Si en algo tiene razón el diputado electo de Unión, Progreso y Democracia en la Junta General del Principado es que la gravedad de la situación que está viviendo Asturias es excepcional. Por eso no se entiende que el resto de los grupos parlamentarios hayan rechazado la propuesta del primero para apoyar de forma conjunta un pronunciamiento de la Cámara que trate de poner coto a amenazas como la del Ministerio de Hacienda del pasado sábado que ponen en entredicho la fiabilidad como institución de la comunidad autónoma.
No sé si son de verdad conscientes los partidos políticos asturianos de la gravedad del marco político y financiero hacia el que va derivando este territorio y si, en el caso de que lo sean, están dispuestos por una vez de olvidar, aunque sea por un momento, sus intereses de partido y relegarlos a los generales de los asturianos. Por contra, sus responsables no obvian con más o menos intensidad criticar la "irresponsabilidad" del departamento de Cristobal Montoro, no sin aprovechar para disparar por arriba sobre su enemigo más próximo, Cascos y el Gobierno de Foro, culpables de otra "irresponsabilidad".
Partiendo de que la postura del Gobierno de Mariano Rajoy y su manifestación en el caso que nos ocupa ofrece algo más que dudas sobre su intencionalidad, lo más preocupante del momento es que se ha sembrado la sombra de la duda, que conlleva la amenaza de intervención de las cuentas del Principado, sin aportar hasta el momento, al menos en lo que al global de los concernidos afecta, ni un solo dato cuantitativo financiero, remitiéndose a criterios de inestabilidad política y de credibilidad institucional de muy difícil precisión. Porque lo que el Ministerio de Hacienda está poniendo en entredicho no es la fiabilidad de un Ejecutivo de Foro Asturias Ciudadanos presidido por Francisco Álvarez-Cascos, sino de la propia institución, que podría estar dirigido en unos días por otro grupo político y otra persona diferentes.
Por otra parte, el citado ministro ha tenido ayer la oportunidad de aclarar el porqué de su amenaza de "tutela" y no solamente no se ha dignado en sus declaraciones a facilitar las cifras económicas que la justificarían, sino que se ha enrrocado en las argumentaciones políticas al mencionar que el Gobierno del Principado (en funciones) debe resolver su "cuita política" para librarse de la intervención económica. Con ello, lo único que alimenta es la sospecha -para algunos, certeza- de que tras la nota del pasado fin de semana hay una voluntad clara de interferir en el proceso que dentro de algo más de una semana se iniciará en el Parlamento asturiano para la investidura de un nuevo presidente de la comunidad autónoma. Y, voluntades aparte, ya no cabe duda alguna de que el objetivo de introducir esa cuña está conseguido. Como ha resaltado Izquierda Unida, el fantasma intervencionista ya se ha convertido en protagonista no invitado para esa cita de la próxima semana.
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