, de ser cierta, que sólo nos podrían aclarar los propios interesados, si quisieran.
Por lo demás, el estribillo de un "Gobierno estable" que ayer pasearon en procesión Rosa y Nacho, no por deseado deja de estar en cuestión con la vista puesta en el futuro. No lo va a tener fácil Javier Fernández para conjugar toda la serie de variables con las que tendrá que conjugar su labor de gobierno. Primero, lograr convertir en aleación coadyuvante de esa gestión la que todavía es una mezcla entre IU y UPyD. Aunque suponemos informados a los dirigentes de la coalición de los pasos dados por Fernández, ¿a nadie se le ha ocurrido pensar que PSOE mas UPyD no son nada sin los votos de Jesús Iglesias? Porque, vamos a ver, si la mesa debe tener tres patas para ser estable, en algún momento deberá escenificarse ese acuerdo a tres bandas. Dicho de otro modo, que el candidato socialista tendrá que invitar a salir en algún momento a sus dos novias. Dos parejas que, por otra parte, participan de acuerdos diferentes, aunque no contradictorios. Por un lado, uno de investidura con la coalición de izquierdas; por otro, uno más amplio, de legislatura, con los de Prendes y Díez.
Supongo que el futuro presidente del Principado, si es que no lo sabe ya, se estará preguntando si IU va a estar en su Ejecutivo o no, algo que han descartado los de UPyD, y en cómo llevarlos al huerto de manera que pueda evitarse sobresaltos de una fuerza afín que no está comprometida con puestos en el Gabinete.
Con respecto a los 'magentas', es cierto que sus dirigentes se afanaron ayer en mostrar su firme compromiso para tres años, pero tal periodo es muy largo y suponemos que el papel firmado ayer no es -como suele decirse- un 'cheque en blanco' a los socialistas, por lo que el presumible incumplimiento del mismo podría habilitarles para romperlo antes de finalizar su periodo de vigencia.
En definitiva, es más que presumible que Javier Fernández tenga que gobernar al día con sus 17 diputados -uno más de los que tenía Foro en el primer año de legislatura- y un Ejecutivo monocolor. Además de que las fuerzas afines puedan no ser totalmente seguras, el futuro presidente va a tener que lidiar con una oposición guerra -nada que ver con la que 'disfrutó' Areces-, especialmente si Cascos cumple su promesa de no tirar la toalla y mntener su escaño en la Junta General. Un veterano político asturiano comentaba ayer si para Javier sería mejor tener a su antecesor en el Gobierno que dirigiendo la oposición, donde todos sabemos que el ex ministro de Fomento se mueve como pez en el agua, que es el medio natural para desarrollar su 'ferocidad'. Esta condición, por cierto, tampoco le será favorable para el PP, obligado a competir con él para hacerse con el liderazgo de la oposición al Gobierno socialista.
Admitamos que el anuncio de que Asturias tendrá en los próximos días un presidente y un Ejecutivo hay que recibirlo como una buena noticia capaz de desatascar las tuberías de una comunidad depauperada y olvidada de dios desde hace tiempo. Pero que nadie se llame a engaño. Se ha solucionado un problema, un grave problema, pero por delante quedan otros muchos por resolver y para ello va a hacer falta algo más que un papel de compromisos vagos e imprecisos y el logro de 23 votos para una investidura.
lunes, 14 de mayo de 2012
Excepción
Si en algo tiene razón el diputado electo de Unión, Progreso y Democracia en la Junta General del Principado es que la gravedad de la situación que está viviendo Asturias es excepcional. Por eso no se entiende que el resto de los grupos parlamentarios hayan rechazado la propuesta del primero para apoyar de forma conjunta un pronunciamiento de la Cámara que trate de poner coto a amenazas como la del Ministerio de Hacienda del pasado sábado que ponen en entredicho la fiabilidad como institución de la comunidad autónoma.
No sé si son de verdad conscientes los partidos políticos asturianos de la gravedad del marco político y financiero hacia el que va derivando este territorio y si, en el caso de que lo sean, están dispuestos por una vez de olvidar, aunque sea por un momento, sus intereses de partido y relegarlos a los generales de los asturianos. Por contra, sus responsables no obvian con más o menos intensidad criticar la "irresponsabilidad" del departamento de Cristobal Montoro, no sin aprovechar para disparar por arriba sobre su enemigo más próximo, Cascos y el Gobierno de Foro, culpables de otra "irresponsabilidad".
