viernes, 29 de mayo de 2015

¿De qué hablamos cuando hablamos de pactos?

En esa inmensa mesa de juego en que se ha convertido la política española se dirime estos días cómo podría ser el nuevo mapa de las instituciones municipales y autonómicas y se ensaya, de paso, para configurar las reglas que han de marcar el diseño estatal a partir de finales de año. De la mesa comedor que era hasta ahora alguien ha tirado violentamente del mantel para sustituirlo por el tapete verde sobre el que unos tratan de mantener su consagrada veteranía y otros, los recién llegados, se niegan -al menos de boca- a jugar con las cartas marcadas que aportan sus oponentes.

Pero en todo juego tiene que haber una reglas, por relajadas que éstas sean, e incluso un nombre. Y a esta partida se la ha llamado "pactos". Una palabra conjugada hasta la saciedad, que predomina estos días en los titulares informativos -al que no lo crea le reto a hacer contabilidad del término y comprobar que reina sobre cualquier otro-y que está en el discurso de todos y cada uno de los jugadores.

Pero, ¿de qué estamos hablando cuando hablamos de pactos? Porque hay diferencias de concepto insalvables entre quienes han practicado con ellos durante décadas y quienes acceden a la partida con criterios flexibles, cambiantes, difusos podría llegar a decirse. Así, asistimos desde el pasado domingo a propuestas trileras, como las que lanzó desde un primer momento la candidata del PP a la Alcaldía de Madrid, luego modificada por dos veces en sentido totalmente contrario al inicial; a compromisos que no ocultan intereses meramente partidistas; a planteamientos simplemente excluyentes, y así hasta tantas soluciones como protagonistas tiene la timba.

Resulta curioso escuchar al líder de Podemos afirmar que "ahora se puede hablar con el PSOE". ¿Acaso ha sido cuestión de horas que los de Pedro Sánchez hayan caído de la burra y cambiado el menosprecio de hace pocos días por el diálogo constructivo? De eso parece estar convencido Pablo Iglesias, aunque los propios origenes de base de sus organizaciones territoriales o locales indiquen cada día que lo que vale en Tegucigalpa no sirve para Pernanbuco, por decir dos nombres ficticios al azar. No hay más que ver que el ofrecimiento lanzado en Asturias por Javier Fernández para repartirse el Principado y los principales ayuntamientos de la región ha tenido diferentes "noes" según el 'paisano' que los pronuncie. Por no hablar de ese papel de comparsa que, como casi siempre, le toca representar a Izquierda Unida, que predica un frente de izquierdas único o frente popular', algo que los socialistas temen más que a un nublado por mucho que la realidad electoral les haya puesto ante el espejo de sus consolidados conservadurismos.

¿Y qué decir de una Mercedes Fernández que reclama el apoyo de Foro -y de Ciudadanos- para someterse a la investidura para la Presidencia del Principado? Tiene razón su todavía correligionario gijonés Manuel Pecharromán cuando se pregunta si vale ahora poner los concejales de su partido a disposición de la candidatura municipal de Moriyón cuando se persiguió a los ediles de Siero en el mandato que acaba de terminar o -eso no lo dice, pero lo cito yo- o se desmontó todo un grupo municipal en la villa de Jovellanos por su apoyo puntual a la actual regidora en estos últimos años.

Queda mucha partida por jugar y las diferentes 'manos' se van a resolver de una en una. Se seguirá hablando de pactos aunque cada uno de los interlocutores esté imaginando soluciones diferentes, se mantendrán algunos pulsos siempre condicionados al "quid pro quo" mal que les pese a los partidos renovadores. Lo único cierto es que del domingo acá han cambiado muchas cosas y los apriorismos iniciales no son una excepción. Porque, al final, alguien tendrá que tomar el bastón de mando en autonomías y ayuntamientos. Andalucía está ahí de ejemplo.

1 comentario:

  1. No hay reglas, Marcelino. No las va a haber. El panorama de equilibrios políticos es tan heterogéneo que resultará prácticamente imposible establecer siquiera unas reglas de mínimos. Lo iremos viendo.

    Así que lo único que queda es esperar a la resolución del "comité de árbitros", ya de cara a las elecciones generales. Aunque conocemos la inclinación en favor de los grandes de dicho comité. No hay más que repasar el porcentaje de votos.

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