En la madrugada próxima arranca una nueva campaña electoral para la renovación de cargos en los 78 concejos asturianos y en la Junta General del Principado. Pero no se trata de una campaña más en lo que respecta a la concurrencia; al contrario, a priori esta cita con las urnas marca un antes y un después; un antes presidido por la existencia de dos partidos mayoritarios instalados en las instituciones y un tercero en discordia destinado casi siempre a apuntalar a uno de los primeros (el hecho diferencial de Foro Asturias Ciudadanos es todavía muy reciente y sin un papel incierto salvo los espectaculares resultados de hace cuatro años) y un después marcado por cambios significativos en el elenco.
Ahora los asturianos vamos a tener la opción de apoyar a dos nuevos actores en la escena política, dos partidos surgidos precisamente del descontento originado por la gestión de los habituales y sus vicios adquiridos. Aunque lo de las ideologías cada día se muestra como concepto más obsoleto, se puede afirmar que Podemos y Ciudadanos son dos ofertas orientadas a recoger el voto de la izquierda y de la derecha hastiado de sus siglas tradicionales.
Aunque las encuestas se muestren generalmente viciadas, todo apunta a que ambas fuerzas políticas se incorporarán a las instituciones con una presencia relativamente significativa, más por esa inercia de recambio que por el carisma de sus representantes o por unos programas que el 99% de la ciudadanía desconoce. Podemos y Ciudadanos se han subido, uno primero que el otro, a la potente ola de demanda de cambios y han aprovechado ese impulso para 'colarse' en las preferencias de los votantes. Que ésta sea amplia o reducida es algo que solamente el voto va a determinar por mucho que los dirigentes de ambos se atribuyan un futuro papel relevante.
La primera consecuencia del nuevo escenario tiene incluso una relevancia física, como cuando comprobamos que aquellas tres (o cuatro en Asturias) fotografías de los candidatos con opciones -hay un montón más de concurrentes que, dicho sea con todo el respeto, van de comparsas- se han transformado en seis. Visualmente el pastel tiene mucho más merengue y guindas capaces de dar color al producto final.
Nos esperan ahora algo más de dos semanas de bombardeo con actos públicos, megafonía callejera y folletos sin cuento repartidos con tanta prodigalidad y con los mismos resultados que las ofertas de una peluquería del centro que nos entregan por la calle y arrojamos a la siguiente papelera. Lo más lamentable es que ese despliegue nos va a costar a los asturianos en torno a un millón de euros que bien precisarían algunas atenciones prioritarias. Y todo para nada, puesto que estamos hablando de una campaña incapaz de movilizar un solo sufragio indeciso. Y, además, tiene gracia que tengamos que agradecerles que hayan recortado sustancialmente esas partidas si las ponemos en relación con anteriores citas electorales.
Al margen de los gastos, lo que más irrita a amplios sectores de la ciudadanía es escuchar o ver reflejadas en las páginas de los periódicos las promesas con las que se adornan unos y otros candidatos. Unos, recuperando buena parte de aquello que han sido incapaces de cumplir cuando han tenido el poder o han disfrutado de condiciones favorables para influir en quien lo ostentaba; otros, los nuevos, poniendo una pica en Flandes para 'responsabilizarse' de cambiar las normas del juego con el objetivo de mejorar la vida de los votantes, aunque las metas se ofrezcan faltas de la necesaria dotación material para alcanzarlas.
Al final, lo único que contará es el sufragio introducido en las urnas por cada uno de los censados que decida ejercer su derecho. Lo demás, serán fuegos de artificio para lograr un papel protagonista en el proscenio institucional. A partir de ahí se olvidará todo el argumento para centrarse en una aritmética asimétrica orientada a lograr pactos estables. Y ahí estará el verdadero meollo del conflicto. Que dios reparta suerte.
Pues sí que lo son (diferentes). Del trío clásico (PSOE, PP, IU) habíamos dado el salto al cuarteto de corto recorrido: el trío haciendo frente común contra el "invasor" (FAC). Surgió entonces el quinteto del cara o cruz; dos bloques igualados en número de diputados, con el último incorporado (UPyD) de árbitro; no hubo opción a lanzar la moneda al aire por incomparecencia de uno de los bloques. Y ahora los "invasores" llegan a pares, amenazando el triste y caduco establishment asturiano. Que dios reparta suerte, (muchos) tapones para los oídos y (al menos) un poco de sentido común.
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