Partiendo de que la postura del Gobierno de Mariano Rajoy y su manifestación en el caso que nos ocupa ofrece algo más que dudas sobre su intencionalidad, lo más preocupante del momento es que se ha sembrado la sombra de la duda, que conlleva la amenaza de intervención de las cuentas del Principado, sin aportar hasta el momento, al menos en lo que al global de los concernidos afecta, ni un solo dato cuantitativo financiero, remitiéndose a criterios de inestabilidad política y de credibilidad institucional de muy difícil precisión. Porque lo que el Ministerio de Hacienda está poniendo en entredicho no es la fiabilidad de un Ejecutivo de Foro Asturias Ciudadanos presidido por Francisco Álvarez-Cascos, sino de la propia institución, que podría estar dirigido en unos días por otro grupo político y otra persona diferentes.
Por otra parte, el citado ministro ha tenido ayer la oportunidad de aclarar el porqué de su amenaza de "tutela" y no solamente no se ha dignado en sus declaraciones a facilitar las cifras económicas que la justificarían, sino que se ha enrrocado en las argumentaciones políticas al mencionar que el Gobierno del Principado (en funciones) debe resolver su "cuita política" para librarse de la intervención económica. Con ello, lo único que alimenta es la sospecha -para algunos, certeza- de que tras la nota del pasado fin de semana hay una voluntad clara de interferir en el proceso que dentro de algo más de una semana se iniciará en el Parlamento asturiano para la investidura de un nuevo presidente de la comunidad autónoma. Y, voluntades aparte, ya no cabe duda alguna de que el objetivo de introducir esa cuña está conseguido. Como ha resaltado Izquierda Unida, el fantasma intervencionista ya se ha convertido en protagonista no invitado para esa cita de la próxima semana.
No sé si son de verdad conscientes los partidos políticos asturianos de la gravedad del marco político y financiero hacia el que va derivando este territorio y si, en el caso de que lo sean, están dispuestos por una vez de olvidar, aunque sea por un momento, sus intereses de partido y relegarlos a los generales de los asturianos. Por contra, sus responsables no obvian con más o menos intensidad criticar la "irresponsabilidad" del departamento de Cristobal Montoro, no sin aprovechar para disparar por arriba sobre su enemigo más próximo, Cascos y el Gobierno de Foro, culpables de otra "irresponsabilidad".
Partiendo de que la postura del Gobierno de Mariano Rajoy y su manifestación en el caso que nos ocupa ofrece algo más que dudas sobre su intencionalidad, lo más preocupante del momento es que se ha sembrado la sombra de la duda, que conlleva la amenaza de intervención de las cuentas del Principado, sin aportar hasta el momento, al menos en lo que al global de los concernidos afecta, ni un solo dato cuantitativo financiero, remitiéndose a criterios de inestabilidad política y de credibilidad institucional de muy difícil precisión. Porque lo que el Ministerio de Hacienda está poniendo en entredicho no es la fiabilidad de un Ejecutivo de Foro Asturias Ciudadanos presidido por Francisco Álvarez-Cascos, sino de la propia institución, que podría estar dirigido en unos días por otro grupo político y otra persona diferentes.
Por otra parte, el citado ministro ha tenido ayer la oportunidad de aclarar el porqué de su amenaza de "tutela" y no solamente no se ha dignado en sus declaraciones a facilitar las cifras económicas que la justificarían, sino que se ha enrrocado en las argumentaciones políticas al mencionar que el Gobierno del Principado (en funciones) debe resolver su "cuita política" para librarse de la intervención económica. Con ello, lo único que alimenta es la sospecha -para algunos, certeza- de que tras la nota del pasado fin de semana hay una voluntad clara de interferir en el proceso que dentro de algo más de una semana se iniciará en el Parlamento asturiano para la investidura de un nuevo presidente de la comunidad autónoma. Y, voluntades aparte, ya no cabe duda alguna de que el objetivo de introducir esa cuña está conseguido. Como ha resaltado Izquierda Unida, el fantasma intervencionista ya se ha convertido en protagonista no invitado para esa cita de la próxima semana.
domingo, 13 de mayo de 2012
Intervenidos
Intervenidos. Éramos pocos... La advertencia del Gobierno de Rajoy de abrir el proceso establecido por la nueva ley de estabilidad presupuestaria, que podría tener como culminación la tutela de las cuentas del Principado, ha sido una nueva puñalada en el renqueante cuerpo social de esta sufrida comunidad autónoma.
Pese a que todo lo que tiene que ver con la economía hay siempre que relativizarlo, parecía que el plan de ajuste remitido la pasada semana por el Ejecutivo de Cascos y las declaraciones de su consejero de Hacienda aludiendo a cifras que garantizan el cumplimiento del déficit para este año eran un relativo alivio para los continuos sobresaltos a los que los asturianos tenemos que someternos día a día en los últimos tiempos. Pero no es así. Ese señorito andaluz de nombre Cristóbal Montoro que parece haber heredado en exclusiva un cortijo llamado España ha vuelto a dar una nueva prueba de su debilidad por todo aquello que destaque del azul generalizado al que aspira a convertir el suelo patrio.
De la nota hecha pública ayer, con la alevosía del reposo 'findesemanero' alterado sin aviso, no se pueden colegir argumentos financieros. No los tiene. Sí hay en la misma, en cambio, claras alusiones a criterios políticos, que podrían interpretarse justificadamente como partidistas. Se supone que es sólo un aviso -mejor sería hablar de amenaza- y los argumentos se conocerán, con suerte, la semana que viene, en la reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera convocada al efecto, un cónclave al que van a acudir los responsables económicos de las autonomías, la mayoría del PP, las mismas que únicamente hasta la fecha han recibido peticiones de aclaración sobre sus respectivos planes antidéficit. ¿Acaso podemos creernos que 'ruinas' como las que arrastra Castilla-La Mancha, que preside la secretaria general de los populares, María Dolores de Cospedal, o la Comunidad Valenciana, feudo incontestable de la derecha en el poder son más de fiar que los modestos números del Principado para alcanzar en el presente ejercicio la estabilidad presupuestaria? Me parece que no. Especialmente cuando el ministro Montoro ha aludido en todo momento a criterios como la "situación política" de nuestra comunidad o la inestabilidad que proporciona "un Gobierno en funciones" incapaz -a su entender- de adoptar "compromisos en materia de ingresos y gastos que garanticen el cumplimientos de los objetivos de estabilidad presupuestaria".
En definitiva que el temido proceso que podría derivar en unos meses en la llegada a Asturias de los 'men in black' del Ministerio de Hacienda, en un remedo de los que la presidenta de Argentina envió a las oficinas de Repsol en Buenos Aires tras la nacionalización, se abre -hasta que no nos lo aclaren- sobre supuestos y teorías basados en la desconfianza del clima político que vive el Principado. No parece de recibo.
Y, casi tan preocupante como la medida adoptada por el Ejecutivo de Rajoy, resulta para los observadores imparciales la actitud de los partidos políticos asturianos. Únicamente Foro, como no podía ser de otra manera, e Izquierda Unida -sí, que nadie se sorprenda de quienes han mostrado en el último año más sensatez y compromiso con Asturias que ningún otro (¿será por eso por lo que suben?)- han salido al paso con criterios sobre el trasfondo intervencionista. Tenemos que registrar nuevamente una postura de tibieza intolerable en los dos grandes partidos nacionales. Unos, porque los que toman las decisiones son 'los míos'; y los otros, porque han descubierto que lo que les fue bien a sus adversarios en el pasado inmediato -dejar al enemigo que se cueza en su propio caldo hasta la extinción- no tiene por qué ser malo para ellos. La amenaza de la bota económica de Madrid constituye un nuevo agravio que pone en riesgo al ya depauperado futuro de Asturias. Y ante ello no debería de haber dudas. Ese latiguillo del "todos a arrimar el hombro" del que tanto gustan alardear todas las fuerzas políticas se desvanece cuando llega la hora de contraponer los intereses particulares. ¿Será éste un nuevo argumento a favor del contubernio que se 'inventó' Cascos para atacar a sus adversarios de PSOE y PP? Seguro que para algunos sí.
Al final, una vez más, la parte más perjudicada serán los asturianos, que contemplan atónitos cómo aquel símil circense del más difícil todavía sigue vigente en negativo para su tierra, cómo después de pasar por las urnas por segunda vez -en realidad han sido tres- en menos de un año las cosas, lejos de ir a mejor, se complican y en enredan cada día un poco más. Los responsables políticos hablan, pero no escuchan el inmenso malestar, el cabreo, en muchos casos, de miles y miles de asturianos que ya no saben lo que hay que hacer para que esta situación tenga una salida, aunque sea mínima. Aquí más que en ningún otro lado, más que nunca, hay motivo para que algo o alguien canalice esa indignación. Quizá necesitemos en Asturias nuestro particular 15-M, corregido y aumentado por este desgraciado plus que nos ha caído como complemento a la crisis generalizada en la que unos y otros nos han metido.
Pese a que todo lo que tiene que ver con la economía hay siempre que relativizarlo, parecía que el plan de ajuste remitido la pasada semana por el Ejecutivo de Cascos y las declaraciones de su consejero de Hacienda aludiendo a cifras que garantizan el cumplimiento del déficit para este año eran un relativo alivio para los continuos sobresaltos a los que los asturianos tenemos que someternos día a día en los últimos tiempos. Pero no es así. Ese señorito andaluz de nombre Cristóbal Montoro que parece haber heredado en exclusiva un cortijo llamado España ha vuelto a dar una nueva prueba de su debilidad por todo aquello que destaque del azul generalizado al que aspira a convertir el suelo patrio.
De la nota hecha pública ayer, con la alevosía del reposo 'findesemanero' alterado sin aviso, no se pueden colegir argumentos financieros. No los tiene. Sí hay en la misma, en cambio, claras alusiones a criterios políticos, que podrían interpretarse justificadamente como partidistas. Se supone que es sólo un aviso -mejor sería hablar de amenaza- y los argumentos se conocerán, con suerte, la semana que viene, en la reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera convocada al efecto, un cónclave al que van a acudir los responsables económicos de las autonomías, la mayoría del PP, las mismas que únicamente hasta la fecha han recibido peticiones de aclaración sobre sus respectivos planes antidéficit. ¿Acaso podemos creernos que 'ruinas' como las que arrastra Castilla-La Mancha, que preside la secretaria general de los populares, María Dolores de Cospedal, o la Comunidad Valenciana, feudo incontestable de la derecha en el poder son más de fiar que los modestos números del Principado para alcanzar en el presente ejercicio la estabilidad presupuestaria? Me parece que no. Especialmente cuando el ministro Montoro ha aludido en todo momento a criterios como la "situación política" de nuestra comunidad o la inestabilidad que proporciona "un Gobierno en funciones" incapaz -a su entender- de adoptar "compromisos en materia de ingresos y gastos que garanticen el cumplimientos de los objetivos de estabilidad presupuestaria".
En definitiva que el temido proceso que podría derivar en unos meses en la llegada a Asturias de los 'men in black' del Ministerio de Hacienda, en un remedo de los que la presidenta de Argentina envió a las oficinas de Repsol en Buenos Aires tras la nacionalización, se abre -hasta que no nos lo aclaren- sobre supuestos y teorías basados en la desconfianza del clima político que vive el Principado. No parece de recibo.
Y, casi tan preocupante como la medida adoptada por el Ejecutivo de Rajoy, resulta para los observadores imparciales la actitud de los partidos políticos asturianos. Únicamente Foro, como no podía ser de otra manera, e Izquierda Unida -sí, que nadie se sorprenda de quienes han mostrado en el último año más sensatez y compromiso con Asturias que ningún otro (¿será por eso por lo que suben?)- han salido al paso con criterios sobre el trasfondo intervencionista. Tenemos que registrar nuevamente una postura de tibieza intolerable en los dos grandes partidos nacionales. Unos, porque los que toman las decisiones son 'los míos'; y los otros, porque han descubierto que lo que les fue bien a sus adversarios en el pasado inmediato -dejar al enemigo que se cueza en su propio caldo hasta la extinción- no tiene por qué ser malo para ellos. La amenaza de la bota económica de Madrid constituye un nuevo agravio que pone en riesgo al ya depauperado futuro de Asturias. Y ante ello no debería de haber dudas. Ese latiguillo del "todos a arrimar el hombro" del que tanto gustan alardear todas las fuerzas políticas se desvanece cuando llega la hora de contraponer los intereses particulares. ¿Será éste un nuevo argumento a favor del contubernio que se 'inventó' Cascos para atacar a sus adversarios de PSOE y PP? Seguro que para algunos sí.
Al final, una vez más, la parte más perjudicada serán los asturianos, que contemplan atónitos cómo aquel símil circense del más difícil todavía sigue vigente en negativo para su tierra, cómo después de pasar por las urnas por segunda vez -en realidad han sido tres- en menos de un año las cosas, lejos de ir a mejor, se complican y en enredan cada día un poco más. Los responsables políticos hablan, pero no escuchan el inmenso malestar, el cabreo, en muchos casos, de miles y miles de asturianos que ya no saben lo que hay que hacer para que esta situación tenga una salida, aunque sea mínima. Aquí más que en ningún otro lado, más que nunca, hay motivo para que algo o alguien canalice esa indignación. Quizá necesitemos en Asturias nuestro particular 15-M, corregido y aumentado por este desgraciado plus que nos ha caído como complemento a la crisis generalizada en la que unos y otros nos han metido.
lunes, 7 de mayo de 2012
El efecto Hollande
La victoria, ayer, de François Hollande en las presidenciales francesas no por esperada ha dejado de significar un aldabonazo a las espernazas, no sólo de la izquierda europea, de un cambio de rumbo en la política económica de una Unión que presenta en los últimos años síntomas de un peligroso anquilosamiento propio de un ente envejecido.
Para los que tenemos unos conocimientos elementales de economía, nos sirven a priori los análisis de los expertos que han dividido a los protagonistas de esta interminable crisis comunitaria en dogmáticos defensores de las políticas de recortes en aras de un mejor culto a la contención del déficit público, y los que, conscientes de la necesidad de atacar ese problema, se muestran acérrimos partidarios de combinar esas políticas con otras de reactivación que permitan a los países ahogados, como España, atisbar una salida al negro panorama que atraviesan.
El flamante presidente del país vecino se encuentra en este segundo grupo, de suyo se ha convertido en adalid de esa corriente, y su acceso al Eliseo ya es visto -como no podía ser de otra manera- como la rotura de esa sólida pirámide del 'ajustismo' y el 'recortismo' que han formado en los últimos tiempos su antecesor en el cargo, Nicolas Sarkozy, y su colega alemana, Angela Merkel -el 'Merkozy' de infausto recuerdo-.
Antes incluso de la jornada electoral de ayer en Francia, los síntomas del efecto Hollande se empezaron a dejar ver cuando el portaaviones alemán admitió la posibilidad de que, manteniendo su política inflexible de ajustes fiscales, pudiera presentar en breve un nuevo plan de competitividad orientado a facilitar la producción y el crecimiento. El cambio de protagonistas obligaba de alguna manera a Merkel a flexibilizar sus planes de férrea disciplina fiscal.
Desde el punto de vista de los españoles, el relevo en el escenario europeo tiene que significar un soplo de esperanza, un atisbo de alivio, el mismo que empezaba a necesitar una ciudadanía que cada día se siente más ahogada con la imposición de medidas que merman sus posibilidades reales de sobrevivir con dignidad, que complican su acceso a unos servicios básicos mínimos, que hacen que las cuentas cada día resulten más difíciles de cuadrar mes a mes. La dictadura francoálemana ha tenido su correlato en lo que algunos llamamos 'viernes de pasión' -de 'dolores', en quizá una más acertada imagen, para el diputado de Izquierda Unida por Asturias Gaspar Llamazares- en referencia a los sobresaltos a los que en vísperas de cada fin de semana nos somete el Consejo de Ministros, Unos sobresaltos que, por otra parte, no ofrecen visos de desaparecer; al contrario, se ceban en nuestros bolsillos y en nuestra dignidad con machacona intensidad.
Así, pues, la llegada del líder socialista francés a la Presidencia del país vecino se presenta como una oportunidad de, sin dejar de sufrir los rigores de la política de recortes, ver una luz al finel de este túnel en el que llevamos sumidos desde los primeros tiempos de la última legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero.
Lo único que hace falta ahora es que la esperanza se confirme y los 'poderosos' aflojen un poco su bota de hierro, lo que permitiría al Gobierno español, seguidista hasta límites intolerables, hacer lo propio con sus compatriotas y darles un respiro en su largo camino hacia la indigencia social. No sea que, al final, como hicieron estos mismos hace sólo unos meses, se pasen las teorías y las promesas por el forro y acaben en una nueva entente de intereses particulares de los países fuertes por encima de los de aquellos que, como el nuestro, son más débiles. Dicho de otra manera, que no accedamos ahora a un 'Merkolland'.
Para los que tenemos unos conocimientos elementales de economía, nos sirven a priori los análisis de los expertos que han dividido a los protagonistas de esta interminable crisis comunitaria en dogmáticos defensores de las políticas de recortes en aras de un mejor culto a la contención del déficit público, y los que, conscientes de la necesidad de atacar ese problema, se muestran acérrimos partidarios de combinar esas políticas con otras de reactivación que permitan a los países ahogados, como España, atisbar una salida al negro panorama que atraviesan.
El flamante presidente del país vecino se encuentra en este segundo grupo, de suyo se ha convertido en adalid de esa corriente, y su acceso al Eliseo ya es visto -como no podía ser de otra manera- como la rotura de esa sólida pirámide del 'ajustismo' y el 'recortismo' que han formado en los últimos tiempos su antecesor en el cargo, Nicolas Sarkozy, y su colega alemana, Angela Merkel -el 'Merkozy' de infausto recuerdo-.
Antes incluso de la jornada electoral de ayer en Francia, los síntomas del efecto Hollande se empezaron a dejar ver cuando el portaaviones alemán admitió la posibilidad de que, manteniendo su política inflexible de ajustes fiscales, pudiera presentar en breve un nuevo plan de competitividad orientado a facilitar la producción y el crecimiento. El cambio de protagonistas obligaba de alguna manera a Merkel a flexibilizar sus planes de férrea disciplina fiscal.
Desde el punto de vista de los españoles, el relevo en el escenario europeo tiene que significar un soplo de esperanza, un atisbo de alivio, el mismo que empezaba a necesitar una ciudadanía que cada día se siente más ahogada con la imposición de medidas que merman sus posibilidades reales de sobrevivir con dignidad, que complican su acceso a unos servicios básicos mínimos, que hacen que las cuentas cada día resulten más difíciles de cuadrar mes a mes. La dictadura francoálemana ha tenido su correlato en lo que algunos llamamos 'viernes de pasión' -de 'dolores', en quizá una más acertada imagen, para el diputado de Izquierda Unida por Asturias Gaspar Llamazares- en referencia a los sobresaltos a los que en vísperas de cada fin de semana nos somete el Consejo de Ministros, Unos sobresaltos que, por otra parte, no ofrecen visos de desaparecer; al contrario, se ceban en nuestros bolsillos y en nuestra dignidad con machacona intensidad.
Así, pues, la llegada del líder socialista francés a la Presidencia del país vecino se presenta como una oportunidad de, sin dejar de sufrir los rigores de la política de recortes, ver una luz al finel de este túnel en el que llevamos sumidos desde los primeros tiempos de la última legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero.
Lo único que hace falta ahora es que la esperanza se confirme y los 'poderosos' aflojen un poco su bota de hierro, lo que permitiría al Gobierno español, seguidista hasta límites intolerables, hacer lo propio con sus compatriotas y darles un respiro en su largo camino hacia la indigencia social. No sea que, al final, como hicieron estos mismos hace sólo unos meses, se pasen las teorías y las promesas por el forro y acaben en una nueva entente de intereses particulares de los países fuertes por encima de los de aquellos que, como el nuestro, son más débiles. Dicho de otra manera, que no accedamos ahora a un 'Merkolland'.
domingo, 6 de mayo de 2012
¡Qué difícil ye bajar!
"Siempre dicen lo complicado que ye subir a Primera, pero -coño- ¡qué difícil ye bajar!" De esta espontanea manera se expresaba hace algunas horas un seguidor rojiblanco tratando de describir el sentimiento que embarga a los sportinguistas desde hace algunas semanas a propósito de los avatares por los que ha discurrido la estela reciente del equipo de sus amores.
Y es que, dejando los números a un lado y olvidándonos de la aritmética, hace ya unas cuantes jornadas que nos debatimos entre la resignación de los hechos y la esperanza que nos habilita el cálculo de probabilidades. Si cada jornada futbolística nos plantea la confirmación de que el equipo rojiblanco se encuentra entre los más flojos de la categoría este año, la posición en la tabla y la marcha de nuestros rivales hacen que el domingo por la noche se nos expriman las meninges en una complicada operación en la que se barajan los puntos de cada uno de los protagonistas de esta angustiosa historia, sus inmediatos encuentros y el encaje de bolillos subsiguiente, del que en un porcentaje, siempre demasiado corto, aparece un hipotético escenario de salvación.
Porque, si bien es verdad que el Sporting ha logrado en las últimas jornadas algunos importantes puntos también lo es que en los lances decisivos -Mallorca, Zaragoza o Villarreal, todos planteados como grandes finales- el equipo no supo estar a la altura que se le exigía. Algunos de estos mazazos nos hicieron pensar a mas de uno que la suerte estaba echada e incluso se ha planteado desde hace unas semanas el nuevo proyecto para la categoría de plata. Resultados como el triunfo en Cornellá o el de ayer ante el Betis se empeñan en devolvernos a unas ilusiones que parecían haber quedado arrumbadas tras los partidos en El Molinón ante baleares, maños y castellonenses.
La realidad en estos momentos es que las opciones de permanencia -entre un tres y un cuatro por ciento- pasan por una victoria propia en Málaga, empresa que se antoja épica aunque factible, y la derrota inseparable de Rayo Vallecano y Zaragoza. Toda una empresa digna de las viejas mitologías.
Soy de los que piensan que no es justo para los corazones rojiblancos mantener esa esperanza durante todo ese tiempo si al final el remar tanto tiene como premio morir en la orilla. Aunque también hay que convenir en que si el milagro llegara a producirse todo esos sufrimientos valdrían la pena. ¿Cuesta o no cuesta soñar?
La solución será el próximo fin de semana, pero el sentimiento de muchos seguidores -al menos el mío- me parece que queda muy bien reflejado en la frase de ese aficionado con la que iniciaba este comentario: Dios mío, "¡Qué difícil ye bajar!".
Y es que, dejando los números a un lado y olvidándonos de la aritmética, hace ya unas cuantes jornadas que nos debatimos entre la resignación de los hechos y la esperanza que nos habilita el cálculo de probabilidades. Si cada jornada futbolística nos plantea la confirmación de que el equipo rojiblanco se encuentra entre los más flojos de la categoría este año, la posición en la tabla y la marcha de nuestros rivales hacen que el domingo por la noche se nos expriman las meninges en una complicada operación en la que se barajan los puntos de cada uno de los protagonistas de esta angustiosa historia, sus inmediatos encuentros y el encaje de bolillos subsiguiente, del que en un porcentaje, siempre demasiado corto, aparece un hipotético escenario de salvación.
Porque, si bien es verdad que el Sporting ha logrado en las últimas jornadas algunos importantes puntos también lo es que en los lances decisivos -Mallorca, Zaragoza o Villarreal, todos planteados como grandes finales- el equipo no supo estar a la altura que se le exigía. Algunos de estos mazazos nos hicieron pensar a mas de uno que la suerte estaba echada e incluso se ha planteado desde hace unas semanas el nuevo proyecto para la categoría de plata. Resultados como el triunfo en Cornellá o el de ayer ante el Betis se empeñan en devolvernos a unas ilusiones que parecían haber quedado arrumbadas tras los partidos en El Molinón ante baleares, maños y castellonenses.
La realidad en estos momentos es que las opciones de permanencia -entre un tres y un cuatro por ciento- pasan por una victoria propia en Málaga, empresa que se antoja épica aunque factible, y la derrota inseparable de Rayo Vallecano y Zaragoza. Toda una empresa digna de las viejas mitologías.
Soy de los que piensan que no es justo para los corazones rojiblancos mantener esa esperanza durante todo ese tiempo si al final el remar tanto tiene como premio morir en la orilla. Aunque también hay que convenir en que si el milagro llegara a producirse todo esos sufrimientos valdrían la pena. ¿Cuesta o no cuesta soñar?
La solución será el próximo fin de semana, pero el sentimiento de muchos seguidores -al menos el mío- me parece que queda muy bien reflejado en la frase de ese aficionado con la que iniciaba este comentario: Dios mío, "¡Qué difícil ye bajar!".
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